Ludmila Perepiolkina
La vida de la Iglesia Ortodoxa, el Cuerpo de
Cristo, se sostiene sobre sus sacramentos. Los efectos misteriosos de la gracia
de Dios sobre estos presuponen, en parte, una salvaguarda santísima frente al
contacto con cualquier elemento impuro. El mismísimo Salvador nos advertía a
nosotros: “no deis lo que es santo” (Mt. 7:6)
Este es el porqué de que el más importante
sacramento, la eucaristía, es celebrado durante la Liturgia de los fieles, después de la despedida de los
Catecúmenos.
Esto se nos es recordado cuando el diacono
proclama antes del canon Eucarístico en la liturgia: “!Las puertas¡ ¡Las
puertas!” (i.e. y se cierran luego las puertas en orden que el Misterio de los
Misterios, la santa Eucaristía, está comenzando). Y la aproximación a el Cáliz
Sagrado, con temor y temblor, para compartir el cuerpo y sangre de Cristo,
orando a Cristo con la promesa de serle fiel en el amor: “No hablare de tus misterios
a tus enemigos, ni te daré un beso como Judas”.
¿Cómo, entonces es posible demostrarles la
Divina Liturgia a los rostros ecumenistas, haciendo de ello un espectáculo para
todos los tipos de enemigos de la Iglesia: heréticos, idolatras, sodomitas y otros
servidores de Satanás?
Los ecumenistas “ortodoxos” más a menudo
revelan su indiferencia a los principios de la enseñanza cristiana. Esto les
permite a ellos el tener sus blasfemos diálogos “teológicos” con los
representantes del “monoteísmo”: judíos y mahometanos, y también incluso con
los idolatras budistas.
La tibia espiritualidad de estos “diplomáticos”
eclesiales les permite reconocer los “Santos Sacramentos” de los heréticos.
Tales “ortodoxos” ecuménicos cometen un pecado
en contra del noveno artículo de nuestro credo.
Ya que ellos no confiesan a la Una y única Iglesia que presenta
exclusivamente todos los Santos sacramentos.
El metropolita Vitaly (Ovstinov) comenta que
“los Padres deliberadamente incluyeron el Credo Niceno en la Divina Liturgia y
en otros servicios diarios de la Iglesia para ser rezados, en orden de impartir
para nuestras almas la entera enseñanza ortodoxa expresada en esta forma concisa
y perfecta. Esto es, para tener al Credo en nuestras vidas en lugar de
considerarlo como una enseñanza abstracta.
Así, es como los Padres nos enseñaran a
nosotros que nuestra comunicación con nuestro Señor Dios solo puede hacerse a
través de la oración.
El Credo no es solo una sentencia de nuestra
enseñanza, o un memorándum sobre la fe, sino resulta una poderosa exigencia espiritual de todas las facultades de nuestra
alma”.[1]
Cualquier verdad dogmática que podemos confesar
en oraciones es una fuente de nuestro poder moral que nos permite a nosotros el
recibir los dones de Espíritu Santo: “Las vida verdadera, la vida en Cristo, la
vida de la Iglesia depende de un verdadero esfuerzo espiritual en fe y oración”[2]
Según la enseñanza de Cristo, el hombre está
unido con Dios en el Misterio de la Comunión: La sagrada eucaristía.
El Señor dijo: “Yo soy el pan vivo que he
descendido del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces
los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos su carne a comer?
Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del
Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día
postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.” (Juan 6:
51-56)
El misterio de la Eucaristía une a los seres
humanos con Dios, así uniéndose en conjunción en el único cuerpo de Cristo: la
Iglesia. No hay ni puede haber comunión fuera de la Iglesia.[3]
El Espíritu Santo que transforma a los santos
dones en el Cuerpo y Sangre de Cristo, no desciende sobre la aglomeración de
herejes que se han desviado de la Verdad.
Acorde a los Padres, la “eucaristía de los
herejes es la comida de los demonios”.
Por lo tanto, la Eucaristía solo es posible en
la Única, Santa, Católica y Apostólica Iglesia.
Y al mismo tiempo no hay sagrada comunión en cualquier otro lugar con excepción de la Iglesia Ortodoxa, no hay ningún otro sacramento: “ya que Dios Espíritu Santo desciende en todos los misterios, en mérito a Cristo hecho Hombre, por su condición de ser Dios y Hombre. El Santo Sacramentó de los Sacramentos es la Eucaristía que es el misterio de Dios hecho Hombre.” [4]
Los cristianos ortodoxos deben de ser firmes en
reconocer el hecho de que las comunidades religiosas que se desviaron de la
ortodoxia no pueden poseer ninguno de los santos sacramentos.
Al participar en la santa comunión con los
no-ortodoxos, la inter-comunión practicada por los ecumenistas no es otra como
que profanación de la Sagrada Eucaristía, y una blasfemia en contra del
Espíritu Santo, que no se les será perdonada ni en este mundo ni en el
venidero, según palabras del Señor. (Mt. 12 31-32)
[1] Arzobispo Vitaly (Oustinov, ahora Metropolitano, Primer Jerarca de la
Iglesia Rusa en el Exterior), "Ekumenizm" (Ecumenismo), un informe
presentado al Consejo de Obispos en 1967 en Mahopac, EE.UU.; Montreal, 1982, p.
14.
[2] Ibíd. p. 15
[3] Véase Arzobispo Hilarión, "Khristianstva net bez Tserkvi" (No hay Cristiandad sin Iglesia), Segunda edición de la Hermandad de San Job de Pochaev, Montreal, 1986, pp. 22-25. Este escrito, “No hay Cristiandad sin Iglesia” se puede encontrar en el siguiente link: Sin la Iglesia no hay Cristianismo
[4] Arzobispo Vitaly, "Ecumenismo", p. 16.
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