Traducción de la entrada correspondiente a san Dionisio de la Suda bizantina.
SAN DIONISIO; Obispo de Atenas, un hombre ilustre, que alcanzó el
más alto nivel en la cultura griega. Discípulo de Pablo, quien lo introdujo en
la fe cristiana, Dionisio fue entronizado por él como obispo de la misma
Atenas.[1]
Respecto a sus habilidades en las disciplinas griegas, su herencia cultural,
fue considerado el más eminente entre sus iguales, pues en general había
adquirido gran experiencia en cada campo de estudio que los griegos paganos
cultivaban. Este hombre escuchó a Pablo cuando este enseñaba en Atenas y
proclamaba abiertamente entre los griegos la buena nueva de Cristo y Su
resurrección. Tras aceptar la predicación de Pablo, Dionisio fue nombrado por
él como obispo de la ciudad.
Durante el reinado de Tiberio César, en la plenitud de su
juventud, viajó a Egipto motivado por su anhelo de conocer a los sabios de ese
país. Lo acompañó Apolófanes el Sofista, cuyo discípulo en Esmirna fue Polemón
de Laodicea, maestro de Aristides. En el tiempo de la pasión salvadora de
Cristo, ambos se encontraban en Heliópolis, Egipto. Cuando ocurrió un eclipse
solar de manera inusual —fuera del tiempo previsto para la conjunción—, se dice
que Apolofanes se dirigió al bienaventurado Dionisio diciendo: “Oh, querido
Dionisio, estas son retribuciones de las cosas divinas”.
Dionisio mismo relata estos hechos en una carta a Policarpo
el Grande, obispo de Esmirna, donde Apolófanes lo atacaba por su adhesión al
cristianismo. Dionisio respondió: “Tu afirmas que el sofista Apolófanes me
insulta y me llama parricida porque no uso piadosamente lo griego respecto de
los griegos. Con todo, era más verdadero
que nosotros le dijéramos a él que los griegos no usan piadosamente lo divino
respecto de las cosas divinas al intentar expulsar de Dios la divina veneración
mediante la sabiduría que procede de Dios”. Más adelante añadió: “sino que
también Apolófanes mismo usa no piadosamente lo divino respecto de las cosas
divinas; pues con el conocimiento de los entes, bien llamado por él ‘filosofía’
e invocado por el divino Pablo como ‘sabiduría de Dios’, era preciso que los
verdaderos filósofos se elevaran hacia el Causante no sólo de los entes mismos
sino también del conocimiento de ellos.”
Y más adelante añade: “Y para no refutar la opinión de otros
o de él contra mi parecer, era necesario que Apolófanes, siendo sabio, viera
que nunca podría ser desviado algo del orden y movimiento celestial de otro
modo si no tuviera al Contenedor y Causante de que esto ocurra como movilizante
para eso, El que crea y transforma todo según la sagrada Palabra”
En otra ocasión, Dionisio refutó el ataque diciendo: “¿Qué
dices sobre el eclipse solar que ocurrió en la Cruz salvadora? Tú y yo
estuvimos presentes en Heliópolis y vimos cómo la Luna cubría al Sol de forma
inesperada, fuera del tiempo previsto para una conjunción. El eclipse comenzó
desde el este y avanzó retrogradamente, finalizando en un punto opuesto al
inicio. Tan grandes fueron los prodigios de aquel tiempo, posibles solo por
Cristo, causa de todo”.
Si crees que puedes hacerlo con justicia y tienes la
capacidad, Apolófanes, rebátelo frente a mí, quien estuvo presente contigo en
esa ocasión, quien vio, examinó y reflexionó junto a ti sobre estos eventos. Y
además, no sé de dónde, pero entonces Apolófanes comenzó a profetizar y, como
interpretando lo sucedido, me dijo: ‘Oh, buen Dionisio, [estas son] las
retribuciones de cosas divinas.’
Estas maravillas las narró el gran Dionisio en su carta al
inspirado Policarpo. Como muestra precisa de su sabiduría y elocuencia, se
encuentran el estilo insuperable de los libros que escribió, en los que también
defendió que la sabiduría y la cultura griega deben orientarse hacia el
conocimiento de Dios. Si uno examina la belleza de sus palabras y la
profundidad de sus pensamientos, no se podría considerar que son obra de una
naturaleza humana, sino de algún poder incorruptible y divino.
Compuso numerosos libros, entre ellos Sobre los nombres
divinos, Sobre la jerarquía eclesiástica y Sobre la teología
mística, dirigidos a Timoteo, discípulo de Pablo y obispo de Éfeso. sobre
el poder de la oración, y sobre el bienaventurado Hieroteo, incluyendo
reflexiones sobre reverencia y redacción teológica, el bien, la luz, la
belleza, el amor, el éxtasis, el celo, y temas como el ser, la vida, la
sabiduría, el intelecto, la verdad, la justicia, la salvación, y otros
conceptos fundamentales. También redactó cartas a otros destacados, como Gayo,
Doroteo, Sópatro, Policarpo, Demófilo, y el apóstol Juan el teólogo.
Algunos afirman que Dionisio fue fuente de inspiración
incluso para filósofos como Proclo, quienes usaron muchas de sus ideas y
expresiones textuales. Esto ha llevado a sospechar que filósofos atenienses más
antiguos se apropiaron de sus obras, ocultándolas para presentarse como los
autores de sus divinas enseñanzas.
Finalmente, el gran Dionisio, después de una larga vida
llena del testimonio del Espíritu sobre Cristo, alcanzó su perfección bajo el
emperador Trajano, cuando también el inspirado Ignacio enfrentó su martirio en
Roma.
Su sabiduría y elocuencia quedaron inmortalizadas en sus escritos, que destacan tanto por su profundidad como por su belleza. Mencionando estos hechos, Miguel Syncellus de Jerusalén escribió un elogio sobre Dionisio, en el que afirma:
“Transmitimos a ustedes, oyentes devotos, lo que hemos
recibido tanto por tradición oral como escrita desde los tiempos antiguos, un
mensaje que nos ha sido entregado por los padres. Según este testimonio, el
gran Dionisio, al contemplar el eclipse solar que ocurrió durante la Pasión,
profundamente asombrado y sobrepasando el entendimiento humano, declaró: ‘Un
Dios desconocido está sufriendo, por quien todas las cosas se oscurecen y
tiemblan’.
Recordó, en su carta a Policarpo, aquel terrible eclipse
solar, mencionando cómo Apolófanes, un filósofo griego, inicialmente reacio y
burlándose de la fe cristiana, cambió su perspectiva.
Reconoció los eventos y empezó a defender la fe cristiana
con gran fervor, rechazando los ataques contra ella y dialogando con Policarpo
sobre estas maravillas. Así, Dionisio dejó un legado que inspiró tanto a
creyentes como a pensadores a lo largo de los siglos.”
[1]
San Dionisio de Corintio véase la Historia Eclesiástica de Eusebio de
Cesarea, 3.4, en el que se refiere a san Dionisio como obispo de Atenas.