martes, 15 de octubre de 2024

LA REALIDAD COMO PROBLEMA; VIAJE POR LOS MUNDOS DE PHILIP K. DICK


“Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, 
que todas las que pueda soñar tu filosofía” – William Shakespeare

INTRODUCCIÓN

Como si sobre una espesa neblina que nos cubriera y no nos dejara ver más allá de nuestras manos y brazos caminamos sobre el mundo actual, vivimos en una era de postmodernismo de por la que todas las certezas se han derrumbado, todos los ideales que movían a los hombres de antes se ven profundamente amenazados, no solo porque, – con nuestra sobreexposición a diversos dispositivos eléctricos – hoy todo lo virtual sea real, sino también por el hecho de que cada uno de los habitantes de este planeta parecen vivir en su propia realidad, sus propias convenciones, sus propias creencias.[1]

El humano por naturaleza busca certezas, quiere decir “esto es negro, esto es blanco, esto es bueno, esto es malo, esto es bello esto es feo”, pero la perplejidad que a uno le produce el encontrarse con las personas del día a día, que le plantean a uno un mundo distinto del cual uno funda sus más íntimas creencias, no hace sino aumentar la creciente incertidumbre sobre la que hoy se sitúa el mundo.

Frente a una generación que marcha a tientas sobre la espesa niebla, el autor de este presente artículo procura brindarle al lector una luz que le permita caminar hacia la Verdad. Es lógico que frente al estado actual de cosas el hombre busque algo al que asirse, de ahí que ante la confusión generalizada de la presente época, veamos en sentido opuesto el aumento exponencial de sectas, filosofías new age, que vienen a preceder lo que antes eran los sistemas filosóficos, donde todo se trataba de comprender a la luz del sistema de Kant, Hume, Berkeley, Marx, Shopenhauer, Fitche, Nietzsche etc, en concomitancia con una idea central que subyace sobre todas las conciencias; la de que no existe la Verdad[2], de que solo hay “verdades” subjetivas. En este sentido, no es mi objetivo el “venderle” al lector ningún sistema filosófico o religioso, sino tan solo invitar al lector a caminar, teniendo presente una de las máximas de Fedor Dostovieski: “Por el camino de la mentira, llegaremos a la Verdad”.

En vistas de que el mundo moderno es un fenómeno que día a día nos contamina, nos ensucia, nos pervierte, todos en algún aspecto estamos contaminados y en ese sentido el motivo del presente artículo es eminentemente práctico; despertar para que caminen los que se mantienen inánimes y de servir como aliento para aquellos que están caminando, pero tomando en cuenta también que todos estamos en ciertos aspectos contaminados, hacerle notar a aquel que camina que todavía queda un trayecto por recorrer, que nada esta asegurado,  y que todos podemos caer frente a las múltiples tentaciones que nos presenta el mundo contemporáneo.

Por lo que, buscando despertar el afán de certezas en el lector, o con motivo de oficiar de aliento sobre los que quiera sobreponerse sobre esta situación actual de extrema confusión, de desaliento y profundo abatimiento moral e intelectual en el que nos encontramos.

El objetivo es por ende doble, el luchar con los dos extremos de un mismo mal que se nos presentan ante nosotros; el primero, el de luchar por un lado en contra de un escepticismo que nos mantiene perplejos e inánimes frente al gran ruido que hay en este mundo, y por el otro, en contra de todo sistema religioso, filosófico o científico que pretenda justamente cercenar la realidad.  En este sentido pretenderemos apuntar nuestros cañones más precisamente contra el cientificismo, que es el único sistema hoy por hoy que parece preservarse con relativo éxito frente al ocaso de los dioses – los “dioses de la revolución”, claro esta – que estamos viviendo.

En orden de hacer esto, nos proponemos analizar ciertos aspectos de la vida y de la obra del filósofo Philip K. Dick, así como de otros pensadores norteamericanos; claramente para él como para los otros pensadores que citaremos, la cuestión de la Realidad fue clave en el desarrollo de sus respectivas obras. El pensamiento norteamericano nunca se vio atravesado por la cuestión social, ni por el problema de la violencia (tan gravitante en la producción escrita de Rusia por ejemplo), sin embargo, siempre les resulto problemático el asunto de la Realidad a las más altas conciencias de América,  seguramente y en parte por el contacto a lo largo de sus vidas con otras gentes de diversas culturas y de múltiples orígenes; uno nunca debe de perder de vista el carácter multirracial de Estados Unidos a la hora de leer la obra de Dick o de Lovecraft.

Como punto de partida para comenzar nuestra exposición, comenzaremos con un repaso de algunos sistemas filosóficos que se desarrollaron en la Grecia Antigua enfocándonos en el periodo que va desde los presocráticos hasta los sofistas y Platón, consideramos indispensable esto ya que el mismo Dick tomo como inspiración muchos de los conceptos que expondremos de determinados filósofos griegos.

EL MUNDO ANTIGUO FRENTE AL PROBLEMA DE LA REALIDAD

Cuando Cristo fue llevado ante el Pretorio para ser interrogado por Poncio Pilatos, este le dijo: “Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” A lo que Pilatos replica: “¿Cuál es la verdad? “.

La respuesta permaneció sin responderse para Pilato, ya que incapaz este de contenerse por el fuerte sentimiento de animosidad y zozobra en la que se vivía por aquel entonces, Pilato: “salió otra vez a los judíos”, que se encontraban reunidos en multitud allende al Pretorio y les dio a elegir entre Cristo o Barrabas.

¿Cuál es la verdad? Pregunta que ha inquietado a multitudes de hombres a través de las generaciones, esta pregunta hecha por el pretorio Pilato, llevo a muchos a suponer – de manera incorrecta – que el evento del interrogatorio personificaba la vivida contraposición entre dos tipos de humanos distintos, el hombre de las Verdades y el hombre de los Hechos, el hombre del Ser y el hombre del Devenir[3].

Los hombres de las Verdades se aferran a un modelo ideal de cómo la sociedad Debe Ser, el hombre de los Hechos se limita tan solo a actuar sobre un mundo que Es. El hombre de las verdades, la hora de la guerra, en vez de agarrar las armas, apela a todo tipo de tratados, de convenciones de Ginebras, etc., para tratar de ordenar y legislar sobre un mundo que es de hecho caótico. Aferrados a un mundo de letras muertas, trata de tapar la mugre de la guerra, el de las violaciones, de las fosas comunes etc., de la misma manera cuando a uno se le cae un tarro harina de la cocina, en vez de limpiar toda la harina, la empuja hacia algún punto ciego de la cocina para tapar la mugre, sin percatarse jamás de lo que decía el viejo adagio romano: Inter arma enim silent leges; “cuando suenan las armas las leyes callan”.

Para un político de raza, un Poncio Pilatos, en su mundo, no hay una relación ni dialéctica entre el bien y el mal, ni entre la verdad o la mentira, todo es lícito en procura del poder y de la supervivencia de su poder, su mundo tan solo se configura bajo la razón de débiles y fuertes. Esta lógica queda expresada con pavorosa exactitud por el sofista Calicles, en el Georgias de Platón, cuando expresa: “Los débiles, incapaces de defenderse solos, han inventado las leyes y las han puesto sobre la naturaleza.”[4]

Esto para Calicles era visto como una disonancia, y es lógico que así lo sea, ya que la mentalidad de los griegos, – fueran de la escuela filosófica que fueran – estaba completamente atravesada por la idea de la Totalidad, y de la armonía entre todos los entes y todas las disciplinas. En este caso las leyes tenían que servir como reflejo de la naturaleza, tanto de la naturaleza humana como del orden del cosmos.

Lo que ha llevado a Heidegger a formular mucho más tarde que es a partir de estos momentos, con el triunfo de la democracia y de la sofistica sobre la Hélade, que se produce una profunda anomalía que se ha acentuado con la Modernidad; disociación entre el nomos, las leyes, y la naturaleza, la physis, que cada vez más comenzaba por aquellos momentos a permutarse por otra realidad, una realidad virtual, ficticia, ficcional; la de las leyes.

A partir de entonces, el mundo de las leyes es claramente el de las apariencias, no importa ser virtuoso sino aparentar virtuosidad, por lo que lo aparente (eikós) – sostenían los sofistas – tiene prioridad sobre la verdad[5], por lo que Adimanto, en boca de Platón señalaría: “Así, tengo que diseñar a mi alrededor una fachada que opere de ilusión de perfección. (…) Pero alguien puede decir ‘no siempre es fácil que el mal pase inadvertido’ ” (La República 365c). Por lo que con facilidad puede quedar expuesta la verdadera naturaleza del injusto que se viste de justo, por lo que con gran acierto Tácito señalaría que: “Cuanto más corrupto es el Estado, más numerosas son las leyes”[6].

Antes de la sofistica, en épocas pretéritas de Grecia el mundo de las leyes, el del nomos y el de la physis, el de la naturaleza, que es el del Ser, estaban unidos y representaban uno solo fenómeno, sobre esto Warner Jeager nos dice: “El concepto de naturaleza (physis) que elaboraron por primera vez, tiene indudablemente su origen en su constitución espiritual. Mucho antes de que su espíritu perfilara esta idea, consideraron ya las cosas del mundo desde una perspectiva tal, que ninguna de ellas les pareció como una parte separada y aislada del resto, sino siempre como un todo ordenado en una conexión viva, en la cual y por la cual cada cosa alcanzaba su posición y su sentido. Denominamos a esta concepción orgánica, porque en ella las partes son consideradas como miembros de un todo. La tendencia del espíritu griego hacia la clara aprehensión de las leyes de la realidad, que se manifiesta en todas las esferas de la vida – en el pensamiento, en el lenguaje, en la acción y en todas las formas de arte – tiene su fundamento en esta concepción del Ser como una estructura natural, madura, original y orgánica”.[7]

Esa “clara aprehensión de las leyes de la realidad” fue el punto de partida del cual los filósofos presocráticos desplegaron todas sus formulaciones filosóficas en aras de esclarecer los caracteres de la naturaleza.

La physis, la naturaleza, aparece como lo dado, lo conocible, frente a esta se sitúa el hombre, el cognoscente, que le otorga un sentido a la diversidad de entes que se le figuran a su alrededor. En este sentido, el hombre centra su mirada en los entes, en los objetos que presentan, y luego establece relaciones para tratar de aunar la multiplicidad de objetos observados en procura de la búsqueda de una fórmula que logre contemplarlos a todos, de ahí que Anaximandro haya establecido el ápeiron, como elemento primario del cual nacen y se originan todas las cosas, Anaxímenes sostuvo que el aire es este principio fundamental, Heráclito el fuego que es ordenado por el Logos, y así sucesivamente.

De ahí que dialogo de Platón titulado Sofista este dice: “Cada cual de ellos tienen trazas de recitarnos una fábula, como si fuéramos niños. Según uno, los seres son tres en número, los cuales tan pronto se hacen la guerra, como son amigos, se casan, procrean y alimentan su prole. Según otro, no hay más que dos, lo seco y lo húmedo, lo caliente y lo frío, y después los une y los pone en relación. Nuestra escuela de Elea, a partir de Jenófanes y aun de más atrás, nos refiere otras fábulas, presentando lo que llamamos universo, como un solo Ser. Las Musas de Jonia y de Sicilia, un poco más tarde, han creído más seguro combinar estas dos opiniones, y decir que el Ser es, a la vez, uno y muchos, y que se mantienen por el odio y la amistad. Las más altaneras de estas Musas pretenden que todo se une y se desune sin cesar, según las más moderadas no sucede siempre así, sino que tan pronto el universo es uno y está en perfecta armonía, (…) Si todo esto es cierto o no lo es, es difícil decidirlo, y tampoco conviene hacerlo, cuando se trata de tan antiguos e ilustres personajes.”[8]

Lo que es importante señalar, es que estas relaciones no tienen una realidad ontológica externa, sino que se forman en la mente del observador, para Pitágoras por ejemplo el orden cósmico estaba regido por el número, pero el número no existe afuera del mundo, tiene una realidad independiente dentro de nosotros; cuando hablamos del número 7, no pensamos en 7 piedras o en 7 hombres, sino en el 7 independiente.

Y era este sentido de relación entre todas las cosas, dada mediante el número en el caso de Pitágoras, mediante el ápeiron en el caso de Anaximandro, o mediante el Logos según Heráclito, el que le otorgaba sentido al concepto de physis, por lo que esta no debe de ser confundida con la concepción moderna que tenemos de la física. El interés fundamental, para los filósofos, era en verdad, lo que en nuestro lenguaje común denominamos metafísica. El conocimiento y la observación físicos que se hallaban subordinados al orden que el filosofo y su sistema le otorgaba.

Es por lo que Jaeger, hablando de la idea del Cosmos y de como esta fue descubierta por Anaximandro, dice: “Este descubrimiento no podía haberse hecho en otra parte que en lo profundo del alma humana. Nada hubiera sido posible hacer con tales telescopios, observatorios o cualquier otro género de investigación empírica” [9]

Platón como se sabe postulo su teoría de las ideas, las Ideas platónicas, tienen si una realidad ontológica externa, en el Topus uranus y el hombre para perfeccionar su entendimiento tenía que ejercitar su noesis en la matemática y en la astronomía, para volverse cada vez más receptivo de estas Ideas.

Frente a esta multiplicidad de sistemas, habría que añadirle el sistema de los representantes de la tercera generación de sofistas como Calicles cuya doctrina es desarrollada por Platón en su Georgias. Esta nueva generación, habiendo dejado de lado la antigua piedad de sus anteriores maestros – como Protágoras, que procuraba una ley humana como reflejo del orden divino, o mejor dicho, en concordancia con la naturaleza, que para él era la suma de todo lo divino – equiparaba al bien con lo que es agradable y placentero, y por esta razón era inherente a la naturaleza del hombre y de su libertad, el “ser como el hombre es en realidad”. Frente a este “ser real” del hombre, se levanta la educación, la paideia que está encaminada a extraviar y engañar sistemáticamente a las naturalezas fuertes y a mantener en pie el poder de los débiles. La formación que comienza con la infancia tiene el mismo objeto que el de la domesticación para con los animales salvajes[10]. Desde el punto de vista de un sofista de tercera generación como Calicles – Georgias se sitúa como representante de la primera generación de la sofistica y Polo como el que evoca los valores de la segunda generación[11] – la filosofía y la educación tan solo le podía de ser de utilidad para el hombre de Estado en su juventud y en tanto y cuanto le procurara a este las herramientas necesarias de la retórica, para poder envilecer al demos con sus discursos y así hacerles rehenes de su voluntad.

Pero lo que cabe resaltar aquí, es que esta sofistica plantea no solo una antropología, sino también una ontología; lo único que existe es la materia, la phyisis como ellos – los sofistas de la tercera generación – entendían que era la physis. Su sistema era en este sentido parangonable a los antes citados, al de Tales, Anexagoras, Empedocles, e incluso a los sistemas del mismo Platón y de Aristóteles, tan solo con la diferencia de que estos primeros tres eran esencialmente ontológicos y cosmológicos, dejando poco o nada de lugar a lo humano o antropológico, a pesar conllevar una antropología implícita, ya que de su ontología se desprendía una antropología.

Antes de Platón quizás ningún otro como Heráclito estableció un sistema que comprendiera en igual proporción tanto lo humano como lo cósmico, el mismo era consciente de esa aserción hecha por Platón en el Sofista, de esa multiplicidad de ruido, de sistemas que pululaban sobre Grecia. Diría que si bien existe un Logos, un principio ordenador de todas las cosas, al mencionar “Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo”, establecería dos tipos de humanos, aquel que “vive como en un sueño”, en su propio sistema creado por su ego, en su propio mundo, y que por ende es incapaz de volverse receptivo a ese principio ordenador universal, a ese Logos como él lo llamaría y como otros pueblos de otras culturas le otorgaron el nombre de TaoRita[12] Wakan Tanka. Los hombres receptivos a este orden que todo lo abarca y todo lo llena, viven en una única realidad, y por ende, son los “hombres despiertos”.

Para llegar a volverse receptivo es indispensable para Heráclito el autoconocimiento: “Me he investigado a mi mismo”, y es preciso aquí establecer el gran abismo entre el filosofo antiguo o el místico y el científico moderno.[13]

En el libro Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, de Diógenes Laercio, uno rápidamente puede tomar nota de que muchos de ellos procuraban una vida contemplativa, de ascetismo[14], justamente en aras de “ajustarse a la realidad” y de volverse mas receptivos a la misma. En cambio, el científico moderno procura la construcción y obtención de nuevos aparatos con mayor alcance. No importa y resultaría ridículo dentro de la lógica de la ciencia moderna el inquirir como vive o como es el científico, si es un fanático apasionado o si toma drogas o si lleva una vida completamente disoluta e inmoral.[15]

Es menester preguntarse si el Oscuro de Éfeso se encontraba en el mundo del Logos o en el de los sueños, o si su sistema no era otro sueño, como el de los demás, nos preguntamos junto con Platón, de ¿“todo esto (que) es cierto (y que) no lo es? Lo que podemos – por ahora, ya que volveremos sobre este asunto en las conclusiones del presente escrito  – claramente hacer notar es que el hombre de los Hechos es también a su manera un filósofo, y su sistema se encuentra dentro de esta multiplicidad de sistemas.

Cuando me refiero a “hombre de los hechos” filosofo no hago referencia a un Marco Aurelio o a un Asoka, en ellos la filosofía no era otra cosa que un abandono interno y una esperanza de eludir a los Hechos poniéndose a merced del misticismo o de un sistema filosófico o teórico de poca hendidura sobre la realidad. Justamente en ellos la filosofía sirvió como un impedimento para que se convirtiesen en verdaderos políticos de raza. [16]

Con políticos de raza me refiero a figuras como las de Julio Cesar, Richellieu, Bismark o Napoleón Bonaparte. En el caso del primero en su crónica sobre la Guerra de las Galias, al observar la creencia de la metempsicosis de los celtas la explicación que propuso era la de que esta creencia era “especialmente adecuada para excitar el valor al suprimir el temor a la muerte”. Mircea Eliade comenta[17] que se trata de una interpretación racionalista por parte del Cesar, es lógico notar – al repasar la vida de Cesar – de que para él la religión e incluso la romana, estaban revestidas de un carácter meramente utilitario e instrumental. Como pontifex maximus, es decir, como jefe de la religión romana, no hacia otra cosa que manipular las interpretaciones de los augurios en beneficio propio. De esto se infiere que la ontología de Julio Cesar sea eminentemente realista y materialista.

Claramente no ha dejado nada escrito al respecto de esto para que uno lo pueda asumir con plena certeza, pero lo que queremos postular en este escrito es que todos los hombres llevan consigo una ontología implícita, una visión del mundo, de lo que es y de lo que no es, de lo que es bueno y de lo que es malo.

Hemos expuesto (apelando al ejemplo de Pitágoras) de que el sistema de relaciones que establece el filósofo para ver a la naturaleza y fundar su doctrina, muy a menudo se encontraba dentro del filosofo y del sujeto que asumiera como verdadero es sistema. En el caso de Pitágoras, todos los elementos del Cosmos se interrelacionan por el número, su descubrimiento de que la altura de una nota depende de la longitud de la cuerda que la produce y de que los intervalos concordantes en la escala obedecen a simples relaciones numéricas (2:1, octava; 3:2, quinta; 4:3, cuarta, etc: fue la primera reducción con éxito de calidad a cantidad, el primer paso hacia la cuantificación de la experiencia humana. Los números eternos, que no pertenecen a la naturaleza, sino al reino de la mente, podían curar el alma mediante la música y la contemplación extática de las formas geométricas y las leyes matemáticas, de ahí que a nivel macro cósmico Pitágoras creyese en el “intervalo musical” existente entre la Tierra y la Luna que era de un tono, de la Luna a Mercurio, de un semitono; de Mercurio a Venus, un semitono; de Venus al Sol, una tercera menor. Siendo la “escala pitagórica” resultante de Do, Re, Mi bemol, Sol, La, Si bemol, Si, Re. Según la tradición, tan solo el maestro gozaba del don de escuchar la música de las esferas.

Ahora bien, el “yo” del narcotraficante también lo ordena todo acorde a los números, todos los entes de la naturaleza se fijan acorde a un principio; el del dinero. Incluso las piedras y el agua tienen un precio, de hecho, todos los hombres para el también tienen un precio. Es fácil a veces ver como su “sistema filosófico” fracasa ante a la realidad, – como ha fracasado el del pitagorismo – , cuando el narcotraficante se encuentra frente a algo o a alguien que no tiene precio. Esto al primer momento le puede dejar perplejo, porque como dice el dicho “el ladrón piensa que todos son de su condición”.

Uno puede decir que el sistema de Pitágoras es mucho mas hermoso y refinado que el de un narcotraficante; “la moral (y añadiríamos nosotros, el criterio de lo que es verdadero) tiene criterios estéticos” diría Nietzsche, a efectos de nuestra exposición, ambos sistemas poseen un valor equivalente.

Ya hemos establecido que el “hombre de los Hechos” es un filósofo a su manera, podemos decir que cada hombre vive como en un sueño, reduciendo a su mundo circundante bajo los estrechos parámetros de sus creencias, y todos tenemos creencias, incluso el que dice que no las tiene una; la de justamente asumir que no tiene creencia.

Lo que cabe preguntarse es si no somos a veces victima de los sistemas o de los sueños de otros. Se ha dicho que podemos estar viviendo en el “Sueño de Dios” pero nadie se ha preguntado si no vivimos o no hemos estado viviendo en el “Sueño de otro”. Hemos dicho que el Cesar manipulaba la religión a beneficio propio, ya Platón en el libro III de la República establece que es necesaria una “noble mentira” (gennaion pseudos), necesaria según él para mantener el orden y la cohesión social de su polis ideal.

LOS MUNDOS DE PHILIP K. DICK

Justamente al considerar que cada ser humano es un filosofo, que cada humano lleva implícito consigo un sistema metafísico detrás de si, y que todos en buena medida, no son conscientes de que poseen un sistema metafísico que llevan consigo. Podemos decir que los filósofos mas brillantes de Estados Unidos no fueron los filósofos stricto sensu, sino mas bien los artistas, cineastas, literatos y religiosos.

Tenemos por ejemplo el caso de la película de John Carpenter In the Mouth of Madness (Filmada como tributo a la obra de H.P. Lovecraft); Sutter Cane, un afamado novelista que vive encerrado en una Iglesia de estilo neobizantino, comienza a publicar su obra escrita mediante la prestigiosa editorial Arcane Publishing, los primeros cuatro fueron un éxito masivo de ventas, con la salida del quinto, la fascinación por el mundo planteado en sus ficciones por Cane ya era tan grande que sus lectores – cada vez más numerosos – comenzaron a confundir la realidad con la ficción; dándose así un aumento exponencial de internados psiquiátricos, simplemente la gente que leía sus libros quedaba atrapado en su mundo y ya no era capaz de distinguir las luces de la sombra. Es evidente que Sutter Cane ejercía un influjo “coránico” sobre sus lectores, que viviese en una Iglesia no es en absoluto casualidad, como todo mago poseía una influencia hipnótica sobre quienes lo leían.

Antes de Mahoma, en la península Arábiga confluían cristianos, nestorianos, judíos, y animistas de la zona, después de Mahoma sus seguidores, quedaron atrapados en su sueño; el mundo dentro de sus mentes quedo dividido en dos, las naciones que vivían fuera del islam (Dar al-Harb) y las naciones del islam (Dar al-Islam). En la historia contemporánea tenemos registro de otros “magos”  – al decir del p. Serafín Rose en su obra Nihilismo – como Hitler o Lenin. Lo que es de destacar en cuanto a la trama de la película, es que, ante la espera del séptimo y último libro de Sutter Cane, los hechos y el ulterior desarrollo de la película esta escrito en el contenido de la séptima novela, aun por publicarse.

Y es aquí como Sutter Cane, como creador de un “sueño colectivo” se erige como una suerte de dios. Abdelmajid Charfi (n. 1942) mencionaría sobre el Al-Muqaddima (Introducción a la historia universal) escrito por padre de la sociología, de Ibn Jaldun (donde establece leyes de la dinámica social, del nacimiento y el declive de las sociedades, de la diferencias inherentes entre las poblaciones de las ciudades y las rurales, etc.), que este prestigioso filosofo tan solo “pone un paréntesis a Dios”[18], es decir, puso con su obra un paréntesis a la historia del Plan Divino descripta por Mahoma en el Corán y sus antecesores; todo lo que pase o deje de pasar dentro de la “narrativa” del desarrollo de la civilización humana ya se haya escrito por el “hierofante” – manifestador de lo Divino y en este caso, de cual es y cual no es la voluntad de Dios y de su providencia – Mahoma.

Aquí surgen dos ideas motoras en la obra de Dick que atraviesan toda su obra; la de “vivir en el sueño de otro” y la idea de vivir o ser un autómata de un “relato” (político, religioso, o científico) creado por algún gobierno para envolver la voluntad de las personas.

La segunda idea es muy similar a la expuesta por Cesar o Platón; darles a las gentes una esperanza en el otro mundo para que vayan a la guerra mediante una “noble mentira”. En la historia moderna tenemos ejemplos de sobra, Dick había quedado muy impresionado al leer el libro de Hannah Arendt El Totalitarismo, “según la cual el objetivo principal de un Estado totalitario consiste en desconectar a la gente de la realidad, en hacerla vivir en un mundo ficticio. Los regímenes totalitarios han dado forma a la quimera de la creación de un universo paralelo”[19]. Para lograr esto, los revolucionarios, sean islámicos, nazis, comunistas, liberales, protestantes etc., juegan a ser Dios, toman el poder, comienzan a reescribir la historia a su piacere, en aras de justificar a su revolución y se produce la magia orwelliana: “quien controla el pasado, controla el presente y quien controla el presente, controla el futuro”, en este sentido Emmanuel Carrère comenta: “Un privilegio que santo Tomás negaba al Todopoderoso y que san Pedro Damián le reconocía, a saber, el poder de modificar el pasado, de hacer que lo que ha sido no haya existido nunca, algo que los nazis y los bolcheviques se han arrogado al reescribir la historia y al imponer sus respectivas versiones apócrifas.”[20]

Pero la revolución no puede vivir del pasado, es un dios que tiene que seguir alimentándose, quienes viven en su narrativa tienen que sentirse como coparticipes del plan de Dios, como instrumentos divinos, de ahí la diferenciación gnóstica entre luz y oscuridad, pueblo de dios y pueblo del diablo, arios y judíos, Dar al-Harb y Dar al-Islam.

El éxito de esta segunda idea se cifra en que el hombre – y mas aun el hombre moderno – es un carente, necesita de certezas, de poder decir “esto es bueno”, “esto es malo”, “yo soy el bien”, “aquellos son el mal”, “yo estoy en la Verdad”, “aquellos son los hijos del error”, el éxito cada vez más acentuado de los sistemas totalitarios en el mundo moderno reside en la cada vez menor capacidad introspección y de autoconocimiento de los hombres; necesitan un sistema que “acalle sus conciencias” – al decir de Dostoviesky en El Gran Inquisidor –, que los embriague y les nuble la razón; al hombre contemporáneo le resulta muy doloroso y fatigoso adentrarse a las profundidades de su Ser – este es el carácter verdaderamente solipsista del Islam, del nazismo, del protestantismo del comunismo y el liberalismo –, ellos simplemente quieren la pastilla azul que los haga situarse junto al coro de los ángeles que cumplen con la voluntad de Dios y esta es la principal diferencia con la otra idea que Dick manejo con maestría en sus obras, la idea de vivir en “el sueño de otro”.

Dick en sus años de juventud llego a ella luego de hacerse amigo de uno de los dos agentes del FBI – de nombre George Scruggs –  que lo visitaban a él periódicamente dadas las sospechas que habían recaído sobre su esposa Kleo de ser supuestamente de filiación comunista y que habían alarmado a los servicios de inteligencia internos.

En una de sus charlas sobre este asunto Dick le comenta a su amigo del FBI: “Es cierto que Kleo asiste a las manifestaciones, repite consignas de izquierdas y firma peticiones. Pero esto nos demuestra sólo una cosa, y usted lo sabe mejor que yo: que Kleo no es comunista. Si lo fuera, tendría más cuidado.”

A lo que Scruggs responde: “Si todos razonaran como usted, todo el mundo en este país sería peligroso... (…) estamos obligados a basarnos en indicios, en lo que la gente hace. De lo contrario, ¿cómo saber lo que les pasa por la cabeza? (…) —Vamos... Con ese criterio, Nixon es un rojo.”[21]

Volvemos al tema que tanto inquietaba a Platón, al de la apariencia la de aparentar (justicia en su caso) y la de ser (justo). Esta charla con su amigo Scruggs le sirvió a Dick como inspiración para escribir su primera gran novela, Ojo en el cielo, su motivo principal era justamente el de entrar en el verdadero Ser de las personas, en las verdaderas convicciones que están más allá de sus apariencias o de lo que ellos dicen ser de si mismos. En este sentido esta primera idea – la de vivir en el “sueño de otro” tiene un objetivo directamente opuestos a la de la segunda; mientras la primera busca inquirir sobre que es lo que esta pasando adentro de las mentes de las personas, de incluso conocerlas mas de lo que ellos se conocen a si mismas, la segunda idea – llevada a cabo a lo largo de nuestra historia humana – posee un fin completamente opuesto, el de sellar a las personas cualquier camino para que se puedan encontrar con sus propias sombras y oscuridades, el de obliterar cualquier forma de autodescubrimiento. 

En Ojo en el Cielo la vida del protagonista principal Jack Hamilton cambia súbitamente cuando tiene que comparecer ante la plana mayor de la empresa en la que trabaja – dedicada a la fabricación de misiles y cuyo único comprador es el gobierno de Estados Unidos – por el supuesto activismo político de su esposa Masha[22], sospechada de ser una agente comunista.

Claramente las inclinaciones a favor de la izquierda radical en plena Guerra Fría de parte de alguno de los empleados o allegados a los mismos de una industria que fabricara misiles para el gobierno norteamericano era motivo de alarma para los servicios de inteligencia internos y suponía un peligro para la seguridad nacional.

El coronel Edwards, del quien Hamilton era subalterno, le cita múltiples informes que contenían el expediente que habían armado en base a el seguimiento que le venían haciendo a su esposa durante años, junto con Edwards se encontraba un amigo de Hamilton, McFyffe, quien era además supervisor de la empresa. Dick nunca se caracterizo por las descripciones fisionómicas de sus personajes, pero podemos suponer que el amigo de Hamilton, McFyffe, era el típico americano, blanco, irlandés, anticomunista, protestante, un típico yuppie, muy a gusto con el gobierno y con el estado de las cosas por así decirlo. Esta caracterización nuestra es clave para comprender el final de nuestra exposición sobre Ojo en el Cielo.

Luego de anoticiársele que estaba fuera de la empresa, McFyffe lo consuela y acompaña a Hamilton junto con su esposa Masha a ver la puesta en marcha de un colisionador de partículas, el Bevatron del que Hamilton había estado trabajando con mucho empeño. En la sala donde se encontraba el Bevatron, además de los tres, se encontraban presentes Arthur Sylvester (veterano de guerra), Edith Pritchett, Joan Reiss y su hijo, Erich Reiss. Estos personajes formaban parte de un grupo de civiles, ajenos a la empresa, que habían ido a presenciar la puesta en marcha del nuevo colisionador de partículas, acompañados por el guía Bill Laws, afroamericano y científico como Hamilton.

Al encenderse el Bevatron este explota, los presentes quedan inconscientes, y cuando despiertan son llevados al Hospital, luego de recuperarse Hamilton regresa a su casa, y mas pronto que tarde él y su esposa se dan cuenta que algo raro esta pasando. El mundo en el que están es idéntico al que era antes del accidente, de hecho, Hamilton planea ir a otra empresa en búsqueda de trabajo, cuando ingresa a la sede de A.F.E. (Agencia para el Fomento de la Electrónica) su jefe Tillingford, un viejo conocido de su padre, le da una calurosa bienvenida. Hamilton al darle cuenta de su nueva situación como desempleado, le dice a Hamilton que él en su compañía es bienvenido y a continuación pasa a comentarle sobre las principales actividades de A.F.E; la creación de artefactos que permitan la comunicación de la tierra con el Cielo, “La necesidad de mantener un abastecimiento permanente de gracia pura e inalterable para los centros de población importantes”[23].

Antes de ir a la empresa, Hamilton junto con su esposa y el científico Laws se dan cuenta que decir maldiciones les caen pestes o eventos sobrenaturales se les presentan de manera repentina, no tardan en determinar que están viviendo en el sueño de Arthur Sylvester, –  un mundo medieval hecho a su imagen y semejanza –  y que, en el mundo real, ellos en realidad siguen inconscientes y tendidos en la sala del Bevatron.

Luego de matar a Sylvester para escapar de su sueño, pasan a foja cero; se despiertan heridos por la explosión, son llevados a un hospital, para darse cuenta que siguen viviendo en el sueño de otro de los personajes; el de Joan Reiss, se trataba de una señora bonachona, pero de la cual muchas cosas del mundo en el que vivía anteriormente le desagradaban, en su sueño, lo que le desagrada lo termina suprimiendo, lo primero que termina por eliminar en su mundo son a los gatos, para terminar eliminando los aparatos de radio, el petróleo, el alcohol, el té, el jarabe, el queso, la vegetación, las nubes, la arena, etc.[24], por lo que el mundo de Joan Reiss se termina destruyendo.

Luego de morir y de renacer varias veces más, llegan al último mundo. Este comienza, desde el mismo punto de partida de siempre; todos despiertan heridos de la sala del Bevatron, como en los sueños anteriores, no son al principio capaces de darse cuenta de quien es el sueño en el que están viviendo.

En este último mundo, la sociedad está organizada de manera autoritaria y militarizada, enfocada en la segregación racial y en el supremacismo blanco por parte de los gobernantes. Estos gobiernan en contubernio con los capitalistas y los industriales, y se suscitan permanentes guerras civiles con los negros y miembros de otras etnias, muchos suponen que se trata del sueño de la esposa de Hamilton, Masha, pero para su asombro se dan cuenta que se trata del sueño de McFyffe.

Al despertar de la interminable cadena de sueños, ya llegados a la verdadera realidad, Hamilton trata sin éxito de advertirle al coronel Edwards de que el verdadero infiltrado comunista dentro de la empresa era McFyffe, claramente el argumento de haber estado dentro de la cabeza y de los sueños de McFyffe no le resulto convincente. 

La novela no solo es notable por el hecho de que el Sueño sirve como motivo para develar la verdadera naturaleza de las personas – se termina descubriendo quien era el verdadero comunista –, sino también para que nosotros imaginemos como ven al mundo el resto de las personas que nos rodean, como por ejemplo hay gente hoy en día que se figuran la realidad de Estados Unidos tal cual la pintaba McFyffe en su sueño.

Esta obra de Dick estuvo muy inspirada por la idea – que él extrajo de un manual de filosofía  – del Idios kosmos de Heráclito, del “mundo privado”, o “mundo propio” al que hacíamos alusión, contrapuesto al mundo del Logos, al Koinos kosmos[25], el mundo común. Lo que es oportuno remarcar también es que Dick juega con la idea de develamiento del verdadero ser y de los verdaderos pensamientos de sus personajes; no solo se trata de una proyección de como quieren que sea el mundo proyectado a través de los sueños de los protagonistas, sino también de como ellos ven y perciben el mundo real, ajeno a sus sueños. Antes de entrar al Bevatron, cuando Laws le explica a los visitantes el poder de la máquina – “su energía es de diez millones de voltios, o, como decimos nosotros de diez megavoltios”[26] – y la presenta como uno de los últimos logros de la técnica y de las ciencias humanas, Arthur Sylvester comenta “Me pregunto si los fabricantes de esta maquina espectacular se dan cuenta de que uno cualquiera de los huracanes corrientes, creados por la mano de Dios, excede en mucho el total de la potencia engendrada por el hombre, incluida ésta y todas las demás máquinas construidas hasta la fecha”[27].

Al comenzar el primer sueño, el de Arthur Sylvestre, Hamilton es picado por una abeja y en la escena final de la novela, cuando los protagonistas ya vueltos a la realidad deciden hacer un picnic, Hamilton es picado por un bicho. El ser picado o no ser picado es un indicio de si uno esta o no viviendo en un sueño, como el caso del rombo que aparece en la película Inception, en los viajes astrales que se realizan en las sesiones de ayahuasca también se apelan a ciertos elementos “ancla” que le hacen saber al viajero si esta en la realidad o sigue viajando fuera de su cuerpo. Por lo que hace suponer que ellos seguían viviendo en otro sueño, el de alguien más. Todavía no habían llegado al Koinos kosmos real, al reino de la Verdad.

DIVISIÓN DE LENGUAS

La pregunta que cabe hacerse es si el mundo en común, nuestro Koinos kosmos, es también un sueño. Podemos manejar dos tipos o niveles de “Sueños”, uno individual o personal, el Idios kosmos, y otro que es colectivo, el Koinos kosmos; se trata del “sueño dentro de un Sueño” postulado por el daimio Hideyoshi.

Como hemos señalado, a lo largo de la historia el hombre ha pretendido relacionar en su mente – mediante creencias de todo tipo, desde las más simples hasta las más teoréticas, como pueden ser los sistemas religiosos, filosóficos, ideológicos, científicos, etc. – los entes que se le presentan.

Pero vale analizar al Koinos kosmos desde una perspectiva mas profunda; es evidente que el “mundo en común” del hombre de la antigua Grecia no es el mismo Koinos kosmos que el del hombre moderno contemporáneo, lo mismo se puede decir en la actualidad, no es el mismo Koinos kosmos del de alguien que vive en la China actual que del de un africano, ni el de un chino de la Dinastía Ming que del de un habitante de la República Popular China actual; el hombre se haya atrapado frente a múltiples contingencias que lo mantienen sujeto a las leyes del espacio y el tiempo en el que se sitúa.

Esto queda magistralmente expuesto en el cuento de Jorge Luis Borges There are more things, (escrito en homenaje a Lovecraft) cuando Borges menciona que: “Para ver una cosa hay que comprenderla. El sillón presupone el cuerpo humano, sus articulaciones y partes; las tijeras, el acto de cortar. ¿Qué decir de una lámpara o de un vehículo? El salvaje no puede percibir la biblia del misionero; el pasajero no ve el mismo cordaje que los hombres de a bordo. Si viéramos realmente el universo, tal vez lo entenderíamos.”

Aquí está claramente el viejo apotegma de “Uno ve lo que conoce”; el personaje principal de There are more things, al ver a una criatura misteriosa, trato de comprehender ese ente deforme, identificándolo con varios animales que él si conocía y podía ver.

Existe un relato de la conquista del Imperio Español sobre los aztecas; en cierta ocasión un jinete se hallaba cabalgado cuando un indio lo observo y se apresto a emboscarlo, cuando se revelo del lugar en el que se mantenía oculto, ataco al jinete atacando primero al caballo con una lanza. El indio, pensó que matando al caballo también había matado al jinete, sus ojos no podían distinguir una división entre los dos. Pensaba que eran un único animal; al matar al caballo el jinete callo bruscamente del mismo, pero para sorpresa del azteca este se levantó zaherido y el indio estupefacto se mantuvo indemne, como esperando la muerte por parte del jinete; como si este fuese un nuevo animal que nacía de la muerte del caballo que montaba.

Antonio Pigafetta noble italiano y tripulante de la expedición de Magallanes, comenta en su Primer viaje alrededor del mundo sobre los indios que veían las carabelas y las lanchas que salían de ellas: “Al principio, pensaban que las lanchas fuesen hijas de las carabelas, e incluso que éstas las parían en el momento en que se soltaban por la borda sobre el mar; y, observándolas más tarde a su costado, según es uso, creían que cada carabela las amamantaba.”[28]

Así también nosotros que vemos estrellas muy distantes sobre el firmamento, el romano veía una bóveda oscura sobre la noche, y las estrellas, eran simplemente orificios o pequeños huecos donde pasaba la luz del cielo. Claudio Eliano[29] observa que las tropas de Alejandro Magno, al irrumpir sobre la India, dieron a parar con unos monos que los soldados confundieron con humanos. En el famoso Zoológico de Moctezuma, los aztecas consideraban a los humanos que nacían con malformaciones (jorobados, enanos, gentes con malformaciones, por ejemplo), dentro del género de los animales y no de los humanos[30].

La pintura en la Grecia Antigua utilizaba el amarillo, rojo el negro y el blanco, pero colores como el azul están prácticamente ausentes en todas sus representaciones pictográficas, lo que hizo suponer a varios materialistas que los hombres de la antigüedad adolecían de alguna variante del daltonismo que no los hacia capaces de ver los demás colores.[31]

Hay muchas cosas que nosotros “podemos ver” y quizás los antiguos no podían ver, pero también los antiguos podían ver cosas que nosotros ya no somos capaces.

Los perros, por ejemplo, con total probabilidad pueden ver entidades o ser más receptivas a estas que nosotros, Dennis Wheatley en El Talisman de Set, dice: “Los perros son criaturas simples y bondadosas, pero sumamente psíquicas, las vibraciones en un lugar donde se está practicando Magia Negra podría volverlos locos”[32]. Y en ese sentido, si ellos son capaces de ver cosas que nosotros no podemos, idea de la cual también se hace eco Philip K Dick, en su primer cuento publicado, Roog.[33]

UNA NUEVA TORRE DE BABEL: LA COSMOVISIÓN CIENTIFICA

“La mayoría de los hombres ya no creen en Dios. (…) Porque Dios no les ofrece milagros para ganar su fe. (…) Nunca serán libres, porque son débiles, corruptos, incapaces y ansiosos. Los hombres confían en la autoridad, están cansados de esperar un milagro o enigma. La Ciencia es su religión, no existe más explicación para ellos.” –T X-Files, episodio Talita Cumi, número 24, temporada 3[34]

Producto de la “división de lenguas” que se dio después del periodo de la Torre de Babel cada pueblo poseía su propio “arreglo mental de entes”, con la eclosión del mundo moderno, una única visión de las cosas se sobrepuso sobre el resto de las cosmovisiones preexistentes. El nuevo orden burgués que nace con la modernidad hace del hombre “medida de todas las cosas” y una cosmovisión con la cual fundar su dominio; La “Ciencia”[35] pasa a ocupar el lugar de la cosmovisión del Novus ordo seclorum.

Comienza a edificarse una nueva Torre de Babel, un único Koinos kosmos, sin que haya lugar a partir de entonces para las diferentes cosmovisiones o volksgeist del resto de las civilizaciones. La universalidad de la revolución científica contrasta con los otros movimientos revolucionarios que surgieron en paralelo durante los siglos XVI y XVII y con todas las revoluciones, sean políticas, filosóficas o religiosas que han surgido a lo largo de todo el trayecto del mundo moderno.

Alfred North Whitehead diría en La ciencia y el mundo moderno: “La ciencia moderna nació en Europa, pero su hogar es el mundo. (…) Desde el nacimiento de un niño en un pesebre, no hay quizá suceso tan grande que se haya realizado con tan poco ruido”[36] y más adelante hablaría de los nuevos doce apóstoles del cientificismo: Francis Bacon, Harvey, Kepler, Galileo, Descartes, Pascal, Huyghens, Boyle, Newton, Locke, Spinoza y Leibniz[37].

Frente a las contingencias que han mantenido sujeto a los hombres a través de todas las edades, se erige el Método Científico, la lógica del método científico es la siguiente: “Si funciona es Verdadero”. Es decir, se parte de la observación de ciertos fenómenos del mundo material, se establece una hipótesis, que es un “arreglo mental” donde el observador propone una tentativa para explicar dichos fenómenos, se experimenta acorde a los presupuestos del “arreglo mental” es decir, de la hipótesis, y esta experimentación es la que verifica o no la sostenibilidad de la hipótesis.

La experimentación, es decir la puesta a prueba del “arreglo mental” si se condice con dicho arreglo, es decir, si muestra que el “arreglo mental” es verdadero, tiene que cumplir la condición ser llevada a cabo varias veces y en todos los lugares a la vez, es decir, debe de cumplir con la condición de repetición y reproducibilidad, estas se plantean por lo general bajo condiciones controladas o estandarizadas para minimizar la influencia de variables externas.

Esto es una magia que funciona más allá del espacio y del tiempo, que quiebra todas las contingencias espacio-temporales que pueda tener el hombre.

Es cierto que han surgido determinadas corrientes epistemológicas que plantean que la hipótesis nunca llega a ser verdadera, Einstein dirá: “En nuestro empeño de concebir la realidad, nos parecemos a alguien que tratara de descubrir el mecanismo invisible de un reloj, del cual ve el movimiento de las agujas, oye el tic-tac, pero no le es posible abrir la caja que lo contiene. Si se trata de una persona ingeniosa e inteligente, podrá imaginar un mecanismo que sea capaz de producir todos los efectos observados; pero nunca estará seguro de si su imagen es la única que los pueda explicar, jamás podrá compararla con el mecanismo real”[38] 

A efectos de nuestro estudio podemos decir que el científico que opera bajo el paradigma científico, aquel que hace “ciencia normal” – al decir de Thomas Kuhn –, considera que su paradigma es la Verdad, y esto es porque el científico es un filosofo sin saberlo, opera bajo la lógica del realismo materialista sin apercibirse de que él ya ha elegido ese marco o estructura mental materialista y realista, que es la que le da sentido a lo que hace y lo impulsa a seguir investigando.

El científico parte de la convicción implícita en su interior de que el mundo exterior existe y no solo esto, sino que lo único que existe es la materia. Si bien la revolución científica instituye un predominio de la razón, la adopción de esta convicción ontológica por parte de quien hace “ciencia normal” es una decisión a-racional, que está más allá de la razón, es una cuestión de fe. El físico Stanley L. Jaki diría “La palabra fe [cursiva de Jaki] se encuentra con frecuencia en los labios de los principales físicos al momento de dar cuentas sobre la fuente primaria en la que se fundamentan sus obras”[39]

Luego de quebrar con el orden medieval, que ya para la Baja Edad Media era mantenido por la fuerza por los señores feudales y el clero, en base a una férrea oposición entre el vulgo y el clero, el Cosmos pasa a llamarse de una vez y para siempre como Espacio, idea que va a la par con la del cálculo en base a la matemática infinitesimal que se desarrollaba y a la mentalidad expansiva o fáustica del hombre occidental. Jorge Luis Borges en escrito La esfera de Pascal comentaría: “Para un hombre, para Giordano Bruno, la rotura de las bóvedas estelares fue una liberación. (...) con exultación, en 1584, todavía en la luz del Renacimiento; setenta años después, no quedaba un reflejo de ese fervor y los hombres se sintieron perdidos en el tiempo y en el espacio”.

A muchos – como Whitehead – no les place la idea de que Bruno se situé dentro del “sanatorial cientificista” ya que la idea de la infinitud del mundo, postulada por primera vez por él en el Renacimiento, comenzó siendo una idea filosófica mas que científica, el problema es que el Heliocentrismo de Copérnico también nació como una idea filosófica.

Copérnico con su tratado Sobre las revoluciones de las orbes celestes, instituye el heliocentrismo. Es una creencia común el pensar que el sistema se postuló en aras de simplificar el antiguo y vetusto sistema ptolemaico a la hora de explicar el movimiento de los planetas. El sistema ptolemaico que ya de origen presentaba una gran complejidad – era una infernal maquinaria celeste compuesta de epiciclos, ecuantes y deferentes – a lo largo de los siglos se había complejizado aún más[40], Al explicarle a Alfonso X de Castilla los astrónomos de su época este sistema, y dada ya la creciente complejidad que había alcanzado para su época, este suspiro: “Si el Altísimo me hubiera consultado antes de embarcarse en la Creación, le hubiese recomendado algo mucho más sencillo”[41]

El modelo de Ptolomeo, no pretendía ser “real”, como bien puntualiza Pierre Duhem la astronomía de los griegos y el modelo de Ptolomeo era considerada por ellos como una ficción, un modelo de artificios geométricos matemáticos – los epiciclos, deferentes, ecuantes – el cual les era de utilidad a los astrónomos de la época para predecir los movimientos de los planetas.

Copérnico le arrogo a su modelo la potestad de ser real, pero este en sus inicios conservaba una complejidad intrínseca similar a la del sistema ptolemaico. Comparando ambos modelos, Copérnico al eliminar los ecuantes introdujo errores significativos en las latitudes de los planetas, (sobre todo en el caso de Marte) además de complejizar aun mas el movimiento aparente de Mercurio de lo que ya estaba bajo la esfera del modelo ptolemaico. 

Frente a estos problemas antes mencionados inherentes al modelo de Copérnico el prof. José Luis Huertas Diaz concluye: “quizás la mejor justificación de su modelo, la que uso frente a si mismo, hay que encontrarla en la búsqueda de una alternativa cuantitativamente más elegante, en la búsqueda de la belleza de su solución. En el fondo, es en su profundo y convencido neoplatonismo el que esta en la raíz de su trabajo”[42] [43]

Que Copérnico sea un neoplatónico no debe de sorprendernos, la historia del desarrollo científico esta plagada de ejemplos de cómo científicos llegaron a fundar sus postulados en base a una fuerte intuición filosófica o religiosa, lo que hecha por tierra la idea de que el “progreso científico” es una cadena ininterrumpida de logros y avances regidos por las leyes de la lógica.

Lo que nos interesa puntualizar es la ontología realista y materialista de los postulados de Copérnico. Como mencionamos anteriormente el modelo ptolemaico era para los astrónomos de carácter utilitario, “para salvar el fenómeno”, un modelo ficcional, frente a esta concepción de los antiguos se levanto en un primer momento la astronomía islámica. Pierre Duhem comenta. “[Los filósofos mahometanos] esclavos de su imaginación trataron de tocar y de ver lo que los pensadores griegos habían declarado ficticio y abstracto. Querían encontrar, en esferas rígidas que giraban sobre la bóveda de los cielos, las excéntricas y epiciclos que Ptolomeo y sus sucesores habían propuesto como artificios de cálculo”[44]

El astrónomo Thabit ibn-Qurra dio comienzo a ese empeño por “materializar” los movimientos celestes, labor que “continúo dominando los esfuerzos científicos de los pensadores musulmanes” a la saga le siguieron Ibn Al-Haitan (Alhacén), Averroes y Al-Bitruji.[45]

Esto se debe claramente al carácter poco sofisticado y ilusorio – como el descripto más arriba, cuando expusimos sobre la narrativa de la película In the mouth of madness – de los pueblos del desierto, el problema estriba en que este afán materializante se filtró en Occidente, en específico en Averroísmo medieval del cual la escuela de Padua era uno de sus principales centros, Bruno, Copérnico y Galileo fueron en su época los últimos representantes de dicho afán.

El pleno triunfo de esta ontología materialista sobre los movimientos de las esferas celestes se dio mucho después de Copérnico y de Galileo, con Newton y sus tres leyes de la gravedad. Antes de eso les resultaba difícil de asumir a las gentes el modelo geodinámico y heliocéntrico.

Para muchos la introducción de la fuerza de atracción gravitatoria sobre todo el modelo copernicano fue como volver a ver. Durante los mil años precedentes había habido un “divorcio de la realidad” y ahora de la mano de Copérnico, Galileo y Newton estábamos volviendo a ver la luz. La gravedad era la fuerza que lo explicaba todo, por lo que muchos ya asumieron a fines del siglo XIX que la Física era ya una ciencia completa, de la cual poco más se podía avanzar. Fue tal el empuje de este afán materializante debido a la fuerza de gravedad, que esta paso a ser considerada por la ciencia dominante como el principal dogma de fe. El movimiento del planeta Mercurio todavía no quedaba bien definido en base a las fuerzas de atracción gravitatorias que ahora eran comprendidas dentro del modelo copernicano, por lo que los astrónomos propusieron en 1859 un planeta hipotético, llamado Vulcano, entre el Sol y Mercurio que seguramente debería de existir pero que todavía no había sido descubierto.

Ya para 1915 Einstein establece un sistema – la teoría de la Relatividad – donde se contemplaban correctamente todos los movimientos de los planetas del sistema solar, incluido Mercurio. La Teoría de la Relatividad a su vez, para explicar los movimientos celestes funciono hasta 1970, cuando la astrónoma Vera Rubin realizo observaciones sobre la rotación de las galaxias espirales, que no podían ser explicadas bajo los presupuestos relativistas ni mucho menos contemplando simplemente la fuerza de atracción gravitatoria. Por lo que “la Ciencia” inventa un nuevo planeta Vulcano; la materia oscura, para explicar la masa faltante que ejerce una “fuerza invisible” sobre las estrellas mas alejadas de las galaxias espirales.  

Vemos que la gravedad no lo explica todo, y no solo eso, hubo quienes – a lo largo del siglo XX – se atrevieron a explicar la mecánica celeste contemplando la otra fuerza de la cosmología[46]; el electromagnetismo.

El mundo científico se vio estremecido cuando en 1947 Immanuil Velikovski público su opúsculo Cosmos sin gravitación y en 1950 su best-seller Mundos en Colisión, Velikovski de profesión psicoanalista buscaba dar en su último libro una explicación racionalista a varios eventos milagrosos – como el acaecido en la batalla de Gabaón cuando el sol y la luna se detuvieron – que figuran en el Antiguo Testamento. La piedad y el fervor religioso por el judaísmo, además de su compromiso político con el sionismo (fue uno de los fundadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y empleador de Einstein) fue lo que lo llevo a postular sus teorías.

Manejaba la idea de que durante en el intervalo de tiempo que va desde el Éxodo de Moisés a la batalla de Gabaón – 42 años aproximadamente – Venus que para aquel entonces era un planeta errante paso cerca de la orbita de la Tierra, lo que produjo grandes cataclismos naturales que fueron registrados por todos los pueblos del orbe en sus Anales. Esto supone que la “edad de Venus”, o por lo menos su colocación en nuestro sistema solar data tan solo de hace 3700 años y no de millones ni de miles de millones como maneja la cosmovisión fáustica occidental.  

La santa inquisición cientificista, liderada por Carl Sagan y Asimov lo defenestro, la editorial Macmillan que hacía publicado en 1950 Mundos en Colisión, enfrentó una intensa presión de la comunidad científica, muchos de ellos se movilizaron para exigir que Macmillan dejara de publicar el libro. Los astrónomos, en particular, amenazaron con boicotear los libros de texto de ciencia que Macmillan también publicaba, lo que representaba una perdida significativa en sus ingresos. Dada la presión, Macmillan decidió ceder, la editorial retiró el libro de circulación y dejó de imprimir nuevas copias.

Lo cierto es que, para fundamentar sus ideas, Velikovski sostuvo que los planetas incluida la Tierra, estarían rodeados por campos magnéticos o cinturones de radiación. Aunque no describió estos cinturones de manera precisa, la idea de que la Tierra está rodeada por un campo de radiación fue confirmada a posteriori con el descubrimiento de los cinturones de Van Allen en 1958. Además de postular que Venus seguramente era un planeta extremadamente caliente – dado que era un planeta “nuevo”, la superficie de Venus debería de ser caliente, ya que aún conservaba gran parte del calor resultante de su formación –, creencia que contravenía con los presupuestos de la época, que consideraban a Venus como un planeta húmedo, de temperatura similar a la de la tierra.

Velikovski le sugirió a Einstein que estudiara sus postulados y le pidió apoyo para continuar con sus investigaciones, Einstein que en comienzo rechazo por completo sus afirmaciones, pero darse a conocer en 1955 la detención de señales de radio provenientes de Júpiter, Einstein completamente avergonzado cambió su postura con respecto a la solicitud de Velikovski de investigar las ondas de radio. Escribió una carta a su secretaria autorizando a Velikovski a realizar todos los experimentos que deseara. Apenas 13 días después, encontraron a Einstein muerto, abierto en su escritorio se encontraba un libro; Mundos en Colisión[47].

Uno podría pensar que también parte del éxito del sistema materialista científico se debe a que – como expusimos más arriba cuando tratamos el método científico – el científico plantea una hipótesis, y si estas no cuajan con la realidad, o se deben de mejorar los cálculos, tomando en cuenta otras variables que el observador no contemplo por primera vez, o se deben de modificar las hipótesis, o por lo menos se debe reformularlas.

Esto es cierto, pero hasta cierto punto ya que, como todo sistema filosófico fundado sobre la infalibilidad de la razón humana, “La Ciencia” es una corriente de pensamiento esencialmente egolátrica, que la ha llevado a postular pruebas ad hoc – como el planeta Vulcano o la materia oscura[48] –, para ajustar la realidad a sus paradigmas, al darle a elementos que no existen una entidad ontológica. Esta es la gran diferencia con la ciencia de lo presocráticos, cuyos esfuerzos se dirigían a purificar el alma y a suprimir el ego. Y esta ceguera de gran parte de la comunidad científica se debe a que ellos operan con bajo una filosofía (la realista-materialista) que han elegido de antemano, sin apercibirse de ello, y creen en esta filosofía por fe; fe en que existe un mundo exterior a su Yo y que lo único que existe es la materia. 

Pese a que “La Ciencia” se arrogue una falsa humildad basada en algunas posturas epistemológicas como el falsacionismo. Vemos aquí como toda la cosmología moderna esta fundada en una idea que comenzó como una intuición más filosófica que racional – el sistema heliocéntrico – [49]y que está basada en algo – la fuerza de gravedad – que creemos saber cómo funciona pero que no sabemos lo que es, y que la misma comunidad científica ha actuado mas de una vez más como una religión organizada que como a una “Sociedad Abierta” académica receptiva al intercambio de ideas.   

El científico Bernadro Kastrup anota: “No han caído en la cuenta de que están suponiendo cierta metafísica – a saber, el materialismo – sin haberle dedicado un solo pensamiento. (…) Pongámoslo en contexto mediante una analogía: no se necesita saber nada acerca de la arquitectura del ordenador o del software para jugar bien e incluso ganar en un juego de ordenador; basta con mirar a un niño de cinco años. Jugar en el ordenador sólo requiere la capacidad de entender y de predecir como se comportan los elementos del juego en sus relaciones mutuas. Si tu personaje dispara en esa diana, gana puntos; si toca ese muro, muere, etcétera. No requiere comprensión alguna de la maquina y del código subyacentes que permiten que funcione el juego. Puedes llegar a ser un campeón sin tener ni idea de unidades centrales de procesamiento (CPU), memorias de acceso aleatorio (RAM), conductores universales en la serie (USB) o cualquier otro elemento esotérico de la ingeniería computacional que hace posible el juego. Toda esta ingeniería trasciende a la «realidad» accesible empíricamente desde el interior del juego [cursiva de Kastrup]. Sin embargo, el método científico se limita a lo observado empírica y ordinariamente desde el interior del «juego» de la realidad. El modelo científico requiere poca o ninguna comprensión de la naturaleza subyacente a la realidad, exactamente de la misma manera que un jugador necesita poca o ninguna comprensión de la arquitectura subyacente al ordenador para ganar el juego. [cursiva de Kastrup] Sólo requiere una comprensión de como los elementos del «juego», a los que accede empíricamente desde el propio «juego» se desarrollan en relación unos con otros.”[50] De ahí que el realismo materialista solo contemple a los entes en relación con otros entes – mediante las leyes de la gravedad, por ejemplo – y el problema del Vacío le resulte inextricable a la ciencia moderna.

Las supuestas leyes cosmológicas de este mundo son leyes que existen en las mentes de las personas, son “arreglos mentales” de las mismas; en Ojo en el Cielo de Philip K. Dick, cuando Hamilton y el científico afroamericano Laws, estando dentro del sueño de Arthur Sylvester se encuentran en un bar, Hamilton le pregunta a Laws: “¿Ha examinado la situación en las últimas veinticuatro horas con el auxilio de la física avanzada?”[51] y Laws le contesta a Hamilton sobre la puerilidad de hacerlo en el mundo medieval de Sylvester, “Venga conmigo [le contesta Laws] Voy a enseñarle algo” y le muestra una expendedora de chocolates, la comienzan a abrir y se dan cuenta que dentro de la maquina no hay nada, uno coloca una moneda sobre la ranura y sale un chocolate, pero los únicos chocolates que hay son los que se ven en la vitrina, no hay deposito interno de chocolates en la máquina. Los chocolates surgen de la nada. Por lo que Laws concluye “Esas máquinas funcionan sobre la base del principio original. Distribución por milagro (…) Se termino la manipulación de engorrosas materias primas. Se acabó el empleo de fuerzas laborales deprimidas. Ya no habrá más fabricas ruidosas y sucias”[52].

Ellos tratan de deducir que es lo que hace que el chocolate se materialice de la nada; un proceso de fisión binaria, “regeneración” (apelando a un principio electrónico). Pero en eso se quedan, en meras especulaciones de como funcionan las leyes del mundo de Syilvester. Lo mismo ocurre en nuestro mundo con las leyes de la naturaleza que el hombre cree conocer, pero no sabe lo que son.

CONCLUSION[53]

A lo largo de nuestra exposición hemos hablando de los dos sueños, uno individual, personal, y otro colectivo, acorde a las distintas realidades que se fueron dando a lo largo de toda la historia en los pueblos de la tierra; claramente el idilos kosmos de un cortesano de un cortesano de la dinastía Ming no es el mismo que el de un agricultor chino de la misma época; todos estos a su vez se encontraban comprendidos a un nivel colectivo en otra ilusión. Arthur Koestler menciono que los hombres medievales vivían en una suerte de “esquizofrenia controlada”[54] al asumir el modelo ptolemaico. Pero cabe la pregunta si es que nosotros no vivimos también en una suerte de esquizofrenia controlada, sostenida por ciertos “creadores” de este idilos kosmos colectivo, que mantienen con tenacidad la metafísica materialista y realista que lo sostiene.

Es igual de valido adoptar por fe cualquier sistema metafísico, es igual de verdadero el idealismo que el materialismo realista, como es para nosotros igual de verdadero el modelo copernicano en relación al ptolemaico o a otros modelos planetarios que se desarrollaron en el pasado[55]. Tan solo tenemos que darnos cuenta que estos sistemas son “arreglos mentales” que las personas las adoptan por fe; el que uno u otro sistema se arrogue la potestad el verdadero ha sido una de las grandes tragedias de nuestro mundo moderno.

Tampoco los logros alcanzados por el realismo materialista pueden despreciarse. Esta ontología fue la que llevo a Mendeleyev – por ejemplo – a postular una formula totalizadora de toda la realidad; la tabla periódica de los elementos. Ahí hay un “abecedario” de toda la materia del universo. El carbono y el oxígeno son tan solo letras que componen el poema del universo; todo lo existente, o por lo menos lo existente en nuestro plano, se encuentra sintetizado en esa fórmula de la tabla periódica. Incluso los ángeles y los demonios, – si tomamos en cuenta a las palabras de san Fausto de Leríns y san Ignacio Brianchianinov que planteaban una cierta materialidad de los ángeles –, los planetas y los exoplanetas, todo está comprendido dentro de la tabla periódica.

El problema, vuelvo a repetir, es que una metafísica se arrogue la potestad de ser la Verdad a costa de pisotear a las otras, y como toda Verdad, su afán totalizante pretende explicarlo todo bajo la óptica de su sistema.

¿Cuál es la Verdad entonces?; para responder a esta pregunta tenemos que mirar lejos, a la época de los místicos – cercanos a los presocráticos –, estos hombres eran poseedores de una sabiduría que aspiraba al Todo, adquirida por múltiples fatigas y a lo largo de muchos años de edad; de ahí la alta estima que poseían los ancianos en los pueblos premodernos.

Mencionamos “lejos” no por situarlos en otra época, sino con la intención de situarlos dentro de otro marco de conciencia al que los hombres de este siglo no pueden llegar, quedando así como lejanos para los que todavía pueden hablar el lenguaje de los pájaros. El Señor en sus profecías sobre los últimos tiempos dijo “El corazón de muchos se enfriara”. Esta frase que como toda la Biblia tiene varios niveles de interpretación, apelando al concepto de los “ojos del corazón” podemos entenderla en el sentido de que se enfriara la capacidad de ver más allá.

Eclipsado para los ojos del hombre moderno ha quedado el mundo donde los sueños, los ángeles y los demonios, intervienen en la historia. Carl Gustav Jung, comenta que durante sus viajes en África, se entrevistó con el jefe laibon de una tribu maasai en Kenia, este al ser interrogado por Jung, le menciono que antes de la llegada del hombre blanco, los jefes de las tribus, que, eran los más ancianos, tenían la capacidad de soñar y de interpretar los sueños, con los cuales, según Jung “sabían si habría guerra, enfermedades, o si iba a llover y adonde había que llevar el ganado”[56], tomando gracias a estos las decisiones más importantes para su comunidad (el sueño en muchos casos se daba como una ilusión pero en muchos otros como fuente de conocimiento; de gnosis), pero a continuación, le comenta, con lágrimas en los ojos que: “desde que los blancos están en África, nadie ha vuelto a tener sueños. Ya no se necesitaban los sueños, pues ahora todo lo sabían los ingleses”[57].

Un hombre de mentalidad moderna, bajo una óptica materialista y racionalista simplemente interpretaría que, en realidad en todas las sociedades arcaicas, quienes mandaban, como en este caso, los laibon, o en el caso de la antigua civilización de Babilonia, la casta sacerdotal, en realidad, no era que tuviesen sueños o hablasen con los dioses, sino que, al tener algún conocimiento sobre la astronomía, podían predecir la crecida o decrecida de los ríos y saber cuándo cosechar y cuando no cosechar; la llegada del hombre blanco justamente había supuesto una universalización del conocimiento, que liberaba a todos los miembros de la tribu de un ejército de sacerdotes demoníacos y de tiranos fantasmales, que habrían maquinado fríamente mitos y dioses para engañar y esclavizar al pueblo.  

Nosotros, sin embargo, queremos creer que ellos dejaron de soñar.

 

 

Ignacio Pérez

articulo publicado en la revista Las naves en Llamas el mes de noviembre del año 2024

 



[1] En este sentido no podemos no dejar de recordar las proféticas palabras de Alexis de Tocqueville en su Democracia en América: “Si imagino con qué nuevos rasgos podría el despotismo implantarse en el nuevo mundo, veo una inmensa multitud de hombres parecidos y sin privilegios que los distingan incesantemente girando en busca de pequeños y vulgares placeres, pero sin moverse de su sitio. Cada uno de ellos, apartado de los demás, es ajeno al destino de los otros; sus hijos y sus amigos forman para él toda la especie humana; por lo que respecta a sus conciudadanos, están a su lado y no los ve; los toca y no los siente; no existe sino en sí mismo y para él mismo, y si bien le queda la familia, se puede decir que ya no tiene patria”. La democracia en América. pág. 887. Editorial Akal. Madrid, España. 2007.

[2] La idea de postular que “no hay Verdad” es un absurdo lógico, ya que al asumir como cierto el presupuesto “No hay verdad” es el asumir justamente una verdad; la de que “no hay verdad”

[3] Esta es la clásica división de naturaleza e historia de Spengler, sobre la base de esta división comenta Pitirim Sorokin: “fácilmente se puede reconocer en esta división dualística de la existencia o mundo fenoménico una variación de la dialéctica hegeliana: «la idea en sí» (el mundo como Historia) y «la idea en su otro» (el mundo como Naturaleza); de la división de Rickert y Windelband de las ciencias en ideográficas (históricas) y nomotéticas (ciencias naturales); de la teoría de Bergson de la intuición y el intelecto” Pitirim Sorokin, Las filosofías sociales de nuestra época en crisis. pág. 110. Editorial Aguilar, Madrid, España. 1954.

[4] Platón. Diálogos II. pág. 80. Editorial Gredos. Madrid, España. 1987.

[5] Simonides sostenía “lo que parece supera en fuerza a la verdad”

[6] Esta idea claramente es un reflejo de lo expuesto por Isocrates en Aeropagitico (VII), donde en un celebre fragmento que paso a titularse Sobre la abundancia de leyes menciona: “Porque el gran número de leyes y su exactitud es señal de que esta ciudad está mal gobernada. Al poner obstáculos a las faltas estamos obligados a establecer muchas leyes. Es preciso que los buenos gobernantes no llenen los pórticos con escritos, sino que establezcan la justicia en los espíritus. Porque las ciudades se gobiernan bien no con decretos sino con costumbres, y quienes han sido mal criados se atreverán a transgredir las leyes por bien redactadas que estén.” Isocrates. Discursos II. pág. 62 y 63. Editorial Gredos. Madrid, España. 1980.

[7] Warner Jaeger. Paideia. Tomo I. pág. 9. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 2010.

[8] Platón. Diálogos V. pág. 403 y 404. Editorial Gredos. Madrid, España. 1992.

[9] Ibidem, pág. 173.

[10] Warner Jaeger. Paideia. Tomo II. pág. 163 y 164. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 2010.

[11] No hay que confundir esta segunda generación de sofistas con la Segunda Sofistica, corriente que se desarrolló mucho después.

[12] No ha faltado el estudio filológico que emparentara este término de la filosofía de la antigua India con la palabra “regla” o “rule” en inglés.

[13] Por más que nos separen milenios de distancia a nosotros, hombres en permanente contacto con el mundo moderno, de los filósofos griegos, para saber distinguir bien esta gran diferencia, es preciso de nuestra parte tratar de aproximarnos a la idea de lo que ellos llamaban Logos, y esta aproximación no solo debe de ser intelectiva o racional, sino también espiritual; desde que nacemos estamos expuestos a una lógica – heredada de la escolástica – de dividir todas las áreas de la conformación del humano en compartimentos estancos, de ahí que sea una idea eminentemente moderna la de dividir al hombre creador de lo que este ha creado, del artífice del artefacto que ha creado. Ya el mismo Jaeger nos advierte de que creaciones tan teoréticas como la misma Lógica, solo el espíritu griego pudo crearlas, y esta advertencia no es baladí, ya que tendemos a creer que la Lógica, dada su múltiple aplicación en muchas actividades de la vida humana moderna (la programación por ejemplo, que maneja conceptos postulados por primera vez por Aristóteles en su Órganon) es una creación meta-histórica, que esta más allá de las contingencias materiales y espirituales que fue creada, que no lleva impresa la misma Lógica, por pertenecer a una suerte de “Mundo de las ideas moderno” nada del espíritu de los antiguos griegos.                                               

Esto ya fue advertido por otros hombres, pertenecientes a realidades y a corrientes filosóficas muy diversas entre si, como Ernesto Sabato, Gottfried Herder o el mismo Oswald Spengler.                                                                   

Tomando en cuenta esto, es menester mencionar que esta es la razón por la cual las toneladas de “Historias de la Filosofía” que hoy se venden en la actualidad adolecen de una grave falta tan solo al analizar la producción escrita de los filósofos, dislocando al creador de lo creado.

[14] Diógenes Laercio sobre Heráclito dirá: “Y al final volviéndose misántropo y apartándose a los montes, allí vivía, alimentándose de hierbas y verduras” Diógenes Laercio. Vidas y opiniones de los filósofos ilustres.  trad. Garcia Gual. pág. 458. Alianza Editorial. 2007. Madrid, España.

Sobre Parménides: “Parménides era de linaje ilustre y rico, y se volvió a la serenidad (de la vida teorética) por la influencia de Aminias, no por la de Jenófanes.” Ibidem pagina 466. Sobre Pitágoras por ejemplo, había establecido un sistema de ascetismo.

El monje dominico Jacobo de Cessolis (c. 1250 – c. 1322) sobre Platón mencionaría: “Dicen que el filosofo Platón, que dejo sus tierras y ricas fincas, y eligió como lugar propio para el estudio o Academia una alquería lejos de la ciudad, en un paraje no solo desierto, sino pestilencial, para que la enfermedad quebrantara su ímpetu y encendidos deseos”. Jacobo de Cessolis. El juego del ajedrez o dechado de fortuna. pág. 67. Ed. Siruela. Madrid, España. 1991 

[15] La frase “La Verdad esta adentro de uno”; si bien no existe registro de que alguno de los filósofos de la antigüedad la haya pronunciado, ellos llegaron a operar bajo la lógica de esta frase con el “conócete a ti mismo” ya que al tener en cuenta que el Logos se manifestaba sobre el Cosmos en diferentes niveles, en el macrocosmos; la naturaleza, en la polis, mediante las leyes y a nivel microcósmico, en el cuerpo humano, se podía llegar a una regla universal del Todo mediante la introspección y el autoconocimiento del propio Yo.

[16] La época moderna nos da claros ejemplos de esto; en los albores de la independencia de Hispanoamérica, cuando Buenos Aires estableció una Junta de gobierno autónoma (como espejo de las juntas que se establecían en la Península contra la ocupación napoleónica), sus miembros más revolucionarios, los del partido jacobino – quienes bajo la egida de Moreno se aprestaron a traducir al castellano el Contrato Social de Rousseau –, decidieron llevar el teatro de operaciones en contra de los realistas hacia el Alto Perú, la actual Bolivia. Uno de los miembros más connotados de este partido, Juan José Castelli, luego de vencer sobre los realistas en Suipacha, el 25 de Mayo de 1811 pronuncia un celebre discurso, conocido como la “Proclama de Tiahuanaco”, donde les proclamo a los indígenas derechos sociales, reconociéndolos como hombres libres e iguales en procura de abolir “los abusos e imposiciones que pesaban sobre ellos en nombre de la Corona y de la religión católica.”, quienes lo escucharon, una amplia multitud compuesta por indios nativos y mestizos, pensaron de inmediato que estaba borracho. Ese nulo contacto con la realidad más elemental de los pueblos nativos fue el que precipito su retirada, luego de que sus huestes fueran derrotadas en Hanqui, en junio del mismo año.

Mas de 100 años después, otro “revolucionario” mas, vino a proponerle a los nativos otro paraíso de abstracciones y elucubraciones; Ernesto Guevara. Propuso una Reforma Agraria que ya había sido aplicada por las autoridades del MRN boliviano más de 10 años antes, para ejecutar su teatro de operaciones en procura del poder, se basó en la teoría del foco, que había sido elaborada por un comunista de café parisense como Regis Debray, al que tuvo que expulsar por su cobardía y sus vacilaciones poco después de arribar junto con Guevara a Bolivia para poner en práctica su plan.

[17] Mircea Eliade. Historia de las ideas y las creencias religiosas. Volumen II. pág. 186. Editorial Paidos. Madrid, España. 2011

[18] Antonio Elorza. Los errores de Dios. diario El País de España, 21/10/2006.

[19] Emmanuel Carrère. Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928 – 1982. pág. 49. Ediciones Minotauro. Barcelona, España. 2002

[20] Ibidem, pág. 49

[21] Ibidem, pag 24.

[22] Todas las novelas de Dick revisten un carácter confesional y están plagadas de referencias de vivencias del mismo autor y de sus ideas, intuiciones y pensamientos. Esta novela como vemos no escapa a este rasgo distintivo que une a todas sus novelas, Masha claramente es un alter ego de su esposa Kleo.

 

[23] Philip K. Dick. Ojo en el cielo. pág 20. Ed Hyspamérica. Madrid, España. 1985

[24] Este mundo de Joan Reiss sirve para ejemplificar la inconsistencia de un idealismo extremo y la postulación del idealismo moderado por parte de Bernardo Kastrup. En ¿Por qué el materialismo es un embuste? Ed. Atalanta. Girona, España. 2021. El científico neerlandés maneja la idea (como todo idealista) de que la realidad consiste exclusivamente en la mente y sus contenidos, pero postula un idealismo acorde a las leyes de la física, que nos son inherentes a todos. “Cuando soñamos (…), ese universo soñado se siente muy autónomo y fuera de nuestro control consciente (…) Así pues, no es tan difícil imaginar que también [cursiva de Kastrup] es una parte de la mente [se refiere al mundo externo] con la que no nos identificamos, y sobre la que no parecemos tener ningún control, la que proyecta el llamado «mundo externo». Y entonces tampoco es tan difícil concebir que los contenidos de esta parte de la mente se despliegan de acuerdo con pautas y regularidades estables” pág. 98 y 99.

[25] Emmanuel Carrère. Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928 – 1982. pag 25. Ediciones Minotauro. Barcelona, España. 2002

[26] Philip K. Dick. Ojo en el cielo. pág 20. Ed Hyspamerica. Madrid, España. 1985

[27] Ibidem

[28] Antonio Pigafetta. Primer viaje alrededor del mundo. edición de Leoncio Cabrero. pág. 62.  Editorial Historia 16. Madrid, España. 1985.

[29] Claudio Eliano. Historias de los animales, Tomo II. pág. 295. Editorial Gredos. Madrid, España. 1984.

[30] Incluso la ciencia moderna considera a los taxones como ficciones, inclusive los árboles taxonómicos basados en la genética.

[31] Nietzsche en su obra Aurora, en el aforismo 426 titulado El daltonismo de los pensadores discute esto.

[32] Dennis Wheatley. Novelas escogidas. pág. 321. Editorial Aguilar. Madrid, España. 1962

[33] Recomendamos encarecidamente el estudio Andanzas por los mundos circundantes de los animales y los hombres de Jakob von Uexküll (Ed. Cactus. Buenos Aires, Argentina. 2016)  precursor de la psicología animal, quien acuño el termino Um-welt; “Mundo circundante”.

[34] Dialogo que citamos se trata de una readaptación a la pantalla chica del Dialogo del Gran Inquisidor de Dostoievski

[35] Ya Madrid Casado nos advierte del error de hablar de “La Ciencia” como si fuera “La Verdad” y asume como correcto el hablar de “las ciencias” en plural. “No existe la Ciencia”; Carlos Madrid Casado. Filosofía de la Cosmología. Hombres, teoremas y leyes naturales. pág. 369 y siguientes. Editorial Pentalfa. Oviedo, España. 2018

[36] Alfred North Whitehead. La ciencia y el mundo moderno. págs. 14 y 15. ed. Losada. Buenos Aires, Argentina. 1949.

[37] Ibidem. pág. 56

[38] Albert Einstein & Leopold Infeld; La Evolución de la Física. págs. 30 y 31. Editorial Salvat. Barcelona, España. 1986

[39] Pierre Duhem; To save the phenomena; an essay on the idea of physical theory from Plato to Galileo. pág. XVI.  The University of Chicago Press, Estados Unidos, 1985

[40] Las observaciones astronómicas más precisas con el tiempo revelaron que el modelo seguía siendo insuficiente para explicar con exactitud los movimientos de los planetas. En lugar de abandonar el esquema geocéntrico, los astrónomos trataron de ajustar el modelo añadiendo capas de complejidad para mantener su coherencia con las nuevas observaciones.

[41] Arthur Koestler; Los sonámbulos. Tomo I. pág. 46. Editorial Salvat. Barcelona, España. 1994.

[42] José Luis Huertas Díaz. Copérnico. El Heliocentrismo. pág. 119. RBA Revistas – National Geographic. España. 2017

[43] En su época de estudiante, Copérnico entro en contacto con la sociedad neoplatónica Sodalitas Vistulana, fundada por el humanista alemán Conrad Celtis (1459 – 1508), en 1489 un ejemplar de De sole et lumine de Marsilio Ficino (filosofo neoplatónico) comenzó a circular por Cracovia. Según el prof. José Luis Huertas Díaz: “Es posible que la lectura y la discusión de esta obra en la Sodalitas Vistulana fueran el germen de la nueva visión cosmológica que se iría gestando en Copérnico. Ficino, desde una perspectiva puramente filosófica, consideraba al Sol ocupando el centro del cielo, en concordancia con las ideas neoplatónicas. En la obra capital de Copérnico, De revolutionibus pueden encontrarse párrafos que pudieran deberse a esta lectura temprana del autor florentino.” Ibidem. pág. 46 y 47.

Mas tarde, Copérnico ya radicado en Bolonia, paso cuatro años estudiando en la universidad de dicha ciudad, bajo la supervisión de su maestro, Domenico María Novara, profesor de Astronomía y Astrología, y neoplatónico también, cuya influencia fue determinante en la vida de Copérnico, este ultimo fue su alumno, para ser luego su discípulo y luego su colaborador.

[44] Pierre Duhem; To save the phenomena, pág. 26.  The University of Chicago Press, Estados Unidos, 1985

[45] Los astrónomos árabes, siguiendo a Ibn-Qurra y a Al-Hitan, al buscar que sus hipótesis se correspondieran con los movimientos reales de los cuerpos duros o flexibles, intentaron que los mismos se condigan con la física de los cuerpos y entes sub-lunares. La física predominante en aquel entonces era la que provenía de Aristóteles y su escuela, la de los físicos peripatéticos, por lo que hubo una tendencia cada vez mas acentuada por parte de los astrónomos mahometanos de aceptar el modelo astronómico de Aristóteles – postulado en su obra De Caelo – por el de Ptolomeo, al que consideraban erróneo. Es por esto que Averroes en su Metaphysica menciona lo siguiente: “Ptolomeo fue incapaz de sentar la astronomía sobre sus verdaderos fundamentos. El epiciclo y la excéntrica son imposibles. Por lo tanto, debemos dedicarnos a una nueva investigación sobre esa astronomía genuina cuyos fundamentos son los principios de la física… En realidad, en nuestros tiempos la astronomía es inexistente, lo que tenemos es algo que se ajusta al cálculo, pero no concuerda con lo que es” Ibidem. pág. 31.

[46] La física contempla 4 fuerzas elementales: La fuerza de gravedad, la electromagnética, la fuerza fuerte y la fuerza débil, las dos primeras se corresponden a eventos “macro” y las dos ultimas se corresponden a la física subatómica.

[47] Daniele Congiu. La clave de Velikovsky. pág. 15. Editorial Boveda. Sevilla, España. 2016.

[48] En base a las nuevas observaciones arrojadas por el telescopio James Webb, hoy por hoy otra creencia eminentemente religiosa, la del Big Bang está en jaque, y ha salido a reflote la vieja idea de la “luz cansada” (tired light) que quiebra por completo con la cosmovisión fáustica de un universo inmenso.

El profesor Madrid Casado discute sobre la posible no existencia de los agujeros negros en Filosofía de la Cosmología. Hombres, teoremas y leyes naturales. pág. 271 y siguientes. Editorial Pentalfa. Oviedo, España. 2018

[49] Técnicamente hoy se considera como centro del sistema solar a un punto imaginario llamado baricentro, muy cercano al Sol y del que el Sol a veces coincide en la misma posición, pero no siempre.

[50] Bernardo Kastrup. ¿Por qué el materialismo es un embuste?. pág. 27 y 28. Ed. Atalanta. Girona, España. 2021.

[51] Philip K. Dick. Ojo en el cielo. pág. 59 y siguientes. Ed Hyspamérica. Madrid, España. 1985 Página 59 y siguientes

[52] Ibidem

[53] En otro artículo nos centraremos sobre si existe una Verdad o Logos rector de todos los entes, las claves de la respuesta se encuentran contenidas en la primera parte de nuestra exposición. Lo que nos interesa poner de relieve por ahora es lo que ya observó el epistemólogo norteamericano F.S.C. Northrop en su obra El encuentro entre Oriente y Occidente; una creciente neurosis enfrenta el hombre del mundo moderno al no poder encontrar una teoría – un Logos – que logre unificar el mundo de la física (ni siquiera este mundo esta unificado, ya que la Teoría de la relatividad y la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica chocan entre sí) con el mundo de lo espiritual y moral, lo que ha llevado a una creciente anomia social.

[54] Arthur Koestler; Los sonámbulos. Tomo I. pág. 49. Editorial Salvat. Barcelona, España. 1994.

[55] Por ejemplo, el de Kelallur Somanyahi (1444 – 1544), de la escuela de Kevala, en a India, en donde en su tratado Aryabhatiya Bhasya desarrolló un sistema de cálculo para un modelo planetario parcialmente heliocéntrico: según este modelo, los planetas orbitan alrededor del Sol y este, a su vez, órbita alrededor de la Tierra. Este sistema para la época era mucho más preciso que los sistemas que a la postre desarrollarían Copérnico y Tycho Brahe.

[56] Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos, pág. 351. Edición digital

[57] Ibidem

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