INTRODUCCIÓN
Como si sobre una
espesa neblina que nos cubriera y no nos dejara ver más allá de nuestras manos
y brazos caminamos sobre el mundo actual, vivimos en una era de postmodernismo
de por la que todas las certezas se han derrumbado, todos los ideales que movían
a los hombres de antes se ven profundamente amenazados, no solo porque, – con
nuestra sobreexposición a diversos dispositivos eléctricos – hoy todo lo
virtual sea real, sino también por el hecho de que cada uno de los habitantes
de este planeta parecen vivir en su propia realidad, sus propias convenciones,
sus propias creencias.[1]
El humano por
naturaleza busca certezas, quiere decir “esto es negro, esto es blanco, esto es
bueno, esto es malo, esto es bello esto es feo”, pero la perplejidad que a uno
le produce el encontrarse con las personas del día a día, que le plantean a uno
un mundo distinto del cual uno funda sus más íntimas creencias, no hace sino
aumentar la creciente incertidumbre sobre la que hoy se sitúa el mundo.
Frente a una
generación que marcha a tientas sobre la espesa niebla, el autor de este
presente artículo procura brindarle al lector una luz que le permita caminar
hacia la Verdad. Es lógico que frente al estado actual de cosas el hombre
busque algo al que asirse, de ahí que ante la confusión generalizada de la
presente época, veamos en sentido opuesto el aumento exponencial de sectas,
filosofías new age, que vienen a preceder lo que antes eran los
sistemas filosóficos, donde todo se trataba de comprender a la luz del sistema
de Kant, Hume, Berkeley, Marx, Shopenhauer, Fitche, Nietzsche etc, en
concomitancia con una idea central que subyace sobre todas las conciencias; la
de que no existe la Verdad[2], de que solo hay “verdades” subjetivas.
En este sentido, no es mi objetivo el “venderle” al lector ningún sistema
filosófico o religioso, sino tan solo invitar al lector a caminar,
teniendo presente una de las máximas de Fedor Dostovieski: “Por el camino de la
mentira, llegaremos a la Verdad”.
En vistas de que
el mundo moderno es un fenómeno que día a día nos contamina, nos ensucia, nos
pervierte, todos en algún aspecto estamos contaminados y en ese sentido el
motivo del presente artículo es eminentemente práctico; despertar para que
caminen los que se mantienen inánimes y de servir como aliento para aquellos
que están caminando, pero tomando en cuenta también que todos estamos en
ciertos aspectos contaminados, hacerle notar a aquel que camina que todavía
queda un trayecto por recorrer, que nada esta asegurado, y que todos
podemos caer frente a las múltiples tentaciones que nos presenta el mundo
contemporáneo.
Por lo que,
buscando despertar el afán de certezas en el lector, o con motivo de oficiar de
aliento sobre los que quiera sobreponerse sobre esta situación actual de
extrema confusión, de desaliento y profundo abatimiento moral e intelectual en
el que nos encontramos.
El objetivo es
por ende doble, el luchar con los dos extremos de un mismo mal que se nos
presentan ante nosotros; el primero, el de luchar por un lado en contra de un
escepticismo que nos mantiene perplejos e inánimes frente al gran ruido que hay
en este mundo, y por el otro, en contra de todo sistema religioso, filosófico o
científico que pretenda justamente cercenar la realidad. En este
sentido pretenderemos apuntar nuestros cañones más precisamente contra el
cientificismo, que es el único sistema hoy por hoy que parece preservarse con
relativo éxito frente al ocaso de los dioses – los “dioses de la revolución”,
claro esta – que estamos viviendo.
En orden de hacer
esto, nos proponemos analizar ciertos aspectos de la vida y de la obra del
filósofo Philip K. Dick, así como de otros pensadores norteamericanos;
claramente para él como para los otros pensadores que citaremos, la cuestión de
la Realidad fue clave en el desarrollo de sus respectivas obras. El pensamiento
norteamericano nunca se vio atravesado por la cuestión social, ni por el
problema de la violencia (tan gravitante en la producción escrita de Rusia por
ejemplo), sin embargo, siempre les resulto problemático el asunto de la
Realidad a las más altas conciencias de América, seguramente y en
parte por el contacto a lo largo de sus vidas con otras gentes de diversas
culturas y de múltiples orígenes; uno nunca debe de perder de vista el carácter
multirracial de Estados Unidos a la hora de leer la obra de Dick o de
Lovecraft.
Como punto de
partida para comenzar nuestra exposición, comenzaremos con un repaso de algunos
sistemas filosóficos que se desarrollaron en la Grecia Antigua enfocándonos en
el periodo que va desde los presocráticos hasta los sofistas y Platón,
consideramos indispensable esto ya que el mismo Dick tomo como inspiración
muchos de los conceptos que expondremos de determinados filósofos griegos.
EL MUNDO
ANTIGUO FRENTE AL PROBLEMA DE LA REALIDAD
Cuando Cristo fue
llevado ante el Pretorio para ser interrogado por Poncio Pilatos, este le dijo:
“Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” A lo que Pilatos replica: “¿Cuál
es la verdad? “.
La respuesta
permaneció sin responderse para Pilato, ya que incapaz este de contenerse por
el fuerte sentimiento de animosidad y zozobra en la que se vivía por aquel
entonces, Pilato: “salió otra vez a los judíos”, que se encontraban reunidos en
multitud allende al Pretorio y les dio a elegir entre Cristo o Barrabas.
¿Cuál es la
verdad? Pregunta que ha inquietado a multitudes de hombres a través de las
generaciones, esta pregunta hecha por el pretorio Pilato, llevo a muchos a
suponer – de manera incorrecta – que el evento del interrogatorio personificaba
la vivida contraposición entre dos tipos de humanos distintos, el hombre de las
Verdades y el hombre de los Hechos, el hombre del Ser y el hombre del Devenir[3].
Los hombres de
las Verdades se aferran a un modelo ideal de cómo la sociedad Debe Ser,
el hombre de los Hechos se limita tan solo a actuar sobre un mundo que Es.
El hombre de las verdades, la hora de la guerra, en vez de agarrar las armas,
apela a todo tipo de tratados, de convenciones de Ginebras, etc., para tratar
de ordenar y legislar sobre un mundo que es de hecho caótico. Aferrados a un
mundo de letras muertas, trata de tapar la mugre de la guerra, el de las
violaciones, de las fosas comunes etc., de la misma manera cuando a uno se le
cae un tarro harina de la cocina, en vez de limpiar toda la harina, la empuja
hacia algún punto ciego de la cocina para tapar la mugre, sin percatarse jamás
de lo que decía el viejo adagio romano: Inter arma enim silent leges;
“cuando suenan las armas las leyes callan”.
Para un político
de raza, un Poncio Pilatos, en su mundo, no hay una relación ni dialéctica
entre el bien y el mal, ni entre la verdad o la mentira, todo es lícito en
procura del poder y de la supervivencia de su poder, su mundo tan solo se
configura bajo la razón de débiles y fuertes. Esta lógica queda expresada con
pavorosa exactitud por el sofista Calicles, en el Georgias de
Platón, cuando expresa: “Los débiles, incapaces de defenderse solos, han
inventado las leyes y las han puesto sobre la naturaleza.”[4]
Esto para
Calicles era visto como una disonancia, y es lógico que así lo sea, ya que la
mentalidad de los griegos, – fueran de la escuela filosófica que fueran –
estaba completamente atravesada por la idea de la Totalidad, y de la armonía
entre todos los entes y todas las disciplinas. En este caso las leyes tenían
que servir como reflejo de la naturaleza, tanto de la naturaleza humana como
del orden del cosmos.
Lo que ha llevado
a Heidegger a formular mucho más tarde que es a partir de estos momentos, con
el triunfo de la democracia y de la sofistica sobre la Hélade, que se produce
una profunda anomalía que se ha acentuado con la Modernidad; disociación entre
el nomos, las leyes, y la naturaleza, la physis, que
cada vez más comenzaba por aquellos momentos a permutarse por otra realidad,
una realidad virtual, ficticia, ficcional; la de las leyes.
A partir de
entonces, el mundo de las leyes es claramente el de las apariencias, no importa
ser virtuoso sino aparentar virtuosidad, por lo que lo aparente (eikós)
– sostenían los sofistas – tiene prioridad sobre la verdad[5], por lo que Adimanto, en boca de Platón
señalaría: “Así, tengo que diseñar a mi alrededor una fachada que opere de
ilusión de perfección. (…) Pero alguien puede decir ‘no siempre es fácil que el
mal pase inadvertido’ ” (La República 365c). Por lo que con
facilidad puede quedar expuesta la verdadera naturaleza del injusto que se
viste de justo, por lo que con gran acierto Tácito señalaría que: “Cuanto más
corrupto es el Estado, más numerosas son las leyes”[6].
Antes de la
sofistica, en épocas pretéritas de Grecia el mundo de las leyes, el del nomos y
el de la physis, el de la naturaleza, que es el del Ser, estaban
unidos y representaban uno solo fenómeno, sobre esto Warner Jeager nos dice:
“El concepto de naturaleza (physis) que elaboraron por primera vez,
tiene indudablemente su origen en su constitución espiritual. Mucho antes de
que su espíritu perfilara esta idea, consideraron ya las cosas del mundo desde
una perspectiva tal, que ninguna de ellas les pareció como una parte separada y
aislada del resto, sino siempre como un todo ordenado en una conexión viva, en
la cual y por la cual cada cosa alcanzaba su posición y su sentido. Denominamos
a esta concepción orgánica, porque en ella las partes son consideradas como miembros
de un todo. La tendencia del espíritu griego hacia la clara aprehensión de las
leyes de la realidad, que se manifiesta en todas las esferas de la vida – en el
pensamiento, en el lenguaje, en la acción y en todas las formas de arte – tiene
su fundamento en esta concepción del Ser como una estructura natural, madura,
original y orgánica”.[7]
Esa “clara
aprehensión de las leyes de la realidad” fue el punto de partida del cual los
filósofos presocráticos desplegaron todas sus formulaciones filosóficas en aras
de esclarecer los caracteres de la naturaleza.
La physis, la
naturaleza, aparece como lo dado, lo conocible, frente a esta se sitúa el
hombre, el cognoscente, que le otorga un sentido a la diversidad de entes que
se le figuran a su alrededor. En este sentido, el hombre centra su mirada en
los entes, en los objetos que presentan, y luego establece relaciones para
tratar de aunar la multiplicidad de objetos observados en procura de la
búsqueda de una fórmula que logre contemplarlos a todos, de ahí que Anaximandro
haya establecido el ápeiron, como elemento primario del cual nacen
y se originan todas las cosas, Anaxímenes sostuvo que el aire es este principio
fundamental, Heráclito el fuego que es ordenado por el Logos, y así
sucesivamente.
De ahí que
dialogo de Platón titulado Sofista este dice: “Cada cual de
ellos tienen trazas de recitarnos una fábula, como si fuéramos niños. Según
uno, los seres son tres en número, los cuales tan pronto se hacen la guerra,
como son amigos, se casan, procrean y alimentan su prole. Según otro, no hay
más que dos, lo seco y lo húmedo, lo caliente y lo frío, y después los une y
los pone en relación. Nuestra escuela de Elea, a partir de Jenófanes y aun de
más atrás, nos refiere otras fábulas, presentando lo que llamamos universo,
como un solo Ser. Las Musas de Jonia y de Sicilia, un poco más tarde, han
creído más seguro combinar estas dos opiniones, y decir que el Ser es, a la
vez, uno y muchos, y que se mantienen por el odio y la amistad. Las más
altaneras de estas Musas pretenden que todo se une y se desune sin cesar, según
las más moderadas no sucede siempre así, sino que tan pronto el universo es uno
y está en perfecta armonía, (…) Si todo esto es cierto o no lo es, es difícil
decidirlo, y tampoco conviene hacerlo, cuando se trata de tan antiguos e ilustres
personajes.”[8]
Lo que es
importante señalar, es que estas relaciones no tienen una realidad ontológica
externa, sino que se forman en la mente del observador, para Pitágoras por
ejemplo el orden cósmico estaba regido por el número, pero el número no existe
afuera del mundo, tiene una realidad independiente dentro de nosotros; cuando
hablamos del número 7, no pensamos en 7 piedras o en 7 hombres, sino en el 7
independiente.
Y era este
sentido de relación entre todas las cosas, dada mediante el número en el caso
de Pitágoras, mediante el ápeiron en el caso de Anaximandro, o mediante el
Logos según Heráclito, el que le otorgaba sentido al concepto de physis, por lo
que esta no debe de ser confundida con la concepción moderna que tenemos de la
física. El interés fundamental, para los filósofos, era en verdad, lo que en
nuestro lenguaje común denominamos metafísica. El conocimiento y la observación
físicos que se hallaban subordinados al orden que el filosofo y su sistema le
otorgaba.
Es por lo que
Jaeger, hablando de la idea del Cosmos y de como esta fue descubierta por
Anaximandro, dice: “Este descubrimiento no podía haberse hecho en otra parte
que en lo profundo del alma humana. Nada hubiera sido posible hacer con tales
telescopios, observatorios o cualquier otro género de investigación
empírica” [9]
Platón como se
sabe postulo su teoría de las ideas, las Ideas platónicas, tienen si una
realidad ontológica externa, en el Topus uranus y el hombre
para perfeccionar su entendimiento tenía que ejercitar su noesis en
la matemática y en la astronomía, para volverse cada vez más receptivo de estas
Ideas.
Frente a esta
multiplicidad de sistemas, habría que añadirle el sistema de los representantes
de la tercera generación de sofistas como Calicles cuya doctrina es
desarrollada por Platón en su Georgias. Esta nueva generación,
habiendo dejado de lado la antigua piedad de sus anteriores maestros – como
Protágoras, que procuraba una ley humana como reflejo del orden divino, o mejor
dicho, en concordancia con la naturaleza, que para él era la suma de todo lo
divino – equiparaba al bien con lo que es agradable y placentero, y por esta
razón era inherente a la naturaleza del hombre y de su libertad, el “ser como
el hombre es en realidad”. Frente a este “ser real” del hombre, se levanta la
educación, la paideia que está encaminada a extraviar y
engañar sistemáticamente a las naturalezas fuertes y a mantener en pie el poder
de los débiles. La formación que comienza con la infancia tiene el mismo objeto
que el de la domesticación para con los animales salvajes[10]. Desde el punto de vista de un sofista
de tercera generación como Calicles – Georgias se sitúa como representante de
la primera generación de la sofistica y Polo como el que evoca los valores de
la segunda generación[11] – la filosofía y la educación tan
solo le podía de ser de utilidad para el hombre de Estado en su juventud y en
tanto y cuanto le procurara a este las herramientas necesarias de la retórica,
para poder envilecer al demos con sus discursos y así hacerles
rehenes de su voluntad.
Pero lo que cabe
resaltar aquí, es que esta sofistica plantea no solo una antropología, sino
también una ontología; lo único que existe es la materia, la phyisis como
ellos – los sofistas de la tercera generación – entendían que era la physis.
Su sistema era en este sentido parangonable a los antes citados, al de Tales,
Anexagoras, Empedocles, e incluso a los sistemas del mismo Platón y de
Aristóteles, tan solo con la diferencia de que estos primeros tres eran
esencialmente ontológicos y cosmológicos, dejando poco o nada de lugar a lo
humano o antropológico, a pesar conllevar una antropología implícita, ya que de
su ontología se desprendía una antropología.
Antes de Platón
quizás ningún otro como Heráclito estableció un sistema que comprendiera en
igual proporción tanto lo humano como lo cósmico, el mismo era consciente de
esa aserción hecha por Platón en el Sofista, de esa multiplicidad de ruido, de
sistemas que pululaban sobre Grecia. Diría que si bien existe un Logos,
un principio ordenador de todas las cosas, al mencionar “Los hombres despiertos
no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su
mundo”, establecería dos tipos de humanos, aquel que “vive como en un sueño”,
en su propio sistema creado por su ego, en su propio mundo, y que por ende es
incapaz de volverse receptivo a ese principio ordenador universal, a ese Logos
como él lo llamaría y como otros pueblos de otras culturas le otorgaron el
nombre de Tao, Rita[12] o Wakan Tanka.
Los hombres receptivos a este orden que todo lo abarca y todo lo llena, viven
en una única realidad, y por ende, son los “hombres despiertos”.
Para llegar a
volverse receptivo es indispensable para Heráclito el autoconocimiento: “Me he
investigado a mi mismo”, y es preciso aquí establecer el gran abismo entre el
filosofo antiguo o el místico y el científico moderno.[13]
En el libro Vidas
y opiniones de los filósofos ilustres, de Diógenes Laercio, uno rápidamente
puede tomar nota de que muchos de ellos procuraban una vida contemplativa, de
ascetismo[14], justamente en aras de “ajustarse a la
realidad” y de volverse mas receptivos a la misma. En cambio, el científico
moderno procura la construcción y obtención de nuevos aparatos con mayor
alcance. No importa y resultaría ridículo dentro de la lógica de la ciencia
moderna el inquirir como vive o como es el científico, si es un fanático
apasionado o si toma drogas o si lleva una vida completamente disoluta e
inmoral.[15]
Es menester
preguntarse si el Oscuro de Éfeso se encontraba en el mundo del Logos o en el
de los sueños, o si su sistema no era otro sueño, como el de los demás, nos
preguntamos junto con Platón, de ¿“todo esto (que) es cierto (y que) no lo es?
Lo que podemos – por ahora, ya que volveremos sobre este asunto en las
conclusiones del presente escrito – claramente hacer notar es que el
hombre de los Hechos es también a su manera un filósofo, y su sistema se
encuentra dentro de esta multiplicidad de sistemas.
Cuando me refiero
a “hombre de los hechos” filosofo no hago referencia a un Marco Aurelio o a un
Asoka, en ellos la filosofía no era otra cosa que un abandono interno y una
esperanza de eludir a los Hechos poniéndose a merced del misticismo o de un
sistema filosófico o teórico de poca hendidura sobre la realidad. Justamente en
ellos la filosofía sirvió como un impedimento para que se convirtiesen en
verdaderos políticos de raza. [16]
Con políticos de
raza me refiero a figuras como las de Julio Cesar, Richellieu, Bismark o
Napoleón Bonaparte. En el caso del primero en su crónica sobre la Guerra
de las Galias, al observar la creencia de la metempsicosis de los celtas la
explicación que propuso era la de que esta creencia era “especialmente adecuada
para excitar el valor al suprimir el temor a la muerte”. Mircea Eliade comenta[17] que se trata de una interpretación
racionalista por parte del Cesar, es lógico notar – al repasar la vida de Cesar
– de que para él la religión e incluso la romana, estaban revestidas de un
carácter meramente utilitario e instrumental. Como pontifex maximus,
es decir, como jefe de la religión romana, no hacia otra cosa que manipular las
interpretaciones de los augurios en beneficio propio. De esto se infiere que la
ontología de Julio Cesar sea eminentemente realista y materialista.
Claramente no ha
dejado nada escrito al respecto de esto para que uno lo pueda asumir con plena
certeza, pero lo que queremos postular en este escrito es que todos los hombres
llevan consigo una ontología implícita, una visión del mundo, de lo que es y de
lo que no es, de lo que es bueno y de lo que es malo.
Hemos expuesto
(apelando al ejemplo de Pitágoras) de que el sistema de relaciones que
establece el filósofo para ver a la naturaleza y fundar su doctrina, muy a
menudo se encontraba dentro del filosofo y del sujeto que asumiera como
verdadero es sistema. En el caso de Pitágoras, todos los elementos del Cosmos
se interrelacionan por el número, su descubrimiento de que la altura de una
nota depende de la longitud de la cuerda que la produce y de que los intervalos
concordantes en la escala obedecen a simples relaciones numéricas (2:1, octava;
3:2, quinta; 4:3, cuarta, etc: fue la primera reducción con éxito de calidad a
cantidad, el primer paso hacia la cuantificación de la experiencia humana. Los
números eternos, que no pertenecen a la naturaleza, sino al reino de la mente,
podían curar el alma mediante la música y la contemplación extática de las
formas geométricas y las leyes matemáticas, de ahí que a nivel macro cósmico
Pitágoras creyese en el “intervalo musical” existente entre la Tierra y la Luna
que era de un tono, de la Luna a Mercurio, de un semitono; de Mercurio a Venus,
un semitono; de Venus al Sol, una tercera menor. Siendo la “escala pitagórica”
resultante de Do, Re, Mi bemol, Sol, La, Si bemol, Si, Re. Según la tradición,
tan solo el maestro gozaba del don de escuchar la música de las esferas.
Ahora bien, el
“yo” del narcotraficante también lo ordena todo acorde a los números, todos los
entes de la naturaleza se fijan acorde a un principio; el del dinero. Incluso
las piedras y el agua tienen un precio, de hecho, todos los hombres para el
también tienen un precio. Es fácil a veces ver como su “sistema filosófico”
fracasa ante a la realidad, – como ha fracasado el del pitagorismo – , cuando
el narcotraficante se encuentra frente a algo o a alguien que no tiene precio.
Esto al primer momento le puede dejar perplejo, porque como dice el dicho “el
ladrón piensa que todos son de su condición”.
Uno puede decir
que el sistema de Pitágoras es mucho mas hermoso y refinado que el de un
narcotraficante; “la moral (y añadiríamos nosotros, el criterio de lo que es
verdadero) tiene criterios estéticos” diría Nietzsche, a efectos de nuestra
exposición, ambos sistemas poseen un valor equivalente.
Ya hemos
establecido que el “hombre de los Hechos” es un filósofo a su manera, podemos
decir que cada hombre vive como en un sueño, reduciendo a su mundo circundante
bajo los estrechos parámetros de sus creencias, y todos tenemos creencias,
incluso el que dice que no las tiene una; la de justamente asumir que no tiene
creencia.
Lo que cabe
preguntarse es si no somos a veces victima de los sistemas o de los sueños de
otros. Se ha dicho que podemos estar viviendo en el “Sueño de Dios” pero nadie
se ha preguntado si no vivimos o no hemos estado viviendo en el “Sueño de
otro”. Hemos dicho que el Cesar manipulaba la religión a beneficio propio, ya
Platón en el libro III de la República establece que es
necesaria una “noble mentira” (gennaion pseudos), necesaria según él
para mantener el orden y la cohesión social de su polis ideal.
LOS MUNDOS DE PHILIP K. DICK
Justamente al considerar que cada ser humano es un filosofo, que cada humano lleva implícito consigo
un sistema metafísico detrás de si, y que todos en buena medida, no son
conscientes de que poseen un sistema metafísico que llevan consigo. Podemos
decir que los filósofos mas brillantes de Estados Unidos no fueron los
filósofos stricto sensu, sino mas bien los artistas, cineastas,
literatos y religiosos.
Tenemos por
ejemplo el caso de la película de John Carpenter In the Mouth of
Madness (Filmada como tributo a la obra de H.P. Lovecraft); Sutter
Cane, un afamado novelista que vive encerrado en una Iglesia de estilo
neobizantino, comienza a publicar su obra escrita mediante la prestigiosa
editorial Arcane Publishing, los primeros cuatro fueron un éxito masivo de
ventas, con la salida del quinto, la fascinación por el mundo planteado en sus
ficciones por Cane ya era tan grande que sus lectores – cada vez más numerosos
– comenzaron a confundir la realidad con la ficción; dándose así un aumento
exponencial de internados psiquiátricos, simplemente la gente que leía sus
libros quedaba atrapado en su mundo y ya no era capaz de distinguir las luces
de la sombra. Es evidente que Sutter Cane ejercía un influjo “coránico” sobre
sus lectores, que viviese en una Iglesia no es en absoluto casualidad, como
todo mago poseía una influencia hipnótica sobre quienes lo leían.
Antes de Mahoma, en la península Arábiga confluían
cristianos, nestorianos, judíos, y animistas de la zona, después de Mahoma sus
seguidores, quedaron atrapados en su sueño; el mundo dentro de sus mentes quedo
dividido en dos, las naciones que vivían fuera del islam (Dar al-Harb) y las
naciones del islam (Dar al-Islam). En la historia contemporánea tenemos
registro de otros “magos” – al decir del p. Serafín Rose en su
obra Nihilismo – como Hitler o Lenin. Lo que es de destacar en
cuanto a la trama de la película, es que, ante la espera del séptimo y último
libro de Sutter Cane, los hechos y el ulterior desarrollo de la película esta
escrito en el contenido de la séptima novela, aun por publicarse.
Y es aquí como Sutter Cane, como creador de un “sueño
colectivo” se erige como una suerte de dios. Abdelmajid Charfi (n. 1942)
mencionaría sobre el Al-Muqaddima (Introducción a la historia
universal) escrito por padre de la sociología, de Ibn Jaldun (donde establece
leyes de la dinámica social, del nacimiento y el declive de las sociedades, de
la diferencias inherentes entre las poblaciones de las ciudades y las rurales,
etc.), que este prestigioso filosofo tan solo “pone un paréntesis a Dios”[18], es decir, puso con su obra un
paréntesis a la historia del Plan Divino descripta por Mahoma en el Corán y sus
antecesores; todo lo que pase o deje de pasar dentro de la “narrativa” del
desarrollo de la civilización humana ya se haya escrito por el “hierofante” –
manifestador de lo Divino y en este caso, de cual es y cual no es la voluntad
de Dios y de su providencia – Mahoma.
Aquí surgen dos ideas motoras en la obra de Dick que
atraviesan toda su obra; la de “vivir en el sueño de otro” y la idea de vivir o
ser un autómata de un “relato” (político, religioso, o científico) creado por
algún gobierno para envolver la voluntad de las personas.
La segunda idea es muy similar a la expuesta por Cesar o
Platón; darles a las gentes una esperanza en el otro mundo para que vayan a la
guerra mediante una “noble mentira”. En la historia moderna tenemos ejemplos de
sobra, Dick había quedado muy impresionado al leer el libro de Hannah
Arendt El Totalitarismo, “según la cual el objetivo principal de un Estado totalitario consiste en
desconectar a la gente de la realidad, en hacerla vivir en un mundo ficticio.
Los regímenes totalitarios han dado forma a la quimera de la creación de un
universo paralelo”[19]. Para lograr esto, los revolucionarios,
sean islámicos, nazis, comunistas, liberales, protestantes etc., juegan a ser
Dios, toman el poder, comienzan a reescribir la historia a su piacere,
en aras de justificar a su revolución y se produce la magia orwelliana: “quien
controla el pasado, controla el presente y quien controla el presente, controla
el futuro”, en este sentido Emmanuel Carrère comenta: “Un privilegio que santo Tomás negaba al
Todopoderoso y que san Pedro Damián le reconocía, a saber, el poder de
modificar el pasado, de hacer que lo que ha sido no haya existido nunca, algo
que los nazis y los bolcheviques se han arrogado al reescribir la historia y al
imponer sus respectivas versiones apócrifas.”[20]
Pero la
revolución no puede vivir del pasado, es un dios que tiene que seguir
alimentándose, quienes viven en su narrativa tienen que sentirse como
coparticipes del plan de Dios, como instrumentos divinos, de ahí la
diferenciación gnóstica entre luz y oscuridad, pueblo de dios y pueblo del
diablo, arios y judíos, Dar al-Harb y Dar al-Islam.
El éxito de esta segunda idea se cifra en que el hombre – y
mas aun el hombre moderno – es un carente, necesita de certezas, de poder decir
“esto es bueno”, “esto es malo”, “yo soy el bien”, “aquellos son el mal”, “yo
estoy en la Verdad”, “aquellos son los hijos del error”, el éxito cada vez más
acentuado de los sistemas totalitarios en el mundo moderno reside en la cada
vez menor capacidad introspección y de autoconocimiento de los hombres;
necesitan un sistema que “acalle sus conciencias” – al decir de Dostoviesky
en El Gran Inquisidor –, que los embriague y les nuble la
razón; al hombre contemporáneo le resulta muy doloroso y fatigoso adentrarse a
las profundidades de su Ser – este es el carácter verdaderamente solipsista del
Islam, del nazismo, del protestantismo del comunismo y el liberalismo –, ellos
simplemente quieren la pastilla azul que los haga situarse
junto al coro de los ángeles que cumplen con la voluntad de Dios y esta es la
principal diferencia con la otra idea que Dick manejo con maestría en sus
obras, la idea de vivir en “el sueño de otro”.
Dick en sus años de juventud llego a ella luego de hacerse
amigo de uno de los dos agentes del FBI – de nombre George Scruggs – que lo
visitaban a él periódicamente dadas las sospechas que habían recaído sobre su
esposa Kleo de ser supuestamente de filiación comunista y que habían alarmado a
los servicios de inteligencia internos.
En una de sus charlas sobre este asunto Dick le comenta a su
amigo del FBI: “Es cierto que Kleo
asiste a las manifestaciones, repite consignas de izquierdas y firma
peticiones. Pero esto nos demuestra sólo una cosa, y usted lo sabe mejor que
yo: que Kleo no es comunista. Si lo fuera, tendría más cuidado.”
A lo que Scruggs
responde: “Si todos razonaran como usted, todo el mundo en este país sería
peligroso... (…) estamos obligados a basarnos en indicios, en lo que la gente
hace. De lo contrario, ¿cómo saber lo que les pasa por la cabeza? (…) —Vamos...
Con ese criterio, Nixon es un rojo.”[21]
Volvemos al tema
que tanto inquietaba a Platón, al de la apariencia la de aparentar (justicia en
su caso) y la de ser (justo). Esta charla con su amigo Scruggs le sirvió a Dick
como inspiración para escribir su primera gran novela, Ojo en el cielo,
su motivo principal era justamente el de entrar en el verdadero Ser de las
personas, en las verdaderas convicciones que están más allá de sus apariencias
o de lo que ellos dicen ser de si mismos. En este sentido esta primera idea –
la de vivir en el “sueño de otro” tiene un objetivo directamente opuestos a la
de la segunda; mientras la primera busca inquirir sobre que es lo que esta
pasando adentro de las mentes de las personas, de incluso conocerlas mas de lo
que ellos se conocen a si mismas, la segunda idea – llevada a cabo a lo largo
de nuestra historia humana – posee un fin completamente opuesto, el de sellar a
las personas cualquier camino para que se puedan encontrar con sus propias
sombras y oscuridades, el de obliterar cualquier forma de autodescubrimiento.
En Ojo en
el Cielo la vida del
protagonista principal Jack Hamilton cambia súbitamente cuando tiene que
comparecer ante la plana mayor de la empresa en la que trabaja – dedicada a la
fabricación de misiles y cuyo único comprador es el gobierno de Estados Unidos
– por el supuesto activismo político de su esposa Masha[22], sospechada de ser una agente comunista.
Claramente las
inclinaciones a favor de la izquierda radical en plena Guerra Fría de parte de
alguno de los empleados o allegados a los mismos de una industria que fabricara
misiles para el gobierno norteamericano era motivo de alarma para los servicios
de inteligencia internos y suponía un peligro para la seguridad nacional.
El coronel
Edwards, del quien Hamilton era subalterno, le cita múltiples informes que
contenían el expediente que habían armado en base a el seguimiento que le
venían haciendo a su esposa durante años, junto con Edwards se encontraba un
amigo de Hamilton, McFyffe, quien era además supervisor de la empresa. Dick
nunca se caracterizo por las descripciones fisionómicas de sus personajes, pero
podemos suponer que el amigo de Hamilton, McFyffe, era el típico americano,
blanco, irlandés, anticomunista, protestante, un típico yuppie, muy
a gusto con el gobierno y con el estado de las cosas por así decirlo. Esta
caracterización nuestra es clave para comprender el final de nuestra exposición
sobre Ojo en el Cielo.
Luego de
anoticiársele que estaba fuera de la empresa, McFyffe lo consuela y acompaña a
Hamilton junto con su esposa Masha a ver la puesta en marcha de un colisionador
de partículas, el Bevatron del que Hamilton había estado trabajando con mucho
empeño. En la sala donde se encontraba el Bevatron, además de los tres, se
encontraban presentes Arthur Sylvester (veterano de guerra), Edith Pritchett,
Joan Reiss y su hijo, Erich Reiss. Estos personajes formaban parte de un grupo
de civiles, ajenos a la empresa, que habían ido a presenciar la puesta en
marcha del nuevo colisionador de partículas, acompañados por el guía Bill Laws,
afroamericano y científico como Hamilton.
Al encenderse el
Bevatron este explota, los presentes quedan inconscientes, y cuando despiertan
son llevados al Hospital, luego de recuperarse Hamilton regresa a su casa, y
mas pronto que tarde él y su esposa se dan cuenta que algo raro esta pasando.
El mundo en el que están es idéntico al que era antes del accidente, de hecho,
Hamilton planea ir a otra empresa en búsqueda de trabajo, cuando ingresa a la
sede de A.F.E. (Agencia para el Fomento de la Electrónica) su jefe Tillingford,
un viejo conocido de su padre, le da una calurosa bienvenida. Hamilton al darle
cuenta de su nueva situación como desempleado, le dice a Hamilton que él en su
compañía es bienvenido y a continuación pasa a comentarle sobre las principales
actividades de A.F.E; la creación de artefactos que permitan la comunicación de
la tierra con el Cielo, “La necesidad de mantener un abastecimiento permanente
de gracia pura e inalterable para los centros de población importantes”[23].
Antes de ir a la
empresa, Hamilton junto con su esposa y el científico Laws se dan cuenta que
decir maldiciones les caen pestes o eventos sobrenaturales se les presentan de
manera repentina, no tardan en determinar que están viviendo en el sueño de
Arthur Sylvester, – un mundo medieval hecho a su imagen y semejanza
– y que, en el mundo real, ellos en realidad siguen
inconscientes y tendidos en la sala del Bevatron.
Luego de matar a
Sylvester para escapar de su sueño, pasan a foja cero; se despiertan heridos
por la explosión, son llevados a un hospital, para darse cuenta que siguen
viviendo en el sueño de otro de los personajes; el de Joan Reiss, se trataba de
una señora bonachona, pero de la cual muchas cosas del mundo en el que vivía
anteriormente le desagradaban, en su sueño, lo que le desagrada lo termina
suprimiendo, lo primero que termina por eliminar en su mundo son a los gatos,
para terminar eliminando los aparatos de radio, el petróleo, el alcohol, el té,
el jarabe, el queso, la vegetación, las nubes, la arena, etc.[24], por lo que el mundo de Joan Reiss se
termina destruyendo.
Luego de morir y
de renacer varias veces más, llegan al último mundo. Este comienza, desde el
mismo punto de partida de siempre; todos despiertan heridos de la sala del
Bevatron, como en los sueños anteriores, no son al principio capaces de darse
cuenta de quien es el sueño en el que están viviendo.
En este último
mundo, la sociedad está organizada de manera autoritaria y militarizada,
enfocada en la segregación racial y en el supremacismo blanco por parte de los
gobernantes. Estos gobiernan en contubernio con los capitalistas y los
industriales, y se suscitan permanentes guerras civiles con los negros y
miembros de otras etnias, muchos suponen que se trata del sueño de la esposa de
Hamilton, Masha, pero para su asombro se dan cuenta que se trata del sueño de
McFyffe.
Al despertar de
la interminable cadena de sueños, ya llegados a la verdadera realidad, Hamilton
trata sin éxito de advertirle al coronel Edwards de que el verdadero infiltrado
comunista dentro de la empresa era McFyffe, claramente el argumento de haber estado
dentro de la cabeza y de los sueños de McFyffe no le resulto convincente.
La novela no solo
es notable por el hecho de que el Sueño sirve como motivo para develar la
verdadera naturaleza de las personas – se termina descubriendo quien era el
verdadero comunista –, sino también para que nosotros imaginemos como ven al
mundo el resto de las personas que nos rodean, como por ejemplo hay gente hoy
en día que se figuran la realidad de Estados Unidos tal cual la pintaba McFyffe
en su sueño.
Esta obra de Dick
estuvo muy inspirada por la idea – que él extrajo de un manual de
filosofía – del Idios kosmos de Heráclito, del
“mundo privado”, o “mundo propio” al que hacíamos alusión, contrapuesto al
mundo del Logos, al Koinos kosmos[25], el mundo común. Lo que es oportuno
remarcar también es que Dick juega con la idea de develamiento del verdadero
ser y de los verdaderos pensamientos de sus personajes; no solo se trata de una
proyección de como quieren que sea el mundo proyectado a
través de los sueños de los protagonistas, sino también de como ellos ven y
perciben el mundo real, ajeno a sus sueños. Antes de entrar al Bevatron, cuando
Laws le explica a los visitantes el poder de la máquina – “su energía es de
diez millones de voltios, o, como decimos nosotros de diez megavoltios”[26] – y la presenta como uno de los
últimos logros de la técnica y de las ciencias humanas, Arthur Sylvester
comenta “Me pregunto si los fabricantes de esta maquina espectacular se dan
cuenta de que uno cualquiera de los huracanes corrientes, creados por la mano
de Dios, excede en mucho el total de la potencia engendrada por el hombre,
incluida ésta y todas las demás máquinas construidas hasta la fecha”[27].
Al comenzar el
primer sueño, el de Arthur Sylvestre, Hamilton es picado por una abeja y en la
escena final de la novela, cuando los protagonistas ya vueltos a la realidad
deciden hacer un picnic, Hamilton es picado por un bicho. El ser picado o no
ser picado es un indicio de si uno esta o no viviendo en un sueño, como el caso
del rombo que aparece en la película Inception, en los viajes
astrales que se realizan en las sesiones de ayahuasca también se apelan a
ciertos elementos “ancla” que le hacen saber al viajero si esta en la realidad
o sigue viajando fuera de su cuerpo. Por lo que hace suponer que ellos seguían
viviendo en otro sueño, el de alguien más. Todavía no habían llegado al Koinos
kosmos real, al reino de la Verdad.
DIVISIÓN DE
LENGUAS
La pregunta que
cabe hacerse es si el mundo en común, nuestro Koinos kosmos, es
también un sueño. Podemos manejar dos tipos o niveles de “Sueños”, uno
individual o personal, el Idios kosmos, y otro que es colectivo,
el Koinos kosmos; se trata del “sueño dentro de un Sueño” postulado
por el daimio Hideyoshi.
Como hemos
señalado, a lo largo de la historia el hombre ha pretendido relacionar en su
mente – mediante creencias de todo tipo, desde las más simples hasta las más
teoréticas, como pueden ser los sistemas religiosos, filosóficos, ideológicos,
científicos, etc. – los entes que se le presentan.
Pero vale
analizar al Koinos kosmos desde una perspectiva mas profunda;
es evidente que el “mundo en común” del hombre de la antigua Grecia no es el
mismo Koinos kosmos que el del hombre moderno contemporáneo,
lo mismo se puede decir en la actualidad, no es el mismo Koinos kosmos del
de alguien que vive en la China actual que del de un africano, ni el de un
chino de la Dinastía Ming que del de un habitante de la República Popular China
actual; el hombre se haya atrapado frente a múltiples contingencias que lo
mantienen sujeto a las leyes del espacio y el tiempo en el que se sitúa.
Esto queda
magistralmente expuesto en el cuento de Jorge Luis Borges There are
more things, (escrito en homenaje a Lovecraft) cuando Borges menciona que:
“Para ver una cosa hay que comprenderla. El sillón presupone el cuerpo humano,
sus articulaciones y partes; las tijeras, el acto de cortar. ¿Qué decir de una
lámpara o de un vehículo? El salvaje no puede percibir la biblia del misionero;
el pasajero no ve el mismo cordaje que los hombres de a bordo. Si viéramos
realmente el universo, tal vez lo entenderíamos.”
Aquí está
claramente el viejo apotegma de “Uno ve lo que conoce”; el personaje principal
de There are more things, al ver a una criatura misteriosa, trato
de comprehender ese ente deforme, identificándolo con varios animales que él si
conocía y podía ver.
Existe un relato
de la conquista del Imperio Español sobre los aztecas; en cierta ocasión un
jinete se hallaba cabalgado cuando un indio lo observo y se apresto a
emboscarlo, cuando se revelo del lugar en el que se mantenía oculto, ataco al
jinete atacando primero al caballo con una lanza. El indio, pensó que matando
al caballo también había matado al jinete, sus ojos no podían distinguir una
división entre los dos. Pensaba que eran un único animal; al matar al caballo
el jinete callo bruscamente del mismo, pero para sorpresa del azteca este se
levantó zaherido y el indio estupefacto se mantuvo indemne, como esperando la
muerte por parte del jinete; como si este fuese un nuevo animal que nacía de la
muerte del caballo que montaba.
Antonio Pigafetta
noble italiano y tripulante de la expedición de Magallanes, comenta en su Primer
viaje alrededor del mundo sobre los indios que veían las carabelas y
las lanchas que salían de ellas: “Al principio, pensaban que las lanchas fuesen
hijas de las carabelas, e incluso que éstas las parían en el momento en que se
soltaban por la borda sobre el mar; y, observándolas más tarde a su costado,
según es uso, creían que cada carabela las amamantaba.”[28]
Así también
nosotros que vemos estrellas muy distantes sobre el firmamento, el romano veía
una bóveda oscura sobre la noche, y las estrellas, eran simplemente orificios o
pequeños huecos donde pasaba la luz del cielo. Claudio Eliano[29] observa que las tropas de Alejandro
Magno, al irrumpir sobre la India, dieron a parar con unos monos que los
soldados confundieron con humanos. En el famoso Zoológico de Moctezuma, los
aztecas consideraban a los humanos que nacían con malformaciones (jorobados,
enanos, gentes con malformaciones, por ejemplo), dentro del género de los
animales y no de los humanos[30].
La pintura en la
Grecia Antigua utilizaba el amarillo, rojo el negro y el blanco, pero colores
como el azul están prácticamente ausentes en todas sus representaciones
pictográficas, lo que hizo suponer a varios materialistas que los hombres de la
antigüedad adolecían de alguna variante del daltonismo que no los hacia capaces
de ver los demás colores.[31]
Hay muchas cosas
que nosotros “podemos ver” y quizás los antiguos no podían ver, pero también
los antiguos podían ver cosas que nosotros ya no somos capaces.
Los perros, por
ejemplo, con total probabilidad pueden ver entidades o ser más receptivas a
estas que nosotros, Dennis Wheatley en El Talisman de Set, dice:
“Los perros son criaturas simples y bondadosas, pero sumamente psíquicas, las
vibraciones en un lugar donde se está practicando Magia Negra podría volverlos
locos”[32]. Y en ese sentido, si ellos son capaces
de ver cosas que nosotros no podemos, idea de la cual también se hace eco
Philip K Dick, en su primer cuento publicado, Roog.[33]
UNA NUEVA TORRE DE BABEL: LA COSMOVISIÓN CIENTIFICA
“La mayoría de los hombres ya no creen en Dios. (…) Porque
Dios no les ofrece milagros para ganar su fe. (…) Nunca serán libres, porque
son débiles, corruptos, incapaces y ansiosos. Los hombres confían en la
autoridad, están cansados de esperar un milagro o enigma. La Ciencia es su
religión, no existe más explicación para ellos.” –T X-Files,
episodio Talita Cumi, número 24, temporada 3[34]
Producto de la “división de lenguas” que se dio después del
periodo de la Torre de Babel cada pueblo poseía su propio “arreglo mental de
entes”, con la eclosión del mundo moderno, una única visión de las cosas se
sobrepuso sobre el resto de las cosmovisiones preexistentes. El nuevo orden
burgués que nace con la modernidad hace del hombre “medida de todas las cosas”
y una cosmovisión con la cual fundar su dominio; La “Ciencia”[35] pasa a ocupar el lugar de la
cosmovisión del Novus ordo seclorum.
Comienza a edificarse una nueva Torre de Babel, un
único Koinos kosmos, sin que haya lugar a partir de entonces para
las diferentes cosmovisiones o volksgeist del resto de las
civilizaciones. La universalidad de la revolución científica contrasta con los
otros movimientos revolucionarios que surgieron en paralelo durante los siglos
XVI y XVII y con todas las revoluciones, sean políticas, filosóficas o religiosas
que han surgido a lo largo de todo el trayecto del mundo moderno.
Alfred North Whitehead diría en La ciencia y el
mundo moderno: “La ciencia moderna nació en Europa, pero su hogar es el
mundo. (…) Desde el nacimiento de un niño en un pesebre, no hay quizá suceso
tan grande que se haya realizado con tan poco ruido”[36] y más adelante hablaría de los
nuevos doce apóstoles del cientificismo: Francis Bacon, Harvey, Kepler,
Galileo, Descartes, Pascal, Huyghens, Boyle, Newton, Locke, Spinoza y Leibniz[37].
Frente a las contingencias que han mantenido sujeto a los
hombres a través de todas las edades, se erige el Método Científico, la lógica
del método científico es la siguiente: “Si funciona es Verdadero”. Es decir, se
parte de la observación de ciertos fenómenos del mundo material, se establece
una hipótesis, que es un “arreglo mental” donde el observador propone una
tentativa para explicar dichos fenómenos, se experimenta acorde a los
presupuestos del “arreglo mental” es decir, de la hipótesis, y esta experimentación
es la que verifica o no la sostenibilidad de la hipótesis.
La experimentación, es decir la puesta a prueba del “arreglo
mental” si se condice con dicho arreglo, es decir, si muestra que el “arreglo
mental” es verdadero, tiene que cumplir la condición ser llevada a cabo varias
veces y en todos los lugares a la vez, es decir, debe de cumplir con la
condición de repetición y reproducibilidad, estas se plantean por lo
general bajo condiciones
controladas o estandarizadas para minimizar la influencia de variables
externas.
Esto es una magia
que funciona más allá del espacio y del tiempo, que quiebra todas las
contingencias espacio-temporales que pueda tener el hombre.
Es cierto que han
surgido determinadas corrientes epistemológicas que plantean que la hipótesis
nunca llega a ser verdadera, Einstein dirá: “En nuestro empeño de concebir la
realidad, nos parecemos a alguien que tratara de descubrir el mecanismo
invisible de un reloj, del cual ve el movimiento de las agujas, oye el tic-tac,
pero no le es posible abrir la caja que lo contiene. Si se trata de una persona
ingeniosa e inteligente, podrá imaginar un mecanismo que sea capaz de producir
todos los efectos observados; pero nunca estará seguro de si su imagen es la
única que los pueda explicar, jamás podrá compararla con el mecanismo real”[38]
A efectos de
nuestro estudio podemos decir que el científico que opera bajo el paradigma
científico, aquel que hace “ciencia normal” – al decir de Thomas Kuhn –,
considera que su paradigma es la Verdad, y esto es porque el científico es un
filosofo sin saberlo, opera bajo la lógica del realismo materialista sin
apercibirse de que él ya ha elegido ese marco o estructura mental materialista
y realista, que es la que le da sentido a lo que hace y lo impulsa a seguir
investigando.
El científico
parte de la convicción implícita en su interior de que el mundo exterior existe
y no solo esto, sino que lo único que existe es la materia. Si bien la
revolución científica instituye un predominio de la razón, la adopción de esta
convicción ontológica por parte de quien hace “ciencia normal” es una decisión
a-racional, que está más allá de la razón, es una cuestión de fe.
El físico Stanley L. Jaki diría “La palabra fe [cursiva de
Jaki] se encuentra con frecuencia en los labios de los principales físicos al
momento de dar cuentas sobre la fuente primaria en la que se fundamentan sus
obras”[39]
Luego de quebrar
con el orden medieval, que ya para la Baja Edad Media era mantenido por la
fuerza por los señores feudales y el clero, en base a una férrea oposición
entre el vulgo y el clero, el Cosmos pasa a llamarse de una vez y
para siempre como Espacio, idea que va a la par con la del cálculo en base a la
matemática infinitesimal que se desarrollaba y a la mentalidad expansiva
o fáustica del hombre occidental. Jorge Luis Borges en
escrito La esfera de Pascal comentaría: “Para un hombre, para
Giordano Bruno, la rotura de las bóvedas estelares fue una liberación. (...)
con exultación, en 1584, todavía en la luz del Renacimiento; setenta años
después, no quedaba un reflejo de ese fervor y los hombres se sintieron
perdidos en el tiempo y en el espacio”.
A muchos – como Whitehead – no les place la idea de que
Bruno se situé dentro del “sanatorial cientificista” ya que la idea de la
infinitud del mundo, postulada por primera vez por él en el Renacimiento,
comenzó siendo una idea filosófica mas que científica, el problema es que el
Heliocentrismo de Copérnico también nació como una idea filosófica.
Copérnico con su
tratado Sobre las revoluciones de las orbes celestes, instituye el
heliocentrismo. Es una creencia común el pensar que el sistema se postuló en
aras de simplificar el antiguo y vetusto sistema ptolemaico a la hora de
explicar el movimiento de los planetas. El sistema ptolemaico que ya de origen
presentaba una gran complejidad – era una infernal maquinaria celeste compuesta
de epiciclos, ecuantes y deferentes – a lo largo de los siglos se había
complejizado aún más[40], Al explicarle a Alfonso X de Castilla
los astrónomos de su época este sistema, y dada ya la creciente complejidad que
había alcanzado para su época, este suspiro: “Si el Altísimo me hubiera
consultado antes de embarcarse en la Creación, le hubiese recomendado algo
mucho más sencillo”[41]
El modelo de
Ptolomeo, no pretendía ser “real”, como bien puntualiza Pierre Duhem la
astronomía de los griegos y el modelo de Ptolomeo era considerada por ellos
como una ficción, un modelo de artificios geométricos matemáticos – los
epiciclos, deferentes, ecuantes – el cual les era de utilidad a los astrónomos
de la época para predecir los movimientos de los planetas.
Copérnico le
arrogo a su modelo la potestad de ser real, pero este en sus inicios conservaba
una complejidad intrínseca similar a la del sistema ptolemaico. Comparando
ambos modelos, Copérnico al eliminar los ecuantes introdujo errores
significativos en las latitudes de los planetas, (sobre todo en el caso de
Marte) además de complejizar aun mas el movimiento aparente de Mercurio de lo
que ya estaba bajo la esfera del modelo ptolemaico.
Frente a estos
problemas antes mencionados inherentes al modelo de Copérnico el prof. José
Luis Huertas Diaz concluye: “quizás la mejor justificación de su modelo, la que
uso frente a si mismo, hay que encontrarla en la búsqueda de una alternativa
cuantitativamente más elegante, en la búsqueda de la belleza de su solución. En
el fondo, es en su profundo y convencido neoplatonismo el que esta en la raíz
de su trabajo”[42] [43]
Que Copérnico sea
un neoplatónico no debe de sorprendernos, la historia del desarrollo científico
esta plagada de ejemplos de cómo científicos llegaron a fundar sus postulados
en base a una fuerte intuición filosófica o religiosa, lo que hecha por tierra
la idea de que el “progreso científico” es una cadena ininterrumpida de logros
y avances regidos por las leyes de la lógica.
Lo que nos
interesa puntualizar es la ontología realista y materialista de los postulados
de Copérnico. Como mencionamos anteriormente el modelo ptolemaico era para los
astrónomos de carácter utilitario, “para salvar el fenómeno”, un modelo
ficcional, frente a esta concepción de los antiguos se levanto en un primer
momento la astronomía islámica. Pierre Duhem comenta. “[Los filósofos
mahometanos] esclavos de su imaginación trataron de tocar y de ver lo que los
pensadores griegos habían declarado ficticio y abstracto. Querían encontrar, en
esferas rígidas que giraban sobre la bóveda de los cielos, las excéntricas y
epiciclos que Ptolomeo y sus sucesores habían propuesto como artificios de
cálculo”[44]
El astrónomo
Thabit ibn-Qurra dio comienzo a ese empeño por “materializar” los movimientos
celestes, labor que “continúo dominando los esfuerzos científicos de los
pensadores musulmanes” a la saga le siguieron Ibn Al-Haitan (Alhacén), Averroes
y Al-Bitruji.[45]
Esto se debe
claramente al carácter poco sofisticado y ilusorio – como el descripto más
arriba, cuando expusimos sobre la narrativa de la película In the mouth
of madness – de los pueblos del desierto, el problema estriba en que
este afán materializante se filtró en Occidente, en específico en Averroísmo
medieval del cual la escuela de Padua era uno de sus principales centros,
Bruno, Copérnico y Galileo fueron en su época los últimos representantes de
dicho afán.
El pleno triunfo
de esta ontología materialista sobre los movimientos de las esferas celestes se
dio mucho después de Copérnico y de Galileo, con Newton y sus tres leyes de la
gravedad. Antes de eso les resultaba difícil de asumir a las gentes el modelo geodinámico
y heliocéntrico.
Para muchos la
introducción de la fuerza de atracción gravitatoria sobre todo el modelo
copernicano fue como volver a ver. Durante los mil años precedentes había
habido un “divorcio de la realidad” y ahora de la mano de Copérnico, Galileo y
Newton estábamos volviendo a ver la luz. La gravedad era la fuerza que lo
explicaba todo, por lo que muchos ya asumieron a fines del siglo XIX que la
Física era ya una ciencia completa, de la cual poco más se podía avanzar. Fue
tal el empuje de este afán materializante debido a la fuerza de gravedad, que
esta paso a ser considerada por la ciencia dominante como el principal dogma
de fe. El movimiento del planeta Mercurio todavía no quedaba bien definido
en base a las fuerzas de atracción gravitatorias que ahora eran comprendidas
dentro del modelo copernicano, por lo que los astrónomos propusieron en 1859 un
planeta hipotético, llamado Vulcano, entre el Sol y Mercurio que seguramente
debería de existir pero que todavía no había sido descubierto.
Ya para 1915
Einstein establece un sistema – la teoría de la Relatividad – donde se
contemplaban correctamente todos los movimientos de los planetas del sistema
solar, incluido Mercurio. La Teoría de la Relatividad a su vez, para explicar
los movimientos celestes funciono hasta 1970, cuando la astrónoma Vera Rubin
realizo observaciones sobre la rotación de las galaxias espirales, que no
podían ser explicadas bajo los presupuestos relativistas ni mucho menos
contemplando simplemente la fuerza de atracción gravitatoria. Por lo que “la
Ciencia” inventa un nuevo planeta Vulcano; la materia oscura, para
explicar la masa faltante que ejerce una “fuerza invisible” sobre las estrellas
mas alejadas de las galaxias espirales.
Vemos que la
gravedad no lo explica todo, y no solo eso, hubo quienes – a lo largo del siglo
XX – se atrevieron a explicar la mecánica celeste contemplando la otra fuerza
de la cosmología[46]; el electromagnetismo.
El mundo
científico se vio estremecido cuando en 1947 Immanuil Velikovski público su
opúsculo Cosmos sin gravitación y en 1950 su best-seller Mundos
en Colisión, Velikovski de profesión psicoanalista buscaba dar en su último
libro una explicación racionalista a varios eventos milagrosos – como el
acaecido en la batalla de Gabaón cuando el sol y la luna se detuvieron – que
figuran en el Antiguo Testamento. La piedad y el fervor religioso por el
judaísmo, además de su compromiso político con el sionismo (fue uno de los
fundadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y empleador de Einstein) fue
lo que lo llevo a postular sus teorías.
Manejaba la idea
de que durante en el intervalo de tiempo que va desde el Éxodo de Moisés a la
batalla de Gabaón – 42 años aproximadamente – Venus que para aquel entonces era
un planeta errante paso cerca de la orbita de la Tierra, lo que produjo grandes
cataclismos naturales que fueron registrados por todos los pueblos del orbe en
sus Anales. Esto supone que la “edad de Venus”, o por lo menos su colocación en
nuestro sistema solar data tan solo de hace 3700 años y no de millones ni de
miles de millones como maneja la cosmovisión fáustica occidental.
La santa
inquisición cientificista, liderada por Carl Sagan y Asimov lo defenestro, la
editorial Macmillan que hacía publicado en 1950 Mundos en Colisión,
enfrentó una intensa presión de la comunidad científica, muchos de ellos se
movilizaron para exigir que Macmillan dejara de publicar el libro. Los
astrónomos, en particular, amenazaron con boicotear los libros de texto de
ciencia que Macmillan también publicaba, lo que representaba una perdida
significativa en sus ingresos. Dada la presión, Macmillan decidió ceder, la
editorial retiró el libro de circulación y dejó de imprimir nuevas copias.
Lo cierto es que,
para fundamentar sus ideas, Velikovski sostuvo que los planetas incluida la
Tierra, estarían rodeados por campos magnéticos o cinturones de radiación.
Aunque no describió estos cinturones de manera precisa, la idea de que la
Tierra está rodeada por un campo de radiación fue confirmada a posteriori con
el descubrimiento de los cinturones de Van Allen en 1958. Además de postular
que Venus seguramente era un planeta extremadamente caliente – dado que era un
planeta “nuevo”, la superficie de Venus debería de ser caliente, ya que aún
conservaba gran parte del calor resultante de su formación –, creencia que
contravenía con los presupuestos de la época, que consideraban a Venus como un
planeta húmedo, de temperatura similar a la de la tierra.
Velikovski le
sugirió a Einstein que estudiara sus postulados y le pidió apoyo para continuar
con sus investigaciones, Einstein que en comienzo rechazo por completo sus
afirmaciones, pero darse a conocer en 1955 la detención de señales de radio
provenientes de Júpiter, Einstein completamente avergonzado cambió su postura
con respecto a la solicitud de Velikovski de investigar las ondas de radio.
Escribió una carta a su secretaria autorizando a Velikovski a realizar todos
los experimentos que deseara. Apenas 13 días después, encontraron a Einstein
muerto, abierto en su escritorio se encontraba un libro; Mundos en
Colisión[47].
Uno podría pensar
que también parte del éxito del sistema materialista científico se debe a que –
como expusimos más arriba cuando tratamos el método científico – el científico
plantea una hipótesis, y si estas no cuajan con la realidad, o se deben de mejorar
los cálculos, tomando en cuenta otras variables que el observador no contemplo
por primera vez, o se deben de modificar las hipótesis, o por lo menos se debe
reformularlas.
Esto es cierto,
pero hasta cierto punto ya que, como todo sistema filosófico fundado sobre la
infalibilidad de la razón humana, “La Ciencia” es una corriente de pensamiento
esencialmente egolátrica, que la ha llevado a postular pruebas ad
hoc – como el planeta Vulcano o la materia oscura[48] –, para ajustar la realidad a sus
paradigmas, al darle a elementos que no existen una entidad
ontológica. Esta es la gran diferencia con la ciencia de lo presocráticos,
cuyos esfuerzos se dirigían a purificar el alma y a suprimir el ego. Y esta
ceguera de gran parte de la comunidad científica se debe a que ellos operan con
bajo una filosofía (la realista-materialista) que han elegido de antemano, sin
apercibirse de ello, y creen en esta filosofía por fe; fe en que
existe un mundo exterior a su Yo y que lo único que existe es la materia.
Pese a que “La
Ciencia” se arrogue una falsa humildad basada en algunas posturas
epistemológicas como el falsacionismo. Vemos aquí como toda la cosmología
moderna esta fundada en una idea que comenzó como una intuición más filosófica
que racional – el sistema heliocéntrico – [49]y que está basada en algo – la fuerza de
gravedad – que creemos saber cómo funciona pero que no sabemos
lo que es, y que la misma comunidad científica ha actuado mas de una vez más
como una religión organizada que como a una “Sociedad Abierta” académica
receptiva al intercambio de ideas.
El científico
Bernadro Kastrup anota: “No han caído en la cuenta de que están suponiendo
cierta metafísica – a saber, el materialismo – sin haberle dedicado un solo
pensamiento. (…) Pongámoslo en contexto mediante una analogía: no se necesita
saber nada acerca de la arquitectura del ordenador o del software para jugar
bien e incluso ganar en un juego de ordenador; basta con mirar a un niño de
cinco años. Jugar en el ordenador sólo requiere la capacidad de entender y de
predecir como se comportan los elementos del juego en sus relaciones mutuas. Si
tu personaje dispara en esa diana, gana puntos; si toca ese muro, muere,
etcétera. No requiere comprensión alguna de la maquina y del código subyacentes
que permiten que funcione el juego. Puedes llegar a ser un campeón sin tener ni
idea de unidades centrales de procesamiento (CPU), memorias de acceso aleatorio
(RAM), conductores universales en la serie (USB) o cualquier otro elemento
esotérico de la ingeniería computacional que hace posible el juego. Toda
esta ingeniería trasciende a la «realidad» accesible empíricamente desde el
interior del juego [cursiva de Kastrup]. Sin embargo, el
método científico se limita a lo observado empírica y ordinariamente desde el
interior del «juego» de la realidad. El modelo científico requiere poca
o ninguna comprensión de la naturaleza subyacente a la realidad, exactamente de
la misma manera que un jugador necesita poca o ninguna comprensión de la
arquitectura subyacente al ordenador para ganar el juego. [cursiva de
Kastrup] Sólo requiere una comprensión de como los elementos del «juego», a los
que accede empíricamente desde el propio «juego» se desarrollan en relación
unos con otros.”[50] De ahí que el realismo materialista
solo contemple a los entes en relación con otros entes – mediante las leyes de
la gravedad, por ejemplo – y el problema del Vacío le resulte inextricable a la
ciencia moderna.
Las supuestas
leyes cosmológicas de este mundo son leyes que existen en las mentes
de las personas, son “arreglos mentales” de las mismas; en Ojo
en el Cielo de Philip K. Dick, cuando Hamilton y el científico
afroamericano Laws, estando dentro del sueño de Arthur Sylvester se encuentran
en un bar, Hamilton le pregunta a Laws: “¿Ha examinado la situación en las
últimas veinticuatro horas con el auxilio de la física avanzada?”[51] y Laws le contesta a Hamilton sobre
la puerilidad de hacerlo en el mundo medieval de Sylvester, “Venga conmigo [le
contesta Laws] Voy a enseñarle algo” y le muestra una expendedora de
chocolates, la comienzan a abrir y se dan cuenta que dentro de la maquina no
hay nada, uno coloca una moneda sobre la ranura y sale un chocolate, pero los
únicos chocolates que hay son los que se ven en la vitrina, no hay deposito
interno de chocolates en la máquina. Los chocolates surgen de la nada. Por lo
que Laws concluye “Esas máquinas funcionan sobre la base del principio
original. Distribución por milagro (…) Se termino la manipulación de engorrosas
materias primas. Se acabó el empleo de fuerzas laborales deprimidas. Ya no
habrá más fabricas ruidosas y sucias”[52].
Ellos tratan de
deducir que es lo que hace que el chocolate se materialice de la nada; un
proceso de fisión binaria, “regeneración” (apelando a un principio
electrónico). Pero en eso se quedan, en meras especulaciones de como funcionan
las leyes del mundo de Syilvester. Lo mismo ocurre en nuestro mundo con las
leyes de la naturaleza que el hombre cree conocer, pero no
sabe lo que son.
CONCLUSION[53]
A lo largo de
nuestra exposición hemos hablando de los dos sueños, uno individual, personal,
y otro colectivo, acorde a las distintas realidades que se fueron dando a lo
largo de toda la historia en los pueblos de la tierra; claramente el idilos
kosmos de un cortesano de un cortesano de la dinastía Ming no es el
mismo que el de un agricultor chino de la misma época; todos estos a su vez se
encontraban comprendidos a un nivel colectivo en otra ilusión. Arthur Koestler
menciono que los hombres medievales vivían en una suerte de “esquizofrenia
controlada”[54] al asumir el modelo ptolemaico.
Pero cabe la pregunta si es que nosotros no vivimos también en una suerte de
esquizofrenia controlada, sostenida por ciertos “creadores” de este idilos
kosmos colectivo, que mantienen con tenacidad la metafísica
materialista y realista que lo sostiene.
Es igual de
valido adoptar por fe cualquier sistema metafísico, es igual
de verdadero el idealismo que el materialismo realista, como es para nosotros
igual de verdadero el modelo copernicano en relación al ptolemaico o a otros
modelos planetarios que se desarrollaron en el pasado[55]. Tan solo tenemos que darnos cuenta que
estos sistemas son “arreglos mentales” que las personas las adoptan por
fe; el que uno u otro sistema se arrogue la potestad el verdadero ha sido
una de las grandes tragedias de nuestro mundo moderno.
Tampoco los
logros alcanzados por el realismo materialista pueden despreciarse. Esta
ontología fue la que llevo a Mendeleyev – por ejemplo – a postular una formula
totalizadora de toda la realidad; la tabla periódica de los elementos. Ahí hay
un “abecedario” de toda la materia del universo. El carbono y el oxígeno son
tan solo letras que componen el poema del universo; todo lo existente, o por lo
menos lo existente en nuestro plano, se encuentra sintetizado en esa fórmula de
la tabla periódica. Incluso los ángeles y los demonios, – si tomamos en cuenta
a las palabras de san Fausto de Leríns y san Ignacio Brianchianinov que
planteaban una cierta materialidad de los ángeles –, los planetas y los
exoplanetas, todo está comprendido dentro de la tabla periódica.
El problema,
vuelvo a repetir, es que una metafísica se arrogue la potestad de ser la Verdad
a costa de pisotear a las otras, y como toda Verdad, su afán totalizante
pretende explicarlo todo bajo la óptica de su sistema.
¿Cuál es la
Verdad entonces?; para responder a esta pregunta tenemos que mirar lejos, a la
época de los místicos – cercanos a los presocráticos –, estos hombres eran
poseedores de una sabiduría que aspiraba al Todo, adquirida por múltiples
fatigas y a lo largo de muchos años de edad; de ahí la alta estima que poseían
los ancianos en los pueblos premodernos.
Mencionamos
“lejos” no por situarlos en otra época, sino con la intención de situarlos
dentro de otro marco de conciencia al que los hombres de este siglo no
pueden llegar, quedando así como lejanos para los que todavía pueden hablar el
lenguaje de los pájaros. El Señor en sus profecías sobre los últimos tiempos
dijo “El corazón de muchos se enfriara”. Esta frase que como toda la Biblia
tiene varios niveles de interpretación, apelando al concepto de los “ojos del
corazón” podemos entenderla en el sentido de que se enfriara la capacidad de
ver más allá.
Eclipsado para
los ojos del hombre moderno ha quedado el mundo donde los sueños, los ángeles y
los demonios, intervienen en la historia. Carl Gustav Jung, comenta que durante
sus viajes en África, se entrevistó con el jefe laibon de una
tribu maasai en Kenia, este al ser interrogado por Jung, le
menciono que antes de la llegada del hombre blanco, los jefes de las tribus,
que, eran los más ancianos, tenían la capacidad de soñar y de interpretar los
sueños, con los cuales, según Jung “sabían si habría guerra, enfermedades, o si
iba a llover y adonde había que llevar el ganado”[56], tomando gracias a estos las decisiones
más importantes para su comunidad (el sueño en muchos casos se daba como una
ilusión pero en muchos otros como fuente de conocimiento; de gnosis),
pero a continuación, le comenta, con lágrimas en los ojos que: “desde que los
blancos están en África, nadie ha vuelto a tener sueños. Ya no se necesitaban
los sueños, pues ahora todo lo sabían los ingleses”[57].
Un hombre de
mentalidad moderna, bajo una óptica materialista y racionalista simplemente
interpretaría que, en realidad en todas las sociedades arcaicas, quienes
mandaban, como en este caso, los laibon, o en el caso de la antigua
civilización de Babilonia, la casta sacerdotal, en realidad, no era que
tuviesen sueños o hablasen con los dioses, sino que, al tener algún
conocimiento sobre la astronomía, podían predecir la crecida o decrecida de los
ríos y saber cuándo cosechar y cuando no cosechar; la llegada del hombre blanco
justamente había supuesto una universalización del conocimiento, que liberaba a
todos los miembros de la tribu de un ejército de sacerdotes demoníacos y de
tiranos fantasmales, que habrían maquinado fríamente mitos y dioses para
engañar y esclavizar al pueblo.
Nosotros, sin
embargo, queremos creer que ellos dejaron de soñar.
Ignacio Pérez
articulo publicado en la revista Las naves en Llamas el
mes de noviembre del año 2024
[1] En este sentido no podemos
no dejar de recordar las proféticas palabras de Alexis de Tocqueville en su Democracia
en América: “Si imagino con qué nuevos rasgos podría
el despotismo implantarse en el nuevo mundo, veo una inmensa multitud de
hombres parecidos y sin privilegios que los distingan incesantemente girando en
busca de pequeños y vulgares placeres, pero sin moverse de su sitio. Cada uno
de ellos, apartado de los demás, es ajeno al destino de los otros; sus hijos y
sus amigos forman para él toda la especie humana; por lo que respecta a sus
conciudadanos, están a su lado y no los ve; los toca y no los siente; no existe
sino en sí mismo y para él mismo, y si bien le queda la familia, se puede decir
que ya no tiene patria”. La democracia en América. pág. 887. Editorial Akal.
Madrid, España. 2007.
[2] La idea de postular que
“no hay Verdad” es un absurdo lógico, ya que al asumir como cierto el
presupuesto “No hay verdad” es el asumir justamente una verdad; la de que “no
hay verdad”
[3] Esta es la
clásica división de naturaleza e historia de Spengler, sobre la
base de esta división comenta Pitirim Sorokin: “fácilmente se puede reconocer en
esta división dualística de la existencia o mundo fenoménico una variación de
la dialéctica hegeliana: «la idea en sí» (el mundo como Historia) y «la idea en
su otro» (el mundo como Naturaleza); de la división de Rickert y Windelband de
las ciencias en ideográficas (históricas) y nomotéticas (ciencias naturales);
de la teoría de Bergson de la intuición y el intelecto” Pitirim Sorokin, Las
filosofías sociales de nuestra época en crisis. pág. 110. Editorial
Aguilar, Madrid, España. 1954.
[4] Platón. Diálogos II.
pág. 80. Editorial Gredos. Madrid, España. 1987.
[5] Simonides sostenía “lo que
parece supera en fuerza a la verdad”
[6] Esta idea
claramente es un reflejo de lo expuesto por Isocrates en Aeropagitico (VII),
donde en un celebre fragmento que paso a titularse Sobre la abundancia de
leyes menciona: “Porque
el gran número de leyes y su exactitud es señal de que esta ciudad está mal
gobernada. Al poner obstáculos a las faltas estamos obligados a establecer
muchas leyes. Es preciso que los buenos gobernantes no llenen los pórticos con
escritos, sino que establezcan la justicia en los espíritus. Porque las
ciudades se gobiernan bien no con decretos sino con costumbres, y quienes han
sido mal criados se atreverán a transgredir las leyes por bien redactadas que
estén.” Isocrates. Discursos II. pág. 62 y 63. Editorial Gredos. Madrid,
España. 1980.
[7] Warner
Jaeger. Paideia. Tomo I. pág. 9. Editorial de Ciencias Sociales.
La Habana, Cuba. 2010.
[8] Platón. Diálogos
V. pág. 403 y 404. Editorial
Gredos. Madrid, España. 1992.
[9] Ibidem, pág. 173.
[10] Warner
Jaeger. Paideia. Tomo II. pág. 163 y 164. Editorial de Ciencias
Sociales. La Habana, Cuba. 2010.
[11] No hay que confundir esta
segunda generación de sofistas con la Segunda Sofistica, corriente que
se desarrolló mucho después.
[12] No ha faltado el estudio filológico
que emparentara este término de la filosofía de la antigua India con la palabra
“regla” o “rule” en inglés.
[13] Por más que nos separen milenios de distancia a nosotros, hombres en permanente contacto con el mundo moderno, de los filósofos griegos, para saber distinguir bien esta gran diferencia, es preciso de nuestra parte tratar de aproximarnos a la idea de lo que ellos llamaban Logos, y esta aproximación no solo debe de ser intelectiva o racional, sino también espiritual; desde que nacemos estamos expuestos a una lógica – heredada de la escolástica – de dividir todas las áreas de la conformación del humano en compartimentos estancos, de ahí que sea una idea eminentemente moderna la de dividir al hombre creador de lo que este ha creado, del artífice del artefacto que ha creado. Ya el mismo Jaeger nos advierte de que creaciones tan teoréticas como la misma Lógica, solo el espíritu griego pudo crearlas, y esta advertencia no es baladí, ya que tendemos a creer que la Lógica, dada su múltiple aplicación en muchas actividades de la vida humana moderna (la programación por ejemplo, que maneja conceptos postulados por primera vez por Aristóteles en su Órganon) es una creación meta-histórica, que esta más allá de las contingencias materiales y espirituales que fue creada, que no lleva impresa la misma Lógica, por pertenecer a una suerte de “Mundo de las ideas moderno” nada del espíritu de los antiguos griegos.
Esto ya fue advertido por otros hombres, pertenecientes a realidades y a corrientes filosóficas muy diversas entre si, como Ernesto Sabato, Gottfried Herder o el mismo Oswald Spengler.
Tomando
en cuenta esto, es menester mencionar que esta es la razón por la cual las
toneladas de “Historias de la Filosofía” que hoy se venden en la actualidad
adolecen de una grave falta tan solo al analizar la producción escrita de los
filósofos, dislocando al creador de lo creado.
[14] Diógenes Laercio sobre Heráclito
dirá: “Y al final volviéndose misántropo y apartándose a los montes, allí
vivía, alimentándose de hierbas y verduras” Diógenes Laercio. Vidas y
opiniones de los filósofos ilustres. trad. Garcia Gual. pág. 458. Alianza
Editorial. 2007. Madrid, España.
Sobre
Parménides: “Parménides era de linaje ilustre y rico, y se volvió a la
serenidad (de la vida teorética) por la influencia de Aminias, no por la de
Jenófanes.” Ibidem pagina 466. Sobre Pitágoras por ejemplo, había establecido
un sistema de ascetismo.
El
monje dominico Jacobo de Cessolis (c. 1250 – c. 1322) sobre Platón mencionaría:
“Dicen que el filosofo Platón, que dejo sus tierras y ricas fincas, y eligió
como lugar propio para el estudio o Academia una alquería lejos de la ciudad,
en un paraje no solo desierto, sino pestilencial, para que la enfermedad
quebrantara su ímpetu y encendidos deseos”. Jacobo de Cessolis. El juego del
ajedrez o dechado de fortuna. pág. 67. Ed. Siruela. Madrid, España. 1991
[15]
La frase “La Verdad esta adentro de uno”; si bien no existe registro de que
alguno de los filósofos de la antigüedad la haya pronunciado, ellos llegaron a
operar bajo la lógica de esta frase con el “conócete a ti mismo” ya que al
tener en cuenta que el Logos se manifestaba sobre el Cosmos en diferentes
niveles, en el macrocosmos; la naturaleza, en la polis, mediante las
leyes y a nivel microcósmico, en el cuerpo humano, se podía llegar a una regla
universal del Todo mediante la introspección y el autoconocimiento del propio
Yo.
[16]
La época moderna nos da claros ejemplos de esto; en los albores de la
independencia de Hispanoamérica, cuando Buenos Aires estableció una Junta de
gobierno autónoma (como espejo de las juntas que se establecían en la Península
contra la ocupación napoleónica), sus miembros más revolucionarios, los del
partido jacobino – quienes bajo la egida de Moreno se aprestaron a traducir al
castellano el Contrato Social de Rousseau –, decidieron llevar el teatro
de operaciones en contra de los realistas hacia el Alto Perú, la actual
Bolivia. Uno de los miembros más connotados de este partido, Juan José
Castelli, luego de vencer sobre los realistas en Suipacha, el 25 de Mayo de
1811 pronuncia un celebre discurso, conocido como la “Proclama de Tiahuanaco”,
donde les proclamo a los indígenas derechos sociales, reconociéndolos como
hombres libres e iguales en procura de abolir “los abusos
e imposiciones que pesaban sobre ellos en nombre de la Corona y
de la religión católica.”, quienes lo escucharon, una amplia multitud compuesta
por indios nativos y mestizos, pensaron de inmediato que estaba borracho. Ese
nulo contacto con la realidad más elemental de los pueblos nativos fue el que
precipito su retirada, luego de que sus huestes fueran derrotadas en Hanqui, en
junio del mismo año.
Mas de 100 años después, otro
“revolucionario” mas, vino a proponerle a los nativos otro paraíso de
abstracciones y elucubraciones; Ernesto Guevara. Propuso una Reforma Agraria
que ya había sido aplicada por las autoridades del MRN boliviano más de 10 años
antes, para ejecutar su teatro de operaciones en procura del poder, se basó en
la teoría del foco, que había sido elaborada por un comunista de café
parisense como Regis Debray, al que tuvo que expulsar por su cobardía y sus
vacilaciones poco después de arribar junto con Guevara a Bolivia para poner en
práctica su plan.
[17] Mircea Eliade. Historia
de las ideas y las creencias religiosas. Volumen II. pág. 186. Editorial
Paidos. Madrid, España. 2011
[18] Antonio Elorza. Los
errores de Dios. diario El País de España, 21/10/2006.
[19] Emmanuel Carrère. Yo
estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928 – 1982. pág. 49.
Ediciones Minotauro. Barcelona, España. 2002
[20] Ibidem, pág. 49
[21] Ibidem, pag 24.
[22]
Todas las novelas de Dick revisten un carácter confesional y están plagadas de
referencias de vivencias del mismo autor y de sus ideas, intuiciones y
pensamientos. Esta novela como vemos no escapa a este rasgo distintivo que une
a todas sus novelas, Masha claramente es un alter ego de su esposa Kleo.
[23] Philip K.
Dick. Ojo
en el cielo.
pág
20. Ed Hyspamérica. Madrid, España. 1985
[24]
Este mundo de Joan Reiss sirve para ejemplificar la inconsistencia de un
idealismo extremo y la postulación del idealismo moderado por parte de Bernardo
Kastrup. En ¿Por qué el materialismo es un embuste? Ed. Atalanta.
Girona, España. 2021. El científico neerlandés maneja la idea (como todo
idealista) de que la realidad consiste exclusivamente en la mente y sus
contenidos, pero postula un idealismo acorde a las leyes de la física, que nos
son inherentes a todos. “Cuando soñamos (…), ese universo soñado se siente muy
autónomo y fuera de nuestro control consciente (…) Así pues, no es tan difícil
imaginar que también [cursiva de Kastrup] es una parte de la mente [se
refiere al mundo externo] con la que no nos identificamos, y sobre la que no
parecemos tener ningún control, la que proyecta el llamado «mundo
externo». Y entonces tampoco es tan difícil concebir que los contenidos
de esta parte de la mente se despliegan de acuerdo con pautas y regularidades
estables” pág. 98 y 99.
[25] Emmanuel Carrère. Yo
estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928 – 1982. pag 25. Ediciones
Minotauro. Barcelona, España. 2002
[26] Philip K.
Dick. Ojo
en el cielo.
pág
20. Ed Hyspamerica. Madrid, España. 1985
[27] Ibidem
[28] Antonio Pigafetta. Primer
viaje alrededor del mundo. edición de Leoncio Cabrero. pág. 62. Editorial Historia 16. Madrid, España. 1985.
[29] Claudio Eliano. Historias
de los animales, Tomo II. pág. 295. Editorial Gredos. Madrid,
España. 1984.
[30] Incluso la ciencia moderna
considera a los taxones como ficciones, inclusive los árboles taxonómicos
basados en la genética.
[31] Nietzsche
en su obra Aurora, en el aforismo 426 titulado El daltonismo de los
pensadores discute esto.
[32] Dennis
Wheatley. Novelas
escogidas.
pág. 321. Editorial Aguilar. Madrid, España. 1962
[33] Recomendamos
encarecidamente el estudio Andanzas por los mundos circundantes de los animales y
los hombres de Jakob
von Uexküll (Ed. Cactus. Buenos Aires, Argentina. 2016) precursor de la psicología animal, quien acuño
el termino Um-welt; “Mundo circundante”.
[34] Dialogo que citamos se
trata de una readaptación a la pantalla chica del Dialogo del Gran
Inquisidor de Dostoievski
[35] Ya Madrid Casado nos
advierte del error de hablar de “La Ciencia” como si fuera “La Verdad” y asume
como correcto el hablar de “las ciencias” en plural. “No existe la Ciencia”; Carlos
Madrid Casado. Filosofía de la Cosmología. Hombres, teoremas y leyes
naturales. pág. 369 y siguientes. Editorial Pentalfa. Oviedo,
España. 2018
[36] Alfred North Whitehead. La
ciencia y el mundo moderno. págs. 14 y 15. ed. Losada. Buenos Aires, Argentina.
1949.
[37] Ibidem. pág. 56
[38] Albert Einstein &
Leopold Infeld; La Evolución de la Física. págs. 30
y 31. Editorial Salvat. Barcelona, España. 1986
[39] Pierre
Duhem; To save the phenomena; an essay on the idea of physical theory from
Plato to Galileo. pág. XVI. The
University of Chicago Press, Estados Unidos, 1985
[40] Las observaciones
astronómicas más precisas con el tiempo revelaron que el modelo seguía siendo
insuficiente para explicar con exactitud los movimientos de los planetas. En
lugar de abandonar el esquema geocéntrico, los astrónomos trataron de ajustar
el modelo añadiendo capas de complejidad para mantener su coherencia con las
nuevas observaciones.
[41] Arthur
Koestler; Los sonámbulos. Tomo I. pág. 46. Editorial Salvat. Barcelona,
España. 1994.
[42] José Luis
Huertas Díaz. Copérnico. El Heliocentrismo. pág. 119. RBA Revistas –
National Geographic. España. 2017
[43] En su época
de estudiante, Copérnico entro en contacto con la sociedad neoplatónica Sodalitas
Vistulana, fundada por el humanista alemán Conrad Celtis (1459 – 1508), en
1489 un ejemplar de De sole et lumine de Marsilio Ficino (filosofo
neoplatónico) comenzó a circular por Cracovia. Según el prof. José Luis Huertas
Díaz: “Es posible que la lectura y la discusión de esta obra en la Sodalitas
Vistulana fueran el germen de la nueva visión cosmológica que se iría
gestando en Copérnico. Ficino, desde una perspectiva puramente filosófica,
consideraba al Sol ocupando el centro del cielo, en concordancia con las ideas
neoplatónicas. En la obra capital de Copérnico, De revolutionibus pueden
encontrarse párrafos que pudieran deberse a esta lectura temprana del autor
florentino.” Ibidem. pág. 46 y 47.
Mas
tarde, Copérnico ya radicado en Bolonia, paso cuatro años estudiando en la
universidad de dicha ciudad, bajo la supervisión de su maestro, Domenico María
Novara, profesor de Astronomía y Astrología, y neoplatónico también, cuya
influencia fue determinante en la vida de Copérnico, este ultimo fue su alumno,
para ser luego su discípulo y luego su colaborador.
[44]
Pierre Duhem; To save the phenomena, pág. 26. The University of Chicago Press, Estados
Unidos, 1985
[45] Los
astrónomos árabes, siguiendo a Ibn-Qurra y a Al-Hitan, al buscar que sus hipótesis
se correspondieran con los movimientos reales de los cuerpos duros o flexibles,
intentaron que los mismos se condigan con la física de los cuerpos y entes
sub-lunares. La física predominante en aquel entonces era la que provenía de Aristóteles
y su escuela, la de los físicos peripatéticos, por lo que hubo una tendencia
cada vez mas acentuada por parte de los astrónomos mahometanos de aceptar el
modelo astronómico de Aristóteles – postulado en su obra De Caelo – por
el de Ptolomeo, al que consideraban erróneo. Es por esto que Averroes en su Metaphysica
menciona lo siguiente: “Ptolomeo fue incapaz de sentar la astronomía sobre sus
verdaderos fundamentos. El epiciclo y la excéntrica son imposibles. Por lo
tanto, debemos dedicarnos a una nueva investigación sobre esa astronomía
genuina cuyos fundamentos son los principios de la física… En realidad, en
nuestros tiempos la astronomía es inexistente, lo que tenemos es algo que se
ajusta al cálculo, pero no concuerda con lo que es” Ibidem. pág. 31.
[46] La física
contempla 4 fuerzas elementales: La fuerza de gravedad, la electromagnética, la
fuerza fuerte y la fuerza débil, las dos primeras se corresponden a eventos
“macro” y las dos ultimas se corresponden a la física subatómica.
[47] Daniele Congiu. La
clave de Velikovsky. pág. 15. Editorial Boveda. Sevilla, España. 2016.
[48] En base a las nuevas
observaciones arrojadas por el telescopio James Webb, hoy por hoy otra creencia
eminentemente religiosa, la del Big Bang está en jaque, y ha salido a
reflote la vieja idea de la “luz cansada” (tired light) que quiebra por
completo con la cosmovisión fáustica de un universo inmenso.
El
profesor Madrid Casado discute sobre la posible no existencia de los agujeros
negros en Filosofía de la Cosmología. Hombres, teoremas y leyes naturales.
pág. 271 y siguientes. Editorial Pentalfa. Oviedo, España. 2018
[49] Técnicamente
hoy se considera como centro del sistema solar a un punto imaginario llamado
baricentro, muy cercano al Sol y del que el Sol a veces coincide en la misma
posición, pero no siempre.
[50] Bernardo Kastrup. ¿Por
qué el materialismo es un embuste?. pág. 27 y 28. Ed. Atalanta. Girona,
España. 2021.
[51] Philip K.
Dick. Ojo
en el cielo.
pág.
59 y siguientes. Ed Hyspamérica. Madrid, España. 1985 Página 59 y siguientes
[52] Ibidem
[53] En otro artículo nos
centraremos sobre si existe una Verdad o Logos rector de todos los entes, las
claves de la respuesta se encuentran contenidas en la primera parte de nuestra
exposición. Lo que nos interesa poner de relieve por ahora es lo que ya observó
el epistemólogo norteamericano F.S.C. Northrop en su obra El encuentro entre
Oriente y Occidente; una creciente neurosis enfrenta el hombre del mundo
moderno al no poder encontrar una teoría – un Logos – que logre unificar el
mundo de la física (ni siquiera este mundo esta unificado, ya que la Teoría de
la relatividad y la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica chocan
entre sí) con el mundo de lo espiritual y moral, lo que ha llevado a una
creciente anomia social.
[54] Arthur
Koestler; Los sonámbulos. Tomo I. pág. 49. Editorial Salvat. Barcelona,
España. 1994.
[55] Por
ejemplo, el de Kelallur Somanyahi (1444 – 1544), de la escuela de Kevala, en a
India, en donde en su tratado Aryabhatiya Bhasya desarrolló un sistema
de cálculo para un modelo planetario parcialmente heliocéntrico: según este
modelo, los planetas orbitan alrededor del Sol y este, a su vez, órbita
alrededor de la Tierra. Este sistema para la época era mucho más preciso que los
sistemas que a la postre desarrollarían Copérnico y Tycho Brahe.
[56] Carl Gustav Jung. Recuerdos,
sueños, pensamientos, pág. 351. Edición digital
[57] Ibidem
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