lunes, 14 de octubre de 2024

El Zar Nicolás II como figura arquetípica del Último Emperador Romano

 

Nota: El presente articulo se escribió con motivo de ser el Epilogo a una edición al idioma español de la obra del dr. Vladimir Moss; La restauración de la romanidad  

Introducción

 

En comunicación con el autor de esta obra, le manifestamos nuestro interés por colocar al final del libro una antología de los dichos y profecías más representativas de los Santos Padres y de también muchos autores, laicos y clérigos cristiano ortodoxos, que han escrito sobre la cuestión del katejon, del Anticristo y también del Último Emperador Romano, o último Zar, acerca de quien, algunas profecías establecen que aparecerá como “León de Judá” antes del Fin del Mundo, después de la “remoción del quien lo retiene” del katejon que nosotros ciframos en 1917, con el fin del Imperio Romano, es decir, del Imperio Ruso.

 

Dado que vivimos en un mundo donde el engaño, – cual siempre ha estado presente en la historia humana – se ha multiplicado de manera exponencial gracias al boom tecnológico, el mundo moderno y luego el mundo postmoderno en el que nos encontramos hoy, el cual tan solo representa una exacerbación de varios elementos del mundo moderno que venimos padeciendo desde los últimos cinco siglos, y la democracia. Le manifestamos también al autor nuestra preocupación de que esta antología dada sin más se preste para aumentar el engaño y la ilusión hoy en día tan presentes.

 

Como mencionábamos en el Prólogo de la presente obra y también como nuestro autor también expone en Dugin y el significado de la historia ortodoxa; un amplio repertorio de ejemplos a través de lo largo y ancho de la historia humana nos demuestran de cómo se han utilizado de manera indiscriminada varios elementos de las profecías y de la Escatología Cristiana para justificar los delirios místicos de diversos líderes mesiánicos, y que han sido instrumentales al afán expansionista de las diversas potencias que han surgido en el transcurso de los últimos siglos.

 

También notamos que la recopilación (realizada en base a las enseñanzas de la Iglesia que se han venido manifestando en los últimos 2000 años) contenida en los anexos de la presente obra que precede a este Epilogo, así como la publicación de este libro no solo pueda prestarse para un engaño en el aquí y el ahora, sino también a futuro, todo lo que hagamos tiene su eco en la eternidad, reza la frase de una película famosa, y nosotros que creemos realmente en un Fin de la Historia, no como el que postula el liberalismo o el comunismo, que como el historiador británico Christopher Dawson[1] bien menciona son ideologías bastardas que abrevan del espíritu del Cristianismo, sino como el fin de la noche de la presente vida, como el cumplimiento de las promesas dadas por Nuestro Señor Jesucristo a los mortales y con las esperanzas puestas en el otro mundo y no en este mejorado, gracias a la mano del transhumanismo o del salario básico universal para todas las personas del orbe[2].

 

Con la vista puesta sobre el Fin, y tomando en cuenta las palabras de Cristo profetizando sobre el fin de los Tiempos; “aun los elegidos serán engañados” (Marcos 13:22); hemos notado que la figura del Anticristo podría ser confundida por muchos, cuando se haga manifestó en la Historia, con la del Último Emperador Romano, si es que este llegase a manifestarse. 

 

Es por esto que consideramos como muy necesario colocar en el Epilogo este estudio introductorio que hemos dado a conocer como “precisiones necesarias” para precaver a los que lean este libro y estas profecías. La lectura e interpretación de las mismas tiene que realizarse con mucho escrúpulo, siempre también que aquel que las lea, debería consultar sobre las mismas a las jerarquías eclesiales pertinentes, pues estas también han sido puestas allí por Gracia y Voluntad Divina.

 

Todo aquel que se precie de ser reaccionario o antimoderno, debe de tomar en cuenta que la idea de la autonomía racional es algo que nace con la Modernidad y más precisamente con el Iluminismo; es la idea de que el individuo rompe las cadenas de la tutela de las jerarquías y comienza a aprender y a saber por su propia cuenta; el clásico Sapere aude (Atrévete a saber) de Kant que parte de una base muy ingenua y que es que no existe en él, el principio cristiano de naturaleza caída a la hora de considerar a la Razón humana; al clasificar como Heterónomo incluso al Derecho Natural o pre-moderno (el Derecho Romano o la Legislación Mosaica, por ejemplo), el paradigma que nace a partir del Iluminismo, sobre el cual se asientan nuestras modernas democracias, - como bien señala el Dr. Vladimir Moss en su análisis sobre la Democracia Liberal - parece ser ajeno al mundo del Ego, al de las pasiones, la envidia, la crueldad y al de las traiciones desgarradoras que hoy por hoy adquieren proporciones más que humanas.

 

Tenemos que procurar purificarnos de todo rastro de modernidad que nos contamina cada día; por eso es indispensable consultar siempre a alguien de jerarquía más elevada, pero también teniendo en cuenta que nosotros – si es que somos cristianos ortodoxos – somos parte también integra de esta misma jerarquía. Cualquiera que pueda objetar que otras religiones – como el Islam o el Judaísmo – tienen otra postura frente a la interpretación de los textos dados por la Revelación Divina; podremos decirle sin miedo a equivocarnos que estas religiones son parte del problema y no de la solución, una de ellas – el Islam[3] – fue precursora de la Revolución, y la otra representó y hoy representa un principio activo de la misma Revolución Permanente, cual es el espíritu que alienta y alimenta al mundo moderno.

 

Y también, vale remarcar, que este espíritu anti-jerarquico es la base de la Religión del Futuro de la que ha escrito el Hieromonje Serafín Rose en su obra maestra Ortodoxia y la Religión del Futuro.

 

No olvidemos también el origen de la palabra Jerarquía, que viene de Hiero-arquia; gobierno celestial, y sobre esto mucho ha escrito un discípulo del Apóstol Pablo, San Dionisio el Areopagita[4], estableciendo que la Jerarquía Eclesial es una Imagen Terrenal de la Jerarquía Divina; los nueve rangos que componen el orden celeste (compuesta en la primera triada; la más elevada, por querubines, serafines y tronos, la segunda intermedia por dominaciones, virtudes y tronos, y la tercera y más baja; ángeles, arcángeles y potencias) se corresponden (En su Sobre la jerarquía eclesiástica) a las nueve rangos jerárquicos de la Iglesia.

 

Sin ánimo de que esta contribución sirva para alimentar aún más la confusión reinante en estos tiempos que corren, esperamos que esta Introducción sea también de humilde ayuda para una comprensión correcta de esta selección de textos que presentaremos a continuación, y que pueda disipar todo rastro de engaño y error al que pueda ser expuesto el lector.

 

El sentido espiritual de la política

 

Mario Vargas Llosa en su libro El viaje a la ficción: El mundo de Juan Carlos Onetti, anota “los latinoamericanos acostumbran rechazar el mundo real y concreto y sustituirlo por espejismos y quimeras, distintas formas de irrealidad, desde las abstracciones y dogmas de la religión hasta las ideologías revolucionarias disfrazadas de leyes de la historia. América Latina ha sido tierra propicia para toda suerte de utopía sociales, y los redentores sociales mesiánicos tipo Fidel Castro, el Che Guevara, el Comandante Cero y, ahora, el Comandante Hugo Chávez, han encandilado más a los jóvenes y a las supuestas vanguardias políticas que los líderes y gobernantes democráticos, y pragmáticos y realistas que trataban de jugar el juego de la realidad (…) Todo lo que sea sueño, fantasía, apocalipsis, fuga hacia lo imaginario, ha prendido en América Latina con facilidad, y, viceversa, los empeños por enraizar las empresas políticas y sociales en la realidad, han fracasado”[5]

 

Al presente día en Argentina, por ejemplo; aparece una nueva figura, la de Javier Milei que hoy ocupa la primera plana en las noticias internacionales; con caracteres realmente mesiánicos, en su discurso de la apertura de las sesiones ordinarias ante el Congreso de la Nación Argentina, ha propuesto un “Pacto de Mayo” que consta de 10 puntos. Este “Pacto” está inspirado en los Diez Mandamientos que Dios le otorgo a Moisés[6]; los que adscriban a este Pacto, pasaran a conformar el “pueblo de Dios”, los “anti-casta” según sus propias palabras, y los que lo rechacen, serán aquellos que quieren aferrarse a sus antiguos privilegios.

 

Los primeros días serán duros, y muchos dudarán en regresar a la antigua Argentina de privilegios; la de una esclavitud confortable, pero Milei promete que luego de concretado 1/3 del viaje, (es decir, entre los primeros 10 a 15 años) se verán una “efusión de Maná”[7], y muchos ya podrán comenzar a gozar de los frutos de la libertad.

 

Los primeros días serán duros, y muchos dudarán en volver a la antigua argentina de privilegios; la de una esclavitud confortable, pero Milei promete que luego de concretado 1/3 del viaje, (es decir, entre los primeros 10 a 15 años) se verán una “efusión de mana”[8], y muchos ya podrán congraciarse con el fruto de la libertad.

Esto sirve para ejemplificar que este afán por confundir la fantasía con la realidad ha sido moneda corriente en América Latina y que nos persigue hasta el día de hoy. Basta mencionar que Fidel Castro en su momento en sus primeros discursos se untaba en sobre sus hombros algún tipo de compuesto que atraía a las palomas, lo que hacía que estas se posasen sobre sus hombros mientras hablaba (es necesario mencionar que la paloma además de ser un símbolo del Espíritu Santo es también un elemento muy importante de la santería, muy difundida en la isla), como si se inspirase del Espíritu Santo mientras hablaba[9].

 

De estos ejemplos que damos nos interesa aquí fijar nuestra atención sobre un hecho que a nadie le debe de pasar por desapercibido; semanas atrás el periodista Roberto Navarro uno de los esbirros de Cristina Kirchner menciono luego de tener una comunicación personal con la ex mandataria lo siguiente: “Cristina cree que Milei es hoy el político que mejor está haciendo las cosas en términos de técnica política, porque es el que más coraje tiene, porque es kirchnerista en su manera de obrar, es decir que siempre redobla la apuesta y nunca va para atrás” y al concluir Navarro menciona: “Dice [Cristina Kirchner que] ‘no hay que subestimarlo a este muchacho’ porque el año pasado entrabas a la Cámara de Diputados y había dos personitas allá en el fondo solitas que eran Milei y la vice (…) Cristina aborrece de sus ideas, pero lo ve como el mejor hoy”[10]

 

De esto se deduce que hay una simpatía de Cristina Kirchner por la figura de Javier Milei; la misma simpatía que León Degrelle manifestaba tener por Ernesto “Che” Guevara[11].

 

Esto no debe de sorprendernos en absoluto, múltiples organizaciones guerrilleras que en florecieron en la década de 1950 y 1960 bajo una ideología nacional-católica o extrema-derechista pasaron a engrosar las filas de la extrema izquierda en 1970 [12], Fidel Castro era amigo de Manuel Fraga; y esto es porque todos los revolucionarios del mundo son amigos.

 

No hace mucho se ha vuelto a publicar en nuestro idioma una novela satírica del sacerdote anglicano Edwin Abbot (1838-1926) llamada Planilandia, una novela de muchas dimensiones, todos los personajes de la novela son figuras de dos dimensiones, el protagonista principal y narrador es un cuadrado, el resto de los protagonistas son triángulos, círculos, rectángulos, todas figuras de 2D. Llega un momento que nuestro protagonista va hacia Linealandia, es decir, un territorio donde todos sus habitantes son figuras de una dimensión (1D), como puntos o líneas de distintos tamaños. Entonces, nuestro héroe intenta convencer al rey de Linealandia de que existe otro mundo, una Segunda Dimensión, y el rey no lo entiende; no puede ver más allá de puntos y líneas, de hecho, confunde a nuestro protagonista – que en la dimensión 2D era un cuadrado – con un punto; el aparato cognitivo del rey no estaba preparado para ver una figura de 2D, de hecho, todo su reino se conforma de una sola línea recta donde se distinguen líneas y puntos menores que conforman todos los habitantes de su reino; su realidad es lineal.

 

El “cuadrado” se encuentra también en una situación embarazosa cuando se le da a conocer un mundo de seres tridimensionales, de esferas y cubos; que él no puede entender bien; ve en las esferas círculos, y en los cubos ve cuadrados.

Esta pequeña novela satírica matemática que atrajo en su momento la atención de muchos matemáticos, sirve muy bien para ejemplificar a lo que me refiero en torno a la política. Los militantes actuales de Milei han repetido hasta el cansancio una frase que ha resonado en lo profundo de nuestro ser: No la ven. Los políticos de la vieja escuela, que piensan que todo se arregla con una valija de dinero y que todos los hombres tienen precio, se asemejan a los habitantes del mundo Unidimensional, los estudiantes de Ciencias Políticas, los famosos académicos o scholars que estudian la historia de las ideas y que todo lo analizan mediante un rasero meramente racional, pueden asemejarse a los habitantes de un mundo de dos dimensiones; ellos tampoco la ven; piensan que Cristina Kirchner tiene que estar en contra de Milei porque una es izquierdista y el otro es anarco-capitalista.

 

Las profecías justamente nos sirven para – al decir de O. Spengler – salir de la visión de la rana y alcanzar la visión del águila. Siguiendo la lógica de la novela, la visión de muchos se parece a la del mundo unidimensional y como mucho alcanzan la visión del mundo bi-dimensional ¿Por qué? Porque no son capaces de substraerse de sus limitaciones espacio-temporales, son incapaces de substraerse de su Ego, del relato que han aceptado para sí mismos sobre quiénes son y qué es lo que quieren; las vivencias de su vida, los dolores y los amores que han tenido los persiguen, porque son parte del relato sobre sus propias vidas que han adoptado para sí mismos. El Rey del mundo unidimensional solo podía ver líneas, algunas más largas y otras más cortas, y pese a todo, se consideraba un Rey que podía mirarlo todo; esto es para que nos demos cuenta lo estrecha que era su mirada, y lo estrecha que es la mirada de muchos hoy en día…

 

Adquirir una “visión tri-dimensional”, requiere una ascesis espiritual, un ejercicio de vaciamiento, de kenosis ya que la Revolución es un fenómeno espiritual, el orden ideológico o racional existe, pero considerar simplemente Adquirir una “visión tri-dimensional”, requiere una ascesis espiritual, un ejercicio de vaciamiento, de kenosis ya que la Revolución es un fenómeno espiritual, el orden ideológico o racional existe, pero considerar simplemente este orden sin tener en cuenta el espíritu que alienta a la Revolución; es, como escribió el Padre Kallinikos de Katounakia en el Monte Athos, quedarse adorando al sombrero en vez de a la cabeza del asunto.

 

 

Las herejías como signo de nuestra época

 

San Ignacio Branchaninov menciono en una ocasión: “Aprende a conocer el espíritu de la época, estúdialo, así, cada vez que sea necesario, serás capaz de evitar su influencia”. Todas las manifestaciones del quehacer humano – los movimientos religiosos, el arte, la política, los avances la técnica y en la ciencia, etc. – nos sirven de indicios para estudiar el “espíritu de la época”.

 

El padre Serafín Rose al tratar sobre la Religión del Futuro, que será la religión de los últimos tiempos, la religión del anticristo, centro su atención en muchas de las herejías y prácticas y fenómenos espirituales que se venían desarrollando por aquel entonces en Estados Unidos y hoy siguen su desarrollo, no solo para condenarlas sino también para estudiar este “espíritu de las época”; todas estas son manifestaciones parciales, que incluso parecen encontrarse muy distantes entre si – si aplicamos únicamente nuestro rasero racional – de un fenómeno que en el futuro va a ser único.

 

Sobre el tema a tratar, considero entonces indispensable estudiar la figura del santo Zar Nicolás II y su sistema, la Autocracia, él nos servirá como figura arquetipica del Último Emperador Romano ya que este era un servidor de Dios, como lo será el Último Emperador Romano, mientras que el Anticristo será un servidor de Satanás, así como lo son todos los herejes y los revolucionarios.

 

Por eso también es menester tomar en consideración dentro de este estudio los movimientos revolucionarios que derrocaron al Zar y a las herejías que se manifestaron en el último periodo del Imperio Ruso y que propiciaron al fenómeno revolucionario; un correcto entendimiento de estos nos ayudará mucho a la hora de entender lo que no será el Último Emperador Romano.

 

La Autocracia

El coronel cosaco Vladimir Shapkin, quién emigro a la Argentina en 1922 luego de haber combatido a los bolcheviques en la guerra civil rusa en su libro ¿Qué es Rusia? anota: “Para la conciencia del pueblo ruso, hay un solo Señor en el Cielo para quien todos en la Tierra son iguales. Y un solo Señor en la Tierra: el Zar, para quién todos sus súbditos, desde el dignatario más alto, al más humilde paisano, son asimismo iguales. El héroe más famoso de las sagas rusas, Ilya Muromets, hijo de campesinos, participó siempre en los célebres banquetes de San Vladimir. Los paladines de este Rey — el más querido de los rusos — son del origen más diverso: al lado del viejo aristócrata Dobrynia, se encuentran Ilya Muromets, el campesino y Alyosha Popovich, hijo de sacerdote.”

Este sentimiento de familiaridad frente a todos se explica según Shapkin por lo siguiente: “Para el pueblo ruso, en el Zar encarnaba el ideal supremo de la Nación. Era su padre común, impuesto por el Señor. Lo llamaban cariñosamente ‘Batushka’ Zar, esto es ‘Padrecito’ Zar. (…) La antigua historia rusa y moscovita, está tan íntimamente ligada a su monarquía, que no existe la menor posibilidad de considerarlos separadamente. El hecho de que una sola dinastía — la de Rurik — gobernara Rusia durante más de 750 años y que la segunda — la de los Romanov, por otra parte, también descendiente indirecta de Rurik — lo hiciera hasta nuestros días, convirtió al monarca ruso en algo naturalmente superior a todos y, al mismo tiempo, inseparable del Estado.”[14]

Estas palabras son bastante representativas de lo que era el sentir del hombre promedio en el Imperio Ruso; no se podía entender una vida sin Zar, asi como no se podía entender una vida sin Dios. No había una distancia espacio-temporal entre el muzhik ruso y el Zar así como tampoco la había entre el muzhik y Dios. Cristo y los apóstoles eran contemporáneos al hombre ruso, Dostoievski dirá “Dicen que el pueblo ruso no conoce el Evangelio. Esto es así. Pero a Cristo lo conoce. Y lo quiere con todo su corazón y está dispuesto a dar su vida por Él”, incluso sobre el fenómeno muy difundido de las peregrinaciones a Jerusalén por parte de los rusos, el historiador británico Orlando Figues menciona: “los rusos veían Tierra Santa como una extensión de su madre patria espiritual. La idea de la ‘Santa Rusia’ no estaba contenida dentro de las fronteras territoriales: era un imperio de los ortodoxos con santuarios en todas las tierras de la cristiandad oriental y con el Santo Sepulcro como iglesia madre.”[15]

Lo mismo se daba en el caso del Zar; si había rebeliones en contra del Imperio, como las hubo, no era en contra del Zar, sino a favor del mismo. Los rebeldes más famosos de la historia del Imperio Ruso como Pugachev o Stenka Razin usaron la imagen del Zar, o la presunción de que a este no se le informaba bien por parte de los círculos cortesanos que le rodeaban sobre lo la realidad de las vastas zonas del Imperio, para justificar sus propias rebeliones.

De hecho la creencia de que el Zar Alejandro I – el mismo que entro triunfante en Paris luego de haber derrotado a Napoleón y uno de los arquitectos del sistema de la Santa Alianza –  fingió su muerte en 1825 y paso el resto de su vida viviendo de incognito como un monje ermitaño en Siberia bajo el nombre de Fedor Kuzmich ayuda mucho a comprender esto que a simple vista nos puede parecer a nosotros difícil de entender; esta distancia pero a la ves cercanía y familiaridad que había entre el Zar y sus súbditos.

Y esto es porque la Autocracia no debe de ser confundida con lo que conocemos como Absolutismo; todos los creyentes del imperio, siendo el Autócrata el primero de ellos estaban sujetos a la “dictadura de la conciencia” que hablan Solonevich y Nicolás Kazansew en las paginas anteriores. Sobre esta analiza el antes mencionado coronel Shapkin: “En los países democráticos, se considera al autócrata como un tirano. Se supone que su gobierno consiste en la satisfacción de sus más absurdos caprichos, unida a un sistema de opresión sangrienta. No hay nada más erróneo. Los Zares de Moscú, autócratas durante muchas generaciones, fueron educados desde la cuna para ser regentes de su pueblo por designación Divina. De esta manera se iban acostumbrando a considerar los asuntos del Estado, como asuntos particulares suyos; el bien del pueblo era su propio bien. Además, los Zares moscovitas, profundamente religiosos, tenían tal sentido de su responsabilidad ante Dios, que consideraban su gestión gubernativa, como un servicio al Todopoderoso.

Mantenían un elevadísimo aprecio por su dignidad y ningún cálculo vulgar tenía, cabida en su mente. Al colocarse sobre las pasiones, su elevada posición natural, hizo de ellos, efectivamente, seres superiores.”[16]

Dos tipos de psicología

 

A)  La psicología del Zar Nicolás II

Tomando en cuenta estas últimas palabras del coronel Shapkin, Sergei Sazonov a la sazón ministro de Relaciones Exteriores del Imperio Ruso entre 1910 y 1916 diría sobre el santo Zar-Mártir Nicolás II: “Pasara lo que pasase en el alma del Zar, él nunca se alteraba en las relaciones de quienes lo rodeaban. Lo he visto cerca en minutos de gran zozobra, por la vida de su único, en quien se concentraba toda su ternura, y más allá de cierta parquedad y, de una todavía mayor mesura, nada en él hacía notar los sufrimientos que experimentaba. El poseía un extraordinario autocontrol, que a veces era malinterpretado como indiferencia frente a los destinos del país y las personas. Peor en realidad, Nicolás II reflexionaba mucho y muy profundamente sobre el futuro de Rusia y del gobierno, y hacía mucho para la Patria”[17]

 

En este sentido, este “colarse sobre las pasiones”, este “autocontrol”, que refieren los antemencionados autores, son debidos al carácter religioso y piadoso del Zar Nicolás y su esposa, la Zarina; esta religiosidad del Zar y la zarina no tenía un ápice del carácter emocional propio del pietismo y de la naturaleza devocional del cristianismo occidental; el embajador francés Maurice Paleologue menciono “Nicolás II rezaba con un fervor sagrado que le daba a su rostro pálido una expresión conmovedoramente mística”, el rostro pálido se genera en el misticismo ortodoxo por la concentración en la oración. La tradición espiritual ortodoxa reprueba el uso de imágenes mentales o de la utilización de la imaginación en la oración, la misma oración exige nepsis, es decir, un estado profundo de concentración y de vigilancia en la oración, pero también sobriedad, ya que se considera reprobable el hacer uso de imágenes devenidas de las palabras de la oración, y hacer una imagen de lo que la oración contiene; “Sed sobrios (νήψατε; nēpsate), y velad, porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8)

 

Justamente la imaginación es un producto del Ego; uno ve lo que quiere ver, y da paso al prelest o el engaño espiritual, del cual han advertido de manera incesante tantos místicos ortodoxos. Es el ego el que nos hace imaginar lugares en donde no estamos, donde queremos estar, tiempos que no vivimos, que queremos vivir, o a los que queremos regresar…

 

Justamente esto era lo que hacía que el Santo Zar-Mártir aceptara todo hecho y toda fatalidad como Providencia de Dios, de manera imperturbable; lo que pudo haber confundido a muchos al ver como reaccionaba frente a algunos episodios críticos a los cuales se veía expuesto su pequeño hijo, el Zariévich Alexei, cuando se desangraba por la grave enfermedad que padecía, la hemofilia.

 

En una ocasión, el emperador estaba hablando sobre los sufrimientos que le esperaban con su primer ministro en ese momento, Peter Arkadyevich Stolypin: “No es por nada – dijo –  que nací en el día de Job el Muy Sufrido”. Y en otras ocasiones, expresó: “Tengo más que un presentimiento de que estoy destinado a pruebas terribles y que no seré recompensado por ellas en esta tierra... Nada de lo que he emprendido tiene éxito para mí; no tengo éxitos. La voluntad del hombre es tan débil... Cuántas veces me he aplicado a mí mismo las palabras del santo Job: ‘Porque el temor que me espantaba me ha venido. Y me ha acontecido lo que yo temía.’”.

 

Después de haber rezado un poco antes de una decisión importante, el Emperador le dijo a Stolypin: “Quizás se necesite un sacrificio expiatorio para la salvación de Rusia. Seré ese sacrificio. ¡Que se haga la voluntad de Dios!”.[18]

 

Stolypin recordó más tarde: “Hizo esta declaración triunfante ante mí (…) [y al hacerla] Había una extraña mezcla en su voz, especialmente en su mirada, de decisión y humildad, al mismo tiempo inquebrantable y pasiva, confusa y bien definida; como si no estuviera expresando su propia voluntad, sino que más bien se inclinara ante algún poder externo: la majestuosidad de la Providencia”.[19]

 

El carácter ascético del Zar-Mártir fue el mismo que lo haría poco afecto a los bailes de la cortesía, la última fiesta de disfraces celebrada por su auspició fue la de 1903, baile programado para celebrar el 290 aniversario de la Dinastía Romanov, “los vinos caros y los platos sofisticados podían ser vistos en la mesa del zar solo en los días de recepciones y festejos oficiales”[20], el mobiliario que poseían en sus habitaciones el Zar y la Zarina era el de una familia de clase media de la Inglaterra de aquel tiempo; imagen que fue contraproducente a la propaganda bolchevique en su momento, cuando le abrió “al pueblo” las puertas del Palacio de Invierno; encontraron modestas habitaciones atiborradas de iconos, lo que era otra evidencia más del carácter piadoso de la Familia Imperial.

 

Algunos no solo confundirán este carácter piadoso del Zar con algo de frialdad, sino también que muchos, historiadores y contemporáneos al Zar mismo, han hablado de una supuesta debilidad o inclusive cobardía. Sobre esta basta hacer mención de la muerte del propio Stolypin, este gran reformador social, que mediante sus políticas agrarias estaba socavando los intereses de los grandes terratenientes, se granjeo rápidamente tanto la enemistad de la ultra-izquierda, como de la ultra-derecha, tan es así, que atentaron diez veces contra su vida, sin existo. En uno de los primeros atentados, el ataque perpetrado por bombas en casa fue tan grande que dio un saldo de 27 muertos y 32 heridos; la hija de Stolypin fue lanzada de la casa, víctima de la explosión, y quedo lisiada de por vida.

 

Un onceavo atentado sería el que definitivamente terminaría con su vida. El judío Dimitri Bogrov, quien era un doble agente, se había hecho miembro de los servicios de inteligencia zaristas, la Ojrana, y de esta manera, obtuvo un pase directo al teatro de Kiev donde se encontraba el Premier Stolypin viendo la representación del “Cuento del Zar Saltán”, el Zar, quien se encontraba presente en otro palco del teatro fue testigo de su asesinato. Sobre este suceso comenta Nicolás Kazansew: “Después de haber herido de muerte al premier, el terrorista Bogrov podía haber disparado a continuación contra el Zar. Sin embargo, el monarca se acercó al antepecho de su palco. Y se quedó allí, a la vista de todos, imperturbable, hasta que amainó el pánico de los presentes”[21]

 

Hechos como este – y tomando en cuenta los múltiples atentados que sufrieron todos los Zares rusos en los últimos 200 años; el padre del Zar Nicolás II, Alejandro III casi muere junto con toda su familia luego de que el tren que los trasportaba descarrilara producto de una bomba que habían colocado los terroristas. El mismo Alejandro III quien era un hombre corpulento y de gran fortaleza, contuvo con sus manos las placas de hierro del techo del tren que se derrumbaban para salvar a su familia, descomunal peso de estas placas, lo dejaría afectado de una grave enfermedad renal, que le ocasionaría la muerte años más tarde. El padre de este último, Alejandro II moriría, cuando el joven revolucionario Nikolái Rysakov, le arrojase una bomba mientras pasaba su carruaje. El tatarabuelo del último, el Zar Pablo I, quien iniciaría con la saga restauracionista de los últimos 6 zares, fue asesinado mientras dormía, al ser apuñalado múltiples veces, fruto de una conjura palaciega perpetrada por los masones. – todos estos hechos son los llevarían a decir al teórico monarquista Iván Solonevich: “el puesto ocupado por los zares rusos era el más peligroso del mundo”

 

B)  La psicología revolucionaria

“Las virtudes se forman con la oración. La oración preserva la templanza. La oración suprime la ira. La oración previene las emociones del orgullo y la envidia. La oración atrae al alma el Espíritu Santo y eleva al hombre al Cielo”

-       san Efrén el Sirio

Kazansew escribe en El Zar y la revolución: “En su libro ‘La dictadura de los impotentes’ Iván Solonevich hace un intento de explicar las acciones de las personas que actúan en la revolución y para la revolución apelando al complejo de inferioridad sexual. Y efectivamente entre los hacedores teóricos y prácticos de las revoluciones hay un porcentaje desproporcionado de histéricos, psicópatas e impotentes, biológicamente hablando. Si tomamos en serio a Freud, y especialmente a su discípulo y posterior rival Adler, también tenemos que tomar en serio su teoría de la ‘hipercompensación’, que en idioma cotidiano podría ser formulada de esta manera: ‘¿Ah, ustedes me desprecian? ¡Pues yo les voy a dar una lección!’. De este complejo nace el hombre dominado por una monomanía. Y el monómano puede ser una fuerza muy terrible. Lo fueron figura como Robespierre y Marat, Hitler y Lenin. Psicópatas en estado químicamente puro.” [22]

 

El espíritu revolucionario nace de un sentimiento de inferioridad para con el resto, que se origina principalmente en la juventud; esta es la razón por la cual, el futuro revolucionario busque destacar sobre el resto, dedicando su vida a una ideología o a un área del quehacer humano (que pueden ser las artes, la cultura, el quehacer académico, científico, etc.); convirtiéndose en un “monomano”, es decir, todo el Yo del revolucionario se encuentra centrado en torno a una idea, que es un ídolo mental o imaginativo, y se vuelve hiper-especialista de la misma, ya que esta Idea, cree él, le puede dar un estatus de superioridad sobre el resto, o peor aún, producto del auto-engaño, piensa que esta idea puede servir para ayudar a los demás; de aquí que un carácter típico del revolucionario es el de ser un advenedizo; es un hombre nuevo que entra a la política, que solo domina o cree dominar un tema nada más, desconociendo el resto de los temad, o teniendo una visión extremadamente simplista de los mismos.

 

Como mencionábamos al comienzo, estos revolucionarios literalmente no la ven, y en este sentido, incluso el mismo Milei es un arquetípico de esta monomanía, al ser él mismo un advenedizo, no viene de una tradición política, es decir, de una tradición gobernante, que sería lo único que podría darle un contrato inter-generacional con las experiencias políticas pasadas de sus ancestros; su única expertiz en materia económica, y muy a diferencia de un Autócrata, a la única experiencia histórico-política que puede acceder es a aquello que ha vivido en su propia vida, estando fuera de la política.

 

En este sentido también es notable lo que registra Julius Evola en su artículo sobre el libro Conversaciones de sobremesa con Hitler: “Si en los gustos y en sus apreciaciones relativas al mundo del arte Hitler no va más allá de los horizontes y la sensibilidad de un mediocre burgués wagnerizado, en todo lo que se refiere a la religión, a la Iglesia, a la idea monárquica y dinástica, así como a la nobleza tradicional, debemos decir que en tales conversaciones él desciende nada menos que a la brutalidad y a la vulgaridad de un proletario socialista. (…) Se sabe cómo han sido recurrentes las referencias de Hitler a la Providencia, de la cual él se sentía el ungido, el protegido y el ejecutor. Ahora bien, no se entiende qué cosa pueda ser tal Providencia, cuando Hitler por un lado, con trivialidad darwiniana, como ley suprema de la vida reconoce el derecho del más fuerte, cuando por el otro excluye como supersticiones cualquier intervención u orden sobrenatural y proclama ‘la impotencia del hombre ante la eterna ley de la naturaleza’, del mismo modo que el más chato y decadente cientificismo.”[23]

 

Estos son los monomanos, los hombres con la visión de rana. Ni que hablar de los revolucionarios más bajos, que podremos llamarlos, siguiendo nuestra línea argumentativa basada en la novela Planilandia; “revolucionarios unidimensionales”; al ser su realidad como una línea recta, su orden es unidimensional como el de las bestias, si uno estando con un perro sediento, le trae un balde de agua y le coloca veneno, el perro saldrá corriendo hacia el balde para saciarse al beber el agua envenenada; será incapaz de inteligir que se le ha colocado veneno al agua, estos últimos revolucionarios no están movidos por grandes ideales, sino por metas inmanentes, quieren ajustarse al proceso del nuevo orden revolucionario tan solo para alcanzar privilegios en un estatus confortable.

 

En su novela Agosto 1914 Solzhenitsin cuenta la historia de Román Zajárovich un hacendado que heredo todas las tierras de su familia y que a la hora de la primera guerra mundial logro sortearse el llamado a las armas por un arreglo con el jefe militar de la zona. En su vida anodina de estancia, fumaba, leía el periódico y poseía un mapa donde iba colocando conforme a las ultimas noticias del teatro de operaciones las banderitas de las zonas que iban ocupando las fuerzas beligerantes.

Gran parte de su riqueza en realidad se debía a la fortuna de su mujer, a la que estaba casado producto de un matrimonio arreglado. Sentía cierta simpatía por el socialismo y por la irreverencia de Gorki (quién era para aquel momento uno de los socialistas revolucionarios más representativos de Rusia) para con los empresarios, aquella sal de la tierra a la que Zarajovich miraba con tanta envidia.

 

Sus principales preocupaciones redundaban en su próximo viaje a Paris y en pasearse sobre Moscú con los últimos coches de lujo; este era el mundo unidimensional de Zarajovich, el próximo auto, la próxima playstation. En 1906 le llega a su estancia una carta: “Estimado Zajar Ferapóntovich: Deberá entregar cuarenta (¡y a otros cincuenta!), mil rublos en concepto de ayuda al trabajo revolucionario; de lo contrario su muerte será inmediata. Los comunistas terroristas”[24]. Pagó sin chistar con tal de seguir con su mundito…, viviendo en el ensueño, no se daba cuenta que 10 años después iba a ocurrir un verdadero “Domesday”; un día del Juicio Final, y que a él y a todos ellos – la clase burguesa parasitaria, cuya representación en su momento eran los kadetes de la Duma rusa y que tenía esa simpatía por el demonio ejemplificada en el caso de Zarájovich en su alta estima a Gorki  – la misma revolución luego de entronizada se los comería como Saturno comía a sus hijos; el Nuevo Orden les cortaría la cabeza y sus propiedades se les serian expropiadas…

 

C)  Contraposición entre dos tipos de psicología

Basándonos en el capítulo de Vladimir Moss El principio hereditario contrapondremos estos dos tipos de psicología.

 

Hemos dicho que el revolucionario poseía una mirada estrecha, una visión de la rana, mientras que Dr. Moss menciona en este mismo texto que: “El zar ruso estaba a cargo de todo y estaba obligado a conocerlo todo; por supuesto, en la medida de lo humanamente posible. Él era un ‘especialista’ en esa esfera que excluye toda especialización. Esta era una especialidad que estaba por encima de todas las especialidades del mundo y las abarcaba a todas. Es decir, el volumen general de erudición del monarca ruso abarcaba aquello que toda filosofía tiene en mente: la concentración en un punto de la suma total del conocimiento humano. Sin embargo, con esta cualificación colosal, el acrecentamiento de ‘la suma de conocimientos’ de los zares rusos se daba de manera continua y partía de la práctica viva del pasado y se constataba con la práctica viva del presente.”

 

Esta “constatación” ultima, –  debemos hacer énfasis en esto – se daba gracias al contacto inter-generacional con las experiencias de sus ancestros, también autócratas, al igual que él, lo que proporcionaba al Zar, una condición capaz de quebrar la barrera del tiempo.

 

Al contraponer este tipo de “constatación” basada en la experiencia de gobernar a través de los siglos, fundamentándose en el realismo político, con sus homólogos revolucionarios, el autor menciona: “Cierto, así es como se constata casi toda la filosofía, por ejemplo, con aquella de Robespierre, Lenin y Hitler, pero, afortunadamente para la humanidad, tal constatación se realiza con relativa rareza...”[26].

 

Claramente para el revolucionario la realidad se presenta problemática, ya se encuentra bajo la opresión de un ídolo mental, esto es, una ideología, que desea hacer encajar en la realidad, sea cual fuere el costo en vidas humanas que esta empresa suponga.

Apelando al complejo de inferioridad sexual del que hace mención Solonevich, en específico a los revolucionarios liberales (los de febrero), a los que él estaba aludiendo, aquel que se convierte en seguidor de la revolución, muy a menudo es un envilecido, un carente, una persona de naturaleza “lunar”; alguien que no tiene brillo propio, sino que depende del brillo de otros. Necesita de un gran dictador que fuese como una figura paternal o supliese a su padre, un Super-yo que le diga que es lo que está bien, y que es lo que está mal.

 

La figura cesarista del gran dictador, a su vez, parece aunar en su interior todos los anhelos y esperanzas, todos los vicios y virtudes del pueblo en el que aparece; cuando dictadores como Hitler o Mussolini llegaron a la escena pública, era debido en buena medida a que muchos de los alemanes e italianos en este caso se veían reflejados en sus figuras; Hitler sufría de una incipiente parálisis de las cuerdas vocales luego de que quedaran dañadas por haberse expuesto al gas mostaza en la Primera Guerra Mundial, lo que hacía que tuviese que forzar la voz para realizar sus discursos.

 

Esta dificultad era percibida por el auditorio, y era más notoria cuando Hitler hablaba en tono calmo; y justamente era esto lo que lo hacía atractivo; veían en él al soldado de la Primera Guerra Mundial, en su voz estaban reflejados sus penurias y sufrimientos, la humillación que debieron de soportar después de la Gran Guerra…

 

Es interesante notar que muy a menudo también estas figuras cesaristas son juveniles, como los actores de cine o los “rock-stars”, en cambio, sobre el monarca y más específicamente, sobre el Autócrata, el aristócrata austriaco Erik Von Kuehnelt-Leddihn en su obra Libertad e Igualdad dice: “La monarquía una institución patriarcal, cuyo fondo ideológico tiene carácter ‘familiar’. Como se desprende de la representación simbólica de reyes y emperadores, el monarca es más que nada un padre. En los naipes y en los libros infantiles, el rey es generalmente un hombre de edad madura, con barba, cuyo rostro expresa una mezcla de bondad, apacibilidad y ocasional severidad. Pero no parece presumido y desde luego no es ningún superhombre. (…) En acepción amplia, el padre es un hombre con plena responsabilidad respecto a sus hijos menores de edad, pero que más tarde ante sus hijos adultos ocupa todavía una posición que al menos exige respeto (…) en una monarquía cristiana de cuño tradicional, la relación entre el soberano y los súbditos es la que existe entre un padre de edad madura y su hijo adulto, no entre un padre joven y el niño”[27]

 

El complejo de inferioridad del revolucionario hace que este tenga que competir para preservar su estatus sobre los demás, lo que lo lleva a la vanagloria y a la egolatría. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, fue tal la presión que ejercía Mussolini sobre los altos mandos, quienes se mostraban más precavidos a la hora de planificar las operaciones, que los generales competentes eran remplazados de inmediato por generales mucho más obsecuentes; la figura del Ugo Cavallero es claro ejemplo de este tipo de general italiano completamente lábil a la egolatría del Duce. De esta manera, también se evitaba el surgimiento de algún líder militar de envergadura que pudiese eclipsar a Mussolini como figura estelar dentro del sistema fascista. Pero, al final el mismo Mussolini, quien en un arrebato de egotismo soñaba con convertirse en sucesor del Augusto César, terminaría convirtiéndose en un vasallo de Hitler. 

 

Esta necesidad de vanagloria esta también perfectamente ejemplificada en los registros de Heinz Guderian, Memorias de un Soldado; cuando da cuenta de cómo Hitler (quien poseía solo rango de cabo) daba órdenes por sobre las consideraciones del Alto Mando Alemán, lo que llevaría a la catástrofe en el frente oriental…, es por esta razón, que Solonevich escribe: “un Napoleón, Stalin o Hitler. (…)  todo lo que tiene el dictador lo conquistó, y todo esto lo debe defender constantemente, tanto contra los competidores como contra la nación. El dictador se ve obligado a demostrar cada día que él es precisamente el más brillante, grande, magnánimo e inimitable, pues si no es él, sino otro, el más brillante, entonces es evidente que ese otro tiene el derecho al poder.”

 

En el caso de los sistemas comunistas esta “demostración” es menos evidente, ya que no sucede de manera positiva o “benigna” sino que por el contrario; dentro de dichos regímenes, se asesina, o se expulsa a todo aquel que despunte por sus méritos.

 

Luego el Dr. Moss menciona: “El heredero al Trono, luego el poseedor del Trono, es puesto en tales condiciones bajo las cuales las tentaciones son reducidas… al mínimo. Se le da todo lo que necesita de antemano. (…) Al nacer recibe una orden que, por supuesto, no es meritoria, y la tentación de la vanagloria es liquidada desde el embrión. (…) Está absolutamente provisto materialmente: la tentación de la avaricia queda liquidada desde el embrión. Él es el único que tiene el Derecho, y así la competencia se desvanece, junto con todo lo relacionado a esta. Todo está organizado de tal manera que el destino personal del individuo debe fundirse en un todo con el destino de la nación. Todo lo que una persona querría tener para sí mismo, ya le se le es dado. Y la persona se funde automáticamente con el bienestar general.”

 

Los protagonistas

 

Para tiempos del reinado del Zar Nicolás II, ya existen diversos grupos de poder que atentaban contra este bienestar general. El gran teórico de la guerra, Carl Von Clausewitz diría sobre Rusia, producto de su experiencia, por haber tomado parte en las guerras napoleónicas: “Rusia ha enseñado, en primer lugar, que no se puede conquistar un reino de grandes dimensiones – ciertamente no con la fuerza actual de los Estados Europeos y ni siquiera con los 500 mil hombres que Bonaparte movilizó para tal fin –, sólo con la debilidad interna, sólo los efectos de la desunión pueden llevar a un país a ese tipo de ruina. Para golpear estas debilidades en su vida política, es necesario penetrar el corazón del Estado”[30]

 

Esta sentencia de Clausewitz explica mucho del proceso revolucionario acaecido en el fin del Imperio Ruso; fueron las debilidades internas que se encontraban en el mismo corazón del Estado, es decir, el círculo cortesano del Zar, los altos mandos del ejército, y los diputados de la Duma; los protagonistas principales de la revolución. La principal fuerza antagonista que aglutinaba todos estos sectores era la Masonería, ya Federico el Grande parecía conocer estas aserciones de Clausewitz, mucho antes de que el mismo Clausewitz la escribiera, y quizás esto explicaría porqué Federico II justamente decidiría hacer uso de la masonería como vehículo para socavar los cimientos del Imperio Ruso.[31] 

 

Las razones que tenía la alta aristocracia para mantenerse hostiles al Zar, se fundamentaban en lo siguiente: “Las reformas de los zares en favor de los desposeídos fueron llevando a la ruina a los grandes terratenientes. La alta aristocracia estaba en vísperas de una total catástrofe económica. Gracias a las reformas de Nicolás II, en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial la posesión de tierras de la nobleza se iba reduciendo anualmente en unas 3 millones de hectáreas. La deuda de los grandes terratenientes al Estado había llegado a la monstruosa cifra de 3000 millones de rublos, es decir unos 15 mil millones de dólares, dos o tres ‘planes Marshall’ sumados. La alta aristocracia no tenía ninguna posibilidad de pagar esa deuda, por lo cual estaba ante la más total bancarrota (…) Si las reformas de Alejandro II habían despojado a la alta aristocracia de la mitad de sus bienes, las reformas de Nicolás II, ejecutadas por su premier Piotr Stolypin, le estaban quitando la otra mitad. (…) De ahí la campaña de difamación por parte de los cortesanos que sufría Piotr Stolypin, particularmente por parte del Consejo de la Nobleza Unida”[32]

 

Es menester también mencionar que estos cortesanos junto con el vetusto aparato burocrático del Imperio oficiaban como una real “Cortina de Hierro” de la cual tenían apresado al Zar y a su familia, el sistema de la Rusia Imperial se manejaba bajo un ciclópeo sistema de 300.000 burócratas, el general Moslov mencionaría “La burocracia, incluyendo a sus ministros, constituye una de las barreras que separan al monarca del pueblo. Otra valla la constituía la intelligentzia. Estas dos fuerzas construyeron alrededor del Zar una verdadera muralla, una real prisión. Y el séquito más cercano no podía serle útil al emperador ni con sus reflexiones ni con su información respecto a la vida interna del país”[33].

 

Kazansew escribe: “El Zar tenía que actuar más o menos a ciegas. Los bolcheviques, en cambio, tuvieron luego un servicio de información donde, en resúmenes secretos destinados a los miembros del comité central de su partido, estaba detallado todo, sin interpretaciones pesimistas, ni optimistas. (…) La monarquía rusa carecía de ello. Ese fue uno de los errores técnicos básicos en el aspecto organizativo. Un error muy grave porque no hay en la naturaleza de las personas nadie que esté completamente libre de ser ‘influenciado’.”[34]

 

Poseyendo un sistema de inteligencia aceitado, los revolucionarios comenzaron a realizar ataques terroristas sistemáticos para eliminar a los funcionarios de los estratos medios y altos que se mantuviesen fieles al Zar. A su vez, no solo el aparato de inteligencia y terrorista, sino que también, el propagandístico de los revolucionarios – cual reclutaba adeptos para ejecutar las labores de inteligencia y terrorismo, mediante la propaganda ideológica – estaba plenamente financiado por varios de los grandes capitalistas del Imperio: “Los aportes de dinero de los capitalistas para las necesidades de los grupos terroristas eran permanentes y muy significativos. Grandes sumas donaban el famoso empresario naviero N.E. Menshkov, el multimillonario Nikolai Paramonov y muchos otros personajes acaudalados (…) Savva Morozov, el empresario más poderoso de la Rusia zarista, y ferviente creyente, comenzó por financiar a los opositores demo-constitucionalistas, (…) para luego donarle millones directamente al partido bolchevique, que no ocultaba su ateísmo militante. (…) Idéntico camino había tomado Nikolai Shmidt, dueño de la fábrica de muebles más importante de Rusia, quien preveía de armamento a los revolucionarios. Ambos fueron luego asesinados por los mismos bolcheviques”[35].

 

Cualquier similitud con el antemencionado personaje de la novela de Solzhenitsin, Román Zajárovich, es mera coincidencia…

 

Muchos de estos empresarios colaboracionistas con la causa del terrorismo, eran personajes que se codeaban con los círculos aristocráticos como Mijail Tsetlin quien era el representante de la firma de té rusa Wissotsky (Vysotsky) en Paris, el historiador norteamericano Richard B. Spence escribe: “(La compañía) era el proveedor oficial de la residencia del Zar y, por lo tanto, la misma empresa que le suministraba té matutino a Nicolás II y Alejandra financiaba a los revolucionarios que intentaban asesinarlos.”[36]

No debe de pasar inadvertidos que la empresa Wissotsky, una de las más grandes de Rusia para aquel entonces dada la muy extendida cultura del té que existía en el Imperio, fue fundada por Kalman Ze'ev Wissotzky un judío ortodoxo nacido en el norte de Lituania, y quien en su momento se convirtió en uno de los mayores aportantes al Fondo Nacional Judío, creado en Basilea en 1901 con el motivo de recaudar fondos para el incipiente movimientos sionista que buscaba comprar tierras en Palestina, que para aquel entonces era parte del Imperio Otomano.

 

A su vez Saava Morozov, como gran parte de la plana mayor del empresariado ruso, eran de origen veterocreyente[37], lo que les hacía muy permeables a las ideas revolucionarias. Por tanto, tendremos que distinguir claramente tres tipos de enemigos internos principales de la Autocracia, y que representaban las fuerzas motoras de la Revolución; la masonería (en la cual se encontraba aglutinada buena parte de la alta aristocracia), el judaísmo y los cismáticos y/o herejes veterocreyentes. Sobre estos últimos, diremos que, dado el carácter de su mentalidad gnóstica y judaizante, se convertirían muy fácilmente en uno de los principios activos del espíritu revolucionario. 

 

A)  La masonería

El premio nobel Solzhenitsyn – quizás con sus esperanzas puestas en que su trabajo pudiera servir, en un eventual futuro donde la Autocracia sea restaurada, para no volver a caer en los mismos errores  de antaño– dedico buena parte de sus últimos años al estudio de dos de estas tres fuerzas motoras, en este sentido, escribiría la que fuera una de sus últimas obras, Dos Siglos Juntos, donde analiza el despliegue del judaísmo a partir del 1775 hasta el año 1995, y reeditaría el trabajo de Georgui Katkov, cual analiza de manera profusa el rol de la masonería en la planificación de la revolución de Febrero de 1917.

 

Ya hemos mencionado que gran parte de la aristocracia se encontraba aglutinada bajo el cobijo de la masonería, así también, gran parte de los políticos de la Duma y los altos mandos del ejército eran masones. Muchos de estos, servirían como tontos útiles a un plan mayor, estaban preocupados por sus mezquinos intereses personales, semejantes a aquellos del revolucionario del tipo “unidimensional”, del cual nos hemos referido antes. Por ejemplo, el presidente de la revolución de Febrero, Kerensky que era masón, en una conferencia privada dada en su casa, el 12 de febrero de 1917[38], o sea, dos días antes de la abdicación del Zar menciono que “en Rusia era imposible la revolución”.

 

Sobre estos dos grupos Solonevich mencionara: “la élite de la aristocracia cargó principalmente sobre sus propios hombros con el peso de la lucha en contra de la monarquía. Luego, se unieron los ‘raznochintsy’ y, en las últimas décadas del siglo pasado [es decir, el siglo XIX], este frente antimonárquico recibió un fuerte respaldo de toda la judería rusa.”[39]

 

En cuanto a la masonería y su relación con el poder imperial se podría escribir también una obra titulada “dos o tres siglos juntos”; y para demostrar su penetración en amplias esferas del gobierno, centraremos la mirada en los últimos eventos acaecidos en el Imperio.

 

En el conato revolucionario de 1905, – el mal llamado “Domingo Sangriento” – emerge la figura del sacerdote Gueorgui Gapón, este había organizado al movimiento obrero bajo la tutela de presidente del Sínodo de Obispos, Konstantin Pobedonostsev. A Gapón se le encomendó la misión de crear una organización para mejorar la vida de los obreros, en un marco de lealtad al Zar. De ahí que gozara de la benevolencia de los alcaldes de San Petersburgo. Pero tras caer bajo la influencia de los social-democratas de Lenin, Gapón comenzó a bandearse hacia la izquierda.

 

El 9 de enero; 200 mil trabajadores se reúnen a las puertas del Palacio de Invierno, entre las demandas, algunas de ellas de carácter social[40], se encontraba una reforma impositiva, una amnistía para los terroristas encarcelados, la eliminación de las inspecciones en las fábricas y el cese de hostilidades contra Japón. Gapón recorría la multitud y en todas partes repetía el mismo litigillo “¡Si el zar no acepta, entonces no tenemos Zar!”. Muchos de los ahí movilizados no tenían ni idea de que en si Gapón se hallaba coaptado por las fuerzas revolucionarias.

 

Kazansew menciona: “N. Vernashev, uno de los lugartenientes más cercanos a Gapón, testimonia que previno a sus allegados: “ ‘Yo voy a tener conmigo dos banderas, una blanca y una roja; si agito la blanca significa que el Zar acepta las exigencias, si agito la roja es la señal para la acción revolucionaria’ (“Krasnaia Letopis – Crónica roja”; N 1, 1922) (…) Por otra parte, los revolucionarios ya estaban advertidos de que las autoridades no iban a tolerar los desmanes. Dos días antes del 9 de enero, fueron difundidos anuncios del alcalde de san Petersburgo, donde se informaba de la prohibición de reunirse de forma multitudinaria. Y ese mismo día, el 7 de enero, fueron preventivamente sacados a la calle dos mil efectivos del ejército (S. Semanov “El domingo sangriento”).

 

El general Rudanovsky testimonia en sus memorias: ‘Los agentes de la policía trataban de convencer a la multitud de que no se ponga violenta, ya que las tropas del ejército podrían abrir fuego. Pero no tuvieron éxito, ya que ese mismo momento fue gravemente herido por los manifestantes el teniente de la policía Zholkevich y un agente fue muerto”[41]

 

Los resultados del trágico suceso quedaron a la vista de todos, la reacción de las tropas se hizo notar mediante una andanada de disparos sobre los manifestantes, Gapón, al primer disparo, abandonó a los obreros a quienes, él mismo había atraído a esta trampa mortal. Tras raparse la cabeza para no ser reconocido, se fugó a Finlandia. En abril de 1906, fue encontraron ahorcado en su dacha, a las afueras de Petrogrado. Al parecer, los revolucionarios se habían enterado de que se aprestaba a entregarlos a la policía, y lo ultimaron.

 

La falta de información se vio evidenciada desde los dos lados, primero, desde el lado de los manifestantes, ya que el Zar – a quién le querían entregar su petición escrita por los social-demócratas – no se encontraba en el Palacio de Invierno en aquel momento, sino en su residencia de Zarskoie Selo, y segundo, desde el lado del gobierno imperial, porque el Zar no estaba informado sobre los sucesos. Quien tenía la obligación de informarle, era el Ministro de Asuntos Interiores, el Príncipe Piotr Sviatopolk-Mirsk, un funcionario que llevaba una conspicua relación con la masonería.[42]

 

Otro noble que fue una figura clave en el proceso revolucionario fue el primo del Zar Nicolás II, el Gran Duque Nicolás Nikoláyevich. Luego de transcurrido este conato revolucionario de 1905, el Zar le pidió a su primo que instaurase una dictadura militar, al negarse este último a llevarla a cabo, el Santo Zar-Mártir se vio obligado a instaurar la primera Duma, algo que de por si representaba una violación directa al principio autocrático.

 

Todos los aristócratas opositores a la Autocracia tenían puestas sus esperanzas en este Gran Duque. Para inicios de la Primera Guerra Mundial, seria designado como Comandante en Jefe del Ejercito Ruso, su puesto se encontraba en la retaguardia, en la Stavka, a la vez que el teatro de operaciones en Europa se dividía en dos, el frente del sudeste (contra el Imperio Austrohúngaro) y del nordeste (contra el Imperio Alemán). También, a comienzos de la Gran Guerra, sería nombrado como Jefe del Estado Mayor del Frente del Sudeste, el general masón Mijail Alexeiev, y su peso sería gravitante sobre las decisiones de Nicolás Nikoláyevich; ya que Nicolás Nikoláyevich era inexperto militarmente, y era prácticamente el mismo Alexeiev, quien relevaba y nombraba a los generales en los frentes de batalla, además se convertiría a posteriori –  según palabas de Kazansew – en el “ejecutor técnico de la conspiración” tramada contra del Zar, de la cual Nikoláyevich estaba al corriente.

 

Luego de apersonarse de la jefatura del Estado Mayor en palabras del general Mosolov “Las personas honestas se iban y eran reemplazadas por egoístas, que pensaban antes que nada en sus propios intereses” Esa era la selección de cuadros escogida por Alexeiev.

 

Kazansew escribe: “La aristocracia y la alta burguesía tenían motivos de clase muy claros. Pero ¿Qué motivos podía tener Alexeiev? Este podía ser uno: en 1915 Nicolás II había tomado en sus propias manos las riendas del ejército y un putsch palaciego podía significar que el gran duque Nikolai Nikolaievich asumiera como regente del Imperio y que Alexeiev pasara a ser comandante en jefe del ejército. (,..) Alexeiev que un traidor a Nicolás II no tanto por lo que hizo, sino por lo que no hizo, teniendo la suma del poder militar en sus manos”[43].

 

El relevo del Gran Duque Nicolai Nikolaievich se debió a su desastroso desempeño en el Frente Europeo, en parte, y en buena medida, porque mantuvo el cargo y procuro rodearse de generales incompetentes como Nikolai Yanushkevich, este último, designado por el mismo Gran Duque como Jefe del Estado Mayor del Comandante en Jefe Supremo (el “Jefe Supremo” era el Gran Duque Nikolai Nikolaevich) en la Stavka, siempre había ocupado posiciones administrativas (léase; cargos de escritorio), no tenia experiencia de combate, ni jamás había estado presente en teatro alguno de operaciones militares. Luego del relevo de Nikolaievich fue – como ya mencionamos – el Zar Nicolás II que se apersono en el puesto de Comandante en Jefe, pero antes de hacerlo, una de las últimas acciones llevadas a cabo por Nikolai Yanushkevich y Gran Duque, sería el desmantelamiento de la Zona de Asentamiento.

 

B)  El judaísmo

Esta Zona de Asentamiento había sido establecida para los judíos, por Catalina la Grande, entre 1791 y 1794. La bastedad de las zonas limítrofes del Imperio Ruso hizo imposible de que los zares pudiesen expulsarlos, por lo que debieron mantener a los judíos dentro de las fronteras imperiales, pero solo en determinadas zonas especiales, siéndole negada a la gran masa de judíos, la entrada a los puntos neurálgicos del Imperio, a grandes urbes como Moscú o San Petersburgo.

 

A pesar de que de acuerdo al censo de 1897,  se afirmaba que en Rusia vivían casi 5 millones de judíos, sin embargo, en realidad, para 1917 esta cifra había ascendido ya a 7.250.000, aun así, el grueso de su población vivía dentro de la Zona de Asentamiento, pero Dr. Vladimir Moss escribe al respecto: “les fue  concedido permiso para residir fuera de la Zona, a diversas categorías de judíos: colonos siberianos, sirvientes domésticos, artesanos, graduados universitarios (uno de cada cinco estudiantes de la Universidad de Járkov era judío), empresarios, industriales, banqueros y otros. Esto significaba que, a pesar de las leyes discriminatorias, existían significativas colonias de judíos en todo el Imperio, incluso en la capital, lo que les permitía desempeñar un papel destacado en la vida cultural y comercial de la Rusia Pre-revolucionaria. En total, los judíos constituían alrededor de un tercio de la comunidad comercial total de Rusia.”[44]

 

Es menester tener en cuenta aquello que A. I.  Solzhenitsin ha mencionado, esto es que, para comienzos de la Primera Guerra Mundial, casi medio millón de judíos habían sido movilizados para integrar las tropas imperiales, constituyendo así, el quinto grupo étnico-religioso, luego de los tártaros, bielorrusos, ucranianos y los mismos rusos, en conformarlas.

 

De todos modos, los gobernadores, alcaldes y autoridades locales tenían la potestad de expulsar a los judíos, que se hallaran fuera de la Zona, cuando estos quisiesen, Como ocurriría en 1905, cuando el Alcalde de Petrogrado ordeno su expulsión, luego de ocurrido el conato revolucionario, o en 1891, cuando el Gran Duque Sergio los expulsaría de Moscú.[45] 

 

Los orígenes mismos de la Zona de Asentamiento estaban íntimamente ligados a la naturaleza conflictiva de los mismos judíos, la cual ya se había hecho manifiesta, hartas veces, a lo largo de toda la historia rusa; por ejemplo, refiriéndose a un acontecimiento de poco después de su creación, dice Moss: “El Zar Pablo I designó al poeta y funcionario estatal Gavriil Romanovich Derzhavin, para investigar porqué Bielorrusia había sido afectada por una hambruna tan severa. Luego de visitar Bielorrusia dos veces, en 1799 y 1800, Derzhavin llegó a la conclusión de que la principal causa de la hambruna era la extrema pobreza en la que los taberneros y prestamistas judíos, en connivencia con los terratenientes polacos, habían sumido a los campesinos bielorrusos.”[46]

 

El favorecer un aglutinamiento de millones de judíos dentro de un espacio geográfico determinado, provocaba un efecto contraproducente, ya que los judíos habían creado dentro de la misma Zona un “Estado dentro del Estado” llamado Kahl[47], este Estado clandestino poseía sus propias leyes, autoridades, divisiones administrativas, imprentas, etc., dándose tratos preferenciales entre ellos, y denominaban a los no-judíos, y a las zonas donde estos residían, como “harenes”. Por otro lado, la lógica de la Zona de Asentamiento era poder facilitar un mayor control sobre estas poblaciones, y tratar de impedir toda influencia de los judíos sobre el Imperio. 

 

Oleg Platonov escribe: “El Zar Pablo I, después de leer el informe de Derzhavin, estuvo de acuerdo con muchas de sus posiciones. Sin embargo, la trágica muerte del Zar como resultado de una conspiración masónica (…) destruyó la posibilidad de resolver la cuestión judía en un espíritu favorable para el pueblo ruso. El nuevo emperador, Alejandro I, bajo la influencia de un entorno masónico, adoptó una posición liberal. En 1802, creó un Comité especial para el mejoramiento de las condiciones de vida de los judíos, cuyo líder era el masón Speransky, quien estaba estrechamente vinculado con el mundo judío a través del conocido recaudador de impuestos Perets, a quien consideraba su amigo y con quien vivía.”[48]

 

En los años previos a la Primera Guerra Mundial uno de los principales promotores del desmantelamiento de la Zona de Asentamiento fue el Premier Stolypin, hecho que ha llevado a muchos a postular que, el propio Zar Nicolás II habría estado a favor de tal idea.

 

Sobre este asunto, Solzhenitsin dirá en su Dos Siglos Juntos: “Al haber asumido sus funciones como Primer Ministro en diciembre de 1906, Stolypin logró que el gobierno adoptara una resolución sobre la continuación de la eliminación de las restricciones impuestas a los judíos, orientándose hacia la igualdad integral en áreas fundamentales. Se contemplaba la eliminación de la prohibición para los judíos de residir en las regiones rurales dentro de la Zona de Asentamiento; la prohibición de residir en las regiones rurales en todo el territorio del Imperio para aquellas personas que gozaran del derecho de residencia universal; y la prohibición de incluir a los judíos en la dirección de las sociedades anónimas poseedoras de bienes raíces.

 

Sin embargo, el Emperador respondió en una carta fechada el 10 de diciembre: ‘A pesar de los argumentos más convincentes a favor de la adopción de estas medidas..., una voz interior me dicta con cada vez más insistencia que no tome esta decisión.’”[49]

 

El historiador británico Simon Sebag Montefiore sobre esto escribe: “El 25 de enero de 1915, Nikolasha y Yanushkévich ordenaron llevar a cabo una ‘limpieza’ a lo largo y ancho del teatro de operaciones mediante la deportación de ‘todos los judíos y demás individuos sospechosos’. (...) Los judíos, que hablaban la lengua yiddish, de origen alemán, eran sospechosos de traición. Alrededor de medio millón de hebreos fueron expulsados del país entre escenas de tanta tristeza y desesperación que hasta Maklakov, el ministro del Interior, llegó a quejarse: ‘No soy en absoluto judeófilo, pero lo desapruebo’”.[50] 

 

Sobre este suceso Vladimir Moss comenta: “La ironía radicaba en que esto ocurrió en la Zona de Asentamiento, donde se habían impuesto restricciones a los judíos para evitar que contagiaran a las provincias del interior con su espíritu revolucionario. Sin embargo, ahora los judíos se veían obligados a huir hacia el este, hacia las principales ciudades de Rusia Central, donde engrosaban las filas de los revolucionarios”[51]

 

C)  Gnosticismo

Una profunda disconformidad espiritual se hizo manifiesta en las últimas décadas del Imperio, con gravedad, San Ignacio Brianchaninov registraría: “Las vasijas del Espíritu Santo, finalmente, se han secado en todas partes, incluso en los monasterios, aquellos tesoros de piedad y gracia... La sal ha perdido su sabor. En los archipastores (obispos) de la Iglesia sólo queda una débil, tenue, inconsistente e incorrecta comprensión de acuerdo a la ‘letra’, cual mata la vida espiritual en la sociedad cristiana y destruye el cristianismo, cual es acción, no letra.”[52]

 

El mismo Nicolás Nikolaievich sería muy representativo de este sentimiento, la historiadora Caroly Erickson mencionaría sobre él: “el gran duque Nicolás Nikolaevich fue, según el muy escéptico conde Witte, ‘uno de los líderes, si no el líder e iniciador de ese clima de paganismo ortodoxo y de búsqueda de milagros que había engañado a las altas esferas’. El deseo de vislumbrar un mundo más allá de los límites de la realidad ordinaria, de conocer algo de lo desconocido, tentó a muchos en la familia’ ”[53]

 

Claramente no existe el paganismo ortodoxo, ni el de Nicolai Nikolaievich ni el de muchos miembros de la intelligentzia rusa que se adscribían a la corriente simbolista de aquel entonces, lo interesante notar es que no es la primera vez que un pagano o un semi-pagano termina siendo funcional a los intereses de la Sinagoga.[54]

 

Este desencanto por el cristianismo ortodoxo se manifestaba a partir de dos tipos de gnosticismo (uno político y otro religioso) que en esencia son lo mismo. Para abordarlos tenemos que precisar primero que es lo que nosotros entendemos por gnosticismo.

 

El termino gnosticismo viene de gnosis que en griego significa “conocimiento”; presupone la idea de que el ser humano o un determinado grupo de seres humanos, con tal de sortear las penurias de la presente vida, se hacen de diferentes métodos –  que no vienen al caso – , para obtener, mediante el conocimiento, revelaciones divinas, cuales, en casi en todos los casos, las sectas que practican estas enseñanzas, mantienen oculto o velado, a la mayoría de los mortales, es decir, a los ajenos a estos grupos.

 

De ahí que el gnosticismo este irremediablemente asociado al dualismo o al maniqueísmo, ya que, los poseedores de este conocimiento (gnosis) secreto, se consideran a sí mismos como elevados, “espirituales”, pneumaticos, esto es “que poseen el Espíritu”, o “hijos de la luz”, mientras que las amplias mayorías del resto de los mortales, son considerados por ellos, como personas de segunda categoría, como pobre gente que vive en la oscuridad de la ignorancia, en lo carnales, somáticos, o “hijos de las tinieblas”.

 

1)    Gnosticismo religioso

Una herejía nace, en parte, gracias a aquello que el heresiarca (creador o propagador de la herejía) o los herejes en general, erróneamente creen saber de Dios y las Cosas de Dios, y no por Aquello que Dios es en realidad, y de acuerdo a la Verdad Revelada a la Iglesia. El Gnosticismo siempre se ha encontrado unido a este “espíritu” de herejía y error. Para entender la manifestación del fenómeno gnóstico, es preciso apelar al ejemplo de la Cábala Judía, para así, luego poder interpretar el gnosticismo religioso que se desarrolló en Rusia, principalmente en dos importantes movimientos heréticos; los Onomatolatras y los Veterocreyentes, cuales se convertirían en los principales motores de la Revolución. 

 

La palabra “cábala” significa en hebreo “tradición”, pero hace referencia a una tradición oculta, que supuestamente – según los cabalistas – le fue dada oralmente a Moisés en el Sinaí, cuando en aquel monte se le apareció Dios y le entregó las tablas con los Diez Mandamientos. Entonces, supuestamente, Moisés había transmitido esta tradición oculta solo a uno pocos escogidos, quienes, a su vez, fueron trasmitiendo estas enseñanzas de generación en generación. La forma principal de alcanzar los conocimientos de esta “tradición”, es mediante el sistema gemátrico, establecido en el Séfer Ietzirá, donde cada letra de las 22 del alfabeto hebreo, tiene un significado oculto, por lo cual, al leer el Pentateuco -llamado Torah por los judíos- es decir los cinco libros sagrados escritos por Moisés, de Inspiración Divina, es decir, la Voz de Dios; utilizando este sistema de codificación y no simplemente tal cual esta escrito, uno adquiere un conocimiento divino.

 

Entonces al adquirir este conocimiento divino, uno obtiene un poder sobre la naturaleza, y me atrevería a decir, un poder divino, ya que Dios ha creado todo el Universo y sus entes, mediante la Palabra (Logos). Por ejemplo, muchos cabalistas sostuvieron que la Tabla Periódica de los Elementos, creada por Mendeleyev, estaba inspirada en el gnosticismo de la Cábala; hay 92 elementos que aparecen de forma natural en el universo, y estos están contenidos en esta tabla. En el fragmento del Libro Génesis, donde se describe la Creación, es decir, Génesis 1:1 hasta Génesis 2:3, versículo que da fin al relato del Séptimo Día, aparecen en hebreo 92 palabras.[55]

 

Este poder es de naturaleza mágica, según el científico e historiador Joseph Needham, la cábala junto con las doctrinas de los pneumaticos en fisiología y patología, el sistema de simpatías y antipatías de la proto-quimica alejandrina y los tria prima de los alquimistas, representaba en el mundo Occidental un de los cuatro sistemas pre-científicos que existían antes de la eclosión de la Modernidad, ¿Cuál es la diferencia entre la magia y la ciencia? Siguiendo a C.S. Lewis en La abolición del hombre diremos que – más allá de otras diferencias esenciales que no es menester tratar aquí – simplemente una funciona y la otra no; es decir la ciencia es una magia que funciona.[57]

 

Lo importante remarcar es que la magia y la ciencia comparten un punto en común crucial para este presente estudio, es decir el Antropocentrismo. El mago judío, al disponer, supuestamente, del Nombre de Dios, considera tener propiedad sobre el Mismo Dios, de manera que al escribirlo “correctamente” sobre un papel u objeto de culto, como si se tratase de un talismán, o si lo invocase con una correcta pronunciación, puede hacerse para sí, del mismo Poder Divino, y de esta manera, poder crear un Golem, o expulsar un demonio, o invocar un ángel, o, en el sistema del merkaba, ascender al cielo. “Dios se vuelve esclavo de la voluntad del hombre porque el hombre es señor de Dios, porque enseñorea a través de la magia de conocer su Nombre.

 

Sobre el recitado de los nombres divinos el académico Moshé Idel menciono: “El recitado de los nombres divinos también aparece en el misticismo cristiano y en las técnicas del cristianismo ortodoxo mediante las cuales se repite de manera incesante el nombre de Jesús. Se desconoce exactamente cuál es el origen de estas técnicas que mantienen actualmente la misma importancia que tuvieron en [el Monte] Athos durante los siglos XIII y XIV, lugar del Peloponeso[58] en el que Abulafia también enseño su cábala”[59]

 

La recitación del Nombre de Jesús, mediante la Oración de Jesús, tan cara para la vida cristiana ortodoxa, así como las más elevadas enseñanzas del misticismo cristiano que se pueden encontrar, no solo en la Filocalia y en los máximos exponentes del hesicasmo, sino también en la vida práctica, nada tienen que ver con la Cábala, por la simple razón de que el cristianismo no es gnóstico, ni de naturaleza mágica. El hombre en el cristianismo no hace de Dios un esclavo o bastardo al que pone a su servicio, sino que, al ser una religión mística y con tendencia al teocentrismo, se vuelve a Dios mediante la oración, pero corresponde a Dios, y no al hombre, dar respuesta a dicha oración o invocación.

 

Al parecer, tanto en la magia, como en la ciencia, uno activa un interruptor o realiza una operación teúrgica, y “Dios” – lo que ellos llaman “Dios” –  o las leyes de la naturaleza, actúan de manera automática. En cambio, de acuerdo a la tradición cristiana ortodoxa, el Nombre de Dios, así como los Santos Iconos o las Sagradas Reliquias, son simplemente vehículos por los cuales, Dios puede manifestarse en la vida del hombre, siempre que Dios así lo disponga. Pero, por el contrario, el gnosticismo busca confundir los medios con el fin. En esencia el Nombre de Dios en si mismo, de acuerdo a su sentido semántico y material, no significa nada, ni recitarlo en un idioma sacro o no sacro tiene relevancia alguna, son meras palabras, si no lo invoca con fe y dentro del ámbito de una fe dogmáticamente correcta. Tal como dijese San Barsanafio de Optina “Recuerden, el poder no está en la palabra, no está en el nombre, sino en el Mismo Cristo, quién lleva el nombre”[60], y tal como mencionase San Isaac el Sirio “Hubo un tiempo en el que Dios no tenía nombre y habrá un tiempo en el que no lo tendrá”[61]

 

Sin embargo, no debemos de desestimar de manera tan taxativa las palabras de Moshé Idel, varios siglos después del paso del cabalista Abulafía por el Peloponeso; a comienzos del siglo XX, hizo su aparición en el Monte Athos, una famosa herejía conocida como “onomatolatría” en griego (significa “Adoración del Nombre”) y en idioma ruso como “imyabozhe”, estos herejes justamente confundían el medio con el fin, y postularon que en el Nombre de Jesús se encontraba la Misma Esencia de Dios: o sea, se postulaba que el Nombre de Dios era Dios en Esencia. La onomatolatría sedujo a muchos monjes gracias a la lectura de un libro titulado En las Montañas del Cáucaso, publicado en 1907 por un stárets (“anciano”) llamado Hilarión. Uno de los principales y más extremos promotores de la misma, fue el Monje Antonio Bulatovich, quien se convertiría a dicha herejía en 1907, luego de leer esta obra. Mediante sus esfuerzos la onomatolatria comenzó a extenderse como una plaga sobre toda la península, hasta que en 1912 el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa prohibió el libro del starets Hilarión En las montañas del Cáucaso, y condenó la herejía. A dicha condena se le sumo la hecha por el Patriarca de Constantinopla Joaquin III, pero como los monjes herejes se mantenían impenitentes, el asunto impacientó al Santo Zar, por lo que se vio obligado a ordenar que la Armada Imperial se haga presente Athos y tomar el Sagrado Gran Monasterio Panteleimonos, cual se había convertido para entonces en el principal conciliábulo de los herejes.[62]

 

Quienes permanecieron impenitentes fueron expulsados de la Santa Montaña por las autoridades imperiales. Es importante mencionar esto, ya que resulta incomprensible para la mentalidad occidental que un monarca interfiera en los asuntos religiosos. Uno de los objetivos del presente libro es justamente darle al lector una noción cabal de lo que se considera en el mundo ortodoxo como “Sinfonía de Poderes”; el Imperio Ortodoxo no es ni una teocracia ni una monarquía secular, no es ni cesaropapismo ni papocesarismo; el Zar no solo apoya a la Iglesia, sino que él mismo es la Iglesia, así como la Iglesia no solo apoya al Imperio, sino que ella misma es el Imperio.

 

La lucha contra la herejía es una pugna, que no solamente se manifiesta en lo visible, también es invisible, por ser algo de índole espiritual, y de ella, todos los fieles deberían tomar parte. En lo que al Zar respecta, esta lucha no solo la mantuvo combatiendo a los herejes en una remota península de la Macedonia Central, sino que también dentro de su propio circulo intimo; pues, el campesino Rasputín fue uno de los principales agentes de esta herejía, cabe destacar que este sujeto, del que se ha escrito bibliotecas enteras, es realmente un completo misterio, y son pocas las certezas que hay respecto a él, sin embargo, una de estas aseveraciones, es que sin duda, su figura representa muy bien el estado de decepción espiritual en el que se encontraba sumida toda la sociedad rusa, desde el pueblo llano hasta las más elevadas esferas.

 

Mencionar la figura de Rasputín pese al halo de misterio que lo recubre es necesario, ya que representaba la avanzada principal de pensamiento herético “dentro de casa”, en los mismos pasillos del Palacio de Invierno. Su figura es clave para entender el papel que desempeño la Iglesia en la Revolución ya que muchos han cargado tintas en contra de ella, al considerarla cómplice del proceso revolucionario.

 

Se podría aseverar que el gnosticismo muchas veces puede parecerse a algo que funciona. Su desarrollo dentro del judaísmo tiene que rastrearse – como puntualizo uno de los principales teóricos monárquicos de su momento Lev Tijomirov, al quien se le había encomendado la creación de una Carta Magna para el Imperio Ruso de caracteres organicistas y gremialistas – desde épocas del Cautiverio en Babilonia, donde los mismos hebreos sufrieron un sentimiento de profundo abandono y orfandad por parte de Dios. Posiblemente, este sentimiento de vacuidad espiritual, llevo a muchos de ellos a adquirir interés, y finalmente adoptar muchos elementos mágico-teurgicos de la religión caldea.[63]

 

En el caso puntual de Rasputín, al parecer, su magia funcionaba. Viendo él –denominado por muchos en occidente como “Monje Loco”, aunque de ninguna manera fue un monje, pues era hombre casado –, la profunda desesperación que sufría la Zarina por la salud de su hijo, el Zarievich Alexei, quien padecía la enfermedad incurable de la hemofilia, supo sacar redito de esto, mediante palabras astutas, rezos y artilugios, con cuales lograba aliviar al niño, al menos, momentáneamente. Con tales “resultados”, Rasputín,  tal como flautista de Hamelín atrajo a su influencia, no solo a la Zarina, sino a muchos otros, dentro y fuera de los círculos cortesanos.[64]

 

Y lo cierto es que muchos dentro del Sínodo ya habían caído bajo su influencia, “En mayo de 1913 – escribe Vladimir Moss  – el Santo Sínodo tomo la importante decisión de prohibir al clero participar en los movimientos políticos. Y dado que la mayoría del clero afectado por este decreto, era activo en el movimiento monárquico de las ‘Centurias Negras’ (…) como resultado de esta disposición, prominentes clérigos monárquicos como el Archimandrita Vitaly (Maximenko) y el Arcipreste Iriney se vieron obligados a abandonar el movimiento de las Centurias Negras, generando que el mismo experimentase una franca decadencia”[65].

 

Quien había impulsado dicha medida fue el Ober-Prokuror del Santo Sínodo, Vladimir Karlovich Sabler, quien, a su vez, se encontraba bajo la presión de Rasputín (como mencionó Vladimir Gubanov: “el analfabeto G.E. Rasputín intercede por los herejes onomatolatras e incluso trató de incitar a la emperatriz a atacar a quienes luchan en contra de la herejía de la onomatolatria”[66]) y por eso mantuvo una posición ambigua frente a Bulatovich y su herejía. Es importante hacer la aclaración de que el Santo Sínodo era un cuerpo colegiado mixto, integrado por clérigos y laicos, cuales en algunos casos ni siquiera eran ortodoxos. Esta forma de administración eclesiástica fue impuesta por las reformas eclesiásticas del Zar Pedro el Grande, la cual fue, primeramente, ideada para ser a imagen y semejanza de la Iglesia Anglicana, pero termino convirtiendo en un híbrido entre un cuerpo administrativo sinodal normal y canónico al estilo ortodoxo, pero a su vez integrando en el mismo laicos seculares al estilo protestante, además este cuerpo se encontraba presidido por el Ober-Prokuror, un funcionario imperial laico, quien bastantes veces ha sido alguien ajeno a la Fe Ortodoxa, y cual actuaba en nombre del mismísimo Zar. Fue recién el Santo Zar Mártir Nicolás II, quién en el último año de su reinado restauraría el Patriarcado, una administración eclesiástica legitima y canónica, de acuerdo a la visión ortodoxa.

 

El Sínodo, ya para sus últimos años, se hallaba infectado de “rasputinistas”, quienes buscaban contagiar e influir con las ideas social-revolucionarias, a las jerarquías eclesiásticas ortodoxas y monárquicas, personas como el mismo Metropolita Macario (Nievsky) de Moscú y otras personas, que como este jerarca, estaban afiliadas a las Centurias Negras; grupo parapolicial que contaba con el beneplácito del Santo Zar Mártir, pero que comenzó a perder terreno frente a los herejes y los revolucionarios.

 

Que los clérigos republicanos o social-revolucionarios fuesen rasputinistas, o que los rasputinistas fuesen social-revolucionarios no debe de sorprender a nadie, ya que como ha quedado de manifiesto en las páginas del presente libro, las divisiones entre misticismo y jerarquías eclesiales, o entre misticismo e Iglesia como institución terrenal, así como también lo es entre misticismo y teología, son solo materia para el observador occidental y occidentalizados, pero para el Mundo Ortodoxo estas divisiones no existen.

 

Por ejemplo, en 1342, cuando en Tesalónica los comerciantes de la ciudad se levantaron en rebelión contra del poder Imperial y establecieron un gobierno de caracteres proto-socialistas y autogestionario en favor de “hambrientos y oprimidos”; los principales líderes del levantamiento comunalista comulgaban con las ideas del heresiarca Barlaam de Seminara, un escolástico de la misma época y fiel representante del “espíritu” racionalista e intelectualista occidental que comenzó a atacar los fundamentos de la doctrina mística del palamismo. Estos “zelotes de Tesalónica” rechazaron a San Gregorio Palamás – para aquel entonces, metropolita de la ciudad – por ser “pro-imperial”[67], aunque este último fue uno los más grandes teólogos y ascetas de la Iglesia Ortodoxa.

 

Menester es también mencionar las observaciones acerca de otro de los más grandes místicos y taumaturgos; San Serafin de Sarov – contenidas en el capítulo Cristianismo e Imperio Romano –  quien se persigno ante el Zar Alejandro I, cuando tuvo lugar el encuentro de ambos, acontecimiento que le cambiaría la vida del ultimo de manera definitiva.

 

Y es que lo largo de los siglos, múltiples herejes de múltiples confesiones han hecho uso de las profecías para justificar sus planes inmanentes y milenaristas que se han manifestado en sus sistemas de carácter “utopista”, “asambleario” y “proto-socialista”, como el que en su momento se dio con los anabaptistas de Münster. No es casualidad que los veterocreyentes establecieran al año 1666, como el tiempo de inicio de la era del Anticristo, y luego, apoyaran, en 1917, la revolución bolchevique, cual luchaba – según ellos – contra de las rémoras de orden imperial que se sostenía sobre los fundamentos de  “la Iglesia de los Nikonitas”[68].

Sobre Rasputín y su fugaz y muy misteriosa estela en la historia, lo que se sabe a ciencia cierta es que sus orígenes no estuvieron en la Iglesia Ortodoxa, sino de una secta herética denominada los “Jlystý” (en ruso; flagelantes) que fue una escisión de los herejes veterocreyentes, quienes a su vez, se habían escindido del seno de la Santa Iglesia en 1654. Tanto los Jlystis, como veterocreyentes (Vladimir Moss en el capítulo Dugin y el significado de la historia rusa, acertadamente enfatiza que tanto Alexander Dugin, como y su filosofía, se encuentran íntimamente ligados a estos últimos) comparten el mismo espíritu y naturaleza gnósticas. 

 

El secreto de su popularidad entre el pueblo llano se debió, muy probablemente, a que mucha gente simple, percibía en él a un igual, por lo tanto, por lo tanto, la imagen Rasputín proporcionaba en ellos, la ilusión de tener en él, una suerte de salvoconducto para hacer llegar a la más alta esfera, todos sus reclamos, de romper la cortina de hierro que aislaba al Zar y su familia, la cual era celosamente custodiada por sus mismos cortesanos.

 

A lo largo de los años, muchos han sostenido que la asociación de Rasputín con la onomatolatria es infundada, ya que probablemente este nunca haya tenido un contacto directo con las ideas de Bulatovich, sin embargo, otros autores, como nuestro presente autor, el Dr. Vladimir Moss, afirma que él era un “ferviente onomatolatra”[69]; aun si no tomáramos en cuenta estas opiniones, debemos decir que, a ciencia cierta, si uno estudiara diligentemente la naturaleza del gnosticismo veterocreyente, y los motivos por los cuales ellos se escindieron del cristianismo ortodoxo, fácilmente notará que ambas cuestiones yacen sobre el mismo espíritu; el gnosticismo[70].

 

Enamorados de los medios y no de los fines, de la cascara, y no de la verdadera esencia de lo espiritual, las principales razones de los veterocreyentes para separarse de la Iglesia no fueron no esenciales, por ejemplo, denunciaban que las reformas del Patriarca Nikon habían cambiado el nombre de Jesús, y entonces los “Nikonitas” estarían adorando a un Dios distinto, este cambio consistía en que se había dejado de escribir en el eslavo eclesiástico Isus (Ісусъ), como era a la vieja usanza -posiblemente errónea-, y se había corregido para ser escrita como Iisus (Іисусъ). Otra razón que sostenían para defender su cisma era – por ejemplo – que las reformas nikonitas le habían agregado un “aleluya” más en su estructura litúrgica. Justamente este énfasis en lo externo y legalista de la religión fue lo que llevo a que estos herejes a que luego, ellos mismos se dividieran en infinidad de sectas, de carácter más a-nomico, como podían ser los jlystý, los Molokany, o como lo fueron en su momento los antiguos “adamitas”, que caminaban en público completamente desnudos.

 

Y esto se debe a que estas dos manifestaciones del espíritu gnóstico, la legalista y la a-nomica son dos caras de una misma moneda; y la una nace de la otra, ya que cuando los preceptos se vuelven muy pesados para los creyentes, y la fe comienza a disecarse, convirtiéndose tan solo en meras prescripciones legales, nace un fuerte espíritu a-nomico, y muchas veces anti-jerárquico que se apodera de todo. Sin embargo, ambas manifestaciones comparten algo en común; su carácter inmanente, la idea misma de abandonar al mundo e irse a vivir a comunidades endogámicas como si se tratara de una suerte de Paraíso de Mahoma[71] , este pensamiento en ellos, no distará mucho de los proyectos utopistas modernos. Ambas manifestaciones buscan a Dios en lo externo, ya que ambas intentan encontrar a aquel Dios que ya a partido de sus corazones.

 

De ahí que de que muchos de estos viejos-creyentes terminaran ocupando la plana mayor del empresariado ruso a finales del Imperio; habiendo o no abandonado sus orígenes, llevaban consigo aquel espíritu de sus antepasados; la idea de crear un Paraíso en la tierra. Esta herencia espiritual que los llevaría a odiar todo aquello que el Imperio y sus jerarquías representase. Tal como el Arzobispo Averky (Taushev) escribirá en su momento: “El materialismo es la heredad natural y lógica del desarrollo humanista. El ideal del estómago lleno, escondido detrás de las altisonantes palabras sobre la ‘justicia social’ y la ‘cuestión social’, se convierten en el ideal más elevado para el hombre que ha renunciado al cristianismo.”[72]

 

2)    Gnosticismo político

 

A partir de la eclosión del mundo moderno, y junto a su humanismo, el gnosticismo seguiría manifestándose, pero ya no dentro de las religiones principales, sino que ya en una forma secular, el traspaso del gnosticismo religioso al gnosticismo político ha sido estudiado por muchos. Solo por mencionar a algunos autores y obras, podríamos citar: al historiador Christopher Dawson y su Los dioses de la Revolución, al politólogo Eric Voegelin y su La nueva ciencia de la política (obra que generaría una polémica con Hans Kelsen), al padre de la Constitución Argentina de 1949 Arturo Sampay y su La crisis del Estado de derecho liberal-burgués, etc. también Eric Voegelin, por ejemplo, diría que es indispensable para el estudio de los fenómenos políticos modernos la lectura del libro Contra las Herejías de San Irineo de Lyon[73], uno de los primeros Santos Padres de la Iglesia, discípulo de San Policarpo de Esmirna, quien fue condiscípulo de San Ignacio de Antioquia –  quien conoció de niño al mismo Cristo – [74] y discípulo como del mismísimo Apóstol y Evangelista San Juan el Teólogo.

 

Estamos hablando entonces del mismo problema que se viene dando desde hace 2000 años, tan solo que ahora con el mundo moderno este problema está secularizado, laicizado. El gnóstico político ya no haría referencia a Dios, sino a una suerte de “leyes impersonales de la naturaleza” que el mismo o que los suyos; los “hijos de la luz”, son los que la ven y conocen. Por ejemplo, para Marx esta ley, seria la lucha de clases (esta es su “ley de la naturaleza”) que ha estado desde el comienzo de la historia humana la que mueve la historia, y que la dirige hacia un paraíso terrenal de caracteres comunistas, para un Milei luego de la caída del hombre, este está expuesto a la escases y no a la abundancia, lo que hace indispensable que para su supervivencia el hombre haga un buen manejo de los recursos, de ahí que postulase que las leyes del mercado están presentes prácticamente desde la creación del mundo conocido, de que Dios es anarcocapitalista, y de que inexorablemente la humanidad está condenada a transitar hacia un mundo regido por la Singularidad tecnológica, es decir; la superabundancia alcanzada por las máquinas y la inteligencia artificial; un retorno a la superabundancia edénica.

 

La ideología revolucionaria, sea la marxista o la liberal u anarco-capitalista (los fundamentos básicos de esta religión liberal se encuentran muy bien expuestos en el capítulo de nuestro autor sobre El fin de la historia) o nacional-socialista, es tan omnipresente dentro de la mentalidad del revolucionario, que este se ve a sí mismo como un medio, un instrumento ejecutor, como “brazo Dios” o como instrumento de “la Providencia” y también como una “vasija digna de Dios” “órgano receptivo” capaz de ver lo que nosotros no ven; las leyes ocultas que mueven la historia y que subyacen para él, desde la multiplicidad de los eventos humanos que se manifiestan sobre la superficie de la historia tan claras como el agua. De hecho, no importa si el revolucionario muere, las leyes – según él – perduran inalteradas y aun así, pese a su muerte, la revolución sigue su camino; la revolución conduce a quien la acepta, y arrastra a quien se le resista; todo intento de detenerla por parte de aquellos que no la ven, es inútil en visión del revolucionario.

 

He aquí el evidente carácter gnóstico de los revolucionarios modernos, el mundo, para ellos, está dividido entre los “hijos de la luz” y los “hijos de la oscuridad”; su lucha todavía no es recompensada por “los hijos de la ignorancia”; por aquellos que se aferran a los paradigmas que quedarán abolidos en el futuro, cuando se haga de manifiesto el Fin de la Historia.

 

Este desinterés por la vida propia en aras de una causa mayor, este fatalismo histórico ha quedado registrado en muchas ocasiones a lo largo de la historia. El mismo Gapón, en 1905 habría dicho frente al Palacio de Invierno: “Estoy convencido de que nos van a fusilar, pero gracias a ese fusilamiento, el día de mañana el pueblo obrero se va a revolucionar tanto, como de otra manera jamás se podría lograr en diez años e invirtiendo decenas de miles de vidas”[75]

 

A fines de la Segunda Guerra Mundial, en una Berlín en ruinas, a causa del bombardeo aliado,  Joseph Goebbels, antes de suicidarse él y su mujer, y asesinar a sus seis hijos, dirá en una de sus últimas alocuciones radiales: “El terror de los bombardeos no se apiada de las moradas de ricos ni pobres; ante la labor de la guerra total, las últimas barreras de clase han debido caer... Junto con los monumentos de la cultura, también se desmoronan los últimos obstáculos para el cumplimiento de nuestra tarea revolucionaria. Ahora que todo está en ruinas, nos vemos forzados a reconstruir Europa. En el pasado, las posesiones privadas nos vinculaban a una restricción burguesa. Ahora, las bombas, en vez de matar a todos los europeos, solo han destrozado las murallas de las prisiones que los mantenían cautivos... Al intentar destruir el futuro de Europa, el enemigo solo ha tenido éxito en destrozar su pasado; y, con ello, todo lo viejo y gastado ha desaparecido.”[76]

 

He aquí los “dioses de la revolución”, aquellos que exigen sacrificios de sangre…

 

Esta clase de gnósticos políticos, dada su total entrega a la causa, desarrollan un genio o una especialización en un área de la vida, la cual conocen con profunda maestría, es por eso que Solonevich contrapusiese la figura del genio con la del monarca. El revolucionario por excelencia es un individuo “bi-dimensional”, siguiendo la lógica de Planilandia, no se trata de un Saava Murozov o un revolucionario mediocre, quien posee una visión lineal, quien esta pensando en adquirir un nuevo auto o comprarse una nueva mansión. Solonevich, citado por Moss, dirá: “Procedo del axioma de que un genio en política es peor que la peste. Porque un genio es una persona que piensa en algo que en un principio es nuevo. Al idear algo que es nuevo en un principio, invade la vida orgánica del país y lo paraliza, como lo hicieron Napoleón, Stalin y Hitler… (…) El poder del Zar es el poder del promedio, del hombre de inteligencia promedio sobre doscientos millones de personas de inteligencia promedio… V. Klyuchevsky dijo con cierta perplejidad que los primeros príncipes moscovitas, los primeros unificadores de la tierra rusa, eran gente completamente promedio: y, sin embargo, mirad, unificaron a la tierra rusa. Esto es bastante simple: la gente de la media ha actuado en interés de la gente de la media y la línea de la nación ha coincidido con la línea del poder. Así es que, la gente común del ejército novogorodiano se pasó al lado de la gente común de Moscú, mientras que la gente de la media de la URSS está huyendo en todas direcciones del genio de Stalin”

 

Claramente el genio pone a la nación al servicio de la clase (Lenin o Stalin), al servicio de la raza (Hitler), al servicio del mercado (Milei), la nación es una arcilla[78] que sirve para complementar al ídolo ideológico; por el contrario, el Zar se pone al servicio de Dios y del bien común.

 

Al centrar nuestra mirada solo en la esfera “política” de este gnosticismo, simplemente nos quedaremos con la manifestación más evidente de este fenómeno, pero es necesario notar que el mismo, a partir de la modernidad, ha trascendido esta esfera para desarrollarse en todos los órdenes de la vida humana, sea este el cultural, económico, científico, o político.

 

Justamente, el estado de nepsis al que hemos hecho alusión en el comienzo de nuestro estudio, de vigilancia y de profunda concentración, trae como consecuencia una elevación de la razón, un estado de híper-conciencia, un abandono de los pensamientos propios del Ego, del Yo, lo que los Santos Padres han llamado diánoia, en procura de alcanzar, con la ayuda del Espíritu Santo, un estado “tri-dimensional” de conciencia, una mirada de águila, para llegar a la noesis; a la Verdad.

 

El espíritu revolucionario, al haberse desplegado en todas las áreas de la vida humana, aboga en cambio por el principio de la Sombra, de la noche, de lo inconsciente en vez de lo consiente, de lo irracional sobre lo racional, de lo dionisiaco, – cuando Penteo le pregunta cuándo tienen lugar las “ceremonia”, Dioniso le responde: “En la mayoría de noche la oscuridad guarda un carácter venerable” – sobre lo apolíneo. Acerca de esto, el psicólogo rumano Stan M. Popescu menciona:

 

“La represión de la necesidad de manifestación verbal de las propias opiniones y de las convicciones, por temor a la censura de la ekklesia y por miedo a ser acusados de insubordinación o indisciplina a la nueva ética del lnfra-Yo y de la Sombra, aumenta los complejos de inferioridad y, como tal, incrementa la identidad grupal primitiva (exenta de responsabilidad individual) y contribuye a la aceptación complaciente del comportamiento atávico y regresivo, típico del hombre-vulgo.

 

En otras palabras, los síntomas patológicos que Freud, Marcuse, Fromm y Neuman habían revelado como manifestaciones tí­picas de la decadencia de la sociedad tradicional (la antigua ética cris­tiana), son, en realidad, válidas para caracterizar solamente la actual sociedad de masas, constituida en torno a los gobiernos-del demos leviathaniano.

 

Cohabitar con la Sombra es ceder y reconocer la relatividad de los valores, y de lo Absoluto.

 

Justamente por esto, las fuerzas irracionales de la muchedumbre representadas por Leviathan utilizan los recursos del demos ateniense durante el auge de los sofistas y demagogos: se apropian de las nociones que hacen a la espiritualidad de la antigua ética, pero bregando por la conquista del poder material. Exhiben y reiteran hasta la embriaguez los conceptos y los principios por los cuales murió crucificado el Hijo de Dios, para hacer creer a la muchedumbre que surgió una super-religión, infinitamente superior al cristianismo, y anestesian, con ello, la percepción de la realidad de los fieles.

Como la finalidad ‘superior’ es el progreso, la prosperidad y la felicidad de los ‘pueblos’, se requiere de la conquista del poder ma­terial, que engendra la hybris. (…) la preferencia de Dionisio, de que las ceremonias en su honor se celebran durante la noche, indica su identificación con el sueño, los sueños y las pesadillas, o sea: la, no consciencia y la inconsciencia, la noche, la muerte, la inconsciencia, las pesadillas, forman una cadena útil, porque afirman la existencia del día, la vida, la consciencia del Yo, la conciencia moral y la transparencia de la alegría, pero – simultáneamente –pertenecen al reino de la Sombra, en la que gobierna la fuerza satánica, la irracionalidad y la muerte de las virtudes, o la derrota de las mismas por el poder de los no-valores.”[79]

 

Durante todo el transcurso del mundo moderno, y a la vanguardia de este principio de la Sombra, como capitostes de la revolución científica, sexual, artística, política, se hayan los judíos ateos. No solo en el ámbito de la psicológica, Marcuse, Freud, Fromm, Neuman, provienen de dicho origen, sino también aquellos que están a la delantera de la revolución científica que hoy procura alcanzar un paraíso terrenal reiterando “hasta la embriaguez, los conceptos y principios por los cuales murió crucificado el Hijo de Dios”, y proclaman un Fin de la Historia, donde la muerte va a ser prácticamente abolida, gracias a los nanobots, y el humano regenerado por obra y magia de la IA (“Inteligencia Artificial”).

 

No es por casualidad, que siendo un grupo numéricamente ínfimo, si se lo compara con el total de la población mundial, en su seno hayan emergido personajes como Trotsky, Lenin[80] o Guevara[81], que según Solzhenitsin, todos los jefes de los Gulags durante la URSS pertenezcan a este origen, o que – tomando en cuenta los registros de académicos avezados como Richard Pipes[82], o Orlando Figues[83] – los procesos revolucionarios marxistas en Hungría y en Rusia los haya tenido a ellos como principales protagonistas.

Inconscientemente sienten que, para ellos, el paraíso está perdido – esto es por haber negado y crucificado a Aquel que vino a salvarlos, Aquel que ha abierto las puertas de la realidad espiritual a toda la humanidad – y mediante su despliegue revolucionario sobre todas las esferas de la vida humana, buscan acallar los tormentos de su conciencia, apelando a lo inconsciente, al principio de la Sombra.

 

Es por esto que el estadista y confidente de varios de los zares, el Ober-prokuror Konstantin Pobedonostsev, en 1879, escribirá a Dostoievski acerca de los judíos lo siguiente: “Ellos están en la raíz del movimiento socialista revolucionario y regicida, poseen la prensa escrita, tienen en sus manos los mercados financieros; el pueblo en su totalidad cae en la esclavitud financiera ante ellos; incluso controlan los principios de la ciencia contemporánea y se esfuerzan por hacerla ajena al cristianismo.”[84]

 

Al haber quedado roto el dique de contención de la Zona de Asentamiento en 1915, movidos por la búsqueda del poder material, y alentados por ese complejo de inferioridad del cual ya nos hemos referido[85], los judíos se expandieron a lo largo y ancho del Imperio.

 

 

Es por esto que el estadista y confidente de varios de los zares, el Ober-procurator Konstantin Pobedonostsev le escribiera en 1879 a Dostoievski sobre los judíos lo siguiente: “Ellos están en la raíz del movimiento socialista revolucionario y en la del regicidio, poseen la prensa escrita, tienen en sus manos los mercados financieros; el pueblo cae en su totalidad en la esclavitud financiera ante ellos; incluso controlan los principios de la ciencia contemporánea y se esfuerzan por colocarla ajena al cristianismo.”[86]

 

Habiendo quedado roto el dique de contención de la Zona de Asentamiento en 1915, movidos por la búsqueda del poder material y alentados por ese complejo de inferioridad del cual ya hemos expuesto[87], los judíos se expandieron a lo largo y ancho del Imperio.

 

Vladimir Moss escribe: “Multitudes de judíos asustados, que huían hacia el este, bloquearon carreteras vitales, las cuales estaban reservadas a los suministros para el frente. Al llegar a ciudades grandes como Moscú y Petrogrado, donde antes no existía una gran población judía, estos recién llegados descontentos solo avivaron las llamas revolucionarias. Y así se llegó precisamente a la situación por la cual la Zona de Asentamiento había sido diseñada para evitar [a los judíos]. A medida que los judíos se desplazaban desde las regiones occidentales hacia las principales ciudades de Rusia, pronto ocuparon puestos ejecutivos destacados en todos los sectores principales del gobierno y la economía.”[88]

 

Petrogrado 1917; La revolución en acción

 

Para 1916, ya con el Zar tomando las riendas de la situación militar como Comandante en Jefe, el frente en Europa conseguido un giro favorable para el Imperio Ruso, la exitosa ofensiva del general Brusilov, obligó a Alemania a retirar ejércitos del frente occidental y frenar su ataque sobre Verdún para retener el avance de la ofensiva.

A pesar de esto se seguían movilizando cantidades enormes de hombres, colocándolos en posiciones de reserva; ya para inicios de 1917 la ciudad de Petrogrado contaba con 300 mil reservistas, “el consejo especial de la Defensa ya había objetado varias veces que estas últimas movilizaciones no tenían demasiado sentido. En el país hacía mucho tiempo que faltaban manos para labrar la tierra o para trabajar en las fábricas, en tanto que no alcazaba armamento ni siquiera para las tropas ya existentes”[89].

 

Estas tropas de guarnición estaban amontonadas “como sardinas de lata, sin poder salir de los cuarteles, condenados al ocio” y expuestas de manera permanente a la propaganda de los discursos del Palacio Táuride, sede de la Duma en Petrogrado, donde diputados social-revolucionarios declamaban insolentemente medidas como la de confinar a la Emperatriz en un monasterio por ser “una alemana que actúa en pro de la muerte de Rusia y de su ejército”[90].

 

El 5 de noviembre de 1916, el embajador Maurice Paleologue mencionaría: “La guarnición de Petrogrado no es confiable. Hace una semana hubo un alzamiento de Vyborg. Pero yo no advierto ninguna intención de sacar esas unidades de Petrogrado y remplazarlas por tropas confiables. En mi opinión, hace rato que se debía haber purgado la guarnición de Petrogrado… ¿Sabe usted que tiene no menos de 170 mil hombres? Ellos no están recibiendo instrucción militar, tienen mandos deficientes, se aburren y se están descomponiendo… Son cuadros listos para la anarquía. Habrá que dejar en Petrogrado a unos 40 mil de los mejores efectivos de la Guardia [Imperial] y a unos 20 mil cosacos. Con este tipo de tropas de elite se podría liquidar con cualquier acontecimiento. Y si no, no”[91]

 

El historiador del mundo antiguo Polibio, comentando los sucesos acaecidos en el imperio cartaginés poco después de la Segunda Guerra Púnica, cuando se dio la famosa rebelión de los mercenarios, generada por la demora en pago de salarios, y avivada por muchos autoproclamados “lideres”, quienes valiéndose del estado de inactividad en el que habían quedado luego de la firma de la paz y de su ignorancia– eran ejércitos multinacionales, por tanto, hablaban diferentes idiomas y muchos de ellos no se entendían entre si, por lo cual cada uno traducía lo dicho por las autoridades cartaginesas, de acuerdo a su conveniencia – los arrastrarían a una brutal insurrección armada, diría: “el ocio es la madre de todas las revoluciones”[92]

 

Claramente la propaganda barata de los alemanes, aquella de los “salones de los grandes duques”, y la de los politicastros de la Duma (muchos de ellos masones como Kerensky) alentaban al esfuerzo revolucionario. Fueron estos mismos politicastros, quienes encaramados en el Consejo de Estado torpedearon en su momento el proyecto de Stolypin, cual consistía en modernizar la policía petersburguesa y dotarla de carros blindados. “Ya en febrero de 1917 la policía de San Petersburgo estaba armada solo con revólveres y arenques; así se llamaban en esa época los sables cortos que portaban los muy sufridos guardias municipales”[93].

 

En base a la información que le fue proporcionada, acerca de los reservistas de Petrogrado, el Zar ordenó desde el frente de batalla que el General Vasily Gurko movilizara desde la capital hacia cualquier otra parte, a las unidades poco confiables, y las sustituyera por unidades de la Guardia Imperial, provenientes del frente. Pero el historiador Oldenburg menciona: “Ni el General Gurko, ni el General Balk, ni el General Jabalov cumplieron la orden del Emperador, bajo el pretexto de que en los cuarteles no había lugar, y que no había adonde retirar los batallones de reserva”[94].

 

La suerte estaba echada…

 

En febrero de 1917, en San Petersburgo, comenzó a faltar pan. Y esta escases se agudizo mucho más, gracias a los rumores: supuestamente el pan estaría por desaparecer de manera permanente. Y todos se lanzaron a comprar y almacenar pan para tener de reserva. Solonevich habla de que aparentemente estas faltantes fueron intencionales. Paleologue informa que como resultado de las heladas excepcionalmente crudas en enero y febrero 56 mil toneladas de pan en los vagones quedaron atascados. Ya después de febrero la prensa revolucionaria daba cuenta que los depósitos de Kalashnikov estaban repletos de trigo.[95]

 

El masón Guchkóv diría: “Yo no solo simpatizaba con esas acciones, sino que participaba activamente de ellas. El plan consistía (yo no voy a mencionar los nombres), en apoderarse del tren del Emperador entre Zarskoie Selo y el Gran Cuartel General, obligarlo a abdicar, luego simultáneamente apoyándonos en las unidades militares de Petrogrado, con las cuales podíamos contar, arrestar al gobierno existente y luego anunciar el golpe de Estado, y a quienes encabezarían el nuevo gobierno”[96]

 

El plan de la mano oscura de la masonería fue ejecutado en su totalidad. En la ciudad, por orden de la alcaldía y con el fin de combatir la suba de precios, se habían establecido cifras extremadamente accesibles para el pan. El precio del pan negro no podía costar más que 7 kopecs y medio la libra, y el del pan blanco no más de 9 kopecs, claramente la elaboración de este último costaba más, por lo que se generaban colas enormes para comprar el pan negro. En pleno invierno hacer esas colas interminables era insoportable, y el 23 de febrero de 1917, frente a una multitud helada e irritada un panadero colgó el cartel “Hoy no habrá más pan”[97]. Una mujer finlandesa tuvo un ataque de histeria “y comenzaron a llevar pedradas contra la vitrina, luego otro negocio fue el blanco de la furia, y otro, y otro. Los disturbios se generalizaron. (…)

Habiendo recibido finalmente la información bastante sólida sobre la situación de Petrogrado, el Emperador decidió desde el frente viajar personalmente a la capital, pero antes de eso, ordeno enviar allí seis regimientos de caballería y seis de infantería – de los más confiables – más los destacamentos de ametralladoras. (…) Pero el general Alexeiev se oponía al envío de tropas, considerando que ‘ante las condiciones existentes, la represión solo puede agudizar la situación’. De acuerdo al propio Alexeiev, el Zar ‘no quiso conversar más con él’” [98]

 

En su viaje a Petrogrado el tren del Zar es detenido por las fuerzas revolucionarias cerca de Pskov, donde se le obliga a abdicar[99], lo irónico de la revolución de febrero es que fue hecha ejecutada por el generalato, la acción del “pueblo”, el robo de 40 mil fusiles por parte de “proletariado de Petrogrado” tan cacareada por la historiografía bolchevique no tuvo incidencia alguna en los sucesos de febrero. El nuevo gobierno revolucionario de Kerensky, cual comenzaría a liberar a los presos políticos y desmantelar el orden militar[100] tan solo cumplió el rol de preparar el terreno para la brutal revolución que se avecinaba, Lenin diría en su momento: “El poder estaba tirado bajo nuestros pies, solo hacía falta agarrarlo”.

 

Conclusiones finales

 

Luego de haber realizado esta humilde sinopsis acerca de la figura del Santo Zar-Martír y del proceso que llevaría a su abdicación, basándonos en su impronta personal, y tratando de extraer lo que consideramos principal en esta la selección de profecías y textos, cuales preceden a la presente introducción, estaríamos ya en condiciones de inferir, más o menos, y de acuerdo a nuestras limitaciones, de cómo será la figura del Último Emperador Romano, y a su vez, contraponerla y cotejarla con aquella del Anticristo, aquel que estará al servicio de Satanás, como han estado antaño, aquellos los revolucionarios que derrocaron al Zar, pero de una manera superlativamente más perfeccionada y acabada, y como jamás se ha visto antes.

 

El Anticristo

El Último Emperador Romano

Sera judío, acorde a algunas interpretaciones de los Santos Padres, procedente de la tribu de Dan.[101] (Nota a considerar. Tambien según algunos Santos Padres nacerá en Roma (Rusia?), y aparentara se un devoto cristiano ortodoxo)

No será judío, sino un verdadero cristiano ortodoxo -o sea adherirá a las vertientes tradicionalistas ortodoxas-, será del linaje de los Romanov por línea femenina.

Será una figura aparentemente pía y alimentará el Ego de todos; dirá a todos lo que quieran escuchar. Será un demagogo y un completo ecumenista religioso.

Será una figura religiosa, pero será reprobado por muchos ya que será capaz de pronunciar “vetos legítimos”, en procura del bien mayor y no de contentar los deseos de la masa. Será un antiecumenista y por ende un verdadero ortodoxo

Establecerá o intentará establecer su dominio sobre todo el orbe

Establecerá un dominio sobre solo una país o region de la tierra

Se proclamara Dios de una única religión universal[102], todo es será gracias al triunfo total del llamado “Movimiento Ecuménico”. “Sera confundido por muchos como el “Verdadero Mesias”.

No se proclamara Dios * restablecerá el lugar de a la Iglesia en su Imperio, la cual será pastoreada por verdaderos jerarcas ortodoxos, aquellos que hoy son persguidos. No pretenderá ser el Mesias

Su religiosidad será del tipo emocional o pietista, apelando a los instintos bajos del populacho y a la irracionalidad; a la Sombra [103]

Su religiosidad será supra-racional y ascética, por lo cual, de acuerdo a la lógica del hombre moderno, parecerá distante o frívolo.

Pretenderá establecer su señorío sin ningún tipo de jerarquía o valiéndose de falsas jerarquías, persiguiendo a la Iglesia Verdadera. (Cf. 1 Co 15, 9.)

Buscará restaurar las jerarquías eclesiales, conformándose en defensor de la Fe y de la Iglesia Verdadera.

Sera un falso taumaturgo (2 Ts 2, 9)

No será un falso taumaturgo ** 

La procura del bienestar y del confort material será una cuestión por la cual arrastrará a muchos a adorarlo.

La “justicia social” no será un ideal relevante dentro de su reinado

Nacerá de una prostituta o por vía artificial; como advenedizo

Será noble de sangre

 

* Cuando mencionamos que el Último Emperador Romano no se proclamara Dios, no es una mención baladí. En las páginas de la presente obra el lector podrá darse cuenta de las trágicas consecuencias que ha traído aparejada la fractura de la sinfonía de poderes, es decir, de la incorrecta comprensión en el mundo occidental, acerca de cuál es el ámbito del emperador, y cual aquel de la Iglesia o lo Espiritual.

 

A esta fractura, Occidente la ha sufrido como un conflicto interno, cual todavía permanece sin resolver, una herida que ha permanecido abierta por poco más de un milenio. En cambio, en Rusia, dicha fractura ha ocurrido tan solo un siglo; la “Iglesia Oficial”, organización eclesiástica creada en base a unos pocos jerarcas traidores a la Iglesia Pre-revolucionaria y legitima -es decir, la mayoría de la Iglesia real, aquella parte que no fue aniquilada, y se vio obligada a refugiarse en la Catacumbas o ir al Exilio- , posiblemente por la distorsión que dejó abolición de la “Sinfonía de Poderes”, se sometió completamente al poder teomaquista soviético, esto ocurrió a partir de 1927 mediante la declaración de Metropolitano Sergio Stradgorovsky, líder de los traidores. Este acto de traición se conocería como Sergianismo, la herejía de someter completamente a la Iglesia bajo un poder secular. Este embrión sergianista, más tarde se veria reforzado y “legitimado”, bajo la creación por parte de Stalin del denominado “Patriarcado de Moscú” en 1943. también esta “Iglesia”, esclava del poder político secular, y que ha dejada de lado todo comprensión en la dinámica de poder Autocrático Cristiano,  seria caldo de cultivo de toda clase de herejías, que va desde el Ecumenismo a la Onomatolatría, también es digno mencionar que entre algunos de sus miembros a aparecido una herejía bastante peculiar, denominada Tsarebozhiye; cual postula que el Zar es como una suerte de “Cristo Ruso”, que ha venido a redimir a la Tierra Rusa de sus pecados; se trata de un gibelinismo sui generis

 

**  Tampoco sería trivial mencionar, que idea de los reyes taumaturgos no es cristiano ortodoxa, sino católica romana; en comunicación personal con Vladimir Moss, ante la pregunta de los registros medievales que existen sobre los reyes de la dinastía merovingia, quienes se dejaban la cabellera larga para así obtener ciertos poderes sobrenaturales o taumatúrgicos (al estilo de Sansón), Moss nos respondió: “La creencia merovingia es superstición. Hubo algo similar en Inglaterra, pero no en tiempos ortodoxos. San Eduardo el Mártir también realizaba milagros, pero no por causa de su cabello, ni por ser rey, sino simplemente porque era un verdadero santo.”.

 

San Eduardo el Mártir es un santo muy venerado en la Iglesia Ortodoxa, pero las leyendas acerca de que poseía una suerte de “royal touch” (toque real, o toque regio), un poder que al imponer sus manos sobre los enfermos los curaba, tan solo y dada su condición de Rey, son añadidos que se fueron presentando en hagiografías escritas en tiempos muy posteriores a los de San Eduardo, y que se corresponden más a una visión católica romana y no ortodoxa sobre su santidad. No olvidemos que el Zar Nicolás II no poseía poder taumatúrgico alguno.

 

Relacionado a esta cuestión, vale la pena, hacer mención de una observación de Karl Mannheim sobre aquellos que son fervientes adherentes de los sistemas revolucionarios (Ideologia y Utopia, Aguiar. Madrid, 1966, pág. 89): “En la mentalidad utópica, arrastrados por la voluntad de acción de las muchedumbres, perdiendo de vista ciertos aspectos de la realidad. Vuelve la espalda a todo lo que conmovería su creencia o paralizarse su deseo de cambiar las cosas.”

 

Esta “perdida de ciertos aspectos de la realidad” de los hombres de la época del Anticristo, se corresponde al principio de la Sombra mencionado por Stan M. Popescu.

Tengamos en cuenta lo que menciona el hieromonje Serafín Rose en El alma después de la muerte: “Los mismos científicos modernos han llegado a admitir no estar muy seguros de la naturaleza última y de los límites de la materia, ni de cuando termina esta y comienza la realidad ‘psíquica’[104].

 

Sera tal el estado de ceguera en la psiquis del hombre en fin de los tiempos que los “milagros” o “portentos” del Anticristo cifraran su éxito según menciona el Arzobispo Averky (Taushev) en: “el estado de engaño de los sentidos y en el uso [que el Anticristo haga] de fuerzas naturales pero ocultas de la naturaleza”[105]. San Andrés de Creta, uno de los primeros y principales exegetas del libro del Apocalipsis menciona: “El precursor del apóstata, el falso Cristo, llevará todo a cabo mediante la hechicería y el engaño de los hombres, de modo que el Anticristo pueda considerarse Dios. Así como San Juan el Bautista, digno de una incuestionable gloria y que, con motivo de atraer creyentes hacia el Salvador, ejecuto de forma grandiosa semejantes milagros. Así como la verdad llevo a la creencia, la mentira también, para el engaño de los hombres, se esforzará por imitar la verdad. Por lo tanto, no es en absoluto asombroso que los ojos engañados verán fuego descendiendo de los cielos” (San Andrés, cap. 37). [106]

 

Es decir, el Anticristo hará falsos milagros, que, a los ojos de muchos, serán como verdaderos prodigios, más no lo serán en la realidad, porque estos solo pueden venir de Dios.

 

Ignacio Pérez Borgarelli revisado por el p. Siluán Dignac

Agosto 1/14, 2024.

Conmemoración del san Juan Clímaco




[1] “Lo que es más notable, los enemigos de la Iglesia, – los movimientos que la desgarran y la crucifican – son, en cierto sentido, su propia prole, que absorben de ella su fuerza dinámica. El Islam, la Reforma Protestante, la revolución liberal, ninguno de ellos hubiera existido a no ser por el cristianismo, pues todos son manifestaciones abortivas o parciales que el cristianismo ha arrojado sobre la Historia” Christopher Dawson; Dinámica de la Historia. pág. 239. Emecé Editores. Buenos Aires, Argentina. 1962

[2] Esta escatología inmanentista es propia no solo de las religiones seculares del mundo moderno; Nótese de como el capitalismo no solo entra aquí en contacto con el comunismo, sino también con el catolicismo – desde Tomas Moro quien es tenido como santo por la Iglesia Católica Romana, el primero en proponer la idea de una renta básica universal hasta las últimas Encíclicas del Papa Francisco, este parece ser el espíritu que alienta al catolicismo de los últimos siglos; es el sueño del Gran Inquisidor - y también al mahometismo y el judaísmo. Sobre esta última religión, diremos que fue esta diferencia el factor determinante de que ellos hayan rechazado al Salvador; buscaban en el Mesías la figura de un rey davídico de la guerra que les librara del yugo romano y que les diera una primacía sobre todas demás naciones de la tierra. Sobre esto último, recomendamos al lector el texto On Miracles and Sings, (Sobre los Milagros y los Signos) de San Ignacio Brianchaninov

[3] Para mayor conocimiento del asunto, sugerimos leer el libro de uno de los historiadores más grandes de la ciencia Pierre Duhem, considerado uno de los fundadores de la fisicoquímica, quien estuvo a punto de ganar el Premio Nobel por sus avances en la comprensión de la termodinámica química; Sozein ta phainomena (To Save the Phenomena; An Essay on the Idea of Physical Theory from Plato to Galileo, University of Chicago Press. 1960) En este pequeño tratado expone que el averroísmo, tenía una comprensión de los fenómenos naturales muy ajena a la que alentaba el espíritu clásico; para este ultimo, los modelos, tanto el heliocéntrico como el geocéntrico, eran ficciones, no realidades, para “salvar el fenómeno”. El averroísmo haría del sistema ptolemaico una realidad, y este mismo averroísmo fue el que impregno toda la mentalidad de la baja edad media europea, lo que convertiría más o menos al sistema ptolemaico en un artículo de fe que se derrumbaría de manera estrepitosa frente a los postulados de Galileo. Si las mentes de la Baja Edad Media se hubiesen mantenido fieles a la concepción antigua de los fenómenos cósmicos y no hubiese permeado la mentalidad arábiga sobre los mismos; nos salvaríamos literalmente de ríos de tinta que se han escrito en fútiles vindicaciones sobre la figura de Galileo, esta ontología materialista heredada del mahometanismo sería una fuerza motora de la emergencia del Mundo Moderno.

[4] Pese a todo el evemerismo academicista la Tradición de la Iglesia lo considera como un Santo contemporáneo de San Pablo, véase: In defense of the dionysian authorship, del Padre Dimitriu Staniloae y el Reverendo John Parker: https://orthochristian.com/86817.html

[5] Mario Vargas Llosa. El viaje a la ficción. pág. 173. Alfaguara, Montevideo, Uruguay. 2016

[6] Un día antes de su discurso, Milei twittea una imagen con el texto en hebreo de los Diez Mandamientos: https://www.pagina12.com.ar/717232-milei-anticipo-un-revival-de-la-ley-omnibus-en-clave-mistica

[7] https://www.perfil.com/noticias/politica/javier-milei-dijo-que-dos-tercios-de-la-mejora-que-generara-su-politica-se-veran-en-los-proximos-15-anos.phtml

[8] https://www.perfil.com/noticias/politica/javier-milei-dijo-que-dos-tercios-de-la-mejora-que-generara-su-politica-se-veran-en-los-proximos-15-anos.phtml

[9] Recomendamos al lector los trabajos y las ponencias online del politólogo italiano Loris Zanatta, en específico su obra Fidel Castro: El último Rey Católico.

[10] https://www.perfil.com/noticias/politica/el-periodista-roberto-navarro-revelo-el-pensamiento-de-cristina-kirchner-sobre-el-gobierno-milei-es-kirchnerista-en-su-manera-de-obrar.phtml

[11] Degrelle mostraría cierta condescendencia para con la figura de Guevara en una obra titulada “Escritos diversos”; donde está plagada de una retórica propia de las izquierdas en la época de la Guerra Fría. En Uruguay un dirigente de importante movimiento de masas de extrema-derecha de 1960 registró que cuando fue a encontrarse con Degrelle en su residencia en Benalmádena, Malaga, Degrelle le manifestaría su profunda simpatía por la figura de Guevara.  En comunicación personal (del día 15 de marzo del 2024) se me confirmo este dato por un miembro de la Cámara de Representantes de Uruguay.

[12] Tómese por ejemplo la organización guerrillera de extrema-derecha Tacuara; de ahí prominentes figuras como la de Joe Baxter, quien a otrora era un admirador de Hitler y de Mussolini, murió en un accidente aéreo en Francia en 1973, entre sus pertenecías viajaba con 40 mil dólares de la época que iban a ser entregados para el Frente Sandinista. El mismo Mussolini en la última etapa de su vida (1943-1945) alentó un retorno a los orígenes, a las bases programáticas del partido fascista de 1919 que vadeaban muy cerca al ideal socialista de los soviets, que haya tenido de consejeros principales a personajes como Nicola Bombacci, quién fuese en su momento el fundador del Partido Comunista Italiano y quién llegara a argüir que el socialismo de Mussolini era el verdadero socialismo al contraponerlo con el stalinismo, es una prueba patente de esto, ni que hablar de la simpatía actual por parte de los neofascistas (la casa Pound por ejemplo) por la figura del Che Guevara y de las simpatías que suscitan los regímenes asiáticos de la Rusia y el Irán actual en muchos de los nacionalistas católicos.

[14] Vladimir Shapkin. ¿Qué es Rusia?. pág. 41-42. Montevideo, Uruguay. Ediciones Parusia. 2015

[15] Orlando Figues. Crimea: La primera gran guerra. pág. 27. Editorial Edhasa. Edición digital. 2012

[16] Vladimir Shapkin. ¿Qué es Rusia?. pág. 44.

[17] Nicolás Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 206 - 207. Ediciones Argentinidad. Buenos Aires, Argentina. 2017

[18] No debe de confundirse este sentir con la sprezzatura postulada por Castiglione en el Renacimiento y de la cual príncipes y reyes tan importantes como Felipe II fueron representativos. Por ejemplo, si bien el padre de este último, Carlos I, le expresase a su hijo por comunicación epistolar que: “Por principal y firmé fundamento de vuestra gobernación — le decía— debéis siempre concertar vuestro ser al bien de la infinita benignidad de Dios y Cometer vuestros deseos y acciones a su voluntad”, lo cual se acerca mucho a cómo debe de moverse un Autócrata. También en ese sentido, Rafael Altamira escribe en su Ensayo sobre Felipe II que “su madre, la emperatriz Isabel, era sumamente devota e inculcó en su hijo la vehemencia religiosa, así como el arte de dominar sus sentimientos, especialmente los que pudieran revelar flaqueza espiritual ante el dolor físico o las adversidades morales” Rafael Altamira; Ensayo sobre Felipe II: Hombre de Estado. pág. 56, editorial Jus, México.

Hay que tomar en cuenta que esta sprezzatura, muy similar al estoicismo, parece hacer referencia a soportar el dolor con gran temple. El misticismo cristiano ortodoxo busca, no soportar el dolor, sino, eliminar el principio del dolor; no sobrellevar las emociones y en específico las emociones negativas, sino erradicar todo ápice de emocionalismo negativo.

[19] Vladimir Moss; The Holy All-Russian new nartyrs

[20] Idem pág. 131

[21] Idem, pág 85

[22] Idem, pág 160

[23] Julius Evola, Conversaciones de sobremesa con Hitler; https://es.metapedia.org/wiki/Conversaciones_de_sobremesa_con_Hitler

[24] Alexander Solzhenitsin; Agosto 1914. págs 62-63. Barral Editores. Barcelona, España. 1972

[26] Esto nos recuerda a la celebre frase de Margaret Thatcher: “El peor enemigo del socialismo no es el capitalismo. Es la realidad”

[27] Erik Von Kuehnelt-Leddihn, Libertad e Igualdad, pag 206 – 207. Ediciones Rialp, Madrid, España. 1962

[30] Carl von Clausewitz, Sobre la Guerra, libro VIII, capitulo 9

[31] Vale mencionar como ejemplos la Batalla de Zorndorf en 1758 donde el general ruso Stepan Fyodorovich Apraksin desertó junto con parte de sus tropas, y luego se unieron al ejército prusiano de Federico el Grande. Sometido luego a juicio, murió en prisión en agosto del 1758 bajo misteriosas circunstancias, antes de que el tribunal militar diera un veredicto sobre las razones de su escandalosa retirada. Véase para mas información. The rise and fall of russian autocracyVladimir Moss

[32] Nicolás Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 16 -17

[33] Idem. pág 96

[34] Idem.

[35] Nicolás Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 67

[36] Richard B. Spence, Wall Street and the Russian revolution 1905 – 1925.  pag 23. Trine Day Press, Waltervielle  (Oregon), Estados Unidos.

[37] W. Bruce Lincoln, In War’s dark shadows. The Russia before the Great WarChapter III, The Russia new lords (Capitulo III. Los nuevos señores de Rusia) pags 61 – 99. The Dial Press, Nueva York. Estados Unidos

[38] 12 de febrero según el calendario juliano, que en realidad ajustado al calendario gregoriano sería el 26 de febrero de 1917

[39] Vladimir Moss, The masonic plot against Tsar Nicholas II.: https://www.orthodoxchristianbooks.com/articles/910/-masonic-plot-against-tsar-nicholas-ii/

[40] Cosa un tanto ridícula tomando en cuenta los importantes avances que se habían hecho para la época referentes a la legislación social. El presidente norteamericano Taft mencionaría: “Vuestro Emperador ha creado una legislación laboral tan acabada, como la que no tiene ningún gobierno democrático de mundo” (Véase: Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 84)

[41] Nicolás Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 86

[42] Idem. pág. 84 Mucha información puede consultarse sobre esto en el N° 1 de la revista “Verche”; Munich, 1981.

[43] Idem. pág 70

[44] Vladimir Moss; The fall of the Russian Empire. A spiritual history (1825-1925), Vol II. pág 46

[45] Sebag Montefiore, Los Romanov. pág 612. ed. Critica. Buenos Aires, Argentina. 2016

[46] Kazansew; El Zar y la Revolución. pág. 153 y pág. 156

[47] En la actualidad y en las naciones no-judias, exceptuando Estados Unidos, este aparato para-estatal recibe el nombre de Bitajón, véase el libro; Mandato de sangre, el poder de los judíos en el Uruguay, del exdiputado Fernando Amado. Editorial Sudamericana, Montevideo, Uruguay, 2012

[48] Vladimir Moss; The fall of the Russian Empire. A spiritual history (1825-1925), Vol I.  pág 63

[49] Alexandre Solzhenitsyn; Deux siècles ensamble. Juifs et Russes avant la révolution1795 – 1995. Tomo I. Ed Fayard. pag 464

[50] Sebag Montefiore, Los Romanov. pág 747. ed. Critica. Buenos Aires, Argentina. 2016

[51] Vladimir Moss; The fall of the Russian Empire. Vol II. pag. 130

[53] Caroly Erickson, Alexandra. pág. 95

[54] En este sentido coincidimos con el aristócrata polaco Emmanuel Malynski en su aserción: “El paganismo siempre ha sido precursor del judaísmo” (Emanuel Malynski, La Modernidad y el medioevo. pág. 13. Primera edición digital 2015. Hipérbola Janus. Kindle Direct Publishing)

Así ocurrió cuando muchos siglos antes Juliano el Apostata pretendió instaurar el paganismo; su odio al cristianismo no lo le inhibió volverse protector de la religión judía, a la que consideraba inferior al paganismo, pero muy superior al cristianismo. Juliano se propuso la reconstrucción del templo de Jerusalén, quedando de manifiesto esta intención mediante una epístola que escribió dirigida al patriarca judío de Palestina Hilei II, a quien llamo “mi hermano”. A raíz de su anuncio “los judíos se instalaron en Jerusalén y empezaron a expulsar a los cristianos (…) habiendo constancia de que miles de judíos procedentes de distritos persas se pusieron en marcha hacia Jerusalén (…) para tomar parte en la edificación del Templo.” Hasta que un terremoto destruyó la construcción. En el mismo año Juliano, y a pesar de estos últimos sucesos, considerándose con el favor de los dioses, lanzó una furtiva campaña en contra del Imperio Sasánida, ya sobre Ctesifonte mando quemar la flota que se encontraba sobre el Éufrates para que nadie escapase.

Veinte días después, con los aprovisionamientos prácticamente agotados, frente al tórrido verano persa las penurias y los padecimientos con las horas y el paso de los días se fueron haciendo cada vez más grandes. El enemigo, tomando en esto comenzó a hostigarle mediante escaramuzas incesantes, en un encuentro cerca de Samarra, Juliano, habiéndose quitado su casco y armadura protectora, cayó alcanzado por un dardo persa mientras estos se replegaban. Bajo su Imperio volvió “el tiempo de los falsos dioses mentirosos” (al decir de Dante) a los que creyó y quienes le condujeron a la trampa mortal de Samarra, pero por poco tiempo…, sus últimas palabras fueron; “has vencido, Galileo”…

[55] Torah Foundations of the Periodic Table: Kabbalah and Chemistry: https://inner.org/torah_and_science/exact_sciences/E53-1209.php

[56] Joseph Needham; La gran titulación, ciencia y sociedad en Oriente y occidente. pág. 16 Alianza Editorial, Madrid, España, 1977

[57] El quehacer del mago como del científico comparten el espíritu de cambiar aspectos de la naturaleza. En este sentido la operación mágica también funciona, pero no en todo lugar ni en todo tiempo, ni tampoco si esta es ejecutada por un neófito. Esta es una de las grandes diferencias entre la ciencia, ya que el método científico establece que el proceso de experimentación justamente rompe con todos estos condicionamientos. Con el motivo de no fatigar al lector, decimos que la magia no funciona, pero queremos simplemente advertirle que no somos taxativos en nuestra aserción.

Con respecto al tópico de la magia en sí, y ya que tenemos la oportunidad de tratarlo aquí, algo muy importante que nos gustaría comentar es, que si bien desde un punto de vista netamente externo u operativo, C.S. Lewis tiene razón, desde un punto de vista cristiano ortodoxo y mas espiritual, el asunto es mucho más complejo. De acuerdo con los Santos Padres y otros escritores espirituales cristianos ortodoxos, la magia “funciona”, y esto es gracias a la ayuda sobrenatural que el mago recibe de las fuerzas demoniacas. La magia existe en el mundo por causa del capricho de algunos hombres, por hacerse ilícitamente de aquellos dones que gustaba en el Paraíso, y que luego de la caída, solo pude obtenerse por Obra y Gracia de Dios, no a través de ritos o formulas. Si no es por Voluntad de Dios, lo único que es posible obtener, es proporcionado no por fuerzas celestiales, sino por aquellas que también han caído, que nada de espiritual tienen, solo que son invisibles y poderosas sobrenaturalmente. Hablando brevemente, para el hombre de Dios, aquel conocedor de la Verdad, la magia siempre ha sido algo prohibido y maldito, y para él esto es un mandamiento divino tan antiguo como el Antiguo Testamento (ver, por ejemplo: Éxodo 22:18; Deuteronomio 18:10-12; 2 Reyes 21:6. también en el Nuevo Testamento hay pasajes y afirmaciones similares, por ejemplo, es dicho en el Libro del Apocalipsis que los hechiceros entre otros serán condenados a suplicio eterno, Apocalipsis 21:8)

[58] Aquí Idel comete un error; Athos no está en el Peloponeso sino en Macedonia Central, o Macedonia Griega, al nordeste del Peloponeso

[59] Moshé Idel. Cábala hebrea y cábala cristianapág. 39. Prometeo Libros. Buenos Aires, Argentina

[60] Vladimir Moss. On the name of God. pág. 3

[61] Isaac el Sirio, El don de la humildad, pág. 29. Ediciones Sigueme, Salamanca, España

[62] Jorge Alvarez, Cuando el ejército ruso asaltó los monasterios del Monte Athos en 1913 para resolver una disputa religiosa: https://www.labrujulaverde.com/2018/07/cuando-el-ejercito-ruso-asalto-los-monasterios-del-monte-athos-en-1913-para-resolver-una-disputa-religiosa

[63] Vladimir Moss. The mystery of jewish history pág. 76

[64] Muy a diferencia de lo que comúnmente se ha dicho, el Zar no era un títere de la influencia de Rasputín, Vladimir Moss escribe: “En contra de a los comentarios tanto de la prensa pro-Rasputín como de la prensa soviética, el Zar no depositaba una confianza ciega en Rasputín. En una carta a la emperatriz, escribe: ‘En cuanto a los consejos de Rasputín, sabes cuánta precaución hay que tener con sus consejos’. Como evidencia, S. Oldenburg muestra en su libro, La vida y el reinado del emperador Nicolás II, que en 1915-16 el soberano no siguió ni uno solo de los diecisiete consejos de Rasputín.”. Vladimir Moss. The fall of the Russian Empire: Vol II. pág. 169

Mas adelante comenta también Moss: “También perturbado por los rumores sobre Rasputín estaba el Primer Ministro Peter Arkadievich Stolypin. Pero tuvo que confesar, según relató su hija María: ‘No se puede hacer nada. Cada vez que surge la oportunidad, advierto a Su Majestad. Pero esto es lo que me respondió recientemente: «Estoy de acuerdo contigo, Peter Arkadievich, pero prefiero diez Rasputines antes que una emperatriz histérica». Por supuesto, todo el asunto está en eso. La emperatriz está enferma, gravemente enferma; ella cree que Rasputín es la única persona en todo el mundo que puede ayudar al heredero, y está más allá de la fuerza humana persuadirla de lo contrario. Sabes lo difícil que es hablar en general con ella. Si se obsesiona con alguna idea, ya no tiene en cuenta si es realizable o no... Sus intenciones son las mejores, pero realmente está enferma...’

En la primavera de 1911, después de escuchar un informe sobre Rasputín de Stolypin, el zar le agradeció y dijo: ‘Sé y creo, Peter Arkadyevich, que eres sinceramente devoto a mí. Quizás todo lo que dices sea cierto. Pero te ruego que nunca más me hables de Rasputín. En cualquier caso, no puedo hacer nada...’ " Idem, pág. 172

[65] Idem, pág. 159

[66] Vladimir Moss. On the name of God. pág. 5

[67] Es aquí que tenemos que observar una de las claves de esta obra, que refiere a la dimensión espiritual del fenómeno revolucionario; la figura del revolucionario muchas veces en la historia se confunde con la figura del hereje. Los herejes monofisitas y nestorianos (precursores a posteriori de la emergencia del Islam) por ejemplo llamaban a los cristianos ortodoxos como “melkitas”, es decir, “imperiales”.

[68] Hay diferentes documentos en ruso que evidencian esta connivencia con los enemigos de Rusia, en este sentido podemos mencionar una Epístola Pascual del Arzobispo Irinakh (Parfemov) y su vicario el Obispo Gerontiy, autoridades la diocesis veterocreyente de Moscú, donde se loa a Stalin de todas las maneras posibles. Una copia de esta carta puede ser hallada en los archivos de la Misión Ortodoxa Rusa “Icono de Vladimir” en Buenos Aires.

[69] On the name of God, Vladimir Moss, pág. 5

[70] Es también interesante notar aquí brevemente, para tener en consideración, que entre los Veterocreyentes, de alguna manera ha sobrevivido hasta el día de hoy, diversas creencias de los zhidovstvuyushchye (“Judaizantes”), una herejía muy perniciosa, aparecida y también condenada por la Iglesia Local Rusa en el s. XV.

[71] Nos referimos con este término a la expresión acuñada como Paraíso de Mahoma por las autoridades peninsulares del Imperio Español durante la época de la conquista a la zona que hoy comprende el Paraguay al constatar la manera licenciosa y lujuriosa en la que vivían los conquistadores y las autoridades religiosas, con harenes de 8 a 16 mujeres.

[72] Arz. Averky Taushev, The Struggle for Virtue: Asceticism in a Modern Secular Society, pág. 13, Holy Trinity Publications, Jordanvielle, Nueva York, Estados Unidos, 2011

[73] Eric Voegelin, La nueva ciencia de la política. pág. 155. Editorial Katz. Buenos Aires. Argentina. 2006

[74] En Mateo 18: 1-6, se lee “Y Él, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos.”. La Tradición de la Iglesia considera que ese niño era san Ignacio de Antioquia. Véase. Nicéforo Calixto Xantopoulos. Historia Eclesiástica. 2.35

[75] Nicolás Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 86

[76] hieromonje Serafín Rose; Nihilismo: La raíz de la revolución de la era moderna. pág. 119. Amazon Independently published 2022.

[78] Es interesante observar también la figura del revolucionario como creador, artífice, artista y poeta. La palabra “poeta” Ποιητης (poetes) en griego, significa “poeta” o “artífice”. En el Credo niceno, se lee: “Yo creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador (Ποιητης) del cielo y de la tierra”.

El propósito que se ha dado el revolucionario, lo que le da sentido a su vida, es justamente el ser un alfarero del “nuevo hombre”, un “nuevo hombre” sin los vicios del pasado. El sistema anterior, el “pasado”, se asemeja a el “caos”, y él es quién pretende crear un “orden”, una “figura” a su imagen y semejanza, moldeando la materia in-forme de la Era del Caos que antecede a su nuevo orden revolucionario. En el comunismo; sin la “mancha del pecado” de los sistemas capitalistas, y todo lo que estos traen aparejados, la envidia, la codicia, el resentimiento.

Tanto Lenin como Guevara hablaron del “Nuevo hombre”, también lo hizo Mussolini, no hay que olvidar que su padre, –  quien tuvo un peso gravitante sobre su vida – era herrero, y como bien señala el académico Jesús Casquete, fue de su progenitor de quien extrajo una inclinación en cuanto a la apelación de la figura del herrero o del artífice en su discurso, el mismo Mussolini mencionaría: “El martillo y el fuego me hicieron adquirir pasión por la materia que uno dobla con su voluntad”,  “el pueblo italiano es ahora el yacimiento de un mineral precioso. Aún es posible una obra de arte. Necesita de un gobierno. Un hombre. Un hombre capaz de combinar el delicado toque del artista con el puño de hierro del guerrero” (Véase: https://seminariofascismo.wordpress.com/2015/09/23/jesus-casquete-fascismo-y-hombre-nuevo/)

Vemos aquí nuevamente como la Revolución toma la fuerza del cristianismo para hacer su propia religión, ya que en si la idea de “hombre nuevo” lavado de la mancha del pecado y templado gracias al “fuego purificador” de las virtudes es un ideal cristiano. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4: 20;24)

Casquete anota: “No es casualidad que los líderes de los principales movimientos fascistas se contemplaran a sí mismos como artistas comisionados por la providencia para labrar al ser humano y forjar ‘puelos’.” (Idem)

Otros movimientos del mismo espíritu y de caracteres similares, como el de la Guardia de Hierro, también utilizaron el mismo concepto. Si uno lee uno de sus principales textos doctrinales titulado “El hombre nuevo” de Ion Moţa  (El Hombre Nuevo; Editorial: Ediciones Ojeda, Barcelona, España, 1999) a la espera de algún concepto cristiano, se llevara una profunda decepción.

Nicola Bombacci en su último escrito publicado en 1944, titulado Questo è il comunismo (Esto es el comunismo) donde lanza una fuerte invectiva en contra del sistema stalinista al llamarlo con justicia de “hebraico”, se muestra desafecto en contra de la idea del uomo nuovo (hombre nuevo), al mencionar: “Lenin, con un razonamiento antihumano y despiadado, dio a sus seguidores esta consigna para la educación bolchevique: ‘Dado que el bolchevismo no se adapta a los hombres, hay que adaptar a los hombres al bolchevismo’. Sería como decir: ‘Dado que la cama no se puede alargar, se cortan los pies o la cabeza de las personas más altas que deben acostarse en ella’.

En realidad, al intentar transformar la psicología, la misma naturaleza humana (algo que para mí es no solo diabólico sino absolutamente absurdo), el bolchevismo ha llevado a cabo un esfuerzo colosal en este campo.”

Justamente no reparo que esta naturaleza diabólica de la idea del “Hombre nuevo” fue la que alentó a su líder Mussolini, con quién sería colgado junto con Clara Petacci en 1945.

Uno debe de mantenerse precavido, ya que muchas veces en la historia y hoy más que nunca, la verdad esta mesclada con la mentira, y no debemos de engañarlos cuando los revolucionarios se dan un golpe de realidad y por ocasiones manifiestan posturas más realistas o cristianas (como la de la Guardia de Hierro) que van en contra de la esencia idealista y satánica de su espíritu revolucionario.

[79] Stan M. Popescu. Autopsia de la democracia. Un estudio de la antireligión. pág 238 y siguientes. Editorial Euthymia. Buenos Aires. Argentina. 1984

[80] “Los antecedentes étnicos no rusos de Lenin (mongoles, judíos, suecos y alemanes) pueden en parte explicar su desagrado, expresado a menudo, hacia Rusia y los rusos, aunque concluir, como hizo Dmitri Volkogonov, que las «políticas crueles» de Lenin hacia el pueblo ruso procedían de sus orígenes «extranjeros» resulta bastante injustificado (se podría decir lo mismo de los igualmente «extranjeros» Romanov). A menudo utilizaba la frase «idiota ruso». Se quejaba de que los rusos eran «demasiado blandos» para las tareas de la revolución. Y, ciertamente, las tareas más importantes iban a ser confiadas a los miembros no rusos (letones y judíos en particular) del Partido.” Orlando Figues, La revolución rusa, pág. 183 y siguientes. Editorial Edhasa Barcelona, España. 2010.

[81] Véase, El judaísmo del Che Guevara: https://www.enlacejudio.com/2020/08/06/alberto-halabe-bucay-el-judaismo-del-che-guevara/

[82]“Indudablemente, los judíos desempeñaron en el Partido Bolchevique y en los primeros aparatos soviéticos un papel desproporcionado en relación con su parte en la población. El número de judíos activos en el comunismo en Rusia y en el extranjero era llamativo: en Hungría, por ejemplo, proporcionaron el 95 por ciento de las figuras principales en la dictadura de Béla Kun. También estaban desproporcionadamente representados entre los comunistas en Alemania y Austria, durante los levantamientos revolucionarios allí entre 1918 y 1923, y en el aparato de la Internacional Comunista.” Richard Pipes, Russia under the Bolshevik Regime, 1919-1924, Londres: Fontana, 1995, págs. 112-13.

[83] “Es poco sorprendente, por tanto, que los judíos desempeñaran un papel tan amplio y prominente en el movimiento revolucionario. Incluso Witte, hablando en vísperas del pogromo de Kishinev en 1903, se vio obligado a admitir que, si los judíos «comprenden aproximadamente el 50 por ciento de los miembros de los partidos revolucionarios», eso era «culpa de nuestro gobierno. Los judíos están demasiado oprimidos». El Bund judío fue el primer partido marxista de masas de Rusia” Orlando Figues, La revolución rusa, pág. 117 y siguientes. Editorial Edhasa Barcelona, España. 2010.

No hay que olvidar que la esposa el mencionado Sergueí Witte, a la sazón ministro de Hacienda del Zar Alejandro III, era de origen judío.

[84] Vladimir Moss. The mystery of jewish history pág. 211

[85] Complejo de inferioridad alentado, vale mencionar, por el trato desfavorable que tenían como súbditos del Imperio ruso: “Los cinco millones de judíos del Imperio, en la base de la jerarquía étnica, estaban sometidos a una considerable gama de incapacitaciones y discriminaciones legales que a finales del siglo XIX abarcaba unos 1.400 diferentes estatutos y reglamentos, así como millares de reglas, provisiones e interpretaciones judiciales de menor rango. Era el único de todos los grupos étnicos sobre el que pesaba la prohibición de poseer tierra, de entrar en el funcionariado civil o de servir como oficiales en el Ejército (…) Ésta era la versión zarista del sistema hindú de castas, con los judíos representando el papel de intocables. Orlando Figues, La revolución rusa, pág. 117.

[86] Vladimir Moss. The mystery of jewish history pág. 211

[87] Complejo de inferioridad alentado vale mencionar por el trato preferencial que tenían como súbditos del Imperio ruso: “Los cinco millones de judíos del Imperio, en la base de la jerarquía étnica, estaban sometidos a una considerable gama de incapacitaciones y discriminaciones legales que a finales del siglo XIX abarcaba unos 1.400 diferentes estatutos y reglamentos, así como millares de reglas, provisiones e interpretaciones judiciales de menor rango. Era el único de todos los grupos étnicos sobre el que pesaba la prohibición de poseer tierra, de entrar en el funcionariado civil o de servir como oficiales en el Ejército (…) Ésta era la versión zarista del sistema hindú de castas, con los judíos representando el papel de intocables. Orlando Figues, La revolución rusa, pág. 117.

[88] Nicolás Kazansew; El Zar y la revolución. pág. 141

[89] Idem. pág. 121

[90] Ídem.

[91] Ídem.

[92] Polibio. HistoriasLibros I -  IV - 66. Editorial Gredos. Madrid, España. 1981

[93] Idem. pág. 98

[94] Ídem. pág. 128

[95] Ídem pág. 142

[96] Ídem pág. 143

[97] Kazansew escribe: “Entre las muchas falacias que andan dando vuelta para explicar la revolución de 1917, esta la que agita el factor ‘hambre’ como el supuesto puntapié inicial de los desórdenes de Febrero. Esto ha sido rebatido por varios investigadores serios. Así, por ejemplo, los historiadores de la cultura A. Kulanin y O. Skubach han publicado en la revista moscovita ‘Novy Mir’ N° 7, del 2010) un trabajo titulado “El alimento de los dioses y las liebres”, en el cual afirman lo siguiente: ‘Los documentos nos pintan una realidad diferente: no había hambre real en el país prerrevolucionario, y no podía haberlo, porque aún un año y medio más tarde en las provincias productoras había grandes reservas de trigo sin moler de las cosechas de 1916 y 1917” Ídem. pág. 137 y pág. 138

[98] Ídem. 139 y página 145

[99] Exactamente 24 horas después de la publicación del manifiesto de abdicación de Nicolás II, el general Jan Najichevansky le expresa en un telegrama al Zar a través de Alexeyev – sin sospechar que este era el principal responsable de la traición – la disposición de las tropas a su mando de levantarse decididamente en defensa del emperador: ‘Hasta nosotros ha llegado la noticia de los recientes eventos. Le pido a Su Majestad que nos permita arrojar a sus plantas la fidelidad sin límites de la Caballería de la Guardia y la disposición de morir por su adorado monarca’. Pero este telegrama, a diferencia de aquellos en que se pedía la abdicación, maliciosamente, no fue entregado al Zar.

Otro general, Fedor Keller, motejado como ‘el primer sable de Rusia’ apenas se enteró de la abdicación, envió inmediatamente un telegrama al Zar, rogándole también que se quede en el trono, pero de idéntica forma este mensaje no fue entregado al monarca: ‘Con pesaroso sentimiento de horror y desesperación hemos escuchado nosotros, los cuadros del Cuerpo de Caballería, el Manifiesto de Su Majestad, sobre la abdicación al trono de Rusia y despreciamos a aquellos traidores del ejército que han olvidado su deber frente al Zar y frente a Dios y se unieron a los amotinados… Nosotros rogamos ardientemente a nuestro Zar de Rusia, dado por Dios: ¡no nos abandone Su Majestad! Sólo con su Zar, dado por Dios, Rusia puede ser grande, fuerte y sólida y lograr la paz, el bienestar y la felicidad’ ” Ídem. pág. 148 – 149.

[100] Con respecto a esto acaecido durante la revolución de Febrero, véase el articulo: From February to October, de Vladimir Moss: https://www.orthodoxchristianbooks.com/articles/955/from-february-october/

[101] San Juan Damasceno en Exposición de la Fe Ortodoxa menciona en su capítulo 26 del Libro IV sobre El Anticristo: “No vendrá a nosotros [los cristianos] sino a los judíos”. San Juan Damasceno; Exposición de la Fe Ortodoxa. pág 306. Editorial Ciudad Nueva. Madrid, España. 2003.

[102] Sobre la naturaleza de esta última religión véase; Ortodoxia y la Religión del Futuro, Amazon Independently published 2023.

[103] Agitara la naturaleza veleidosa, emocional, inconsistente, del hombre-masa actual, representada por el “mar de la vida”. En el libro del Apocalipsis, “la bestia que sube del mar” (Apocalipsis 13: 1), es interpretada unívocamente por los Santos Padres como el Anticristo que emerge del “mar de la vida”, es decir, emerge el Anticristo en medio de la raza humana que se agita como el mar.  Véase: Arz. Averky (Taushev) The Apocalypse: In the teachings of the ancient Christianity. pág 187. St. Herman of Alaska Broterhood.  Trinity Publications, Platina, California, Estados Unidos. 1998.

[104] hieromonje Serafín Rose, El alma después de la muerte. Capitulo VIII; las verdaderas experiencias cristianas del paraíso.

[105] Arz. Averky (Taushev) The Apocalypse: In the teachings of the ancient Christianity. pág 190. St. Herman of Alaska Broterhood.  Trinity Publications, Platina, California, Estados Unidos. 1998.

[106] Ídem, pág. 191

 

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