viernes, 9 de agosto de 2024

XI. LA ESCUELA PARISINA DE "ORTODOXIA" -- UN LABORATORIO DE FALSAS DOCTRINAS Y HEREJÍAS


Ludmila Perepiolkina

 

A lo largo de toda su historia en la tierra, la Iglesia de Cristo ha estado rodeada de fuerzas oscuras. Es por esta razón que es llamada militante, a diferencia de la Iglesia triunfante en el Cielo, a la que se unirá al final de los tiempos. Como sucedió a menudo, teniendo forma de esclava, la Iglesia perseguida saldrá victoriosa, como el mismo Cristo (Fil. 2,7). La Tradición de la Iglesia confirma que el poder de Dios “se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12,9)

 

Después de la caída del Imperio Ortodoxo Ruso en 1917, todo tipo de enemigos tomaron las armas en contra de la Cristiandad ortodoxa. Esta no fue sólo la persecución más cruel de los cristianos en la historia de la Iglesia hecha por el gobierno bolchevique, sino también un ataque de fuerzas pseudo-ortodoxas y que en esencia desafían a Dios.

 

En el momento en que, junto con los verdugos bolcheviques, los partidarios de la “Iglesia Viva” y los Renovacionistas oprimían a la sufriente Iglesia rusa dentro del país, los Patriarcas de Constantinopla y Alejandría, junto con Crisóstomo, el Metropolitano de Atenas, le infligieron daños desde fuera.  No podemos evitar sentir dolor cuando leemos la Epístola Circular del Santo Consejo de Obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero. Fue escrita en el exilio, en SremskyKarlovtsy, el 24 de agosto/6 de septiembre de 1927, en relación con la discordia provocada por el metropolitano Yevlogy, que había separado la diócesis de Europa occidental de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero y la había unido a la jurisdicción del Patriarcado de Constantinopla.

 

En vista de la suma importancia de este documento histórico, y para la mejor comprensión de muchos aspectos de la apostasía contemporánea, nos parece necesario el citar una parte considerable de su texto:

 

«No todos los jerarcas respondieron al discurso del metropolita Yevlogy, pues no querían interferir en los asuntos internos de nuestra Iglesia. Pero algunos jerarcas quisieron interferir y comentaron a favor de MetropolitanoYevlogy. Esto le dio a él y a sus seguidores la oportunidad de celebrar la victoria sobre sus hermanos –los obispos rusos– del Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero.

 

¿Quiénes son y cómo operan estos jerarcas que ofrecieron su apoyo a Metropolitano Yevlogy? Son Basileo el Patriarca de Constantinopla, Meletio el Patriarca de Alejandría y Crisóstomo el Metropolitano de Atenas, junto con sus respectivos Sínodos. Y ¿qué se puede decir de los últimos siete años del Patriarcado de Constantinopla? Para nuestro profundo pesar, debemos señalar que, en los días de sufrimiento bajo el yugo del gobierno bolchevique, nuestra Iglesia rusa sufrió persecución y opresión no menos por parte del Patriarcado de Constantinopla que de la “Iglesia Viviente”, de los renovacionistas y otros cismáticos. Nosotros, los obispos rusos, siempre hemos mirado con reverencia a la sede patriarcal apostólica de Constantinopla como un verdadero guardián de la ortodoxia. Esperábamos que esta sede patriarcal ofreciera amor fraternal y asistencia a nuestra santa Iglesia en sus días de angustia, pero, desgraciadamente, vimos algo más. En una evidente violación de los santos cánones, sin ninguna comunicación con la Autoridad de la Iglesia Pan-rusa e incluso contrariamente a las protestas de nuestros jerarcas, el Patriarcado de Constantinopla se ha apoderado de muchas regiones de nuestra Iglesia: polaca, finlandesa, estonia; ha intentado arrebatarle las diócesis rusas en América y en Europa occidental; ha dado su bendición a las Iglesias polaca, ucraniana y georgiana para que se separen de nuestra Iglesia y adquirieran un estatus autocéfalo.  Pero mucho más horrible fue lo siguiente: cuando comunidades cismáticas como la “Iglesia Viva”, los Renovacionistas y otras aparecieron en el seno de nuestra Iglesia, el Patriarcado de Constantinopla entabló relaciones con estos secuaces del régimen ateo soviético, reconoció el Concilio cismático de 1923, que condenó al santo Patriarca Tijónproponiendo que se le destituyera y privara del rango monástico; El Patriarcado aceptó enviar a su representante a Moscú para intervenir en los asuntos de nuestra Iglesia e incluso propuso que nuestro Patriarca abandonara su sede y aboliera el cargo de Patriarca.

 

El Patriarcado prohibió a nuestros arzobispos en Constantinopla, Anastasio y Alejandro, servir allí, conmemorar al santo Patriarca Tijón y comunicarse con la Autoridad Suprema de la Iglesia en Rusia y en el extranjero; en Finlandia destituyó ilegalmente al arzobispo Serafín de su cargo, nombró obispo al arcipreste estonio Herman Aava, de tendencias renovacionistas, y posteriormente lo nombró arzobispo. En 1923, el Patriarcado de Constantinopla convocó la "Conferencia Intereclesial" donde intentó aprobar resoluciones en sintonia con los Renovacionistas: sobre los obispos casados, sobre un segundo matrimonio del clero, sobre el nuevo calendario, sobre la vestimenta civil del clero, sobre acortamiento de los ayunos, etc. Aunque no todas las Iglesias ortodoxas estuvieron representadas en esta Conferencia, se le denomino“Asamblea Pan-Ortodoxa”.»[1]

 

Después de esta Conferencia, contrariamente a la verdad de la cuestión, el Patriarcado de Constantinopla comenzó a difundir información deliberadamente falsa, alegando que toda la Iglesia Ortodoxa había adoptado el nuevo calendario, y por ende engañando de esa forma al santo Patriarca Tijon y al Arzobispo Serafín de Finlandia. Bajo la creciente presión del Patriarcado de Constantinopla, muchas Iglesias Ortodoxas comenzaron por la fuerza a introducir el nuevo calendario, provocando discordias terribles y divisiones entre los creyentes de todo el mundo. El Patriarcado de Constantinopla fue aún más lejos cuando, contrariamente a los santos cánones (Ap. 7 y Antioquía 1) y a la práctica de la Iglesia, decidió a favor de la introducción general y obligatoria de la nueva Pascualia en Finlandia, suscitando allí nuevas discordias en el Iglesia y sometiendo a los monjes fieles a la ortodoxia a prohibiciones y expulsiones llevadas a cabo por las autoridades de la iglesia local encabezadas por Herman Aava. En octubre o noviembre de este año se iba a celebrar en Moscú un consejo cismático de renovacionistas. Vasileus, el Patriarca de Constantinopla, y Melecio de Alejandría acordaron participar en esta reunión ajena de la Gracia. Siendo que, el Patriarcado de Constantinopla es un firme partidario de la “Iglesia Viva” y de los Renovacionistas en Rusia, violador de los santos cánones sobre la Pascua y el iniciador de discordias y de cismas en todas las Iglesias ortodoxas. Los gobiernos no ortodoxos, los renovacionistas, los miembros de la “Iglesia Viva”, los grupos de clérigos protestantes, las organizaciones masónicas que se esfuerzan por privar a la ortodoxia de su individualidad y distorsionarla, todos ellos han encontrado ahora su fuerte apoyo en el Patriarcado de Constantinopla.» [2]

 

La historia de la discordia eclesiástica de 1926 y la de la creación del Instituto Teológico de París están estrechamente entrelazadas; como también se vinculan al estado de ánimo y la actividad de la intelectualidad teológica que analizamos en el capítulo anterior.  Desafortunadamente, las ideas, especialmente las de naturaleza destructiva, se caracterizan por su capacidad de cautivar las mentes e inspirar actos y acontecimientos malvados.

 

Los estudios teológicos comenzaron en Sergievo Podvor'e del 17/30 de abril de 1925 en la recién formada Escuela Teológica que más tarde adoptó el nombre de Instituto Teológico.

 

En su Epístola (del 18 al 31 de marzo de 1927), el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero señaló que este Instituto “fue establecido por el Metropolitano Yevlogy sin el conocimiento y la bendición del Sínodo y del Concilio. Fue establecido de acuerdo con el programa desaprobado por el Sínodo y el Concilio, y se invitó a enseñar allí a personas que no habían recibido una educación teológica superior, o cuya ortodoxia era considerada por el Sínodo y el Concilio como bastante dudosa”[3].

 

¿Quiénes eran dichos profesores? Casi todos ellos eran miembros de la “Hermandad de Santa Sofía, la Sabiduría de Dios”, encabezada por el P. Sergei Bulgakov. N.D. Talberg nombró como miembros de la Hermandad a los siguientes: P. Sergei Bulgakov A.V. Kartashev, S.S. Bezobrazov, N.A. Berdyaev, V.V. Vysheslavtsev, S.L. Frank, V.V. Zenkovsky, el principe G.N. Trubetskoy, P.V. Struve. Ninguno de estos hombres ha refutado jamás la publicación de Talberg, confirmando así su veracidad"[4].

 

El obispo Gregory (Grabbe) cita algunas informaciones sobre los estatutos de la Hermandad que se conocieron gracias a la publicación de las cartas del príncipe Trubetskoy al padre Sergei Bulgakov, quien le había sugerido unirse a la Hermandad. El príncipe N.S. Trubetskoy, después de familiarizarse con los estatutos de la Hermandad de Santa Sofía, respondió lo siguiente: “No estamos ante un tipo habitual de hermandad ortodoxa, sino con una organización sin precedentes en la práctica ortodoxa. Estrictamente hablando, recuerda más bien a una comunidad monástica con distintos grados monásticos y encabezada por un hegumen... Una comunidad extramonástica de este tipo, formada por laicos y clérigos, merecería ser llamada orden, más que hermandad”[5].

 

Aquí, el príncipe Trubetskoy, un laico, señala a Bulgakov, un portador del rango clerical, que los estatutos de la Hermandad de Santa Sofía, al tiempo que prevén su jerarquía particular consistente en un “jefe espiritual” y tres grados de hermanos, violan los cánones de la Iglesia: “teóricamente es concebible la situación en la que un obispo se encuentra en subordinación espiritual a un sacerdote (como jefe espiritual de la Hermandad), lo cual es canónicamente inadmisible”[6]

 

Además, las cartas del príncipe Trubetskoy revelan otro aspecto dudoso de la actividad de la Hermandad, a saber, los ritos de admisión como miembro previstos por los estatutos, “que están vinculados con los sacramentos de la Confesión y la Comunión” (párrafo 12), impartiendo así la apariencia de la ordenación. “De esta manera”, escribe el Príncipe Trubetskoy, “la Hermandad crea una jerarquía especial y la coexistencia de esta jerarquía especial de la Hermandad con la jerarquía canónica, lo cual es absolutamente inadmisible desde el punto de vista ortodoxo”[7]

 

Surge la pregunta: ¿por qué deberían las personas que están unidas por intereses intelectuales comunes y que, según se supone, buscan un objetivo de educación erudita, cubrir su organización con un velo de misterio? ¿Por qué deberían crear estatutos que prevén tres categorías de hermanos, un "líder espiritual", su propia jerarquía?¿Cómo se puede explicar el hecho de que la Hermandad de Santa Sofía nunca hable en nombre propio?[8].

 

Un lector atento de S. Bulgakov difícilmente se sorprenderá con todas estas preguntas. Habiendo leído al menos uno de sus libros sofianistas, aunque sólo sea superficialmente, como por ejemplo sus “Meditaciones apacibles”, y uno habiéndose topado con sus posturas sobre los “coqueteos astrales” (p. 112), el “santo éxtasis erótico” (p. 111 ), o en el “Noveno artículo del Credo en la exposición de A. Schmidt” ([es decir; sobre la Iglesia como persona femenina], y luego sobre “el séptimo articulo [es decir, sobre la exposición de Vladimir Soloviev del artículo sobre la encarnación de Cristo])” y cierta insinuación de Bulgakov sobre la admisión a este pensamiento (págs. 108-109) y “pensamientos” similares, toda persona ortodoxa comprenderá con qué clase de autor con piel de oveja se trata.

 

Es posible responder a las preguntas anteriores y evaluar las tareas establecidas por la Hermandad de Santa Sofía solo a través de una evaluación de la actividad de sus miembros, debido a la falta de evidencia documentada

 

Responder a las preguntas anteriores y evaluar las tareas asignadas a la Hermandad de Santa Sofía sólo es posible mediante una evaluación de la actividad de sus miembros, debido a la falta de evidencia documentada (ya que el trabajo de la hermandad y la pertenencia a ella se mantienen en secreto).El obispo Gregorio, que escribió un interesante artículo sobre este problema en 1927, llegó a la conclusión de que llegó a la conclusión de que la estructura de la hermandad confirmaba que “fue creada para una lucha conspirativa y clara, que solo puede llevarse a cabo cuando se enfrenta a un objetivo específico”[9].  Además, hay que tener en cuenta “la obra de la Hermandad se ha manifestado hasta ahora, no sólo en el desarrollo de la enseñanza sobre Sofía, aplicable a la teología y la difusión de esta enseñanza mediante obras publicadas, sino también mediante de la usurpación de la influencia principal en los asuntos de la Iglesia rusa, por el momento, por supuesto, sólo sobre su área fuera de Rusia”[10].  Cabe señalar que en el transcurso de 70 años el sofianismo se ha convertido en una de las enseñanzas predominantes del Patriarcado de Moscú y de otras iglesias ecuménicas “ortodoxas” y no ortodoxas, habiendo encontrado su culminación lógica en el celo de las feministas (ver Capítulo 6).

 

En cuanto a la llamada “Escuela de París” con su Instituto Teológico, se puede dudar de que su tarea fuera, efectivamente, la de “ofrecer un verdadero alimento espiritual a nuestros jóvenes emigrados, que buscan iluminación religiosa y están ansiosos por sacrificar sus energías al servicio de la Iglesia”[11]. De hecho, ¿proporcionarían a sus alumnos un alimento ortodoxo “verdaderamente espiritual” los profesores sofianistas, los reformistas eclesiásticos y los trabajadores de la YMCA?

 

"Una de las principales razones por las que el Sínodo de los Obispos Rusos de la Iglesia en el Extranjero no pudo estar de acuerdo con la orientación de la vida eclesiástica en la metropolia de Europa occidental fue la estrecha colaboración del metropolitano Evlogui con la organización estadounidense YMCA, que se dedicaba a la educación juvenil”[12].

 

“La actitud negativa de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero hacia la YMCA se explica por el hecho de que esta asociación, mientras unificaba bajo su bandera a jóvenes, es decir, a la franja etaria más impresionable, hacía propaganda por la igualdad de todas las sectas y religiones y desarrollaba así una completa indiferencia confesional en ellos. Además, teniendo entre sus miembros a jóvenes sectarios imbuidos del espíritu general de la propaganda, la Asociación introdujo las más herejías más diversas, incluida la herejía nestoriana que rechaza la Divinidad de Jesucristo y que ha infectado gravemente al protestantismo contemporáneo.  Más que dudoso parece también el rechazo por parte de la YMCA del usual emblema cristiano: la Cruz, la señal del Hijo del Hombre y de su sacrificio redentor. Este rechazo de la Cruz, es decir, del sufrimiento y de la muerte de Cristo, no puede sino dejar su huella en la ideología de una persona que, dada la fuerza de las circunstancias, llegara a contactar con la Asociación en el ámbito de las ideas”[13].

 

Sin embargo, el metropolita Yevlogy y el Instituto Teológico se comunicaron con la YMCA no sólo en el ámbito de las ideas. Esta institución fue fundada con recursos bastante dudosos. El propio metropolita Yevlogy escribió: “El Presidente del Comité Mundial de la YMCA, Dr. Mott, respondió rápidamente a nuestro proyecto y nos dio un gran subsidio para el establecimiento de la nueva institución (Instituto Teológico de París - L.P.)[14]. Además, la YMCA financió y apoyó en gran medida también al Movimiento Estudiantil Cristiano Ruso (análogo a la YMCA). “Como antes, nuestra principal esperanza es el Dr. Mott”, admitió S. Bezobrazov[15].

 

El Concilio Episcopal de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero de 1926 aprobó una resolución que, entre otras cosas, expresaba “su deseo de que el Instituto Teológico fuera liberado de la ayuda financiera ofrecida por los masones”. El Concilio también decidió que se le facilitaran “tanto la versión anterior como la actual del texto de los estatutos de la Hermandad de Santa Sofía”. [16]

 

“El metropolita Yevlogy no cumplió esta resolución del Concilio Episcopal y actuó de forma independiente con respecto al Instituto Teológico”[17].

 

Como lo demostraron los acontecimientos posteriores, el metropolitano Yevlogy no tenía libertad para actuar de forma independiente. Ya hemos mencionado los estatutos de la Hermandad de Santa Sofía, cuyo cumplimiento, en la opinión del principe N.S. Trubetskoy podría dar lugar a una situación canónicamente inadmisible en la que un obispo se encontraría subordinado a un sacerdote, la cabeza espiritual de la Hermandad.

 

El obispo Gregory (Grabbe) cree que esto es exactamente lo que sucedió: “El metropolita Yevlogy tuvo que romper con el Concilio bajo cualquier pretexto, porque de lo contrario el Concilio resultaría mortal para las actividades de la Hermandad de Santa Sofía. El alcance de su subordinación a la influencia de la Hermandad se hizo particularmente evidente después del primer intento reconciliador del arzobispo Anastasy[18]. Durante su reunión antes de Pascua en París, el metropolitano Yevlogy acordó asistir al Sínodo de los Obispos. Pero más tarde, habiendo recibido el telegrama del arzobispo Anastasy implorándole que viniera a Karlovtsy, el metropolitano Yevlogy envió su negativa alegando que su rebaño no lo dejaría ir... . El rebaño- escribió el obispo Gregory - debe entenderse como el del entorno inmediato del metropolitano Yevlogy, es decir, esa misma Hermandad de Santa Sofía, ya que un rebaño genuino no podría expresar su voluntad. ¡Qué poder se debe ejercer sobre un obispo ortodoxo para impedirle asistir a las discusiones, con sus hermanos en el servicio de Cristo, sobre la reconciliación dentro de la Iglesia!”[19]. Bajo la presión de esa misma Hermandad, el metropolitano Yevlogy abandonó el Concilio de 1926, ya que en su agendase preveían discusiones sobre el Movimiento Estudiantil Cristiano y el Instituto Teológico.

 

Todo esto muestra la verdadera causa por la que el metropolita Yevlogyabandonó a la Iglesia en el extranjero y quebró su unidad en el momento de sus graves tormentas. Aparentemente, la razón no radica sólo en la vanidad personal del metropolitano Yevlogy y su inclinación a las traiciones, tanto eclesiásticas como políticas: en septiembre de 1944 abandonó fácilmente la jurisdicción del Patriarcado de Constantinopla y, arrepentido ante el Patriarca Alexy, se unió al Patriarcado de Moscú e incluso aceptó el pasaporte soviético.  No habiendo recibido el consentimiento de Constantinopla para este cambio, el metropolitano Yevlogy permaneció todo el año en ambas (!) jurisdicciones simultáneamente y durante los servicios conmemorados tanto al Patriarca de Moscú como al Patriarca Ecuménico (de Constantinopla)[20].

 

Aunque algunas parroquias de Europa occidental se mantuvieron fieles a la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero, el daño causado por el metropolitano Yevlogy es grande. Esto fue causado no solo por los rasgos de carácter del metropolitano Yevlogy y sus motivos personales.  En su obra, dedicada específicamente a este problema, el obispo Gregory mostró que “las raíces de la discordia en la Iglesia” (título del artículo) eran mucho más profundas: se encontraban en diversas tendencias teológicas y grupos de personas como S. Bulgakov, N. Berdyaev[21], A. Kartashev y otros que rodearon al metropolitano Yevlogy y que buscaron “nuevas revelaciones” y una reevaluación de toda la doctrina de la Iglesia. El obispo Gregory llamó a “la Hermandad de Santa Sofía el centro del movimiento reformista” [22].

 

“He aquí, el impío concibió maldad, Se preñó de iniquidad, Y dio a luz engaño” (Sal. 7,14). Estas palabras del santo salmista caracterizan adecuadamente “la escuela de París”. Sus maestros, los predominantes miembros de la Hermandad de Santa Sofía, renovacionistas, euroasiáticos, “anarquistas místicos” (como se definió a sí mismo N. Berdyaev), o simplemente sofianistas, crearon un laboratorio “ortodoxo” de falsas enseñanzas y herejías.  Esto se hizo con un objetivo lejano en mente. Por siete décadas, este “laboratorio” ha atraído a jóvenes que aman sinceramente la ortodoxia, envenenando así la conciencia de estos futuros sacerdotes y teólogos con la falsa sabiduría del sofianismo y del modernismo eclesiástico. Esta influencia no se ha limitado a París. Se ha arraigado “en las mentes de la futura comunidad eclesiástica rusa que se propagan la Iglesia rusa, moviéndose de allí hasta la Iglesia Ecuménica y reformándola de manera más lenta, pero más eficaz que todas las variedades de «congresos pan-ortodoxos» (Nota de LP - refiriéndose, probablemente, al Congreso de 1923 convocado por el patriarca Meletio IV), organizados por los jerarcas renovacionistas”[23].

 

Todos estos (los Berdyaevs, Bulgakovs, Shmemans y Meyendorfs) estaban, y todavía están, causando persistentemente daño espiritual al mundo ortodoxo. Con un orgullo de espíritu indestructible y sometiéndose al espíritu de apostasía anticristiana, siguen predicando sobre la libertad “eclesiástica” y “doctrinal” en toda su impetuosidad y destructividad. No en vano su cismático impenitente, AvvaYevlogy, declaró poco antes de su muerte: “La lucha más tenaz de toda mi vida fue por la libertad de la Iglesia”[24]. ¡¿Libertad de quién y qué?! ¿De dogmas, cánones y obediencia a la Santa Iglesia?  ¡¿O tal vez de su propia Cabeza?! “les prometen libertad, siendo ellos mismos esclavos de la corrupción”  (2 Pedro 2,19)

 

Todos estos profesores de la “escuela de París” en sus conferencias, ponencias y publicaciones han difundido por todo el mundo de manera persistente y bajo la apariencia de “creatividad espiritual”  lo que el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero definió como una “novedad impía”[25]. ¡Cuán ciertas eran las palabras del Apóstol: “no os hagáis maestros muchos de vosotros” (Santiago 3,1)!

 

Durante varias décadas Sergievo Podvorie ha sido el semillero de todas las más “temerarias” (es decir sin temor de Dios) teleogumenas y simples herejías, aprobándose como la última palabra en torno a las investigaciones teológicas y a la “creatividad dogmática”. ¡Como si la creatividad fuera admisible en los dogmas!  Además de confesar el ecumenismo, este Instituto ha propugnado el sofianismo, eufemísticamente llamado “sofología”, la deificación del Nombre de Dios (en ruso; imiabozhnichestvo) también llamada Glorificación del Nombre (rus. imiaslavie), así como todo tipo de renovacionismo.

 

La participación en el ecumenismo requiere concesiones sin precedentes por parte de los cristianos ortodoxos. Así, ya en 1933, el arcipreste Sergei Bulgakov escribió lo siguiente mientras preparaba el terreno para involucrar a los cristianos ortodoxos en el movimiento ecuménico. La disociación en la oración... se consolidó y se estableció firmemente en los cánones de la Iglesia que, aunque fueron establecidos en los siglos IV y V, tienen hasta ahora fuerza de ley vigente, y aunque no fueron derogados formalmente, no son observados en la práctica... No podemos unirnos en oración con nuestros hermanos en todo - continua S. Bulgakov, - en particular, no podemos ofrecer una oración a la Madre de Dios y a los santos junto con los protestantes... En aras de la unidad en la oración con ellos, la ortodoxia tiene que, por así decirlo, menospreciarse a sí misma; Por supuesto, en la medida de que es hecho por amor y condescendencia, por el bien de la "economía" de la Iglesia, esto puede permitirse como un sacrificio de amor, como una ausencia del maximalismo inexorable de acuerdo con el modo del apóstol Pablo de; “hacerse de todos y para todos”[26].

 

Así, la condescendencia ecuménica llama a los cristianos ortodoxos a sacrificar no sólo los cánones de la Iglesia, supuestamente obsoletos y "abolidos en la práctica", sino también las oraciones a la Madre de Dios y a los santos. El padre de la mentira, hablando a través de tales conciliadores como Sergei Bulgakov, califica estas concesiones blasfemas de “autodesprecio” y “sacrificio de amor”.  Por el contrario, san Marcos de Éfeso, luminaria ortodoxa, escribió que “las obras de fe no permiten economía”.[27]

 

El aspecto más atrayente de la “Escuela de París” es la falsificación de la enseñanza ortodoxa bajo la apariencia de una indagación teológico-filosófica creativa. El clima espiritual del Instituto de París, con su altar orientado hacia el oeste, está imbuido de una arrogante pseudosabiduría y gnosticismo occidentales. Basta asistir a las conferencias de este Instituto para convencerse de la alegría espiritual y del franco herejismo de sus profesores. Además de su actividad docente, estos maîtres de pensée “ortodoxos” publican ampliamente sus sofismas, en particular a través de la Rusia que esta despertando espiritualmente. La mayoría de las veces, estas obras son las de las invenciones sofianistas de S. Bulgakov y P. Florenski y sus propagadores.

 

La falsedad de las ingeniosas artimañas intelectuales de los “maestros” parisinos y su incompatibilidad con la verdadera ortodoxia, lamentablemente, a menudo pasan desapercibidas no sólo para los no ortodoxos, sino también para muchos ortodoxos que carecen de una formación de Teología suficiente y, esencialmente, de patrística. Evidentemente, la “Escuela de París” no sirve de mucho a las personas heterodoxas que se inclinan sinceramente hacia la ortodoxia.  Al mismo tiempo, los “maestros” de París que han abandonado los limites de la Iglesia brindan a los renovacionistas y ecumenistas religiosos la ocasión de soporte para una deliberadamente distorsionada base teórica “ortodoxa” en aras de una convergencia religiosa, es decir, la dilución de la verdad ortodoxa con todas las falsedades de los herejes.

 

Cuando se le pidió al anciano de Optina, San Nectario, que comentara sobre el Instituto Teológico de París, expresó su aprensión por la naturaleza herética de dicha institución. Respecto a las conferencias en la YMCA de N. Berdyaev presentadas en su Segundo Congreso, san Nectario dijo: “Tales asociaciones (como el Movimiento Cristiano) desarrollan una filosofía inaceptable para el espíritu de la Ortodoxia” [28]. Estas palabras del sagaz anciano se han hecho realidad.


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[1]Esta “Asamblea Pan-Ortodoxa” fue convocada por Meletius IV (Metaxakis), el entonces Patriarca de Constantinopla. Provocado por sus innovaciones, la población ortodoxa griega de Constantinopla asaltó la residencia patriarcal y tras irrumpir en ella "lo agredieron físicamente" (es decir, le arrancaron la barba y lo golpearon) y lo expulsaron de Constantinopla. Esto no le impidió convertirse en el Patriarca de Alejandría (se menciona en el documento citado). Sobre la expulsión de Meletius IV de Constantinopla ver Tserkovnyia vedomosti (The Church News), Nos. 19 y 20, prensado por el Sínodo episcopal de la Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero, 1923.

[2]Arzobispo Nikon (Rklitsky), "Zhizneopisanie Blazhenneishago Antoniia, Mitropolita Kievskago i Galitskago" (Vida del Sant Antonio, Metropolitano de Kiev y Galicia), publ. by the Diocese of the North America y Canada, 1961, vol. YII, pp. 204-206.

[3]Ibíd., pág. 173

[4]N.D. Talberg, Dvuglavyi Orel (El águila bi-cefala) No. 4, pp. 7-8; "Vozbuditeli Raskola", (Los Instigadores del Cisma), pp. 12-13, publ. by Doloi zlo (Lejos del mal), Paris, 1927. (Ciado de: Bp. Gregory Grabbe, "La Iglesia y su enseñanza en la Vida", Jordanville, 1992, v. 3, p. 947.)

[5]Ibíd., pág. 93.

[6]Ibíd., pág. 93.

[7]Ibíd., pág. 93.

[8]El Obispo Gregory (Grabbe), op. cit., pág. 93.

[9]Ibíd., pág. 92.

[10]Ibíd., pág. 92.

[11]S. Bezobrazov, Put', (El Camino), Russian Orthodox Institute en París, No. 1, septiembre. 1925, p. 104.

[12]Arzobispo Nikon, op. cit., pág. 63.

[13]Arzobispo Metodio, "Khleb Nebesnyi" (El pan del cielo), citado por el arzobispo Nikon, op. cit., p. 64.

[14]Metropolitan Yevlogy, "Put' moei zhizni. Vospominaniia" (El camino de mi vida. Recuerdos. YMCA-Press, París, 1947, p.447. Metr. Yevlogy recibió "asistencia fraternal" también de una "comunidad de iglesias" de Inglaterra y América (ibíd., pág. 447).

[15]S. Bezobrazov, op. cit., p.106.

[16]Arzobispo Nikon (Rklitsky), op. cit., pág. 159.

[17]Ibíd., pág. 160.

[18]El Obispo Gregory (Grabbe), op. cit., pág. 95.

[19]Ibíd., pág. 95.

[20] "Russkaia Pravoslavnaia Zagranitsei (1918-1968) " (Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero), publicado en la Misión Espiritual Rusa en Jerusalén, 1968, v. 1, pp. 49-50.

[21]La primera emigración rusa conoce bien un hecho que los seguidores y admiradores de Berdiaev prefieren no mencionar. Todos los oyentes de Berdiaev fueron testigos de su malestar muy específico: la larga lengua del filósofo caía periódicamente de su boca y, allí mismo, en presencia de su audiencia, él la empujaba de vuelta hacia atras.

Al considerar las enfermedades, según la tradición ortodoxa, como una pena salutífera, y tomando en cuenta su significado espiritual, también reflexionamos sobre la mudez del Padre S. Bulgakov tras una operación de garganta (murió de cáncer de garganta). Involuntariamente, uno recuerda la muerte del Rey Herodes, quien fue devorado vivo por los gusanos, la deshonrosa muerte de Arrio y la extraña muerte reciente del Patriarca Meletio IV (Metaxakis) el 27.7.1935. Este renovador malicioso, un masón (ver un comentario sobre su muerte en la revista masónica "Pythagore-Équerre", v.IV, partes 7-8, 1935), fue encontrado yaciendo debajo de una cama con la lengua fuera... De hecho, “el mal matará a los impíos” (Sal. 34,21).

[23]   Obispo Gregory (Grabbe). Op. cit., p.75.

[24]Ibíd., pág. 98 (el Obispo Gregory escribió esto en 1927)

[25]"2 Metropolitan Yevlogy, op. cit., p.653. "Epistola del Sínodo de los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero "Ohhchnosti tserkovnoi smuty"/Sobre la esencia de la discordia de la Iglesia/, No. 341 de 18/31.3.1927. Citado de: Arzobispo Nikon (Rklitsky), op. cit., p.176.

[26] Citado en: "Deianiia Soveshchaniia glav a predstavitelei Avtokefalnykh Pravoslavnykh Tserkvei v sviazi s prazdnovaniem 500-leta avtokefalii Russsko Pravoslavnoi Tserkvi" (Los Hechos de la Conferencia de los Jefes y los Representantes de las Iglesias Ortodoxas Autocéfalcas en Connection with the 500 Years of the Autocephaly of the Russian Orthodox Church). M., 1949, vol.2, pág. 1488. Véase también: Protoprieste S. Bulgakov, "U kladezia Iakovlia" (En el pozo de Jacob) en la colección Khristianskoe vozsoedinenie. Ekumenicheskaia problemas v pravoslavnom soznanji (La reunificación cristiana. El problema ecuménico en la conciencia ortodoxa), YMCA-Press, París, 1933.

[27] Archimandrita Amvrosy, "Sviatoi Mark Efesskii i Florentiiskaia Unia" (San Marcos de Efeso y la Unión Florentina), Jordanville, 1963, p.226.

[28] I. Kontzevich, "Optina Pustyn' i ee vremja" (La eremita de Optina y su tiempos), Jordanville, 1970, p.516.

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