domingo, 11 de agosto de 2024

XIV. FALSIFICACIONES DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS Y SUS CONSECUENCIAS DE APOSTASÍA EN NUESTRO MUNDO CONTEMPORÁNEO


Ludmila Perepiolkina


"sino que hay algunos que os perturban y quieren alterar el evangelio de Cristo.

Pero aunque nosotros, o un ángel del cielo, os prediquemos otro evangelio que no sea

lo que os hemos anunciado, sea anatema" (Gal. 1, 7-8).

En nuestra época del fin de los tiempos, la otrora sociedad cristiana, que ya no quiere tener a aquel "que lo retiene" (2 Tes. 2,7)[1], y que ya no se protege a sí misma, y ha permitido que se multipliquen excesivamente y asuman el poder aquellos que nos "perturban" y "quieren pervertir el Evangelio de Cristo".

 

La profecía del Apóstol de que "en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque los hombres... que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3, 1-5). Ante nuestros propios ojos, la humanidad que deja de comprender cada vez más por qué las Escrituras llevan el nombre de Sagradas y que son "dadas por la inspiración de Dios" (2 Tim. 3,16) y no "según el hombre" (Gálatas 1, 11); generalmente pierde los conceptos de sacralidad y de verdad y se contamina con la falsa enseñanza del relativismo universal.  Esto explica el desprecio frívolo e impúdico de las severas palabras del apóstol Pablo: "Como antes dijimos, ahora lo repito: si alguno os predica otro evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema" (Gal. 1,9).

 

La misión tanto de la Iglesia del Antiguo como de la del Nuevo Testamento ha sido siempre, y sigue siendo, custodiar y predicar la inviolable fe divinamente revelada y las promesas de Dios, las Sagradas Escrituras y la Tradición. Es bien conocido el especial cuidado con que se custodiaba el texto de las Escrituras en los tiempos del Antiguo Testamento, cuando todo manuscrito bíblico dañado o que contuviera errores era objeto de destrucción, cuando nadie que tuviera algún defecto en el habla podía siquiera ser admitido a leer las Escrituras en voz alta en público.

 

La traducción por parte de la Iglesia antigua de los libros del Antiguo Testamento al griego (la llamada Septuaginta) se llevó a cabo en el siglo III a. C. por hombres especialmente designados y elegidos por Dios, y se hizo con todas las precauciones y reverencias posibles, y bajo la guía protectora directa de la Iglesia Celestial, como lo atestigua en particular un episodio muy conocido de la traducción de San Simeón del Libro del Profeta Isaías, que contiene el texto de la profecía mesiánica sobre el Salvador del mundo que nacerá de la Virgen (Is. 7,14).

 

Son dignas del original las traducciones canónicas realizadas por hombres santos de la Iglesia del Nuevo Testamento: la del bienaventurado Jerónimo (del hebreo antiguo, teniendo debidamente en cuenta la Septuaginta, al latín) y la de los Santos. La de los iguales a los apóstoles[2] Cirilo y Metodio (del texto griego de la Septuaginta adoptado por la Iglesia, al eslavo eclesiástico). A partir del periodo de la Reforma, cuando los esfuerzos protectores del catolicismo sufrieron una derrota, las traducciones de la Biblia a lenguas étnicas que aparecen en Occidente ya llevan una impronta de la enseñanza protestante (como la traducción de Lutero). En los tiempos más recientes ya no existen barreras restrictivas para el desarrollo incluso de las falsas enseñanzas más extremas y blasfemas. El espectro de traducciones y transposiciones de la Biblia se ha ampliado en consecuencia.

 

No podría haber sido de otra manera, ya que la Sagrada Escritura pertenece solo a la Única, Santa Iglesia Católica y Apostólica, y su uso fuera de contacto con la tradición eclesiástica y patrística (e incluso en oposición a ella, lo cual es característico de todas las comunidades religiosas que se han alejado de la fe ortodoxa) implica inevitablemente una distorsión tanto del significado como de la letra de la Escritura. Según los Padres, quien está fuera de la comunión sacramental con la Iglesia no puede sino desviarse hacia la herejía y de la predicación de la verdadera Ortodoxia.

 

La insensatez humana no es la única causa de distorsión de la verdad. La Palabra de Dios es odiosa para el «padre de la mentira», el Diablo, quien, con la ayuda de sus secuaces, intenta pervertirla de todas las formas posibles.

 

Con el alejamiento de Dios de quienes se convirtieron en sus asesinos e invocaron sobre sí mismos y sobre sus descendientes la sangre del Hijo de Dios a quien crucificaron (Mt 27,25), comenzó una corrupción consciente de los libros del Antiguo Testamento que el pueblo judío custodiaba con celo. Las profecías mesiánicas fueron las primeras en sufrir esta corrupción. «Los rabinos corrompieron el contenido de las Escrituras para adaptarlo a sus propias intenciones maliciosas... y siguen modificándolas», escribió Eutimio de Chudovo (1705)[3] [4]. Tales acusaciones se han escuchado desde los tiempos apostólicos. En el período comprendido entre los siglos V y X, los rabinos masoretas establecieron el texto del Antiguo Testamento, que desde entonces ha sido adoptado como texto oficial. En este texto, prácticamente todas las profecías sobre el Salvador del mundo se han distorsionado de tal manera que no se puede ver ya que se refieran a la persona de nuestro Señor Jesucristo. Posteriormente, todas las copias hebreas del texto que diferían del canon masorético establecido fueron destruidas.

 

La estabilidad del texto masorético del Antiguo Testamento y la ausencia de variantes en sus copias hicieron que muchos estudiosos de la Biblia y teólogos, incluso entre los cristianos, desde Orígenes y hasta hoy, recurrieran constantemente a este texto hebreo como la principal autoridad, a pesar de las severas advertencias de la Iglesia. Por otra parte, la presencia de lecturas variantes en el texto eclesiástico de la Septuaginta se ha considerado signo de su falta de fiabilidad. Como resultado, no solo los teólogos y traductores católicos y protestantes occidentales confiaron en el texto masorético de la Biblia. A través de las ediciones impresas venecianas, comenzó a influir en las posteriores copias griegas y eslavas de las Escrituras. «Estaba incluida entre las fuentes básicas, a pesar de las estrictas advertencias del Santo Sínodo»[5], cuando la Biblia isabelina estaba siendo revisada en 1751. El texto masorético, a pesar de la presencia de graves distorsiones dogmáticas (de referencias mesiánicas en primer lugar), se convirtió también en la base de la traducción sinodal del Antiguo Testamento al ruso, lo que provocó que la traducción inicial del arcipreste G. Pavsky causara indignación general en los círculos eclesiásticos. En ese momento, el arzobispo Teófano el Recluso formuló la esencia de la sustitución perpetrada de la siguiente manera: «Según nuestra ley, al tratar de interpretar la Palabra de Dios debemos consultar a los Padres de la Iglesia. Los Padres interpretaron las Escrituras tal como se presentan en la Septuaginta. En consecuencia, la nueva traducción nos impide entender la Palabra de Dios desde el punto de vista ortodoxo, porque nos presenta un texto diferente del utilizado por los Padres... La traducción del texto hebreo abre el terreno bajo nuestros pies. Nos enfrentamos a nuevas ideas, a una nueva iglesia, a una nueva era: (el subrayado es L.P.) ¡Estas son, pues, las consecuencias de esta traducción!»[6]. «Pero los editores de la Biblia rusa en Londres (sin duda bajo la influencia masónica) se permitieron el descaro de escribir: «Insistimos y deseamos una cosa: liberarnos de los conceptos de la Iglesia y de la traducción de los Setenta» [7]. Las sociedades y comisiones bíblicas actuales han alcanzado esta "libertad" en su totalidad.

 

Aunque posteriormente se hizo todo lo posible para coordinar esta traducción junto con la del texto eclesiástico de la Septuaginta en griego y su versión eslavonica de los santos Cirilo y Metodio, «no se pudo lograr un acercamiento total. La ruptura del texto ruso con la tradición bíblico-litúrgica eslava de la Iglesia condenó esta traducción a su uso únicamente fuera de los servicios religiosos: el Santo Sínodo la destinó a una lectura edificante en casa»[8].

 

El descubrimiento de los manuscritos de Qumrán, a principios de la década de 1950, relacionados con el siglo I a.C. (es decir, con el período premasorético) ha resuelto de manera concluyente, y a favor de la Septuaginta, la controversia centenaria sobre los méritos comparativos de los textos hebreo y griego del Antiguo Testamento. Resulta que los manuscritos extraídos de las cuevas de Qumrán contienen todas las variantes del texto que están disponibles en los manuscritos griegos y que, aparentemente, socabavan su autoridad. Sin embargo, estas conclusiones se ocultan y se detiene por completo la publicación de los manuscritos de Qumrán que están a disposición de «La Casa de la Biblia» en Jerusalén.

 

Cualquier nueva traducción de la Biblia todavía se hace de acuerdo con el texto masorético e incluso con la participación de eruditos hebreos de la Biblia. Al mismo tiempo, los renovacionistas del Patriarcado de Moscú y de otras iglesias locales, con creciente insistencia, siguen introduciendo en los servicios religiosos traducciones no autorizadas de las Escrituras a los idiomas étnicos contemporáneos. Todas estas traducciones, por regla general, son de origen no ortodoxo y se basan en el texto masorético, que no es tradicional en la Iglesia Ortodoxa. Junto con la modernización generalizada del lenguaje y los ritos litúrgicos, la introducción del calendario gregoriano occidental y otras innumerables concesiones al espíritu de los tiempos, estas traducciones destruyen cada vez más el vínculo de estas iglesias con su propio pasado ortodoxo y preparan el terreno para cualquier reforma adicional destinada a la creación de la pseudoiglesia ecuménica del Anticristo.

 

Por medio del Movimiento Ecuménico, el cristianismo herético contemporáneo de Occidente sigue expandiendo su influencia sobre el mundo ortodoxo. De hecho, el metropolitano Kirill de Smolensk, presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Extranjeras del Patriarcado de Moscú, declaró en la 7ª Asamblea General del CMI que esta organización era «la cuna de la única iglesia del futuro» (véase el capítulo 1). Para nosotros, los cristianos ortodoxos, esta «iglesia» no significa nada más que la iglesia del Anticristo.

 

Los participantes de las asambleas ecuménicas están desarrollando paso a paso una enseñanza blasfema sobre esta «iglesia», sobre su ritual y su lenguaje. El lenguaje altamente «ecuménico» de estas asambleas refleja tal grado de conciencia ecuménica de los participantes que, según uno de sus líderes, el ex secretario general del CMI, el Dr. Philip Potter, al regresar de las conferencias, los miembros de sus propias comunidades simplemente no las entienden al principio.

 

Para entender a los ecumenistas hay que dejar de entender el Evangelio y enterarse de su blasfemia intrusión en la Palabra de Dios. Es digna de consideración la interpretación que hacen los ecumenistas (que se ha convertido en su lema) de las palabras de nuestro Salvador: «que todos sean uno» (Juan 17, 21). Los ecumenistas alegan que estas palabras implican el mandamiento de Cristo con respecto a la unidad del mundo entero: ortodoxos, sectarios, judaístas, musulmanes y todos los paganos. Simplemente hacen caso omiso de las palabras de Cristo que preceden directamente a la frase citada: «No ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque tuyos son» (Juan 17,9).

 

Al contemplar la falsificación, los ecumenistas no se avergüenzan de nada: ni de las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, ni de la fe de toda la Iglesia, ni de la simple evidencia. De la misma manera, el Papado sostiene, sin ningún sentimiento de vergüenza, y contrariamente a lo que los Padres decían siempre y en todas partes, que en las palabras del Salvador: «y sobre esta roca edificaré mi Iglesia» (Mt. 16, 18); «la roca» no debe significar la fe en Cristo y la confesión de Él como el Hijo de Dios, sino al propio apóstol Pedro y sus supuestos sucesores, los papas de Roma [9].

 

Los ecumenistas, los «pacificadores», no se avergüenzan cuando afirman que la paz política por la que luchan es la misma paz que Cristo tenía en mente cuando dijo a sus apóstoles: «Mi paz os doy». Cabe señalar que nunca terminan esta cita de los Evangelios: «yo no os la doy como el mundo la da. » (Juan 14,27).

 

Los ecumenistas no se avergüenzan de su propio analfabetismo cuando uno de ellos (que, por supuesto, está en contra de la enseñanza del idioma eslavo eclesiástico incluso en los seminarios), ya sea arzobispo o profesor de una academia de teología, es capaz de declarar con toda sinceridad y para que todos lo escuchen, que la invocación de la Gran Letanía «En paz recemos al Señor» significa «recemos (toda la congregación) como uno solo»., es decir, todos juntos. (Nota del traductor: en ruso las palabras «paz» y «congregación» suenan igual). Y otra invocación, «por el bienestar de las santas Iglesias de Dios y por la unión de todas ellas», es, supuestamente, llamar a los ortodoxos a una ansiada unión ecuménica con los herejes[10]. «las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición» (2 Pedro 3,16).

 

El metropolitano Nikodim (Rotov) de Leningrado, responsable de que el Patriarcado de Moscú se uniera al CMI, incluso introdujo una herejía procomunista especial cuando en sus sermones y artículos ofreció una falsa interpretación de la parábola de los dos hijos (Mt 21, 28-31). Comparó a los cristianos con el hijo que era obediente en palabras pero negligente en los hechos, y enseño en ver a la persona del hijo obstinado, que hizo la voluntad de su padre, a los comunistas ateos (que ahora pueden ser reemplazados fácilmente en este papel por los «demócratas» actuales), quienes declararon que su objetivo era la creación del Reino de Dios en la tierra. El sermón de Nikodim sobre la idea completamente no ortodoxa de este "Reino de Dios" terrenal y la fusión del cristianismo con el comunismo se escuchaba insistentemente desde los ambones de las iglesias del Patriarcado, hasta queda relegado, junto con otros esloganes bolcheviques, por el caos que ha envuelto a Rusia, al menos por el momento.

 

Otra herejía del metropolita Nikodim no se ha visto afectada por ninguna tendencia liberal de reconstrucción «democrática». Esta herejía representa uno de los apoyos más importantes del ecumenismo «cristiano». Sin embargo, todo su significado se hará evidente aparentemente en un futuro ya cercano, cuando el CMI declare que su tarea principal será la unificación de todas las religiones bajo el mismo techo de la «iglesia universal» del Anticristo. Esta herejía, repetida con frecuencia y profundamente arraigada en el Patriarcado de Moscú, ha sido deducida por Metr. Nikodim de su artero razonamiento de que, mientras estaba en la Cruz, el Señor adoptó a toda la humanidad en la persona del santo apóstol Juan el Teólogo, y no solo a aquellos que creían en Él. Esta herejía se expresa en una sola frase: «El Señor Jesucristo, en su encarnación, recibió a toda la humanidad en su Cuerpo» [11]. El conocido «sacerdote» del diputado Georgii Kochetkov, que cuenta con un fuerte apoyo, ya ha declarado no solo a Francisco de Asís, sino también a D. Bornhoffer, A. Schweizer y... ¡Mahatma Gandhi como miembro de la «verdadera Iglesia» e incluso de sus «santos»! [12]

 

«Muchas opiniones erróneas han entrado en nuestra vida bajo la influencia del diablo, que enseña a las personas negligentes a malinterpretar el contenido de las Escrituras y a oscurecer la verdad añadiendo o borrando algo del texto», escribió San Juan Crisóstomo ya en el siglo IV [13]. El evolucionismo antibíblico que desafía a Dios parece haberse convertido en la mentira más difundida que, lamentablemente, los pervertidores de la Palabra de Dios, junto con los ateos, lograron inculcar en la conciencia de muchos cristianos de todas las denominaciones.

 

Los evolucionistas no pueden presentar un solo hecho científico para probar la exactitud de sus teorías. Todo lo que antes afirmaban que era una prueba indiscutible, ha quedado en los libros de texto escolares que ahora están siendo ridiculizados por los propios evolucionistas. Sin embargo, durante casi 100 años, las escuelas estatales de todos los niveles han impuesto enérgicamente el evolucionismo a cada nueva generación en todo el mundo.

 

Cuando C. Darwin estaba trabajando en su Teoría del Origen de las Especies, basada en observaciones y conclusiones superficiales, esperaba que posteriormente se encontraran las pruebas necesarias. Sin embargo, estas esperanzas resultaron completamente infundadas. No solo quedó sin descubrir el eslabón perdido entre el simio y el hombre[14]: los evolucionistas son incapaces de presentar una sola forma intermedia entre ninguna otra especie, ni en forma viva ni fosilizada. Además, la ciencia contemporánea niega la posibilidad misma de la existencia de un mecanismo que asegure la transición de una especie a otra. Ningún evolucionista es capaz de explicar la existencia de la evolución si contradice la ley más fundamental de la naturaleza (la Segunda Ley de la termodinámica), que exige la transición de lo complejo e inestable a lo simple y caótico, pero no al revés: de la materia inanimada a la animada y hasta una de sus formas más complejas y superperfectas, como el organismo humano.

 

Para hacer que lo imposible pareciera plausible, los evolucionistas sugirieron la suposición de que el universo ha existido durante miles de millones de años ilimitados, durante los cuales cualquier cosa podría haber sucedido. Contando con estos millones y miles de millones de años, la nave espacial lunar fue provista de patas de varios metros de largo para evitar que se hundiera en el polvo cósmico que debería haberse acumulado allí durante todos esos años. Pero... la capa de polvo de la Luna resultó tener menos de un centímetro de espesor.

 

Es bien sabido que la jerga científica incomprensible tiene un efecto fascinante en los no especialistas. Uno de ellos es el «método del radiocarbono». Pero no mucha gente sabe que, en teoría, este método puede ayudar a determinar la edad de los restos orgánicos únicamente. Gracias a los esfuerzos de los divulgadores de la ciencia, la confianza en la precisión del método del radiocarbono se ha exagerado desproporcionadamente. El hecho es que con el método de radiocarbono es de suma importancia la pureza particular requerida del experimento. Este requisito es a menudo demasiado difícil, o incluso imposible, de cumplir, ya que las cantidades que deben medirse a cualquier edad significativa de las muestras son demasiado pequeñas. Además, el método se basa en la suposición de que los fósiles investigados nunca han estado expuestos en el pasado a posibles, aunque desconocidas, influencias, como altas presiones y temperaturas, oscilaciones en la cantidad de Carbono-14 en el entorno, etc., a pesar de que la presencia de cualquiera de estos factores hace que las mediciones carezcan de sentido. Como resultado, los datos obtenidos por este método con frecuencia sorprenden por su falta de fiabilidad. Por ejemplo, «el examen del caparazón de los caracoles vivos mostró que murieron hace 27.000 años» [15]. Ya hoy los científicos tienen dudas sobre al menos la mitad de todos los datos obtenidos por este método.

 

Esta «falsa ciencia llamada así» (Timoteo 6, 20), que ha declarado que la religión misma y el código moral son el resultado de la evolución, es de hecho una cierta fe satánica que, junto con el humanismo y el ateísmo, ha penetrado en todas las esferas de la ciencia oficial, no solo en las ciencias naturales, sino como también en las humanistas y políticas.

 

La negación y la distorsión de la verdad bíblica resultaron ser un terreno fértil para todo lo que transforma el mundo moderno en el umbral del infierno, desde el ateísmo y la fe en el universo eterno, que se ha vuelto cada vez más cubierto de misticismo panteísta (de la Nueva Era y otros mistificadores ocultos), hasta las teorías evolucionistas sobre la sociedad humana, las doctrinas revolucionarias y racistas, la justificación de la homosexualidad y el asesinato mediante el aborto.

 

Como parte de la conciencia de masas, principalmente a través de la educación escolar, el evolucionismo antibíblico se ha convertido, de una forma u otra, en una de las ideas básicas de una enorme multitud de personas que se consideran creyentes, pero que rechazan la evidencia bíblica de que Dios es el Creador del mundo y del hombre, de la Caída, el Diluvio, la Babel, etc., o consideran que estas narraciones son convencionales, alegóricas y supuestamente refutadas por «ciencia». Rara vez se es consciente de que este tipo de razonamiento hace parecer a los Profetas, los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y el mismo Señor Jesucristo como engañadores, aunque ellos claramente y con frecuencia confirmaron la veracidad del Libro del Génesis.

 

Es grande el asombro de estos pocos contemporáneos nuestros, que se enteran inesperadamente de que, en toda su historia, el evolucionismo no ha podido presentar ninguna prueba real de sus teorías, que ha mantenido su posición predominante en la ciencia de una manera puramente artificial, que las invenciones de los evolucionistas sobre los millones de años de la historia de la Tierra, los «períodos geológicos», el origen de la vida, etc., no se han confirmado de ninguna manera y que, en por el contrario, los hechos reales concuerdan con la Biblia. Este asombro de unos pocos es capaz de poner patas arriba muchas nociones cuidadosamente mantenidas en nuestra sociedad. Por lo tanto, a pesar de su evidente predominio en la conciencia de las masas y en la ciencia, el humanismo evolutivo, al sentir su vulnerabilidad, manifiesta una intolerancia extrema ante cualquier muestra de desacuerdo con las doctrinas que han impuesto a la humanidad. Por ejemplo, el «New York Times» publicó un anuncio sobre la llamada «declaración humanista secular de 1980" firmada por 58 científicos y escritores de renombre. La declaración desacredita la moral cristiana e «insta a intensificar la ciencia y la razón, en lugar de la religión, como medios para resolver los problemas humanos... Reflejando los elementos de dos manifiestos humanistas anteriores de 1933 y 1973, la declaración considera que la religión sobrenatural y la Revelación Divina son las enemigas del proceso racional que conduce al progreso»[16].

 

También es bastante característica una carta histérica escrita en 1982 por un conocido escritor de ciencia ficción y partidario del humanismo antibíblico, el Dr. Isaac Asimov, en nombre de la Asociación Estadounidense de Libertades Civiles: «Estos fanáticos religiosos... como un ejército de la noche vienen a nuestras escuelas estatales con la Biblia elevandola en lo alto... Representan una amenaza muy real para una sociedad que valora la libertad académica y la ilustración por encima de los dogmas y la piedad moral»[17].

 

Un verdadero rechazo, y no solo una distorsión del Evangelio, de los Padres de la Iglesia y del propio cristianismo, fue el conocido discurso del «patriarca» Alejo II (Ridiger)[18] ante los rabinos judíos de Nueva York en 1991. Causó numerosas protestas, indignación e incluso un movimiento de «no conmemoradores» en todo el mundo ortodoxo, incluido el Patriarcado de Moscú. Lleno de declaraciones serviles de respeto por «los hermanos mayores, los judíos», utilizando expresiones del Antiguo Testamento y confirmando la supuesta continuidad de la elección del pueblo judío e incluso la unidad del cristianismo y el judaísmo («¡somos uno con los judaístas»!) este discurso demostró una total insolvencia teológica y una abierta traición a la ortodoxia[19].

 

Tales afirmaciones no parecen en absoluto infundadas. Estamos en la segunda década de discusiones profundamente secretas entre ecumenistas y judaístas «ortodoxos» [20](así como entre musulmanes y paganos). El acercamiento entre el judaísmo y el catolicismo romano comenzó hace más de medio siglo[21] y se anunció definitivamente en el Concilio Vaticano II (Declaración «Nostra Aetate» del 28 de octubre de 1965). La anticipación del «Mesías» (solo el Anticristo puede entenderse con esta palabra), junto con los judaístas, se ha convertido ahora en un movimiento amplio bajo la guía de los jerarcas apóstatas y «teólogos» que ocupan los puestos más altos en todas las confesiones unidas por el ecumenismo.

 

Las inesperadas celebraciones, en los últimos años, de las fiestas judías de Hanuka y el futuro encuentro de «Maquiach» (palabra hebrea que significa «Mesías») entre las catedrales del Kremlin y la Plaza Roja de la antigua Tercera Roma, Moscú, no parecen tan inesperadas en este contexto.

 

Como resultado de la traición por parte de los ecumenistas, la valuación de nuestra edad como postcristiana por parte de los judaistas parece bastante realista; y sus declaraciones de que en el futuro solo pretenden permitir la existencia de un cristianismo que demuestre su lealtad a ellos, no parecen ser demasiado arrogantes.[22]. Los ecumenistas ahora tienen prisa de merecer este derecho a existir.

 

Innumerables siervos y subordinados del enemigo de la humanidad están ahora inventando todo tipo de venenos a partir de diversas mentiras y distorsiones de la Palabra de Dios, para privar tanto a los hombres comunes como a los eruditos de su razón y, «si fuera posible», para «engañar a los mismos elegidos» (Mateo 24, 24).

 

Ya en el siglo pasado aparecieron alteraciones aparentemente inocentes en la Biblia para niños. Al principio publicaban dibujos animados ilustrados con colores, ahora producen dibujos animados, cómics y videojuegos, con lo que trivializan las Escrituras e inculcan una idea primitiva y distorsionada al respecto.

 

En la segunda mitad del siglo XX, la falta de respeto por la Biblia ha llegado a tal punto que ha sido posible producir una variedad de «versiones» del Antiguo y el Nuevo Testamento: para trabajadores, estudiantes, amas de casa, etc. En el capítulo X de la presente obra analizamos la edición feminista de la Biblia, descarada por su carácter blasfemo.

 

A finales de 1995, la Oxford University Press publicó otra traducción ecuménica del Nuevo Testamento y los Salmos [23] con la intención de satisfacer no solo a las feministas sino a todos aquellos que, según el editor de esta traducción, podrían sentirse ofendidos por la Palabra de Dios de alguna manera. No hace falta decir que «Dios Padre» ha sido cambiado por algo sin precedentes tanto en la Iglesia del Antiguo como en el Nuevo Testamento: «Dios Padre-Madre». Se omiten todas las expresiones en las que se da preferencia a los padres en detrimento de las madres; cada vez que la mención de un esposo bíblico va acompañada del nombre de su esposa, si es que su nombre es conocido por los editores. Haciendo honor a la corrección política actual, se suprimen pasajes «monárquicos» como «rey», «soberano», «señor», «gobernante» y el «reino de Dios» sustituyéndose por «el dominio de Dios».

 

En consecuencia, los «esclavos» se han convertido en «personas esclavizadas»; los padres ya no «disciplinan y castigan», sino que «guían» a sus hijos, a quienes se les dice que «presten atención», en lugar de «obedecer» a sus padres.

 

Se eliminan las referencias a la oscuridad como «mala» y a la luz como «buena», para no ofender a las personas de color oscuro. También las referencias a los ciegos, sordos y cojos se consideran insensibles y se sustituyen por expresiones descriptivas. Ninguna persona zurda debe sentirse discriminada; la frase «mano derecha de Dios» se sustituye por la «mano poderosa».

 

Uno solo podría reírse de estos y otros absurdos similares, si tal burla de la Sagrada Escritura no formara parte de un programa universal para la creación de la «Nueva Era» y la «Nueva humanidad». Sin embargo, «cosa terrible es caer en manos del Dios vivo» (Hebreos 10,31), y los blasfemos de la Palabra de Dios no tienen motivos para despreocuparse. A ellos se dirigen las severas palabras del Apocalipsis: «Porque testifico a todo hombre que escucha las palabras de la profecía de este libro. Si alguien añade algo a estas cosas, Dios le añadirá las plagas que están escritas en este libro. Y si alguien restara importancia a las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará su parte del libro de la vida, de la ciudad santa y de las cosas que están escritas en este libro» (Apocalipsis 22,18-19).

 

Pero los ecumenistas que tienen más dificultades de audición que los que condenaron a Cristo a la crucifixión (los líderes y maestros israelitas) no escuchan las advertencias del Señor, y la parábola sobre la cizaña (Mateo 13,24-30) aparentemente les resultará incomprensible hasta el mismo día de la cosecha, el Día del Terrible Juicio de Dios.


El patriarca Pimen (Izvekov) de Moscú en su residencia: ofreciendo regalos a los judios.


El Papa de Roma Juan Pablo II se reúne con rabinos en Varsovia


PARA VER OTROS CAPITULOS DEL LIBRO HAGA CLIK AQUI: Ecumenismo camino a la perdición 



[1] La ​​frase "el que ahora deja" fue entendida unánimemente por los Padres como significando un Monarca Ortodoxo.

[2] Nota de traductor – En griego el termino es “equiapóstoles”, que traducido al español de manera literal es; igual a los apóstoles

[3] Cita de: Hieromonje Aleksy (Makrinov), "Vklad S.-Peterburgskoi dukhovnoi akademii v razvitie bibleistiki" (Contribución de la Academia Teológica de San Petersburgo al Desarrollo de los Estudios Bíblicos). Colección Bogoslovskie trudy (Obras Teológicas), Moscú, 1986, p. 205.

[4] Nota de traductor – En la sección Libros, y en el apartado Libros de estudio de nuestro blog, hemos dejado a disposición del lector en versión pdf el Volumen I de un libro erudito llamado La judeización del cristianismo y la ruina de la civilización del profesor Rivanera Carles, pese a conservar ciertos reparos en torno a las inclinaciones ideológicas y religiosas del autor y algunos asuntos expuestos en la misma obra, la consideramos de vital importancia (por su abundante documentación y rigor académico) para entender el fenómeno de esta tergiversación de las Sagradas Escrituras que a nuestro humilde entender, se dio de manera exponencial a partir del Renacimiento y la Reforma.

[5]  Ibíd., p. 206.

[6] Citado de: Archim. Seraphim (Aleksiev), Archim. Sergius (Yazadzhiev), "Pochemu pravoslavnomu khristianinu nel'zia byt' ekumenistom" (Por qué un Cristiano Ortodoxo No Puede Ser Ecumenista), traducido del búlgaro).

[7] Ibíd., pág. 255.

[8] Hieromonje Aleksy (Makrinov). Op. cit., pág. 206.

[9] En tiempos más recientes este punto de vista fue pronunciado decisivamente en el Concilio Vaticano de 1870 por el arzobispo católico romano Joseph Strossmeier. Véase "Papstvo i ego bor'ba s Pravoslaviem" (El papado y su lucha con la ortodoxia). Strizhev-Centre, Moscú, 1993, pág. 21.

[10] Compárese "O kakom soedinenii vsekh ma molimsia. Po povodu tret'ego prosheniia Velikoi ektenii" (¿Por qué unión de todos estamos rezando? Sobre la tercera invocación de la Gran Letanía).

[11] Citado de "Seti «obnovlennago pravoslaviia»" (Las redes de la "Ortodoxia renovada"), Russkii Vestnik, Moscú, 1995, pág. 153. Véase también el arcipreste Lev Lebedev, "Por qué me uní a la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero", Montreal, 1991, pág. 22.

[12] "Seti «obnovlennago pravoslaviia», pág. 141

[13] San Juan Crisóstomo, "Tvoreniia" (Obras). San Petersburgo, 1900, v. IV, libro 1, pág. 445.

[14] Durante muchos años los evolucionistas-antropólogos habían puesto sus esperanzas en el llamado "hombre de Piltdown", cuyos huesos han sido objeto de más de 500 tesis doctorales, hasta que finalmente estos huesos resultaron ser una mistificación. (Véase Henry M. Morris, "Creation and the Modern Christian". Moscú, 1993, pág. 125).

[15] Science, vol. 224 (1984), págs. 58-61. Citado de: Ken Ham, Andrew Snelling, Carl Wiland, "The Book Of Answers". Moscú, 1993, pág. 60. Aquellos que estén interesados ​​en la evaluación alternativa contemporánea de los problemas relacionados con la teoría de la evolución, pueden consultar la bibliografía de las ediciones básicas del Institute of Creationist Research en el libro de Henry M. Morris "Creation and the Modern Christian", 1985 (traducción rusa 1993).

Nota de traductor – También se puede consultar en inglés Genesis, Creation and Early Man: The Orthodox Christian Vision del padre Serafin Rose y en español la charla numero 11 titulada Evolución del Curso de Supervivencia Ortodoxa también del padre Serafín Rose.

[16] New York Times, 19 de octubre de 1980. Citado de: Henry M. Morris, "La creación y el cristiano moderno". Moscú, 1993, pág. 77.

[17] Henry M. Morris, op. cit., pág. 48.

[18] “El discurso del Patriarca Alejo II ante los rabinos de la ciudad de Nueva York del 13 de noviembre de 1991 y la herejía de los judaizantes”. Moscú 1992. Este libro de 296 páginas contiene un análisis detallado del discurso del Patriarca Alejo II y una recopilación de fuentes que tratan el problema planteado.

[19] Ibíd., pág. 8.

[20] A continuación se citan dos noticias únicas que aparecieron en la prensa abierta: "La primera Consulta Internacional de los Representantes de la Iglesia Ortodoxa y del Judaísmo tuvo lugar del 21 al 24 de marzo de 1993 en la ciudad de Atenas bajo el patrocinio de la Comisión Judía Internacional para la Consulta Interreligiosa y el Patriarcado Ecuménico. Había 25 representantes de cada lado. Los Patriarcados de Moscú y Constantinopla fueron los representantes más destacados de la Iglesia Ortodoxa. También participaron los representantes de la Iglesia Ortodoxa (Autocéfala - LP) en los EE.UU.

Dirigiéndose a los participantes de la Consulta, el Patriarca Ecuménico, Bartolomé I, expresó su esperanza de que esta reunión creara "un nuevo marco para la renovación de las relaciones amistosas entre los cristianos ortodoxos y los judíos que viven juntos bajo un mismo cielo en un mismo mundo". Hablando en nombre del Congreso Judío Mundial, Leon Feldman informó que la Consulta tocó una serie de problemas agudos, incluidos "problemas históricos de antisemitismo", y también expresó su preocupación por el hecho de que la liturgia (Los textos de la Iglesia Ortodoxa todavía contienen material antijudío. Russkyi Pastyr, San Francisco, 1993, No. 16, pp. 35-36.)

Es significativo que esta reunión "histórica" ​​no haya sido reportada ni por la prensa religiosa ni por laica en Grecia y Rusia. Se conoció, principalmente, por los periódicos judíos, en concreto por el periódico publicado en Melbourne (ibid. p. 35).

Un año después, el Times informó que "el arzobispo Gregorio de Tiatira y Gran Bretaña (del Patriarcado de Constantinopla), presidente conjunto del Consejo de Cristianos y Judíos, había abierto el Centro de Diálogo Interreligioso que lleva el nombre de Leopold Mueller en el Centro Sternberg del Judaísmo en Finchley" (Times, 1 de mayo de 1994. Citado de: Russkiy Pastyr, 1994, No. 19, p. 44).

[21] Véase el informe de NF Stepanov "Acercamiento judeo-católico y las perspectivas posteriores de una mayor evolución del Movimiento Ecuménico". Actas del Segundo Concilio de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exterior. Belgrado, 1939, págs. 492-556.

[22] Cabe destacar el libro del conocido erudito hebraísta, el rabino Prof. Elier Berkowitz "La fe después de la catástrofe", publicado por el Instituto de Publicaciones sobre los Problemas del Judaísmo para Repatriados (establecido por la Sección de Judaísmo del Departamento de Educación y Cultura y el Departamento de Religiones, en cooperación con el Instituto Memorial de Cultura Hebrea, Nueva York). Publicado por Amaze (en ruso),Jerusalén, 1990.

Muchos conceptos del judaísmo oficial expresados ​​en el libro del profesor Berkowitz deberían tener un efecto aleccionador en los ecumenistas. Pero, obviamente, prefieren no notar nada. Nos limitaremos a algunas citas características:

"La acusación (a los judíos -LP) de matar a Cristo es una vergüenza para el cristianismo. No será blanqueada hasta que la Iglesia retire completamente sus acusaciones" (p. 22).

"El ecumenismo tiene una relación directa con los judíos, en la medida en que también ellos fueron invitados a participar en la "Iglesia universal" en aras de la herencia religiosa común. Es interesante, sin embargo, que esta invitación se extendió en un momento en que la era cristiana estaba entrando en su período de decadencia" (p. 32).

"¿Cómo deben considerar los judíos al cristianismo en la era postcristiana? En primer lugar, estamos obligados a asegurarnos de que ahora, efectivamente, el cristianismo está en decadencia" (p. 34).

“Hemos sobrevivido al cristianismo... Sólo nuestra experiencia, la experiencia del pueblo eterno demuestra el fracaso total de la civilización y la religión cristianas” (p. 35).

“Por el momento, un diálogo honesto con el cristianismo es emocionalmente imposible para el judaísmo en su conjunto... Esto, tal vez, depende enteramente de la conducta posterior de los cristianos” (p. 37).

“Lo que se suele llamar la tradición judeo-cristiana existe sólo en la imaginación de los cristianos y los ateos” (p. 37).

“Todo lo que no es judío en el cristianismo es inaceptable para los judíos... Muchos piensan que al menos el Antiguo Testamento es común para judíos y cristianos. Esto es un profundo error... Después de todo, el Dios de Abraham no tiene nada en común con la divinidad trina de los cristianos” (p. 38).

[23] Véase Wall Street Journal, 3.9.1995.

CURSO DE SUPERVIVENCIA ORTODOXA; LA REVOLUCIÓN EN EL SIGLO XIX. Parte VII

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