lunes, 5 de agosto de 2024

CURSO DE SUPERVIVENCIA ORTODOXA; INTRODUCCIÓN. Parte I

 Padre Serafín Rose




Este curso tiene como objetivo proporcionar una perspectiva sobre el acontecer diario, sobre las cosas que están sucediendo en el mundo de hoy, de las cuales cada una de ellas encierra un trasfondo filosófico. Si uno va a cualquier gran ciudad, encontrará que hay iglesias de todo tipo y todas ofrecen una visión diferente, una doctrina diferente. Los católicos te dirán una cosa; los mormones, otra; los adventistas del séptimo día te soltarán algo distinto y bastante definido; los fundamentalistas dirán otra cosa; los protestantes liberales te vendrán con otra orientación; y los teósofos, con algo diferente. Y una persona en busca de la verdad va probando quizá de un lado a otro, tratando de hallarla. Muy a menudo la gente exclama «ajá, la encontré»; algo hace clic en ella. Descubren que el mormonismo tiene la respuesta, o bien están muy impresionados por un orador que sabe cómo conectarse con, bueno, la gente contemporánea.

Hubo uno, por ejemplo, Alan Watts, que murió recientemente. Yo fui estudiante suyo. De hecho, yo estaba extremadamente impresionado porque era un estudiante de pregrado buscando algún tipo de verdad en la filosofía, sin encontrarla. Estaba muy aburrido con la filosofía occidental, y de repente él viene y da una conferencia sobre el budismo Zen. Y [pensé] esa es la respuesta, porque no es una filosofía, sino las cosas tal cual son... «Mirar a un vaso de agua y definirlo», decía él «no era lo importante». Agarró el vaso y de manera dramática lo volcó sobre la audiencia. Así que eso era el Budismo Zen, simplemente «Es».

Por supuesto, tras la experiencia que uno adquiere con los años, se puede apreciar que el pobre hombre no tenía más que inteligencia. Estaba muy en contacto con la forma en que la gente pensaba, consiguió meterse en cierto “nicho” reducido al que se aferró y de eso hizo una carrera: ganó una gran cantidad de dinero, se rodeó de una especie de adeptos, y simplemente les enseñaba. Había muchas cosas que decía que eran verdad, especialmente sobre lo que está mal con la civilización contemporánea. Pero, al final, lo único que ofrecía a la gente era un mísero y pequeño retazo de verdad, combinado con muchas de sus propias opiniones y, en definitiva, un gran sistema de mentiras; y destruyó almas, incluida la suya propia, sin lugar a dudas.

Pero la Ortodoxia no es una más de entre tantas corrientes o sistemas de pensamiento. Y es por eso que algunos podrían pensar, especialmente los recién convertidos, «¿Por qué no he oído hablar de la Ortodoxia antes, por qué no está en la televisión? ¿Por qué no la oímos? ¿Por qué no hay programas de radio y artículos de periódico y cosas así?» Pues bien, si miran con atención verán que de vez en cuando aparecen artículos en los periódicos sobre la Ortodoxia de entre los distintos acontecimientos que llaman la atención, que se convierten en parte de la historia, en todo un acontecimiento para la ciudad como cuando los iconos que manaban mirra llegaron a algunas ciudades hubo artículos; o incluso cuando murió el arzobispo Juan [Maximovich] en San Francisco, también hubo un artículo,  y si uno observa la clase de artículos que ahí aparecen, verán que la perspectiva sobre la Ortodoxia en esos textos está adaptada a los lectores. Así, describen a la Ortodoxia como una secta colorida, similar a los mormones, a los Adventistas del Séptimo Día, o algo parecido. Y si lees descripciones de los servicios de Pascua, siempre dirán algo así como, «Entre nubes de incienso y túnicas fluidas y largas barbas», en referencia a todo lo que resulta exótico y diferente para el común de los estadounidenses. Eso es, más o menos, lo que es la Ortodoxia para ellos. Desde esa perspectiva, la Ortodoxia aparece como una especie de filosofía cristiana caracterizada principalmente por un cierto tipo de exotismo. Si quieres cosas exóticas, vas allí. Pero la Ortodoxia no es eso.

Si entregas tu corazón y tu alma a una de estas enseñanzas ya sean cristianas o no cristianas , obtendrás de tu secta (porque todas son sectas, incluido el catolicismo romano) lo que ellos consideran probablemente una filosofía de vida; te ofrecerán respuestas a muchas preguntas. Te darán respuestas que aceptarás si te encuentras en la misma sintonía que ellos, generalmente depende de tu trasfondo, tus aspiraciones psicológicas, cuánta educación has tenido.

Todos estos son los factores que te determinan a que hagas un clic, a que respondas a una secta en particular.

Una vez que entregas tu corazón y alma allí, o al menos parte de ellos, comenzarás a aceptar lo que te enseñen y a formarte en esa base. Y luego, cuando alguien venga a ti y te pregunte por qué crees, darás respuestas de la manera en que las has aprendido. Y una persona de fuera mirará esas respuestas y se asombrará de cómo una persona puede dar tales respuestas. Es obvio que son una «línea de partido». Te citarán las Escrituras de acuerdo con una interpretación que parece muy rebuscada, y pensarán que eso es lo lógico, la explicación ordinaria. Hablas con los Adventistas del Séptimo Día que son nuestros vecinos aquí, y comienzas a preguntarles qué creen y por qué creen, y resulta que el mandamiento sobre el sábado es el más importante de todos los mandamientos, el que distingue al verdadero pueblo, a la verdadera iglesia de todos los demás. ¿Cómo pueden llegar a esa conclusión y cómo pueden explicar el hecho de que Cristo se manifestó siempre en domingo, el primer día de la semana? Él resucitó de entre los muertos en domingo, y después de Su Resurrección, sus apariciones tuvieron lugar en domingo. ¿Cómo es posible que la Iglesia haya ignorado esto durante dos mil años?  Y aun así te dirán que siempre hubo adventistas y gente del séptimo día. Incluso pueden construirse una especie de tradición en base a ello como si existieran desde siglos. Pero lo que uno aprende allí no es una cosmovisión ni una filosofía, sino una visión sectaria.

Una visión sectaria es, como lo indica el nombre, una sección: algo que está cortado. Te ofrecerán un trozo de la realidad que encaja con su interpretación. Cuando se trata de cualquier tema complicado, te darán una respuesta muy simple que no satisface alguien que es capaz de pensar profundamente. Si surge algo que parezca refutar su posición o volverla confusa, dirán: «obra del diablo» o «eso es malvado» o bien, si les preguntas cómo interpretan las Escrituras, responderán: «literalmente».

Las respuestas que te darán a ciertas preguntas complejas son extremadamente simples. El poder aceptar respuestas de tal índole requieren el ya estar en sintonía con esa manera de entender las cosas por lo que a la larga terminas aislándote de la sociedad hecho al que asociamos con el de los sectarios aferrado a una visión sesgada de la realidad, protegiéndote de las amenazas exteriores, encerrándote en escuelas propias y pensando que estas en la verdad.

Más aun no tendrás algún tipo de filosofía, cosmovisión, que te permita realmente entender lo que está pasando en el mundo y los fenómenos que suceden a diario, sin violentar a la razón. En cambio, uno se aferra a una interpretación caprichosa de las Escrituras, creyendo que es sólida a pesar que no convenza a todos.

Más aun no tendrás una filosofía o cosmovisión que te permita comprender realmente lo que sucede en el mundo, explicar los fenómenos sin violentar a la razón, y que no sea simplemente una interpretación basada en una lectura caprichosa de las Escrituras, sino algo sólidamente fundamentado, que quizás no convenza de inmediato a todos, pero que al menos respete a la razón que Dios nos dio y no reduzca todo lo que ocurre en el mundo a una visión simplista, según la cual quien no está de acuerdo con mi filosofía es necesariamente un demonio o una persona completamente engañada.

Por el contrario, muchas cosas que suceden en el mundo tienen su poder, las ideas tienen su poder, los sistemas políticos tienen su poder, incluso los movimientos artísticos tienen su poder porque hay alguna semilla de verdad en ellos. Y si no entiendes cuál es esa semilla de verdad y cómo se mezcló con el error, qué hay en ello de genuino y qué hay de falso, no podrás vivir en el mundo de hoy; y un cristiano vive en el mundo. Debes comprender que un sectario se salva a sí mismo y salva a todos aquellos a quienes pueda mantener alejados de la realidad en su pequeño rincón de algún lugar. Pero si esa persona sale al mundo y empieza a hacer preguntas, pierde sus concepciones sectarias porque no son plausibles. Debe de mantener su fe sectaria en algún pequeño rincón, en un pedazo de la sociedad.

Una cosmovisión ortodoxa no es así. Hoy en día, los verdaderos cristianos ortodoxos son muy pocos. Y por este motivo somos llamados sectarios por algunos como Schmemann y por la gente moderna que quiere estar en sintonía con protestantes y católicos y con el pensamiento contemporáneo. Ellos dirán que somos una secta. Por eso debemos preguntarnos: ¿somos o no una secta?

Si tenemos nuestra Ortodoxia como algo parecido al mormonismo, es decir, si conocemos el catecismo, conocemos los dogmas y podemos exponer la enseñanza oficial de la fe, pero para todo lo que se encuentra más allá de esto tenemos una concepción nebulosa o damos una respuesta excesivamente simplificada, entonces nos encontramos precisamente en el peligro de caer en este sectarismo. Ya que entonces la ortodoxia será para nosotros algo muy estrecho. El camino de la salvación es muy estrecho, pero la ortodoxia, a diferencia de todas las religiones, es la religión de Dios y por lo tanto no niega las facultades que Dios nos dio, especialmente la razón, que es la facultad por la cual comprendemos la Verdad.

Es por ello que la Ortodoxia es la única religión, porque es la religión verdadera, la religión de Dios, que todo lo responde, y que entiende todo lo que sucede en el mundo. Esto no quiere decir que tengamos una respuesta absoluta para todo, porque esa es otra característica de la mentalidad sectaria: una respuesta inmediata y simplificada desprovista de argumentación. En la Ortodoxia, más bien abrimos nuestras mentes, porque, dado que poseemos la verdad, no nos da miedo lo que pueda decir la ciencia, o la filosofía, o los escritores y artistas. No les tememos. Podemos mirarlos desde nuestra perspectiva ortodoxa, con una mente y un corazón abiertos para ver qué hay allí de bueno y para comprender si es algo valioso o carente de valor, si nos es provechoso o si es dañino para nosotros.

Y es por esto que podemos mirar a nuestro alrededor cualquier fenómeno. El sectario mirará a su alrededor y dirá: «Eso es malo: hay que cortarlo de raíz». Y con muchas cosas, por supuesto, hay que hacerlo, porque existen cosas que, ahora especialmente, incitan abiertamente al pecado. Pero incluso al darles la espalda y no exponernos a las tentaciones en la medida de lo posible, debemos comprender por qué son así, por qué ocurre lo que ocurre.

Hay cosas que no tienen una respuesta inmediata para una persona que posee una cosmovisión ortodoxa. Hay ciertos acontecimientos que no se pueden explicar de inmediato únicamente sobre la base del conocimiento de Dios, de la Santa Trinidad y de las enseñanzas fundamentales de la Iglesia.

Por ejemplo, nuestros tiempos son llamados, de manera característica, «poscristianos». Son, asimismo, tiempos pos-filosóficos, ya que hubo una época en la que la filosofía estaba viva en casi todo Occidente.

De hecho, Kireyevsky el escritor ruso del siglo XIX, decía que hasta comienzos y mediados del siglo XIX la filosofía era la corriente, la corriente principal del pensamiento europeo, porque lo que pensaban los filósofos era lo más estimulante, lo más interesante, y era aquello que luego pasaba al pueblo. Cualquiera fuese el pensamiento de alguien en su despacho de una ciudad alemana se convertía, en apenas unos años, en patrimonio de todos; hasta que la filosofía llegó al fondo del saco, lo que ocurrió a mediados del siglo XIX, en tiempos de Kireyevsky.

Esto sucedió porque, tras la destrucción del universo externo operada por los sistemas de Hume, Berkeley y otros, la filosofía se vio obligada a buscar un fundamento sobre el cual apoyarse, terminó asentándose en Kant, quien redujo todo al individuo, como si fuera él quien diera forma a su propio universo. No sabemos qué es la cosa en sí,[1] qué hay ahí fuera, pero yo soy el que pone todo en orden, y si me entiendo a mí mismo, puedo darle sentido al universo. Pero esto equivale a un subjetivismo muy peligroso, porque en este sistema ya no hay lugar para la verdad. Sólo hay lugar para algún tipo de visión convencional de las cosas. Y a Kant le sucedieron personas fantasiosas, Fitche y este Max Stirner, entre otros, que decían que no hay nada en el mundo más que uno mismo, el «yo» solo en el universo. Y Stirner incluso llegó al punto de decir, «Estoy solo en el universo pisoteando la tumba de la humanidad»[2], o algo por el estilo. Lo cual es, en cierto modo, la conclusión lógica de quienes liberaron el pensamiento de toda clase de restricciones y decidieron ver hasta dónde podían llevarlo. Pero cuando uno lleva el pensamiento hasta el final sin ninguna base tradicional, se llega a un callejón sin salida.

Después de esto, como señala Kireyevsky, la orientación principal del pensamiento en Occidente pasó al ámbito de la política. Esta es la razón por la cual, comenzando con la Revolución Francesa, pero en especial después de 1848, el principal acontecimiento que tuvo lugar en la historia europea y mundial fue el avance de la revolución, de la cual hablaremos más adelante.

Así pues, quien desee tener una comprensión ortodoxa debe estar preparado para mirar con una mente y un corazón abiertos lo que sucede en el mundo y usar su inteligencia para descubrir quién es responsable de todo esto, qué es lo que subyace a todos estos acontecimientos. Debemos hacer esto ahora porque la época de la filosofía ha pasado y las concepciones sobre el mundo tienen en la actualidad un aspecto muy práctico.  Es asombroso como incluso en las universidades, la mente no se usa en absoluto. La crítica artística se vuelve en una simple excusa para justificar gustos personales, y se deja de lado todo criterio objetivo. En este tipo de mundo, nuevas creencias filosóficas e ideas muy peligrosas ya no se presentan como alguna clase de verdad que uno pueda reconocer fácilmente como falsa, sino que se presentan como otra cosa.

Tomemos el ejemplo de un consumidor de drogas, que dice: «Estoy descubriendo nuevas áreas de la realidad. ¿Estás en contra de eso? ¿De llegar a las profundidades de la mente?» De hecho, los Santos Padres se refieren a un nivel más profundo de la mente; y entonces surge la pregunta: ¿cómo responder ante tales afirmaciones? Él no te está dando una nueva verdad a la cual puedas decir: «Eso es falso»; te está dando algún tipo de una nueva perspectiva y tienes que detenerte y pensar: ¿Qué significa en realidad? ¿Qué entendemos por ese nivel más profundo de la mente? ¿Quién se halla allí y qué es lo que acontece? Es necesario poder evaluar lo que se oculta detrás de este tipo de afirmaciones y si, en efecto, tiene una dimensión práctica, ya que en cualquier momento puede venir alguien a preguntarte: «¿Debería detenerme en esto o seguir adelante?» o «¿Es algo malo?» Y debes saber responder por qué. Si sólo dices, «No, las drogas son malas, ni lo pienses», entonces es muy probable que no se convenza, porque alguien más le dará una explicación muy verosímil. Tienes que decirle por supuesto que tienes que decirle : «Sería bueno que te detuvieras porque es muy peligroso», pero además debes ser capaz de explicarle si cuentas con una filosofía completa de la vida por qué no está bien y adónde lo llevará esa elección.

Siguiendo el mismo patrón, hay muchos tipos de progresos científicos ligados a perspectivas filosóficas. El evolucionismo representa, por supuesto, el ejemplo más importante. Es muy complicado porque no tienes de inmediato una respuesta a mano. Un sectario dirá: «Esto contradice al Génesis; va en contra de la interpretación literal». Pero este argumento es muy fácil de desmontar, porque si interpretas el Génesis de una manera absolutamente literal, como les gustaría, llegas a absurdos ridículos.

Otro ejemplo: ha aparecido la idea de que ahora estamos en condiciones de controlar nuestro propio futuro. En consecuencia, podremos decidir en un laboratorio si un bebe será varón o mujer, darle la mente de Einstein, etc. Hay que saber si esta aplicación de la ciencia es buena o mala. Que es lo que ocurre, sobre que base puedo criticar esta idea.

Y, por supuesto, es muy importante ser capaz de ver lo que ocurre en el mundo político, porque en las sociedades libres la gente va y vota. Hay que saber qué valor tiene el voto o qué es lo que realmente se esconde detrás de la política. ¿Vale la pena participar en esto? ¿Es algo bueno o malo? Debemos tener una cierta perspectiva al respecto. Lo mismo sucede con la música y con el arte; especialmente con la música, ya que es esta tan presente en toda la sociedad: vas al supermercado y te encuentras con música. Hay toda una filosofía detrás de por qué en el supermercado ponen un determinado tipo de música; y tienes que comprender qué intenta hacerte esa música, qué hay detrás de ella. No es casual: hay toda una filosofía detrás.

Si uno le pregunta a un sectario que provea una perspectiva, una visión integral de lo que sucede en el mundo, insisto, que solo dará una visión muy acotada, aunque con bastantes puntos de verdad, porque leen las Escrituras. Te pueden hablar del fin del mundo, del Apocalipsis, del Anticristo, y hasta te pueden dar una visión bastante verosímil de lo que está ocurriendo en el mundo.[3]

También esta esta revista The Plain Truth[4], en la que el autor[5] dice: «esta es la verdad. Descubrí la verdad que estuvo escondida por dos mil años. La descubrí, sentado en mi galpón y pensándolo bien, y creo que nadie piensa a fondo como yo. Acá está; esta es la simple verdad» [6] Y te da un montón de tonterías, con su visión subjetiva de las cosas, presentándolo como algo «simple y claro» «simple y llano» y así es como lo plantea. Y millones de personas lo siguen; no todos son sus seguidores reales, parte de su secta, pero muchos lo toman muy en serio y piensan que tiene mucho sentido lo que dice.  Y te dirá todo tipo de cosas, que Cristo murió el miércoles y resucitó el sábado, conforme a todas sus deducciones pese a que la Escritura dice: «Muy de madrugada, el primer día de la semana (domingo)» [7] –, su explicación le da la vuelta a eso, diciendo que en realidad no fue el viernes que murió sino el miércoles, y de ese modo cuadran las tres jornadas; no al «tercer día», sino tres días exactos, setenta y dos horas.[8] Así pues, te dará toda clase de explicaciones fantásticas mezcladas con todo tipo de verdades. Y si no eres capaz de discernir, puedes meterte en toda clase de problemas. Incluso nuestros propios sectarios – los Adventistas del Séptimo Dia –  lo siguen con mucha atención, porque tienen una perspectiva muy parecida. Y ellos te dirán que él habla de… ya olvidé cómo lo llama… pero que después de los primeros 60 años más o menos de nuestra era, casi 30 años después de la Resurrección de Cristo, existe algo así como un “siglo perdido” o algo por el estilo y de repente, la verdad se fue, se fue a la clandestinidad o a algún lugar, y no volvió a aparecer hasta que surgió este Armstrong.

Y lo mismo puede decirse de otros sectarios: la filosofía de Ellen White es del mismo estilo. Algunos dirán que la culpa de las cosas malas la tiene Constantino. Por lo general, fijan esa fecha mucho más temprano para no tener que aceptar nada de lo que viene después. Y no pueden explicar muy bien cómo es que fue un concilio de la Iglesia a principios del tercer siglo, el que determinó el canon de las Escrituras. Hay que hacerle entender a la gente cómo puede un Concilio tomar semejante decisión si para ellos estaba en un estado de apostasía. Sin embargo, aceptan el decreto de ese Concilio. Es muy interesante a la vez que ilógico.

Pero para nosotros, lo que sucede en el mundo no es algo tan simple de entender, ni bi-dimensional. Entonces, debemos entender primero qué es la historia mundial, cuáles son las fuerzas que moldean la historia mundial. Y eso es muy simple, básicamente, porque hay un Dios y hay un diablo. Y la historia mundial transcurre entre estos dos adversarios. Y el hombre, el corazón del hombre, es el campo de batalla en el que se libra esta contienda.

Si lees el Antiguo Testamento, encontrarás una historia notable que es diferente de la historia de cualquier otro país. En otros países hay gobernantes que se levantan y caen, hay tiranía, hay paraísos democráticos, hay guerras, a veces los justos triunfan, a veces los injustos triunfan y toda la historia (escrita) es muy relativa. Los historiadores te contarán su crónica de crímenes y salvajismo, y sin sentido (aparente). Y lo que sucede es algún evento fortuito para el cual nadie puede ver ningún significado. Pero en la historia de Israel vemos algo muy profundo que es la historia del pueblo elegido de Dios que ahora sigue los mandamientos de Dios, y ahora se aleja. Y la historia de este pueblo depende de lo que hace: si sigue al Señor o si se aparta de Él. Se les hace muy complicado cuando son llevados de Egipto al desierto, y están a una distancia muy corta, que ahora puedes hacer en un día y aproximadamente una semana, y entonces podrías hacerlo en una semana o dos, y pasaron cuarenta años en el desierto y pasaron por todo tipo de aventuras porque estaban vacilando entre la creencia correcta en Dios o alejarse de Él, hasta tal punto que cuando Moisés se fue por un corto tiempo al monte para recibir los mandamientos de Dios y encontrarse con el mismo Dios el pueblo estaba adorando un becerro de oro.

Toda la historia de Israel es esta historia entre la creencia y la incredulidad, entre seguir a Dios y alejarse de Dios. Y la historia de Israel se convierte en el Nuevo Testamento en la historia de la Iglesia, el Nuevo Israel. Y la historia de la humanidad desde el momento en que Cristo vino a la tierra hasta ahora es la historia de la Iglesia y de aquellos pueblos que o bien vienen a la Iglesia o luchan contra la Iglesia, o vienen a la Iglesia y se alejan de ella. La historia mundial, desde ese momento hasta ahora, tiene sentido sólo si entiendes que hay algún plan en marcha, que es el plan de Dios para la salvación de los hombres. Y tienes que tener una comprensión clara del cristianismo, de lo que es la salvación para entender cómo se manifiesta este plan en la historia.

La historia de la humanidad durante el primer milenio de la era cristiana es la historia de la difusión del Evangelio a varias tierras. Algunas de ellas aceptaron, algunas con gran disposición, otras menos dispuestas. Por lo general, los pueblos simples aceptan mucho más fácilmente. Y a veces vienen tentaciones, vienen herejías, que son la cizaña sembrada por el diablo para perturbar a la gente, alejarlos de la verdad. Y por eso tenemos los Concilios Ecuménicos y los escritos de los Padres para enseñarnos cuál es el enfoque correcto de la verdad y cuál es el incorrecto. Y cuando vinieron errores peligrosos, herejías, la Iglesia los condenó. Y aquellos que se aferraron a esos errores en contra de la Iglesia fueron anatematizados, y salieron de la Iglesia. Así que muy temprano hay grupos, herejías que se separaron de la Iglesia, pero la Iglesia misma era el grupo principal que sobrevivió aunque a veces se redujo a números muy pequeños debido a las herejías. Siempre se recuperó y durante un milenio fue la fe dominante de los pueblos desde Bizancio hasta Britania y en Oriente; aunque allí no con tanta fuerza. En Oriente los pueblos eran más sofisticados, más filosóficos; tenían sus propias creencias, y era mucho más difícil llegar hasta ellos.

Y entonces ocurrió un acontecimiento muy importante que determina la historia de los mil años siguientes, pero que le da una dirección. Porque, bueno, para entender qué es esto, deberíamos mirar nuestra situación hoy.

La ortodoxia, según un observador objetivo que la mire, es una visión entre muchas, es una visión minoritaria y está muy en contra del espíritu de los tiempos. Es por eso que estos Schmemans y demás están tratando de actualizarla, reintegrarla en la corriente dominante para que no se rían de ellos. Estos la consideran como de antaño, que carece de sentido en los términos del pluralismo o en los de la convivencia con otras fes y, simplemente, no les resulta creíble. Existen muchas otras fes que, por estar más adaptadas a los tiempos, parecen mucho más creíbles, de modo que un católico puede entenderse con un luterano moderno, o con un bautista, o incluso con un fundamentalista, mucho mejor de lo que podría hacerlo con un cristiano ortodoxo auténtico, porque ellos tienen mucho más en común.

Kalomiros observa que la Ortodoxia se distingue de todas estas confesiones occidentales, porque todas ellas comparten el mismo pasado y la misma formación. En cambio, la Ortodoxia es diferente de estas. Se opone a ellas, porque estas pese a que estén divididas entre sí en realidad siguen unidas, ya que están formadas a partir de una misma mentalidad, la mentalidad occidental.

La mentalidad occidental alguna vez fue ortodoxa. Por ello, debemos mirar la historia de occidente durante los últimos mil años, la cual parece no tener contacto con la Ortodoxia. Por ejemplo, veamos el arte temprano, que tiene remanentes del estilo iconográfico, en especial, en Italia, pero luego se pierde con rapidez. El arte occidental es una rama bastante autónoma, sin contacto con la Ortodoxia, y resulta difícil de comprender que nada haya en común. Ni siquiera en la música.

La mentalidad occidental fue en otro tiempo ortodoxa. Por este motivo, cuando miramos toda la historia de Occidente en el último milenio, parece que no tiene relación con la Ortodoxia. Miramos el arte y, desde el principio, aún hay algunos vestigios del estilo iconográfico, especialmente en Italia, pero luego desaparecen muy rápidamente.

El arte occidental es algo bastante autónomo y sin relación con la Ortodoxia, de modo que no podemos entender que (la grabación es poco clara) parezca haber algo en común. Tomemos como ejemplo la música. Nosotros, los ortodoxos, conocemos nuestra música eclesiástica. Occidente conoció un desarrollo formidable de la música secular, y a veces también de la música religiosa, que dista mucho de lo que llamaríamos música religiosa.

Tenemos la historia del ascenso y caída de naciones, de monarquías, del principio de la monarquía, del principio de la democracia, todas las diferentes instituciones políticas, la historia de la filosofía occidental de un sistema a otro.  Y todas estas manifestaciones de la vida del hombre occidental durante estos últimos mil años parecen no tener ningún punto en común con la ortodoxia. Y, por lo tanto, ¿Cómo podemos entender todo esto desde un punto de vista ortodoxo? ¿Qué hay detrás de esto? Y aquí es donde entra en juego este evento importante que ocurrió hace mil años, que es el cisma de la Iglesia de Roma.

Muchas personas, al analizar lo que sucede en el mundo hoy en día, retroceden al período de la Ilustración, a la Revolución Francesa. Y más allá de eso, puedes retroceder al surgimiento de la ciencia, el Renacimiento, la Reforma. Ese parece ser el comienzo de los tiempos modernos. Quienes piensan un poco más profundamente retrocederán aún más; y verán que incluso al final de la Edad Media existen muchas corrientes, anomalías y demás que estaban apartándose de la síntesis católica, de la síntesis escolástica del siglo XIII. Pero resulta necesario remontarse aún más, pues incluso en el siglo XII o XIII uno ve algo que es muy ajeno a la Ortodoxia.

Estos filósofos escolásticos son bastante diferentes de los teólogos ortodoxos. El arte incluso de esa época, Giotto, que se supone es realmente primitivo, lo más primitivo que puede encontrarse en Occidente, verá que los principios según los cuales pinta son totalmente ajenos a los de la Ortodoxia. Él introduce... Pinta muchas imágenes de Francisco de así se introduce un elemento de dramatismo, de pintoresquismo, de ternura artificiosa, que, por supuesto, una persona educada en el lenguaje de los iconos mirará y dirá: «Esto no es serio; esto es una especie de arte popular o algo parecido, no es serio». Pero Giotto es un artista de la mejor tradición occidental, muy apreciado por su primitivismo y su cercanía con la tradición bizantina y con todo lo demás. Pero ya esa sensibilidad anecdótica y carente de seriedad lo hace completamente ajeno a los iconos ortodoxos.

Y, por supuesto, lo mismo ocurre con los santos, los «santos occidentales», se les llama, son muy diferentes de los santos ortodoxos.

Ya hay algo que ha entrado. Es muy interesante, hay un ecumenista católico, dominico, Yves Congar, que escribió un libro en 1954 llamado «Novecientos años después»[9] sobre el cisma de 1054, y dijo que es realmente desafortunado que la Iglesia ortodoxa se haya separado de Roma en ese momento, o viceversa, como él dice.[10] [el audio se corta]. Los escritos de Kireyevski, quien pasó personalmente por la sabiduría occidental, la rechazó, descubrió la Ortodoxia y luego regresó a ella, no para ser ortodoxo en contra de un mundo que no comprendía, sino porque encontró en la Ortodoxia la clave para entender la historia de Occidente y para comprender lo que está ocurriendo en Occidente.



[1] Nota de traductor – Aquí el padre Serafín Rose se refiere a uno de los conceptos claves de la filosofía kantiana; la “cosa en si”; Ding an sich en alemán.

[2] “Mi causa no es divina ni humana, no es ni lo verdadero, ni lo bueno, ni lo justo, ni lo libre, es lo mío, no es general, sino única, como yo soy único. Nada está por encima de mí. “ El Unico y su propiedad, Max Stirner. Citado en The Great Quotations, comp. por Georges Seldes, Pocket Books, 1967, pág. 859.

[3] Armstrong, Herbert W., The Early Writings of Herbert W. Armstrong, Richard C. Nickels, ed., Giving and Sharing, Neck City, Missouri, 1996, p. 140, citando de The United States in Prophecy, 1945:
«Ya seas escéptico, ateo, miembro de iglesia o cristiano lleno del Espíritu, aquí encontrarás una verdad asombrosa, largamente oculta.
Es una revelación sorprendente. Aunque resumida y breve, es clara y sencilla, comprensible, y una verdad que permanece DEMOSTRADA. Ninguna historia de ficción fue tan extraña, tan absorbente, tan llena de suspenso, como este apasionante relato de la Biblia.»

P. 163: «Esta revelación es tan sorprendente, tan diferente de la concepción común, que probablemente no la hayas comprendido del todo en la primera lectura. Mucho de lo que aparece en las primeras páginas cobrará una luz distinta al releerlo… Se volverá dos veces más interesante, dos veces más REAL.»

[4] Nota de traductor – revista mensual de tendencia evangelista que difundía ideas como las del “Israelismo británico”; la idea de que los actuales habitantes de las islas británicas descendían de una de las diez tribus perdidas de Israel.

[5] N. de T. – El padre Serafín Rose esta citando aquí al editorialista de la revista.

[6] Íbid., p. 179, citando del editorial de The Plain Truth de 1934: «La verdadera VERDAD es simple y clara, no difícil ni complicada»

[7] Marcos 16:2,9; Lucas 24:1; Juan 20:1.

[8]  Armstrong, Early Writings, “Which Day is the Sabbath of the New Testament?” pág. 49.

[9] Congar, Yves, Nine Hundred Years After, Greenwood Press, Westport, Connecticut, 1959

[10] No es una cita exacta, sino una paráfrasis del tema central del libro de Congar.





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