ORTODOXIA VERDADERA
Arzobispo Averky (Taushev) de Siracusa
Hoy en día poca gente sabe que la Iglesia Ortodoxa es nada menos que aquella Iglesia que preserva incorrupta las genuinas enseñanzas de Jesucristo, las mismas enseñanzas entregadas a cada subsiguiente generación de creyentes. Estas enseñanzas vinieron de siglos desde los Apóstoles, explicadas y cuidadosamente interpretadas por sus legítimos sucesores (sus discípulos y los santos Padres), en tradición y conservadas inalterables por nuestra Iglesia del Este que sólo ella es capaz de probar su derecho de ser llamada “La Iglesia Ortodoxa”.
El Fundador divino de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo, claramente dijo: “Yo construiré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra Ella” (Mat. 16:18). A la Iglesia, El envió el Espíritu Santo. El Espíritu descendió sobre los Apóstoles, el Espíritu de Verdad (Jn. 15:26-27) Quien “manifiesta todas las cosas” a Ella y La guía (Jn. 16:13), protegiéndola del error. Por cierto, ello fue para manifestar esta Verdad a los hombres que el Señor vino al mundo, de acuerdo a Sus propias palabras (Jn. 18:37). Y San Pablo confirma este hecho en su epístola a su discípulo, el obispo Timoteo, diciendo que “la Iglesia del Dios viviente es el pilar y fundamento de Verdad (I Tim. 3:15).
Ya que Ella es “el pilar y fundamento de Verdad”, “las puertas del Hades no pueden prevalecer contra Ella”. Resulta, entonces, que la verdadera Iglesia Cristiana – palpablemente única ya que Cristo estableció una Iglesia – siempre ha existido en la tierra y existirá hasta el fin de los tiempos. Ella ha recibido la promesa de Cristo, “Yo estaré contigo hasta el fin de los tiempos”. ¿Acaso puede haber la más ligera duda de que el Señor se refiere aquí a la Iglesia? Cualquier honesto y sano juicio, cualquier acto de buena conciencia, cualquier familiar con historia de la Iglesia Cristiana, la pura e inalterable moral y las enseñanzas teológicas de la religión Cristiana, debe confesar que no había más que una verdadera Iglesia fundada por nuestro Señor Jesucristo, y de que Ella ha preservado Su Verdad santa e inalterable. La historia revela, además, un enlace rastreable de gracia de los santos Apóstoles a sus sucesores y a los santos Padres. En contraste a los que otros han hecho, la Iglesia Ortodoxa nunca introdujo innovaciones en Sus enseñanzas con la finalidad de “ir al paso de los tiempos”, a ser “progresista”, a “no ser dejada al lado del camino”, o a “acomodarse a las actuales exigencias y modas que están siempre cubiertas con lo malo. La Iglesia nunca se somete al mundo.
En realidad no, pues el Señor dijo a Sus discípulos en la Cena Mística: “Ustedes no son de este mundo”. Debemos mantener estas palabras si vamos a permanecer fieles a la verdadera Cristiandad – la verdadera Iglesia de Cristo que siempre ha sido, es y será siempre extraña a este mundo. Aparte de ello, Ella es capaz de transmitir inalterables las divinas enseñanzas del Señor, pues esta separación La ha mantenido inalterable, es decir, como el Mismo inmutable Dios.
Ya que la VERDAD se nos ha dado una vez y para siempre, nuestra labor es de asimilarla en vez de descubrirla. Se nos ha ordenado confirmarnos y confirmar a otros en la Verdad, y con ello llevar a todos a la verdadera fe, la Ortodoxia.
Desafortunadamente, han aparecido en el mismo seno de la Iglesia, aún entre la jerarquía, opiniones expresadas por personas conocidas que son perjudiciales para Ella. Debido al deseo de “andar al paso de los tiempos” y al temor de que no serán reconocidos como “cultos”, “liberales” y “progresistas”, estos modernos apóstatas de la Ortodoxia se avergüenzan de confesar que nuestra Iglesia Ortodoxa es precisamente la Iglesia que fue establecida por nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia a la que le pertenece la gran promesa de “las puertas del Hades no prevalecerán contra Ella”, y a la que El confió la plenitud de la divina Verdad. Por su engaño y falsa humildad, por su blasfemia contra el Señor, estos falsos pastores y aquellos con ellos se han apartado de la verdadera Iglesia. Ellos han dado una tácita expresión de la idea que “las puertas del Hades” han “prevalecido” contra la Iglesia. En otras palabras, estos apóstatas dicen que nuestra santa Iglesia Ortodoxa está igualmente en “falta” por la “división de las iglesias” y debe ahora “arrepentirse” por sus pecados y entrar en unión con las otras “iglesias cristianas” por medio de ciertas concesiones a ellas, siendo el resultado, ser una nueva indivisible Iglesia de Cristo.
Esta es la ideología del movimiento religioso que se ha puesto tan de moda en nuestros tiempos: “el movimiento ecuménico” entre cuyo número se puede contar ortodoxos, aún de nuestro clero. Por mucho tiempo hemos escuchado que ellos pertenecen a este movimiento con el fin “de testimoniar la verdad de la santa Ortodoxía ante les gentes de otra confesiones”, pero ello es muy difícil para nosotros creer que esta declaración es algo más que “arrojar polvo a nuestros ojos”. Sus frecuentes declaraciones teológicas en la prensa internacional nos pueden llevar a ninguna otra conclusión que la de que ellos son traidores de la santa Verdad.
Como una cuestión de hecho histórico, el “movimiento ecuménico” – del cual el Concejo Mundial de Iglesias es el órgano supremo – es una organización de origen puramente Protestante. Casi todas las Iglesias Ortodoxas se han adherido, siendo la excepción más notable, la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de Rusia. Aún aquellas iglesias “detrás de la cortina de hierro” se han adherido. Por algún tiempo el Patriarcado Ruso resistió, adulándose a sí mismo con la pureza de su Ortodoxia y naturalmente viendo a este movimiento como hostil a la Ortodoxia. Desde entonces, ella se ha convertido en miembro.
El Sínodo Ruso casi se encuentra solo en su oposición al “movimiento ecuménico”. ¿Cómo podemos explicar su aislamiento del resto de la “Ortodoxía global”? Debemos entender la situación en los términos de las palabras “esto debe suceder” (Luc. 21:9), es decir, la “gran apostasía” claramente predicha por el Señor (II Tes. 2:3-12). “Es permitido por Dios”, tal como Ignacio Brianchaninov escribió hace casi un siglo. (Otro padre espiritual, Teófano el Recluso, anunció con dolor que la horrenda apostasía empezaría dentro de Rusia). Ignacio escribió: La apostasía es permitida por Dios, no trates de detenerla con tu débil mano. Huye tú mismo de ella, protégete tú mismo de ella;.. Eso es suficiente para ti. Aprende a conocer el espíritu de la época, estúdialo, así, cada vez que sea necesario, serás capaz de evitar su influencia... Sólo la especial misericordia de Dios es capaz de detener esta muy destructiva epidemia moral, detenerla por un periodo corto de tiempo, porque es necesario que suceda todo lo anunciado por las Escrituras. Juzgando a través del espíritu de los tiempos y el fermento intelectual, uno debe suponer que la estructura de la Iglesia, que ha sido sacudida durante algún tiempo, caerá rápida y horriblemente. No hay nadie quien pueda detenerla y oponérsele. Las medidas emprendidas para contenerla son prestadas y aceleran su caída, en vez de detenerla. ¡No existe nadie de quien se pueda esperar que restaure el cristianismo!. Sin embargo, el Señor protege a los elegidos y su limitado número será completado”.
El Enemigo de la humanidad hace todo lo posible y usa todos los medios para confundirla. La ayuda viene a él a través de la total cooperación de todos los secretos y visibles heterodoxos, especialmente aquellos sacerdotes y obispos que traicionan su vocación y juramento, a la verdadera fe y a la verdadera Iglesia.
El repudio y la preservación de la apostasía que ha hecho tan enorme progreso, demanda que nos apartemos del espíritu del siglo, que porta las semillas de su propia destrucción. Si esperamos soportar al mundo, es necesario primero entenderlo y sensiblemente tener en cuenta que en este presente siglo todos los que llevan el santísimo y querido nombre de la Ortodoxia no son en realidad Ortodoxos. Más bien a menudo es una fraudulenta y usurpada ortodoxia a la que debemos temer y evitar como si fuera fuego. A diferencia de esta espuria fe, la verdadera Ortodoxia fue dada y debe ser recibida sin innovación, y nada debe ser aceptado como una enseñanza o práctica de la Iglesia que es contraria a la Santa Escrituras y al dogma de la Iglesia Universal. L verdadera Ortodoxia piensa sólo en servir a Dios y a salvar almas y no se preocupa de lo secular o la efímera felicidad de los hombres. La verdadera Ortodoxia es espiritual y no física o psicológica o terrenal. Con el fin de protegernos nosotros mismos del “espíritu del siglo” y preservar nuestra fidelidad a la verdadera Ortodoxía, debemos en primeramente y con toda nuestra fuerza vivir intachablemente: un total y riguroso compromiso con Cristo, sin desviarse de los mandamientos de Dios o de las leyes de Su santa Iglesia. Al mismo tiempo, no debemos tener común oración o espiritual relación con la moderna apostasía o con cualquier cosa que “ensucie” nuestra santa Fe, incluidos aquellos disidentes que se llaman así mismos “Ortodoxos”. Ellos irán por su camino y nosotros por el nuestro. Debemos ser honorables y tenaces, siguiendo el recto camino, nunca desviándose con el propósito de complacer a los hombres, o del temor de que podamos perder algún beneficio personal.
El seguro sendero a la perdición es la indiferencia y la falta de principios que es eufemísticamente llamada “la más amplia visión”. En oposición a esta “más amplia visión” ponemos “el rigor de las ideas” que, en la modernidad, está de moda etiquetarla “estrechas” y “fanáticas”. Para estar seguro, si uno adopta la “mentalidad moderna”, uno debe considerar a los santos mártires – cuya sangre es “el cemento de la Iglesia” – y a los Padres de la Iglesia – que sufrieron toda su vida contra las herejías – como nada menos que “estrechos” y “fanáticos”. En verdad, hay una pequeña diferencia entre “el ancho camino” contra el cual Señor advirtió, y la moderna “visión más amplia”. El condenó el “ancho camino” como el sendero que lleva al gehena.
Por supuesto, la idea del “gehena” no causa temor a los “liberales” e innovadores teólogos. Ellos pueden con presunción “teologizar” al respecto, pero en discutiendo temeraria y desenfrenadamente “las nuevas formas de teología Ortodoxa” y adquiriendo un número de discípulos, dan evidencia de que ellos ya no creen en la existencia del Infierno. Esta nueva generación de “Ortodoxos”, en realidad, no son más que modernos escolásticos.
En otras palabras, el camino de estos “progresistas” no es nuestro camino. Su camino es engañoso y es lamentable que ello no es evidente para todos. El “más ancho” o “visión más amplia” nos hace ajenos al Señor y a Su Verdadera Iglesia. Es el camino lejos de la Ortodoxía. Esta “visión” es siniestra, maliciosamente inventada por el diablo con el fin de negarnos la salvación. Para nosotros, empero, no debemos aceptar ninguna innovación, sino escoger lo antiguo, el camino probado, el camino en el que los verdaderos Cristianos escogieron servir a Dios por 2000 años.
Escogemos el camino de la fidelidad a la
verdadera Fe y no el “camino moderno”. Elegimos fidelidad a la verdadera
Iglesia con todos Sus cánones y dogmas que fueron recibidos y confirmados por
los Concilios Universales y Locales. Elegimos los santos usos y tradiciones,
las riquezas espirituales de aquella fe transmitida completa e íntegra a
nosotros de los Santos Apóstoles, los santos Padres de la Iglesia, y la
herencia Cristiana de nuestros venerables ancestros. Sólo esto es la fe del
verdadero Ortodoxo, distinta de la falsificada “Ortodoxia” inventada por el
Adversario. Sólo recibimos la Fe Apostólica, la Fe de los Padres, la Fe
Ortodoxa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario