HAGASE TU VOLUNTAD
Sergei Nilus
(extracto de su obra "Un tesoro escondido")
La
verdadera piedad, que nos santifica y nos une completamente a Dios, radica en
el cumplimiento de la verdadera voluntad de Dios en el lugar; tiempo y
circunstancias en que Dios nos ha puesto y en el cumplimiento de todo lo que Él
requiere de nosotros. Sin embargo, podemos tener muchos sufrimiento y deseos
piadosos, podemos hacer muchas obras maravillosas que no tendrán valor a los
ojos de Dios y solamente recibiremos premio de ello cuando estos sufrimientos,
deseos y obras cumplan verdaderamente la voluntad de Dios. Un siervo hace los
servicios más excepcionales en la casa de su amo, si no cumple con la voluntad
de éste, las obras que hizo y que aquél no pidió no tendrán ningún valor y su
amo, con toda justicia dirá que su siervo es negligente en sus obligaciones.
Dios, sino que lo hagamos con amor. Dios desea que todas nuestras ofrendas a El se hagan voluntaria y alegremente. En todos sus mandamientos lo primero que nos pide es un corazón limpio, lleno de Amor por El.
Fotografía de Sergei Nilus, él como muchos otros santos padecieron en el final de sus vidas terrenas la persecución del sistema soviético
El amor y
la misericordia que nuestro Rey Celestial nos tiene, son tan inconmensurables,
que toda nuestra felicidad debe estar en que seamos sus siervos más devotos y
fieles.
En esta
felicidad y devoción debemos estar siempre firmes, aún en tiempos difíciles en
todo lo que es contrario a nuestras opiniones, intenciones e inclinaciones.
Para cumplir con la voluntad de Dios debemos estar listos para sacrificar todos
nuestros placeres, nuestro tiempo, nuestra libertad, nuestra gloria, nuestra
misma vida.
Nutrir en
nosotros tal devoción a Dios y expresarla en obras, esto es la verdadera
piedad. Pero como no siempre vemos la razón de la voluntad de Dios, estamos obligados
a cumplirla, oír la autonegación, como esclavos, en obediencia ciega; pero
debemos ser sabios dentro de nuestra ceguera. Esta obligación es esencial para
cualquiera. La persona más iluminada, capaz de guiar a la gente hacia Dios,
tiene necesidad de guía Divina, aunque ignore completamente sus designios.
“Hágase Tu voluntad como en el cielo, en la
tierra”
Así como en
el cielo, en la tierra, nada ocurre sin la voluntad y el permiso de Dios. Pero la gente ama solamente la voluntad de
Dios, cuando está deacuerdo con sus propios deseos.
Amemos
solamente la voluntad de Dios -entonces la tierra será para nosotros como el
cielo-; -Demos gracias a Dios por todo, por lo que es bueno o por lo que parece
malo, que se torna bueno cuando lo aceptamos como enviado por Dios.
No nos
quejemos por la senda elegida para nosotros por la Providencia, sino busquemos
aquí -de acuerdo a nuestras fuerzas- signos de la sabiduría y la bondad de
Dios. En el movimiento de los cuerpos celestes, en el orden de las estaciones,
en los hechos de la vida humana, en todo lo que se cumple la voluntad de Dios.
Roguemos a
Dios para que su voluntad se cumpla en nosotros, para que amemos Su voluntad,
para que nos deleitemos en ella, para que podamos erradicar nuestra propia
voluntad y que El sea la única guía de nuestros corazones. Porque solamente la
voluntad de Dios es toda buena, placentera, perfecta y nuestra obligación es
cumplirla.
Nuestro
Señor Jesucristo dijo de Sí mismo, que siempre hacía la voluntad de Su Padre.
Roguemos entonces al Señor para que obre en nosotros según la voluntad del
Padre, como El mismo actuó: Para que se
una misteriosamente con nosotros y que no deseemos otra cosa que hacer lo que
complace a Su Padre. Entonces todo
será en nosotros un sacrificio continuo a Dios, una oración incesante, una
expresión constante de NUESTRO AMOR A DIOS.
Cuidadosa estas, y con las muchas cosas estas
turbada, empero sólo una cosa es necesaria… (Lucas
10:41-42).
Pensamos
que tenemos mil cosas para hacer, aunque en realidad, tenemos que hacer
solamente una.
Sí hacemos
mal ésta, entonces todo lo demás, aunque parezca exitoso, no nos dará ningún
bien. ¿Porqué nos preocupamos par taitas cosas?. ¿Porqué aumentamos nuestra
angustia?.
Resolvamos
dedicar toda nuestra atención y todos nuestros esfuerzos a esto único que nos
ha sido dado; hagamos de acuerdo a nuestras fuerzas, lo que la Providencia de
Dios nos dice y a la cual estamos obligados. Dejemos a un lado todo lo que no
tiene relación con “La única cosa necesaria”, porque ello solamente impedirá su
realización.
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