«Cuando las predicciones se derrumban queda la profecía como única esperanza. De ello resulta que es la única que reina en nuestra historia» - Albert Camus; El hombre rebelde
Introducción
Vladimir Soloviev (1853 –
1900) fue uno de los últimos representantes del periodo pre-revolucionario que
trato de realizar un sistema filosófico-religioso, esta característica esencial
de su pensamiento no debe de pasar inadvertida a nosotros, mientras en
Occidente se desarrollaba para su tiempo una rígida división entre filosofía y
teología, los últimos pensadores que aparecieron en los albores de la
Revolución postularon ciertas ideas y conceptos que pretendían unificar a estas
dos disciplinas.
Lo que nos proponemos en
nuestro estudio es justamente analizar ciertos aspectos del Anticristo de
Soloviev – que dicho sea de paso, es su último
escrito – que abrevan de las Sagradas Escrituras y de la enseñanza de la
Iglesia Ortodoxa, es decir, nuestro enfoque va dirigido a desentrañar las
claves teológicas y no tanto filosóficas de su escrito.
Nuestro objetivo radica en
demostrar que ciertos escritos desarrollados por filósofos y artistas en las últimas
décadas del Imperio Ruso resultan de mucha utilidad para nosotros como
individuos de este siglo. Toda elucubración que el hombre realice con miras de
analizar su presente y el futuro del genero humano, tiene que tener en cuenta
el pasado, de ahí que durante siglos la Iglesia haya considerado el estudio del
Genesis así como del Apocalipsis en vistas de desentrañar las claves de nuestra
época.
El Anticristo de Soloviev nos
es útil en tanto y en cuanto es un texto que nos invita a adquirir una
conciencia histórica, todo hombre que procure sobrevivir al presente siglo
tiene que adquirir la misma, debe de estudiar la Historia, pero no en un
sentido racional, sino que tiene que ser capaz de desentrañar lo que subyace en
el relato de cualquier libro de historia, es decir, tiene que atreverse a ser
capaz de ver a la historia desde un prisma metafísico o espiritual. Es así como
la Historia llega a ser una gran maestra para nuestras vidas y muy útil a la
hora de mantenernos vigilantes (para ayudarnos a adquirir la nepsis)
frente a los problemas que se nos plantean en nuestros tiempos, ya san Máximo
el Confesor[1]
como el padre Serafín Rose[2] o
Vladimir Moss entre muchos otros Santos Padres se abocaron a la tarea de tratar
de interpretar la historia o ciertos eventos históricos de una manera
espiritual.
Como filosofo y también como teólogo,
es decir, como hijo de la Iglesia ortodoxa, la interpretación de Soloviev
presenta a simple vista una serie de problemas, no es la misma interpretación
de la Historia la que realiza un filosofo que la que realiza un profeta o
alguien que se dedica a estudiar la exegesis o interpretaciones de los textos proféticos,
por lo que también en el desarrollo subsiguiente nos detendremos a analizar
esta aparente contradicción entre la fe y la razón.
Filosofía
de la historia vrs Profecía
El asunto del futuro desde
tiempos pretéritos siempre ha suscitado gran fascinación en la mente de los
hombres, se nos viene a la mente la historia bíblica de san José el Hermoso, a
la sazón interprete de los sueños del Faraón y primer ministro del mismo, que al
predecir una futura sequia diseño un plan de construcción de silos, lo que les permitió
sobrevivir a los egipcios de los años de carestía.
La voluntad de los hombres de
consultar a los oráculos, a los interpretes de sueños, nigromantes, etc.,
parece ser una constante a lo largo y ancho de la historia, una constante que
no ha sido quebrada ni por asomo en nuestros tiempos modernos, se sabe por
ejemplo de Bismark ataca a Austria a raíz de un sueño, a si mismo la misma
influencia de lo onírico sobre las acciones de grandes hombres de nuestra era
puede notarse en la trayectoria del general Patton o de Abraham Lincoln.[3]
Sin embargo, paralelamente, se
desarrolló entre los hombres otra forma de intentar predecir el futuro, más
racional y, por tanto, menos misteriosa: la filosofía de la historia. Esta
disciplina buscó siempre identificar ciertos patrones que, a juicio del filósofo,
se repetían en el devenir histórico. El objetivo era establecer una ley que
explicara por qué se producían dichos patrones y, a partir de esa
comprensión, anticipar en qué circunstancias podrían repetirse en el futuro.
Lo que denominamos como “ley”
de la historia, también puede pasar a denominarse como “motor de la historia”,
la ley no solo determina una descripción de como y a donde se mueven las
distintas sociedades a lo largo de la historia, sino también y muchas veces, va
a lo esencial, intenta determinar la razón de la dinámica de la historia, es
decir, se plantea la pregunta el porque de que las sociedades devengan y
se muevan en los patrones que plateados por los diferentes sistemas de la
filosofía de la historia que se han desarrollado a lo largo del tiempo.
Así el sistema de la filosofía
de la historia de Platón establece para su estudio del devenir completo de las
sociedades 6 fases por la cual esta atraviesa, primero se funda – según Platón
– la sociedad bajo una monarquía, que
degenera en tiranía, la tiranía a su vez deviene en aristocracia, que termina
por degenerar en oligarquía, la oligarquía termina con el advenimiento de la
democracia y la democracia a su vez termina por acabar con la sociedad al
convertirse en oclocracia. ¿Cuál es el motor de la historia que plantea Platón?
¿Por qué se mueven las sociedades según él?
El filósofo ateniense plantea en
el libro VIII de La República una suerte de Número natal (arithmós
génnēs); “Hay un número que gobierna el crecimiento y la decadencia de
todas las cosas...” (República, 546b-c), que manifiesta una cierta
armonía cósmica, las sociedades al romper la armonía prestablecida entran al
mundo del devenir, comienza a rodar la rueda de 6 fases, a funcionar el proceso
de anaciclosis como Polibio se dignaría a bautizar poco después al
fundamentar los presupuestos de Historia en el sistema
histórico-filosófico de su maestro Platón.
Podemos situar a Platón dentro
de los primeros filósofos de la historia, es decir, plantear un sistema
racional de como funcionan las sociedades y también plantear las razones de
porque funcionan las mismas dinámicas sociales, pero no fue el único, san Agustín
siglos después plantearía otro motor de la historia, lejos de ser el Número
natal de Platón, consideraría que el Amor, el amor a Dios en el que
se funda la Ciudad celestial y el amor propio sobre el que se funda la Babel
terrenal, como el motor de la historia, a la saga de él, su discípulo Orosio[4]
fundamentado en ciertos historiadores romanos, establecería que las sociedades
que caen bajo el devenir del amor propio, los pueblos bajo la lógica de la
Babel terrenal, tienen un desarrollo cíclico[5],
mientras que los que aquellos que se mueven bajo la lógica del amor de Dios se
mantienen incólumes y ajenos a la mancha de lo pasajero.
Luego, en épocas modernas Marx
viene a establecer como motor de la historia la lucha de clases (creado
siguiendo los preceptos de la dialéctica hegeliana), que a nuestro entender es
ver tan solo una esfera de lo que san Agustín comprende como amor terrenal – y
por ende el sistema de san Agustín es superador y mas abarcativo que el de Marx
– y desembarazándose de una cosmovisión cíclica sobre el desarrollo de las
sociedades, postularía un desarrollo lineal.
Por último, consideramos
menester mencionar lo desarrollado por Spengler, este último volvería a
entender a las sociedades como organismos que se mueven bajo un ciclo (como
Platón o Orosio), ¿El motor de la historia que propondría? Otra dialéctica,
pero esta vez entre Naturaleza vs Historia, fundándose en lo que él había
planteado, las primeras palabras que comienzan su magnum opus, la Decadencia
de Occidente, rezan de la siguiente manera: “En este libro se acomete por
vez primera el intento de predecir la historia.”[6]
Vemos claramente aquí que hay 2
maneras claramente diferenciables de interpretar el futuro, una se basa en la
razón discursiva, en la dianoia, y otra se da por inspiración divina,
mediante la noesis. Soloviev fue un buen interprete de su época, también
como cualquier gran artista supo ver cosas que los demás no eran capaces de
ver, sin embargo y pese a esto, no se puede decir que él fuese un autor
Divinamente Inspirado.
En este sentido el filósofo de
la historia se encuentra en un orden inferior que al del profeta, esto ya lo
marco san Juan Crisóstomo en su época, al realizar su exegesis sobre Isaías nos
dice:
“He aquí
que el Señor, el Señor de los Ejércitos, aparta de Jerusalén y de Judá... al
valiente y al soldado, al juez y al profeta, al adivino...» (Isaias 3; 2-3) Parece
que aquí llama adivino a una persona capaz de conjeturar el porvenir mediante
una inteligencia profunda y la experiencia de las cosas.
Adivinación
y profecía son, en efecto, dos cosas distintas: el profeta, renunciando a sí
mismo, habla bajo inspiración divina; el adivino, por su parte, parte de lo que
ya ha sucedido, pone en obra su inteligencia y prevé muchos acontecimientos
futuros, como hace normalmente una persona inteligente. Pero la diferencia
entre ambos es grande: es la distancia que separa la inteligencia humana de la
gracia divina”.[7]
Aquí aparecen claramente
diferenciados dos mundos, el mundo de Dios y el mundo del hombre, el mundo del
Ser y el mundo del Devenir, en permanente contacto, cuyas fronteras para
nosotros están fuera de cualquier calculo humano, claramente nos son
indefinidas, inextricables, parecen a veces rígidas y otras parecen a veces
lábiles. En este sentido, profeta o adivino, Soloviev supo moverse bien entre
los dos mundos.
Supo decir en su momento “No
solamente creo en todo lo sobrenatural, sino que estrictamente hablando no creo
en otra cosa”[8],
no corresponde a nosotros decir si él conoció al mundo de Dios ni si pudo
entender claramente los designios de la voluntad de Dios. Lo que si podemos
notar, por mera inferencia de sus textos, es que Soloviev, desde el mundo de lo
contingente, supo extraer manera indudable algunos de los conceptos claves de
la apocalíptica cristiana y por ende de la enseñanza de la Iglesia ortodoxa, y
junto con estos, como profundo conocedor del espíritu de su época, arrojarse al
análisis de la dirección hacia la cual se encaminaba el mundo.
Es sobre el análisis de estos
últimos conceptos claves de los que Soloviev hace uso que esta abocado este
trabajo. También podemos decir lo siguiente; la condición de adivino no es
excluyente de la de profeta, y viceversa. Si bien en la primera condición, la razón
discursiva tiene primacía sobre la razón noética, esta última razón
se manifiesta también en el hombre por la enseñanza de la Iglesia y por el
grado y la apertura mental y espiritual que el en el hombre se da al preparase
mediante múltiples ejercicios espirituales para hacerse receptivo a la
Revelación.
Como hijo de la Iglesia
tenemos que decir que Soloviev no fracaso del todo, y por ende tenemos que contemplar
esta faceta dual que atraviesa la vida de Soloviev, la de profeta y la de
filosofo de la historia (adivino). Iremos de lo “exotérico” a lo “esotérico” si
se prefieren estos términos.
Asia
¡Panmongolismo! Así
arranca el breve relato sobre el anticristo, de Vladimir Soloviev, el teólogo
ruso nos da cuenta al comienzo de su relato de todos los infructuosos intentos
de la raza humana por erigir una nueva Torre de Babel que desafié los designios
divinos, como a otrora la Primera Torre, construida por Nimrod y Semiramis (a
esta última se le atributa culto actualmente en Nueva York, bajo la andrógina efigie
de la Estatua de la Libertad).
Nos dice así: “Habiendo
conocido a través de periódicos y manuales de historia la existencia en
Occidente del pan-helenismo, pan-germanismo, pan-eslavismo, pan-islamismo,
proclamaron la gran idea del pan-mongolismo —unificación de todos los pueblos
del Asia oriental bajo su liderazgo, con el objetivo de llevar adelante una
guerra decisiva contra los extranjeros, es decir, contra los europeos—.”[9]
Aquí plantea Soloviev una
suerte de repetición que se ha dado a lo largo de la historia, se trata de un
mismo patrón de expansión y contracción que se repte: La moderna teoría
astrofísica del Big Crunch, que postula que el universo, en su origen, se
expande de manera frenética para luego desacelerarse progresivamente debido a
la fuerza gravitatoria de una masa cada vez más abundante, hasta llegar a un
punto en que su impulso expansivo se reduce a cero, quedándole como única
alternativa retrotraerse y contraerse, bien puede servir como metáfora del
destino de tantos movimientos humanos de expansión y contracción.
Al referirse a esta sucesión
de “Pan-”, (Pan = Todo en griego), el filósofo ruso plantea una suerte
de Dinámica de la Historia: “El misterio del movimiento despierta el temor a la
muerte”, en cambio el filósofo germano Spengler cuando el hombre alcanza una
meta, procura otra, y otra, su voluntad se vuelve insaciable, de ahí que san
Gregorio de Nisa pronunciase: “Con los ojos vendados caminamos en torno al
molino de la vida, recorriendo siempre el mismo camino circular y volviendo a
las mismas cosas. Permítanme detallar este camino circular: apetito, saciedad,
sueño, despertar, vacío, plenitud. Pasamos constantemente del primero de cada
par al segundo, y de nuevo al primero, y luego otra vez al segundo, sin cesar
jamás de dar vueltas en círculo… Salomón describe bien esta vida como una
vasija que gotea y una casa ajena (Eclesiastés 12:6) … ¿Ven cómo los hombres se
procuran para sí mismos honores, poder, fama y cosas semejantes? Pero lo que se
pone dentro se escapa por debajo y no permanece en el recipiente. Siempre
estamos consumidos por una preocupación ansiosa por la fama, el poder y el
honor, pero el cántaro del deseo permanece vacío.”[10]
El afán expansivo de Alejandro
Magno, alimentado por movimiento cada vez más frenético del hombre se
desenvuelve frente a la agobiante sombra de la muerte, luego de conquistar una
y otra y otra ciudad, y de regalarnos la plétora de sus victorias, – Granico, Gaugamela, Hidaspes –, se vio truncado
por su prematura muerte a los 32 años de edad.
Su imperio, que en el cenit de
la gloria amalgamaba a múltiples pueblos, y que llego a ocupar 5,2 millones de
kilómetros cuadrados, al año de su muerte ya se había fragmentado en una multiplicidad
de reinos controlados por los Diadocos.
El prematuro impulso del
“pan-islamismo”, bajo la acción del califato Omeya, paso a ocupar aproximadamente
13,4 millones de kilómetros cuadrados de la tierra, hasta fragmentarse
desgarrado por una multiplicidad guerras religiosas internas.
El “pan-eslavismo”, si nos
aplicamos a lo expuesto por algunos académicos, de que Stalin en si era un
intérprete de Nikolai Danilevsky (uno de los máximos exponentes de ese
movimiento) alcanzo en su momento aproximadamente 22 millones de kilómetros
cuadrados, hasta 1991, cuyo fin ya nos es conocido.
Se puede inferir movimiento de
expansión y contracción es cada vez más fuerte, hasta llegar al pan-mongolismo,
cuyo afán ya es el de ocupar el mundo entero.
En el relato de Soloviev,
Japón se une a China, configurándose como un Imperio único liderado bajo el
Bog-dijan (Divino guía en ruso), este rápidamente se desembaraza de los
enclaves coloniales que habían quedado como remanentes de una época pasada.
Luego en un avance fulgurante
ataca a Rusia y avanza sobre Europa Occidental, en Francia, el
lumpeproletariado (oficiando como una suerte de Don Julián redivivo) se
abalanza para recibir a sus conquistadores asiáticos como libertadores.
Cumpliéndose otro de los fabulosos presagios de Spengler; la destrucción de la
civilización occidental por la rebelión de los de abajo en
contubernio con la rebelión de los pueblos de color.
Hasta que Europa – con el
Bog-dijan ocupado en su avance hacia Australia y Estados Unidos – comienza a
despertarse, surge una nueva primavera de las naciones; el despotismo asiático
se vuelve insoportable.
Luego de liberarse, se configuran
en una suerte de Unión Europea, en su repliegue, los asiáticos sin embargo
dejan algo en la vieja Europa, nada desaparece sin dejar rastro, la historia
enseña los profundos cambios que conmueven a las sociedades luego del fin de
los grandes imperios.[11]
Soloviev nos dice “esta época (la
de Europa sometida bajo Asia) se caracteriza por la mezcla y el intercambio
profundo de ideas europeas y orientales, repitiendo en grande el antiguo
sincretismo alejandrino.”
Bajo el nuevo orden de
libertad se prepara el terreno para el advenimiento del Anticristo, esta en
el aire – este término que tanto le gustaba decir al p. Serafín Rose – la
creencia en algo nuevo, que a su vez los europeos, en su contacto con Asia,
confunden lo viejo. El big-bang, la idea jesuítica de un universo creado de la
Nada, da paso al big-crunch, la idea de una perpetua expansión (srsti) y
contracción (pralaya) del Universo que nunca tiene fin[12]:
“Aquellas ideas como ‘Dios
ha creado el mundo de la Nada’, dejaron de ser enseñadas en las
escuelas primarias. En su lugar, se elaboró un nivel superior común, una visión
de estas ideas, ante las cuales no se concede ningún tipo de dogmatismo. Y
aunque la mayor parte de las personas pensantes permanecían totalmente
incrédulas, los pocos creyentes —por necesidad—, se convirtieron en hombres
pensantes, cumpliendo el mandato del apóstol: Sean niños en el corazón,
más no en la mente”[13]
Gog y Magog
Hasta aquí hemos analizado la
rudimentaria filosofía de la historia que plantea Soloviev en este escrito,
vemos que como toda filosofía de la historia se tiene en cuenta el fenómeno de repetición;
se repite el avance asiático sobre Occidente, es decir; el filósofo de la
historia para fundar su sistema logra identificar a lo largo de la historia
ciertos fenómenos que a su entender se dan de manera repetitiva, en la exegesis
sobre los textos proféticos también se contempla este fenómeno de repetición
– el concepto de repetición en el Apocalipsis lo
trataremos en la conclusión final de nuestra segunda entrega – pero de una
manera muy distinta.
Pero el problema con toda
filosofía de la historia estriba en lo siguiente; filosofo de la historia se
encuentra sometido a las contingencias de la naturaleza caída,
interpreta la historia también fundado en su raciocinio caído, de ahí que se
hayan y se sigan manifestado múltiples sistemas en el transcurso de la historia,
y por ende hayan llegado a conclusiones muy disimiles entre si al respecto del
futuro desenvolvimiento de las sociedades y del mundo entero. El Ego del hombre
caído lo lleva a la larga a ver lo que quiere ver.
Nuestra aproximación a los
textos proféticos tiene que tener como prerrequisito el de apercibirnos de
nuestras limitaciones, de acercarnos a lo sagrado con temor y temblor.
Procurando el espíritu de
humildad a lo primero que debemos de ceñirnos es a la autoridad de los Santos
Padres que fueron los principales interpretes de los textos proféticos, para
analizar lo que Soloviev trata al respecto de la primera parte de su relato –
la cual trata sobre la invasión de Asia – no encontramos mejor autoridad que la
de san Metodio de Olimpia, aunque otros aspectos de su apocalíptica también
deben de ser analizados – a nuestro entender – a la luz de otros aportes como
los realizados por san Hipólito de Roma,[14]
san Andrés de Creta[15] o
las homilías de san Juan Crisóstomo al respecto de la segunda homilía a los
tesalonicenses[16]
y lo dicho por san Juan Damasceno al respecto del Anticristo en su Exposición
sobre la fe ortodoxa[17].
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En la exegesis de los Santos
Padres al respecto del Apocalipsis, Asia representa a Gog y Magog, dos pueblos
que aparecen mencionados en el capítulo 20 del apocalipsis, versículo 8:
“Cuando los mil años se cumplan Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a
engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y
Magog, a fin de reunirlos para la batalla”
Los ejércitos de estos pueblos
son innumerables, “Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos
millones; yo oí su número.”[18]
(Ap. 9: 13-19). Así da cuenta Soloviev en su relato, Asia triunfa sobre Europa
por el peso de su número más no aun así por el logro de sus avances técnicos.[19]
San Andrés de Creta, el primer
gran exegeta del Apocalipsis, nos dice “Gog y Magog, algunas personas que creen
que hace alusión a los pueblos más remotos y norteños de los escitas, o, como
también se les dice, de los hunos”[20].
Es decir,
Gog y Magog encuentran su locus en Asia, ¿Y su tiempo?, algunos barajan
la idea de que ya han sido desatados (Esta idea será desarrollada
más adelante en el final de la segunda entrega lo desarrollaremos más adelante en
la conclusión final de nuestra segunda entrega), para responder esta pregunta, tenemos
que retrotraernos a las profecías de san Metodio de Olimpia (siglo III), en el Apocalipsis
de san Metodio[21] se
da punto de partida a las formulaciones sobre Gog y Magog que tanta resonancia
tuvieron en el mundo islámico, en el eslavo e incluso en el judío.
En este apocalipsis, san
Metodio nos dice que Alejandro Magno, en su avance sobre Oriente se encontró
con:
“los
descendientes de los hijos de Jafet, cuya impureza, al verla, le produjo
repugnancia. Pues todos ellos comían, como escarabajos, cosas abominables y
degradadas: perros, ratones, gatos, serpientes, cadáveres, abortos, fetos no
completamente formados o con signos parciales de formación, incluso de animales
impuros. Y no enterraban a los muertos, sino que los comían. (…)
Alejandro
miró todas estas cosas malditas y detestables surgidas por sí mismas, y temió
que de algún modo llegaran a la Tierra Santa y la contaminaran con sus
prácticas abominables. Por eso rogó fervientemente a Dios y, tras dar órdenes,
reunió a todos ellos, con sus mujeres, hijos y campamentos.
Y
expulsándolos de la Tierra del Amanecer, los persiguió de cerca hasta
que fueron llevados a las tierras más allá del norte, donde no hay entrada
ni salida de Oriente a Occidente por donde se pueda ir hacia ellos o venir
desde ellos.
Tan
pronto como Alejandro invocó a Dios, el Señor escuchó su oración y ordenó a dos
montañas, llamadas los Pechos del Norte, que se aproximaran una a la
otra hasta quedar separadas por apenas doce codos.
Entonces
Alejandro preparó puertas de bronce y las cubrió con asincita, de
modo que si intentaban abrirlas con hierro no podrían, ni tampoco disolverlas con
fuego, pues el fuego, al tocarlas, se apagaba al instante. Porque la naturaleza
del asincita es tal que no se somete a la destrucción del hierro ni a la
disolución del fuego. Así frustró todos los pensamientos y artificios de
los demonios.
Estas
naciones malditas, falsas y repugnantes emplearon toda clase de intrigas
mágicas, pero Alejandro inutilizó su brujería sucia, inhumana y, más aún,
impía, de modo que no pudieron abrir las puertas por medio de fuego, hierro
ni ningún otro artificio y escapar.
En los
tiempos finales, según la profecía de Ezequiel, en el último día de la
consumación del mundo, Gog y Magog, que son las naciones y reyes que
Alejandro encerró en los extremos del norte, saldrán a la tierra de Israel.”[22]
Aquí Alejandro vendría a
representar al poder regio, que establece fundándose como Katejon un
orden milenario, un orden cristiano, al expulsar
a los pueblos de la “Tierra del Amanecer”, es decir, de Oriente, que en la versión en latín de la misma profecía, a
esta tierra se le nombra como Regius Solis[23],
es decir, como “país del Sol”, “región del Sol” o “Lugar del Sol” como traduce
san Néstor el Cronista, posiblemente para denotar que estos pueblos se
encontraban en la zona intertropical, entre los trópicos de Cáncer y
Capricornio, cuando, al ser exactamente el mediodía, toda sombra desaparece, lo
que eventualmente da paso a que los demonios, al no encontrar ningún tipo de
refugio, puedan manifestarse con mayor facilidad.
De ahí que Alejandro los
expulse al Norte (lo que coincide con la observación antes citada de san Andrés
de Creta, al identificar a estos pueblos con los escitas), y los encierre tras
los Pechos del Norte. No podemos precisar con claridad que significa el término
“asincita” (ἀσυγκίτη) que alude a la sustancia que utiliza
Alejandro para revestir las puertas de bronce, tras las cuales encerraría a los
Pueblos del Norte, la palabra parece querernos decir “sin mescla”, la “ἀ” es un prefijo negativo de “no” o
“sin”, y “συγκίτη”: probablemente derivado de σύγκιτος o una forma relacionada
con “mezcla”. Lo cual puede significar este termino que hace referencia a la gracia
de Dios, que es sin mescla e increada.
Es la gracia de Dios, la que hace incapaces todos los
intentos de magia y hechicería que estos pueblos realizasen en procura de
liberarse.
Existe otro elemento que no es menor y a razones de nuestro
estudio es una de bases fundamentales de nuestro análisis; la idea, compartida los
principales trasmisores y exegetas de esta tradición a lo largo y ancho de la
Edad Media, de que estos pueblos no representaban una mera realidad simbólica,
sino que realimente existían y se situaban en algún lugar del orbe, que
permanecía ignoto para el resto de los hombres.
Este hecho se desprende del mismo Apocalipsis de san
Metodio que acabamos de citar, pero también se puede encontrar de igual
manera esta manera de entender a Gog y Magog en el Corán, en la Crónica de
los años pasados de san Néstor el Cronista, y en algunas formulaciones de
la interpretación bíblica judía.
Según el Corán (Sura 18, versículos 94-98), por ejemplo y la
tradición islámica clásica, Gog y Magog son pueblos reales, encerrados por un
gobernante histórico (Dhu’l-Qarnayn), y su aparición en el futuro será uno de
los grandes signos del Fin de los Tiempos. Tengamos en cuenta que aquí
Alejandro Magno, aparece con el nombre de Dhu’l-Qarnayn, y no como Alejandro,
que en árabe se traduce como Iskander, tengamos en mente el nombre de Iskander
que será clave para nuestro desarrollo ulterior.
San Néstor el Cronista también, relata en su Crónica que
un sirviente de su amigo Gjurjata de Novgorod le contó a este que, en sus
numerosos viajes, los ugros le comentaron que habían encontrado pueblos
encerrados tras las montañas, cuya lengua era incomprensible. Cuando Gjurjata
le transmitió esta historia a san Néstor, este le respondió: “Esas son las
gentes que fueron encerradas por el emperador Alejandro el Macedonio, tal como
lo cuenta Metodio de Patara.”[24]
En el judaísmo también repercutió esta versión de los
hechos, el rabino David Kimchi (1160–1235)
señala, en su comentario bíblico sobre Ezequiel 38:8 en referencia a las hordas
de Gog que vendrán en el futuro a destruir a Israel que: “Se dice que, desde la
época de Alejandro, rey de Grecia, el pueblo de Magog fue aprisionado en el
extremo norte, ya que Alejandro los encerró entre las montañas y nunca
volvieron a salir de esa región.”[25]
Hasta aquí hemos trazado una línea de tiempo que va
desde la Revelación dada a san Metodio en el siglo III, hasta su recepción de
esta misma por parte del islam (siglo VII), hasta la consideración de la misma
por san Néstor el Cronista en su Crónica (siglo XII) y por el rabino
Kimichi en el siglo XIII, pero debemos de notar que toda profecía verdadera es
una realidad viva, y es torno a esta realidad interesante mencionar lo
siguiente:
En el siglo XIX, Alexander Herzen, quien fuera uno de
los intelectuales liberales más importantes del siglo, al quien F. Dostovieski
con profundidad odiaba, ya que siempre ponía de manifiesto la manera hipócrita
de desenvolverse frente a la vida – vivía como un noble mientras predicaba
sobre la libertad – en una carta a Moses
Hess – este último, de origen judío, fue el mentor de Karl Marx, en la
conclusión final de nuestra segunda entrega – también judío
– fechada el 3 de marzo de 1850, le escribe entre otras cosas:
Soy más indiferente frente al
respecto del terrible cáncer que está devorando a Europa Occidental. En Rusia, sufrimos solo desde la infancia, y
por dolores materiales, ¡pero tenemos al futuro por delante! El mundo eslavo aún no ha existido en el
pleno florecimiento de su fuerza; actualmente se está preparando por instinto
una inmensa arena: Rusia. Ante esto, nosotros ocupamos una posición muy
distinta a la de los filósofos romanos: ellos no tenían más que su orgullosa y
sombría filosofía (aunque, lo admito, siento debilidad por esos hombres; esa
independencia, esa emancipación individual que termina por rechazar todo
vínculo con los otros, hace que mi corazón se me estremezca). Ellos previeron los tiempos de Justiniano,
cuando cerraría sus escuelas, o el momento en que otro emperador haría quemar
la Biblioteca de Bizancio, para acabar de una vez por todas con su saber. A diferencia de ellos (los filósofos
romanos), nosotros solo estamos esperando que llegue el Momento. (…)
No continuaré más por hoy. Me sentiría verdaderamente honrado si
escribieras tu carta completa y la publicaras en tu folleto. Intentaré responderte —en lugar de mi nombre,
usa mi seudónimo: Iscander.
Así firmé todo lo que publiqué en Rusia, y dado que Kapp también lo usó,
utiliza Iscander. Dime tu
dirección. ¿A dónde vas? ¿A Inglaterra?
Tal vez yo vaya a Londres en veinte días.
No olvides darme tu dirección; puedes escribirme poniendo como
destinatario al cuidado de los Hermanos Rothschild, en París.
¿Ha leído en Suiza el discurso de
Donoso Cortés? He escrito una respuesta al mismo, y por ahora planeo redactar
un breve artículo contra la confusión que predica Émile Girardin al respecto de
mayoría y la minoría.
Por lo demás, todo va bastante
mal: me hundo cada vez más en el pesimismo.
Una vez más, gracias —mil gracias— por tu
carta, me hizo mucho bien. Te saludo fraternalmente.
A.
Herzen[26]
Esta carta, que por momentos esta empapada de un
lenguaje críptico, resulta muy sugerente. Iscander aquí representa una
figura arquetípica en la que se identifican varias de las personas del conciliábulo
de Herzen y compañía, conciliábulo que a su vez esta al cuidado de los
“hermanos Rotschild”.
También esta la referencia a Justiniano cerrando
escuelas alude al cierre, en el año 529 d.C., de la Academia neoplatónica de
Atenas por parte del emperador romano de Oriente, debido a sus enseñanzas
consideradas antirreligiosas, lo que nos da a entender que este conciliábulo se
considera heredero o por lo menos tributario de una “cadena de trasmisión” de
una Catena Aurea de ideas neoplatónicas y gnósticas que viene de tiempos
pretéritos.
Si Alejandro Magno personifica la figura del rey
cristiano, Iscander personifica su antítesis; que viene a establecer un
Nuevo Orden de los Siglos, como lo fue el Orden Cristiano. Esto es lo que nos
viene a decir Antelman: “Proyecto Iscander fue el nombre que los
Illuminati le dieron a su plan para derrocar a Rusia. (…) Alejandro, que consagró su vida al ideal
de un gobierno mundial, sería desplazado por los Illuminati, quienes lograrían
sus fines invocando el caos de Gog y Magog sobre el mundo.”[27]
Gog y Magog entonces ya fueron desatados, representan
el invierno tártaro de la revolución bolchevique, que fue sofrenado por la
“Cortina de Hierro” del Nuevo Orden de Churchill y compañía. Si nos
retrotraemos al relato de san Metodio, se trata de seres humanos en permanente
contacto con el demonio. No solo son los demonios los que se desatan, sino las
personas de carne y hueso, posesas y endemoniadas por estas mismas entidades.
En este sentido, es menester
recordar un relato que trae a la palestra el padre Serafín Rose en su obra
Ortodoxia y la religión del futuro al citar un pasaje del místico Sergei Nilus:
“En un lugar
diferente, el Obispo Ignacio Brianchaninov registró con asombro y aprensión la
visión de un simple herrero ruso en un pueblo cerca de Petersburgo en los
albores de nuestra era actual de incredulidad y revolución (1917). A la mitad
del día, de repente vio una multitud de demonios en forma humana, sentados en
las ramas de los árboles del bosque, con ropas extrañas y gorros puntiagudos, y
cantando, con el acompañamiento de instrumentos musicales increíblemente
extraños, una canción espeluznante y espantosa: «¡Han llegado nuestros años, hágase nuestra voluntad!»[28].
[1] “Y
permanece sólo en el alma el ídolo del pecado, del cual dice el Señor: Cuando
veáis la abominación de la desolación estar en el lugar santo, el que lee que
entienda. (Mateo 24, 15). Lugar santo y templo de Dios es el intelecto del
hombre, en el cual los demonios, desolada el alma con los pensamientos
pasionales, ponen el ídolo del pecado. Y que esto ha sucedido también
históricamente, ninguno de los que han leído las obras de José, a mi
parecer, puede dudarlo, aun cuando algunos dicen que estas cosas sucederán en
el tiempo del Anticristo.” san Máximo el Confesor, Tratados espirituales;
Centurias sobre la Caridad pág. 123. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, España.
1997.
Al mencionar “las obras de José” se refiere san Máximo
a la Guerra Judaica de Flavio Josefo y así nos invita al estudio de
estas obras históricas.
[2]
Véase por ejemplo sus impecables trece conferencias recopiladas en el libro Curso
de supervivencia ortodoxa.
[3] Jacobo
Siruela, El Mundo bajo los parpados. pág. 19 y siguientes, segunda
edición, Atalanta, Girona, España. 2010
[4]
san Agustín le encomendó a su discípulo gallego Orosio el que realizase una
precuela a su Ciudad de Dios donde analizara con mayor detalle el
devenir de las sociedades regidas bajo la ley de la Babel terrenal, dicha obra
paso a conocerse como Historia contra los paganos.
[5] Paulo
Orosio, Historias contra los paganos. Tomo I, pags 154 y 155, ed.
Gredos. Madrid, España. 1982. Orosio analiza el auge y la caída de los diversos
imperios antecesores al romano; Babilonia, Lidia, y realiza un comentario sobre
el futuro destino del mismo Imperio Romano en el que él vivía: “la gran
Babilonia y también la enorme Lidia; cayeron, pues, en una sola expedición
guerrera los dos brazos más fuertes de Oriente juntamente con su cabeza. Y
con su caída están apuntando hacia nosotros con acuciante angustia:
sobre todo si es verdad que esta vacilante situación actual de aquel gran
poderío antiguo del Estado romano se debe más a la debilidad de su propia vejez
que al ataque de fuerzas externas” El editor a cargo de la colección de Gredos
de clásicos latinos comenta de manera muy oportuna al respecto de este
desarrollo de Orosio: “La aplicación de la teoría cíclica al Imperio romano
arranca ya de época de Augusto. Precisamente uno de los historiadores que
primero la aplica, apartándose de la idea del Imperio romano como algo eterno y
como centro del mundo, es Pompeyo Trogo, a cuyo epitomador, Justino, sigue con
frecuencia Orosio. Aquí, pues, se deja llevar Orosio por los temores de una
posible caída del imperio, olvidándose de su teoría, según la cual el
cristianismo ha rejuvenecido al imperio romano”, podemos concluir lo que
mencionábamos anteriormente, Orosio maneja una perspectiva dual al respecto de
la dinámica de la historia, los pueblos sin Dios – los de la Babel
terrenal – están sujetos al ciclo histórico, mientras que los pueblos con
Dios – los de la Ciudad de Dios – se mantienen incólumes.
[6]
Oswald Spengler, Decadencia de Occidente. Volumen I., pág. 25, editorial
Planeta-Agostini, España. 1993.
[7] metropolita Hierotheos
Vlachos, Orthodox psychotherapy: the science of the fathers, pág 24, editado
por Birth of the Theotokos Monastery, Atenas, Grecia, 2006.
[8]
Vladimir Soloviev, Breve relato sobre el Anticristo, pág. 7, ediciones Fidelidad,
Buenos Aires, Argentina. 1984.
[9] Versión
online del breve relato sobre el Anticristo
[10] Vladimir Moss, The theology
of eros. pág 83. editado por Lulu, 2021.
[11]
Por ejemplo, los budistas comenzaron a realizar estatuas de Buda dada la
influencia de la escultórica griega que heredaron de Alejandro Magno. Véase en
tiempos mucho mas recientes la gran diferencia que existe entre la Alemania
Occidental y la Alemania Oriental, antigua súbdita del imperio soviético.
[12]
Para noticia del lector, le aviso que por más que avance (o crea avanzar, mejor
dicho) la razón humana en su compresión de la naturaleza y del cosmos, nunca
jamás podrá saber tan solo por la mera razón si el universo fue creado de la
Nada o es cíclico, esta convicción se trata tan solo de un auto de fe
como muchos otros autos de fe de las grandes mentalidades científicas de
nuestra época.
[13] Versión
online del Breve relato sobre el Anticristo.
[14] san
Hipólito de Roma, El Anticristo. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, España. 2012. También recomendamos otro escrito a nuestro
entender indispensable para el correcta interpretación del Apocalipsis del
mismo san Hipólito titulado Sobre Cristo y el Anticristo. (Disponible
online en ingles bajo el titulo On Christ and Antichrist)
[15] Véase
a propósito el libro del arzobispo Averki Taushev The Apocalypse: In the
Teachings of Ancient Christianity. St Herman of Alaska Brotherhood,
Platina, California, Estados Unidos, 1995. donde se citan extensivamente las
exegesis de san Andrés de Creta.
[16] san
Juan Crisóstomo, Homilías sobre las cartas a los Tesalonicenses. Ed.
Ciudad Nueva. Madrid, España. 2023.
[17] san
Juan Damasceno, De fide ortodoxa. Exposición de la fe correcta. pág.
430 – 433. ed. Agape. Buenos Aires, Argentina. 2013.
[18] Es
menester mencionar dos aspectos. Primero el de “doscientos millones”. El griego
koiné de la época – el idioma en el que fue escrito el Apocalipsis - no contaba
con el término “millones”, sino “miríadas”, la idea de “doscientos millones” es
un artificio para hacerle notar al lector la cantidad inconmensurable de
hombres empleados en los ejércitos invasores. El segundo aspecto, no menos
importante, es el siguiente: El Apocalipsis no es un libro lineal,
no presenta una sucesión de eventos de manera lineal de principio a fin, verlo
de esta forma contraviene la enseñanza de la Iglesia y los métodos exegéticos
que se han empleado en torno a este libro sagrado durante milenios.
[19] El
coronel alemán von Kleist en 1941 diría en plena guerra relámpago: “Al atacar a
Rusia, el ejército alemán puede compararse adecuadamente a un elefante que
atacase a un ejército de hormigas. El elefante matará millares de hormigas,
acaso millones; más, por último, la superioridad numérica le vencerá, y las
hormigas le devorarán hasta no dejar de él más que los huesos.”
[20] Arz. Averki Taushev The
Apocalypse: In the Teachings of Ancient Christianity, pág. 258
[21] Comúnmente
la academia lo identifica como el Apocalipsis del “Pseudo” Metodio, al
considerarlo como un texto apócrifo atribuido a san Metodio que apareció en el
siglo VI, tres siglos antes de la vida de este santo, la misma suerte corre el
escrito Sobre Cristo y el Anticristo de san Hipólito; esto no es tomado
en cuenta por la Tradición.
[22] Pseudo-Methodius;
Apocalypse. traductor y editor Benjamin Garstad. págs. 25 y 27. Harvard
University Press, Cambridge Massachusetts, Estados Unidos, 2012.
[23]
Ibid, pág. 96.
[24] san
Néstor el Cronista, Relato de los años pasados. pág 337. Maraguano ediciones.
Madrid, España. 2004.
[25] Marvin
Antelman, To Eliminate the Opiate: Vol. 2, pág 42. The Zionist Book Club. Jerusalem, Israel, 2018.
[26] Ibid,
pág. 41
[27] Ibid,
pág. 40
[28] padre
Serafín Rose, Ortodoxia y la religión del futuro. pág. 143. Amazon Direct
Published, 2023.
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