viernes, 10 de febrero de 2023

LA GUERRA Y EL EVANGELIO

                                                Anton Kersnovsky

El analista militar emigrado blanco Anton Kersnovsky (1907-1944) deploró la concepción leninista-clausewitziana de la guerra total que causaría una muerte y una destrucción antes impensables en la Europa del siglo XX. Sin embargo, al igual que Ivan Ilyin, Kersnovsky tampoco podía soportar el pacifismo y la "no resistencia", que consideraba una trayectoria igualmente peligrosa hacia la aniquilación de la cultura. Aquí están sus pensamientos sobre la guerra dentro del contexto del Evangelio.



El sexto mandamiento sostiene: «No mataras»

El movimiento tolstoyano, pacifistas “a cualquier precio”, y ciertas sectas, los dukovoros, menonitas, y molokanos, por ejemplo, fundamentan su enseñanza de la no-resistencia a la cual en este mandamiento y en una falsa interpretación del Evangelio.

A través de su propaganda desmoralizadora, los seguidores de todas esas doctrinas infligieron un daño enorme sobre el estado, y en su rechazo a someterse al servicio militar, estos generaron una gran tentación.

Los representantes oficiales de nuestra ciencia teológica aprendieron el total peligro de este tipo de enseñanzas -  en parte sofismas, y por otra, aun ni siquiera llegando a ganar ese título – que aun actúan fuertemente a pasar de su bajo valor espiritual.

En los catecismos tanto los más abrevados como los más extensos – es particularmente en la obra abreviada del metropolita Filaret sobre la cual se criaron generaciones enteras – dos calificaciones por ende se hacen en torno a la interpretación del sexto mandamiento a saber; de que está permitido ejecutar a un criminar y asesinar a un enemigo en tiempo de guerra.

Estas reservas son dadas, sin embargo, en la forma de un axioma, y sin referencia alguna en las Sagradas Escrituras (particularmente, en la catequesis de san Filaret, la más extendida), y esto otorga a los “No resistentes” ocasión para aseverar de que estas se colocan en el texto solo para asegurar la supervivencia de los “poderes facticos”.

Esta dicho; “No mataras” y eso significa no matar. Cualquier tipo de calificaciones “convencionales” es impotente para suavizar la naturaleza categórica de dicha proscripción.

Dicha interpretación oficial guiada excesivamente por consideraciones “terrenales” (La seguridad de la sociedad, la necesidad del Estado, etc) contiene una vulnerabilidad. Y mientras se mantengan todas las autoridades eclesiales sobre el terreno meramente espiritual en su lucha contra de todas estas falsas interpretaciones basadas en sectas, estas por si mismas caerán.

Para esto solo se les propone a los que hacen una interpretación del sexto mandamiento “más allá del espacio y del tiempo” un examen de las Leyes del Sinaí a la luz de los eventos históricos del Antiguo Testamento.

Esta Ley fue dada por El Señor a su pueblo elegido, el pueblo judío, y es muy difícil que se le haya dado a toda la humanidad.

Los primeros cuatro mandamientos definen la relación de un judío para con el Dios de sus padres, y los últimos seis, la relación de un judío con otro judío. El sexto mandamiento prohíbe a un judío matar a otro judío, como el noveno prohíbe a un judío el robarle a un pariente, y el noveno prohíbe que un judío dé falso testimonio contra uno de los suyos. En estas condiciones, el sexto mandamiento asume su significado genuino.

Cuando en ese tiempo el pueblo elegido estaba marchando en contra de la tierra de Canaán. Se mostraba así mismo en todos los aspectos como si fuese un ejército; los diez mandamientos fueron también las primeras regulaciones disciplinarias de la historia. Fortalecidos a través de estos mandamientos, los hijos de Israel conquistaron la Tierra Prometida y obtuvieron un firme control sobre esta, habiendo despiadadamente exterminado a las otras tribus, a quienes el sexto mandamiento no se aplicaba.

El juez Gedeón derrotó a los madianitas. Sansón razonó con los filisteos no a través de palabras, sino a través de un argumento completamente diferente. El salmista derrotó a Goliat, los hermanos Macabeos se rebelaron contra sus opresores sirios... Si el sexto mandamiento se aplicara a las tribus extranjeras, entonces todos estos hombres justos, habiéndolo transgredido, obviamente se habrían convertido en pecadores. Sin embargo, permanecieron justos, y la gracia de Dios descansó sobre todos ellos.

Cristo, enseñando el amor al prójimo y el perdón, hizo saber a sus discípulos que todavía se derramaría mucha sangre antes de la venida del Reino de Dios.

«Y oiréis de guerras y de rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es menester que todo esto acontezca; más aún no es el fin» (Mateo 24:6, Marcos 13:7, Lucas 21:9)

Encontramos dos ejemplos relacionados con el problema del servicio militar en el Evangelio. Cuando los soldados se le acercaron a Juan el Bautista y le preguntaron qué se les pedía que hicieran, él les ordenó: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. (Lucas 3:14). Muy difícilmente Cristo llamaría a los soldados a “convertir sus espadas en arado” y a abandonar el servicio militar como actividad desagradable a Dios. Y a la pregunta de los fariseos sobre si se deben pagar impuestos, respondió: “Dad, pues, a César lo que es de César; y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21, Lucas 20:25). ¿Y no es el cumplimiento del servicio militar, - la más pesada de todas las cargas -  el dar lo que es del César al César, lo que es del Zar al Zar?

El error de los no-resistentes al mal es que pretenden dar un carácter social a las enseñanzas personales de Cristo.

Cristo enseñó: “Si alguno te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Si alguien te quita la capa, deja que se lleve también la túnica” (Mateo  5:39-40, Lucas 6:29) Así definió la relación del hombre con el hombre. El Hijo del Hombre soportó los abusos de los escribas y de la turba brutal. Sólo con desear, sólo con pensar, y el fuego del cielo habría convertido en cenizas tanto a los jueces como a los verdugos. Esto no lo hizo, habiendo mostrado al mundo una hazaña insondable de mansedumbre y misericordia.

Pero Cristo llevó Su escarlata y la corona de espinas en relación con Él personalmente. Y sabemos que habiendo visto a los cambistas profanar lo sagrado, la Casa de Su Padre, formó un látigo de cuerdas y los echó.

La expulsión de los mercaderes del Templo deja suficientemente en claro toda la herejía de los tolstoyanos y otros referida supuestamente predica de Cristo a la no violencia y la no resistencia al mal. No debemos oponernos a las malicias de nuestro prójimo cuando nos concierne personalmente. Sin embargo, si este prójimo infringe valores superiores, es nuestro deber resistirnos a este.

Al final de la Última Cena, Cristo advierte a sus discípulos:

«Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento»

Una de estas espadas fue desenvainada esa misma noche por Pedro. Cristo le ordenó volver a poner la espada en su vaina, “porque todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mateo 26:52).

La “contradicción” percibida por ciertos sofistas en la yuxtaposición entre estos dos textos desaparece si tenemos en cuenta que Pedro desenvainó su espada no en defensa de la Enseñanza, sino en defensa del Maestro. Cristo no deseo tomar esta víctima. Malco no atacó a Pedro, sino que Pedro golpeó primero a Malco con su espada.

Es muy difícil que Cristo dijese que el que toma la espada perecerá de lepra, de un terremoto o de fuego del cielo. No, los que viven por la espada morirán precisamente por la espada. Pero para que mueran a espada, deben abatirse; hay que recurrir a la guerra justa. Se torna por ende este texto, en el que los no resistentes se esfuerzan por utilizarlo como uno de los principales argumentos de su teoría, bajo un examen atento, en contra de la herejía.

San Sergio de Radonezh bendijo al Príncipe Dmitry Donskoy en su batalla con Mamai. Y dos siglos y medio después, siguiendo el ejemplo de Oslyabya y Peresvet, los monjes Sergiev se ciñeron las sotanas con espadas, y el patriarca Hermogenes llamó a toda la tierra rusa a rebelarse en contra del opresor polaco.

Guiados por el ejemplo de Cristo y los actos de los Padres de la Iglesia, debemos rechazar la falsa enseñanza de la no resistencia no violenta como algo horrible, anti-Eclesial y, en última instancia, inhumano.

Articulo traducido del inglés de la web The Soul of the East

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