jueves, 29 de diciembre de 2022

  EL ESPIRITU CABALLERESCO

                                                Iván Ilyin 


A través de todas las discordias de nuestros días, en el medio de la catástrofe, tragedia y pérdida, en disputas y tentaciones, ustedes deben de recordar una cosa y vivir por ella: el mantener y propagar el espíritu de caballerosidad. Primero y ante todo dentro de nosotros mismos y luego con nuestros hijos, nuestros amigos y afines. Debemos de proteger este espíritu como algo sagrado; debemos de reforzarla en aquellos quienes confían en nosotros, en quienes se encomiendan a nosotros, y en aquellos que buscan nuestra dirección. Esto es a lo que debemos de advocar a nuestros líderes y pastores, insistiéndoles e inclusive demandándoles esto. Para que este espíritu sea como el aire y el oxígeno de la salvación nacional de Rusia, y en donde se pudiese haber agotado fijaría inmediatamente una atmosfera de putrefacción y descomposición, de bolchevismo solapado o descubierto. 

La decadencia que hemos experimentado es tal que hombres acostumbrados a mantener posiciones indiferentes y tibias, incapaces y reacios para fortalecerse a sí mismos y tomar decisiones, ya se firmaron su sentencia de antemano. Están condenados a la humillación y al fango y sus fuerzas vitales serán usadas por los engañadores de este mundo. En todas las partes donde no hay voluntad la voluntad de los hijos de la perdición tomará su lugar. En cualquier lado donde la conciencia fuera silenciada y la avidez dividan a las almas en dos, el bolchevismo ya habrá conquistado y en cualquier lado donde la cruda lujuria por el poder de algunos irritara la insaciable ambición de otros, ahí ya se está dado lugar para la desintegración, la sedición y para el triunfo del enemigo. En cualquier lado donde el espíritu de caballería se debilite o desaparezca, el desastre nos espera a nosotros. Así son las cosas ahora, y así serán de ahora en adelante.

En cualquier puesto en el cual un hombre pueda estar (si solo la causa no es en sí misma vergonzosa) tiene una idea de darle un sentido a su causa, consagrándose a sí misma no como si fuera una ocupación, sino como un servicio, un servicio a la causa unificadora de Dios en la tierra. En diferencia con el individuo, que tiene sus propios intereses personales, simpatías y deseos, es que la causa de Dios tiene su camino trascendente, exigencias y necesidades. Y así los intereses personales del hombre y el interés Trascendental de su Causa en cualquier momento pueden tomar parte y lugar en él antes de la tentación de su interés individual. En cualquier momento, un hombre puede encontrarse así mismo en la posición de un mercenario sin saber decidir sobre qué camino continuar, o en la posición de un traidor que prefiere tener sus intereses o a lo Trascendente. El espíritu de la caballería se compone de firme lealtad hacia el camino Trascendente.

Hay hombres que no pueden ven a la Causa en su totalidad y no comprenden los requerimientos de Trascendencia. Ellos solo conocen sus propios negocios, el éxito personal, y todo lo demás para ellos es tan solo un medio para alcanzar este fin.

Todas sus actividades resultan ser de serviles y traidores y las obras de estos arribistas, aduladores, sobornadores y siervos han perecido y deberán perecer con todas las organizaciones humanas e instituciones.  La venalidad es su credo – sin importar por cual Causa se agota, ya sea por dinero, honores o autoridad y sin importar lo que se oculta su alma detrás de la traición: un nihilismo abierto (como se da entre los bolcheviques) o una falta sentimental de carácter y una sofistica para justificarse (característica de los fariseos pre-bolcheviques).

Hay otros hombres que conocen de las demandas de la Causa y de lo Trascendente, pero que la tratan con una formal indiferencia, así como si fuera un deber desagradable y pesado o como algo inevitablemente repulsivo; carente de amor, inspiración o creatividad. Su actividad es “servicio” pero su servicio está limitado a llevar acabo la siguiente “orden” o “punto”, ellos trabajan como mercenarios y en el mejor de los casos no maldicen su trabajo, o como esclavos agobiados por cada uno de sus esfuerzos. El destino de la Causa no hace ninguna diferencia en ellos. Las demandas de lo Trascendente,  – la Iglesia, la Patria, Ortodoxia, el Ejército, la Ciencia, el Arte –sin embargo, solo pueden ser llamadas como excesivas y agobiantes para ellos. Ellos no están dedicados a la causa de Dios en la tierra. Y a partir de las obras de estas máquinas insensibles, indiferentes a los hombres y servidores de tiempo todas las organizaciones humanas comienzan a vaciarse internamente y morir apartadas, desencantando e irritando a todos aquellos que entran en contacto con ellos, provocando la censura y forzando una atmósfera de protesta destructiva.

Ahora más que nunca, Rusia necesita hombres capaces no de servilismo o de servir por horas, sino de servicio. Hombres que no solo ven la Causa y comprenden las demandas de lo Trascendente, sino que son devotos a la causa de Dios en la tierra. Hombres que no solo no son indiferentes e insensibles, sino que inspiran y que inspiraran a otros;  - hombres que no concederán a los intereses de la Causa ni por dinero, honores, autoridad, ni por sobre cualquier petición o favores – incorruptibles en el sentido más amplio y abarcativo de la palabra. Aquellos hombres de los cuales el deber no es una labor difícil y que la obligación no es agobiante, ya que en su alma, la obligación está cubierta por una devoción personal y el deber se ha sumergido en el apasionado interés por la causa. Estos son los hombres que están, por supuesto, alegrados por cualquier éxito personal, pero para ellos, su propio éxito siempre sigue siendo un medio para servir a la victoria de la causa de Dios. Estos son los hombres que no temen a la responsabilidad precisamente porque están completamente invertidos en la Causa, y no en todo lo que ellos hacen buscan la buena fortuna y el progreso personal a cualquier precio. Estos son los hombres de carácter y coraje cívico, hombres de una idea de la voluntad, los voluntarios de la Causa Nacional Rusa. Los hombres llamados a ser los organizadores de Rusia.

El espíritu de caballerosidad comprende en primero y sobre todo la disposición voluntaria de aceptar la adversidad y el peligro en el nombre de la Causa de Dios en la tierra. Y debemos de admitir que si la vida espera esto siempre de nosotros, y que si inclusive en los tiempos más felices esto nos propone tales cargas y responsabilidades y peligros de los cuales conlleva estar atado a esto en cada paso; luego del colapso militar de Rusia en la Gran Guerra y de su derrota en la Revolución, todo de su renacer y restauración dependerá totalmente de cualquier grupo de hombres que se hallaran en nuestra tierra firmes en este espíritu y capaces de tal servicio. Un cuadro incorruptible, y por lo tanto no vendiendo en nada a los enemigos internos o externos de Rusia; leales en amor y en conciencia y por lo tanto capaz de reunir en torno a sí mismos la confianza y dedicación en todos los corazones fieles a la Patria; caballerosamente, y por lo tanto y por lo tanto llamados al servicio y a la organización de la salvación pública.

La esencia de la caballerosidad necesaria para Rusia es antes que nada no en la infracción, sino en la auto-negación. Ni uno de los partidos políticos contemporáneos es caballeroso, porque ellos todos se infringen por el poder y solo benefician a sus concomitantes. Lo que Rusia necesita es un cuadro de hombres con una renovada y ennoblecida motivación política en sus almas. Solo un nuevo hombre puede crear un régimen nuevo, “Nuevo” no en el sentido de la edad, o en el sentido del corrupto “entendimiento revolucionario”, sino llamado así solo en el sentido de dirección de voluntad y de fuerza de voluntad: de una dirección Trascendente y de una fuerza inquebrantable. El que durante estos años de desastres, tragedias y perdidas ha sido incapaz de encontrarse con su alma nuevas fuentes de razón política y de actividad política – fuentes religiosas, patrióticas y caballerescas – como las cuales antes se concebían en Rusia (independientes de cualquier forma de izquierda o derecha) en el campo de su carrera y de su crecimiento individual; tal tipo de hombre es un enemigo de Rusia, trayendo su veneno y muerte de su corazón, sean cuales sean los programas y slogans que él pueda usar como cobertura. Fuera del espíritu caballeresco del servicio nacional, todo es sin rumbo, perjudicial y es en vano; nadie podrá liberarse o restaurar ninguna cosa, sino que solo se creara una nueva discordia, un nuevo caos y una nueva guerra civil que llevará ruina a Rusia y alegría a sus inmemoriales adversarios. 

He aquí porque todos aquellos que están al margen de toda la política exterior soviética, de todas esas “iniciativas” sin fin (en el extranjero) y compromisos traicioneros (en la clandestinidad)  de todas aquellas disputas y beberajes de los partidos políticos, están en lo correcto. Sin embargo, este distanciamiento difícilmente pueda significar la negación de la soberanía no coincide en absoluto con una falta de voluntad o de sentido político. Por el contrario la totalidad de su significado está en la salvaguardia de su voluntad y significancia política en la purificación Trascendente del alma en la concentración de la capacidad del alma para la comprensión y para sus mayores fuerzas nobles.

Esta abstinencia de lo frívolo y prematuro, de la vanidad y las intrigas de los partidos políticos, es imprescindible para establecer el comienzo de un nuevo acercamiento ideacional y volitivo a la soberanía en general y al Estado Ruso en particular; la vía caballerosa.

Para esto debemos de empezar por establecer una máxima indiscutible para sostenernos: la ruina de Rusia se produjo condicionada por el hecho de que los hombres rusos no poseían suficiente caballería, y de ahí en adelante fluyeron  todos los crímenes y todos los horrores que han expoliado a Rusia, todas estas corrientes de cobardía, pusilanimidad, codicia, cobardía, venalidad, traición y salvajismo. Y estos errores y estos crímenes se repetirán y las corrientes de esta cobardía y pusilanimidad se derramarán - hasta que Rusia prepare un curso de renovación espiritual y religiosa; hasta que los hombres de estilo y carácter caballeroso y se levanten y cierren filas. Y cuando esto tenga lugar, ahí será cuando se podrá fundar y fortalecer una nueva tradición soberana, por ahora dispersa y pérdida, de muchos siglos antes en el espíritu de la ortodoxia rusa, una tradición que perduró a través de las edades de lucha por la grandeza nacional rusa. Esta es la tradición religiosamente arraigada de estado voluntarista que esta de nuevo renaciendo en las tierras rusas hace diez años.

Esto es lo que es más elemental e importante. Si no está allí, entonces ni habrá una Rusia, sino habrá discordia y caos, vergüenza y desintegración. Es ahora cuando hay que tomar este camino y comenzar nuestra renovación, hoy en día, sin vacilación ni demora.

Articulo traducido del inglés de la web The Soul of the East


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