domingo, 1 de junio de 2025

APUNTES SOBRE EL APOCALIPSIS DE SOLOVIEV (PARTE II)

    Ignacio Pérez


En el relato de Soloviev, el Orden Cristiano se acaba cuando las fuerzas asiáticas al desatarse terminan por conquistar Europa, esta última, al liberarse, se configura como una Unión Europea, bajo un emperador romano. Al final de nuestro análisis inferimos la siguiente conclusión. El Orden Cristiano, acabado en 1917, desata a las hordas bolcheviques (Gog & Magog), el periodo de las murallas de Alejandro se acaba. 

Nace a partir de 1945 un Nuevo Orden, lo que prepara el terreno para la eclosión de un nuevo emperador romano, Iscander, o el Anticristo, Soloviev su relato lo identifica a este último justamente como “emperador romano”.

Es evidente que el lector quedara por lo menos perplejo ante nuestras inferencias, pensará; no se puede hablar del pasado ni del presente haciendo uso del apocalipsis que a fin de cuentas es una revelación sobre los eventos ulteriores que se desarrollaran en el Fin de los Tiempos, sobre estas dificultades y otras nos detendremos en nuestras consideraciones finales.



Método analítico


Antes nos queda por sortear un penúltimo obstáculo, el análisis del Anticristo presentado por Soloviev en su relato. Para analizarlo nos basaremos en la antropología cristiano ortodoxa[1], de acuerdo con la enseñanza ortodoxa, hay tres niveles que conforman al ser humano. El nivel carnal (sarkikós), el nivel natural, (physikos) y el nivel espiritual (pneumatikos). Esta tradición, trasmitida a lo largo de los siglos, puede encontrarse de modo análogo, por ejemplo, en san Teófano el Recluso, al considerar al hombre carnal como plotskie (en ruso), el hombre “de alma” como dushevniy y al hombre espiritual, como dujovne.

Estas tres esferas se encuentran en cada humano pero lo que se infiere de la enseñanza ortodoxa, en la obra de Dostovieski, y en la obra de Soloviev también, es que este método analítico utilizado para analizar a un humano en concreto puede extrapolarse para analizar a toda la humanidad, donde existen ya determinados tipos de humano; unos donde la esfera de lo carnal tiene un peso más gravitante que su voluntad racional (alma) y muchísimo mas gravitante aún que su sentido espiritual, otros donde la esfera del alma es la que predomina sobre el nivel ínfero de lo carnal y el nivel superior de lo espiritual, y por último, el grupo de los espirituales, donde la percepción espiritual quiebra a los condicionamientos de la carne y domeña la voluntad del alma.

Esta enseñanza se extrae de la Biblia, no solo se considera que estas tres esferas son constitutivas de todos los hombres. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tes. 5:23).

Sino que hay tres tipos de hombres distintos, donde cada uno de los elementos predomina sobre los demás: “Pero el hombre natural (dushevniy, physikos) no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual (pneumatikos; dujovne) juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.  De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales (pneumatikos; dujovnie), sino como a carnales (sarkikós; plotskie), como a niños en Cristo.  Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 2: 14)

Antes de avanzar en nuestra exposición de la antropología cristiano-ortodoxa, tenemos que realizar una seria advertencia al lector, san Irineo de Lyon en su obra capital, Contra herejes, a la hora de exponer una doctrina gnóstica nos dice:

«Son tres, pues, los tipos de hombre: el primero es material (hylico), al que llaman “de izquierda”, que por necesidad perece, el cual es incapaz de recibir ningún soplo de incorrupción. El animado (psychico), también llamado “de derecha”, que queda entre el material y el espiritual, que se inclinará hacia el lado que lo arrastre su propensión.

Y el espiritual (pneumático), que fue enviado al animado a fin de que, estando en éste, lo educase. Este elemento espiritual, dicen ellos, es “la sal” y “la luz del mundo” (Mt 5,13-14). En efecto, el hombre psíquico necesitaba una educación por los sentidos. Con este objeto el mundo habría sido fabricado y el Salvador habría venido al lado de este hombre animado (psíquico), porque es libre, para salvarlo»[2]

Los gnósticos elaboraron una antropología análoga a fin de establecer un despotismo de los pneumatikos sobre los hombres animados y los hombres hylicos.

El lector no debe de confundir esta creencia gnóstica con la enseñanza cristiana, san Juan Casiano nos advertía de que uno en su vida espiritual debe de ser como el “hábil cambista”, como aquel que sabe distinguir: “El oro puro no es igual que aquel que no ha sido purificado en el crisol” saber distinguir la moneda verdadera de “incluso de aquellas que, aunque llevan la impronta del rey legítimo, no son en realidad más que una burda falsificación de la verdadera moneda.”[3]

Es decir, el demonio siempre toma una gran semejanza con lo divino para confundir a los hombres, lo mismo ocurre con la doctrina gnóstica y la cristiana, por lo que debemos de advertir que sería un gran error, propio de aquellos gnósticos que se consideraban “espirituales” y por ende el ya ser “ perfectos” el de determinar “cual es cual”; sabemos por el mundo en el que vivimos que hay hombres que viven como animales, pero no son animales, y además debemos de denotar un aspecto central, si bien existen hombres que nacen con una apertura espiritual mayor que los demás, esta termina encauzándose y conformándose en cuanto el hombre se establezca como “receptáculo divino” es decir, en tanto y en cuanto acepte la voluntad de Dios, ya que Él es la fuente de lo espiritual, es el Espíritu Santo mismo, por lo que, no se puede hablar de alguien “espiritual” sin ser parte de la Iglesia – el gran “hospital de las almas” a decir de san Juan Crisóstomo, que sirve para la apertura del ojo del alma –  y vivir una vida espiritual bajo los preceptos de la misma. Esta ultima esfera, la espiritual: “no es un componente natural de la substancia humana, sino el don de Dios que la eleva y perfecciona.”[4]

Así lo entendía Dostovieski al mencionar: “Un corazón ortodoxo puede entender cosas que no son entendidas por aquellos que no tienen como ancestros espirituales a los bizantinos”[5], esta división se instituye con gran claridad en la epístola de Judas, cuando establece que prácticamente no se puede hablar con los sarkikos, los plotki, los carnales, ya que estos sólo “conocen por instinto natural, como animales irracionales” (Judas 10), frente a estos y los hombres del alma, san Judas establece una consideración: “Traten de convencer a los que tienen dudas, y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo” (Judas 22 – 23)

Hecha esta aclaración. Tendremos que tomar en cuenta esta caracterización de los hombres “naturales” o “del alma”, ya que esta última será determinante a la hora de entender los “regalos” que les ofrece el Anticristo a los representantes de las tres principales ramas del cristianismo para ganarlos a su causa.


 

Anticristo


El Anticristo al comienzo del relato de Soloviev, se presenta como un cristiano, pero es un hombre de alma, un sarkikos, mas no de espíritu. Como todo hombre de alma, posee una “mentalidad euclidiana”, término este último empleado por Berdiaev para caracterizar la mentalidad que le es común a los revolucionarios[6] que presenta Dostovieski en sus novelas.

En este sentido, bien se puede decir que el sentir del Anticristo de Soloviev es el mismo de los que hoy prefieren al Jesús antes que al Cristo. Como cristiano, reconocía a Cristo pero lo veía tan solo como un hombre, de ahí que redujera su misión en la tierra tan solo a la de un reformador social; imagen, dicho sea de paso, muy habitual entre los hoy autoproclamados cristianos.

Su visión – dada su mentalidad euclidiana. Era la de un mundo que aun no ha sido redimido, la de un mundo cuyas solidas estructuras reposaban sobre la tierra de la naturaleza caída, sustentada a su vez por el viento de las pasiones, el fuego del mal y el agua del mundo de lágrimas.

De ahí que no solo no fuera capaz de contemplar más solo que una vacua imagen de “Jesús reformador social” sino que lo viera a este ultimo como un predicador más del gnosticismo como tantos han habido; “Separo a los hombres entre buenos y malos más yo los uniré”[7], nos relata el Anticristo de Soloviev.

Dada esta mentalidad, para el Anticristo – aun como miembro de la Iglesia – estaba obliterado cualquier entendimiento místico o espiritual, de ahí que se proponga liderar un nuevo orden en el cual todos los hombres sean aceptados como son, que “hará brillar el Sol sobre el bueno y el protervo, y que envía la lluvia sobre el justo y el injusto”

Esto nos recuerda varios de los fenómenos tan extendidos en nuestros tiempos, por ejemplo, en el área de la psicología la de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en inglés), que forma parte de la llamada tercera ola de las terapias conductuales y cognitivas, esta, que abreva de conceptos del Budismo Zen, no busca suprimir ni eliminar los pensamientos negativos o los “defectos”, sino cambiar la relación que uno tiene con ellos, proponiendo a su vez aceptar el malestar o las emociones negativas como parte inevitable de la experiencia humana, y centrarse en vivir una vida coherente con los propios valores.

También si vamos a un fenómeno mas generalizado, parece ser esta la creencia común del wokismo, la de aceptarse uno tal cual es y sentirse orgulloso, la de una deconstrucción que yace sobre los sólidos fundamentos del “no juzguéis”.

El padre Serafín Rose nos comenta en su Curso de Supervivencia Ortodoxa (parte XII): «Recuerdo que cuando estudiaba Zen, eso era lo que más se enfatizaba: “aceptar la realidad tal como es, sin agregarle ningún valor.
Simplemente aceptarla. Relajarse, soltarse, dejar que la naturaleza fluya.

(…) El individuo es bueno y debe seguir su propia experiencia: “Estoy bien tal como soy, por lo tanto, no necesito seguir ninguna estructura ni valores impuestos desde fuera.” (…) El manual de Análisis Transaccional aconseja: “Mírate en el espejo dos veces al día, y declara: ‘Estoy bien... tal como soy. Soy perfecto.’”»[8]

En los dos primeros años del Anticristo como jefe de la Unión Europea este se dedica a hacer Justicia Social, a establecer un sistema socialista, cosa que recuerda al Gran Inquisidor de Dostovieski: “Pasarán siglos y la Humanidad proclamará, por boca de sus sabios, que no hay crímenes y, por consiguiente, no hay pecado; que solo hay hambrientos. “Dales pan si quieres que sean virtuosos.”[9] Haciendo de este Anticristo un paladín del conductismo.



Al tercer año


Las cosas comienzan a complicarse al tercer año de su reinado, de manera repentina convoca a un concilio donde figuran las tres principales ramas de la cristiandad. Pedro II, jefe de una Iglesia Católica de las catacumbas cuya sede ya no es Roma, sino San Petersburgo. Juan, el jefe de los ortodoxos, quien no es otro que el mismismo Apóstol Juan[10] quién reaparece sobre los hombres 2100 años después, y Pauli, el jefe de los protestantes.

Los convoca en un palacio que a su vez es un templo, a celebrar un concilio ecuménico. La Iglesia ortodoxa considera tan solo 7 concilios ecuménicos, si bien toma en cuenta un octavo (años 879-880) y un noveno concilio (años 1341-1351), que sirvieron para escarificar aspectos al respecto de la cuestión de la gracia increada, el rol del hescicasmo, y otros aspectos referentes al Espíritu Santo, la consideración en torno a estos últimos siempre fue menor frente a los primeros 7, donde fue el ultimo en que se concelebro con la Iglesia de Roma y en el cual todas la Cristología quedo resuelta.

Siempre estuvo rondando la idea de un octavo concilio ecuménico, como concilio del Anticristo, o por lo menos, como concilio en resistencia al mismo, san Kuksha de Odessa dirá en su momento: «Se acercan los últimos tiempos. Pronto habrá un Concilio ecuménico llamado “santo”. Pero este será el mismo “octavo concilio”[11], que será una reunión de los impíos. En él, todas las religiones se unirán en una sola»[12], es un intento del Anticristo de Soloviev de fundar una religión universal y erigir a su falso profeta, el mago Apolonio como jefe de la misma.

Pero antes de su idea de colocar a Apolonio, le había propuesto al líder del catolicismo, Pedro II, el restaurarle los privilegios que le habían otorgado los emperadores romanos que le antecedieron, empezando por san Constantino, aquí alude a la Donación de Constantino, un hoax de la Edad Media del cual los latinos falsificaron un supuesto documento en el cual le hicieron creer al pueblo que san Constantino tras convertirse al cristianismo y ser curado milagrosamente por el papa san Silvestre, cedió al papa y a sus sucesores autoridad sobre Roma, Italia y todo el Occidente del Imperio Romano, y además lo reconoció como cabeza suprema de la Iglesia y del mundo cristiano.[13]

Al protestante Pauli le promete la fundación de un instituto mundial para el libre examen de las Escrituras, apela a su condición de antiguo teólogo, cuando en sus años mozos había escrito un libro de gran resonancia El camino abierto hacia la paz y el bienestar universal; donde manifestándose como si fuera una suerte de Anticristo perennialista “todo lo abarcaba y todo lo conciliaba: combinaba una notable reverencia por los símbolos y tradiciones antiguas. (…) Y todo ello orquestado con un arte tan consumado y con una maestría tal que cada pensador o reformador parcializado en su idea podía ver y aceptar el todo desde su propio punto de vista”[14], un libro que al sentir de las multitudes; se suprimía cualquier extremismo religioso que manosea y degrada todo lo sacro.

En cambio, a los ortodoxos les dice: “¡Queridos hermanos! Sé que entre vosotros hay para quienes nada es más valioso en el cristianismo que su santa tradición, los viejos símbolos, los antiguos cánticos y oraciones, los íconos y los ritos del sagrado oficio. ¿Y qué puede haber, en efecto, más valioso para un alma religiosa? Sabed, queridos míos, que hoy, por decreto, he puesto inmensos recursos a disposición de un museo universal de arqueología cristiana en nuestra buena ciudad imperial de Constantinopla, para reunir, estudiar y conservar allí todos los monumentos de la antigüedad eclesiástica, particularmente los concernientes al Oriente.”[15]

Claramente les habla a los ortodoxos physikos, al hombre natural que habita entre ellos. El hombre del alma, no el espíritu, es el hombre de la razón natural, pero también el hombre emocional, se siente atraído por la religión en tanto que ve belleza en ella, los iconos, los cantos, sin tener en cuenta la Verdad que subyace en ellos, la prefiere en cuanto al calor humano que siente en ella. De ahí que Soloviev marcase como antecedente del encuentro en el octavo concilio ecuménico, la afluencia en masa de los Viejos Creyentes, personas cuya religiosidad solo se cifra en el apego a los iconos, a las voces admirables que entonan cantos religiosos, voces intactas de profunda antigüedad, a los ecos de un mundo antiguo, sin ser capaces de ver que estos no son otra cosa que medios para la salvación, mas no fines.[16]

Así ocurre lo mismo con el Vaticano y su fasto ceremonial, su supuesta antigüedad y tradición, los muros de bronce y mármol repercute en su psiquis como una fuerza hipnótica que los mantiene bajo un perpetuo solipsismo.

Esto fue lo que llevo al profesor Andreyev a escribir There is grace in the soviet church? (¿Existe la gracia en la iglesia soviética?) al verse consternado como aquellos que hablaban de que en Rusia la gente seguía rezando y acudiendo a las iglesias, mientras esta ultimas era parte fundamental del implacable aparato de control soviético; a estos últimos physichkos carentes de todo entendimiento espiritual de las cosas, y que hoy hablan de una “supuesta resurrección espiritual de Rusia” tenemos que decirles lo que en su momento menciono el padre Serafín Rose: “cuando el Anticristo este a punto de abiertamente reinar en la tierra, los ortodoxos ya no deberíamos construir hermosas iglesias o hermosos monasterios, ya que el Anticristo los tomará y utilizará para sí, para ser adorado en ellos, en vez de Cristo Nuestro Dios”[17].



Consideraciones Finales


Durante el transcurso de nuestro desarrollo hemos desarrollado la idea de repetición en este mundo terreno, idea de repetición que es la base para fundamentar cualquier ley sea física o histórica, en la realidad que se sitúa más allá de lo físico, realidad cuyo testimonio nos es por las revelaciones, es decir las profecías que nos han trasmitido los santos luego de habérseles revelado , también se manifiesta este concepto de repetición tan solo que esta se mantiene oculta. En este sentido es menester recordar las palabras de Lev Tijomirov:

“El objetivo fundamental de la contemplación y la revelación no consiste en comunicarnos información sobre el futuro, sino sobre aquello que está oculto en general.

Este contenido oculto comprende todo lo que es sobrenatural, todo aquello en lo que se revela nuestro vínculo con el mundo espiritual y divino. Por supuesto, cuando el contemplativo ve ante su mirada espiritual a sí mismo o a la humanidad en esta relación material y tangible con esferas de otro orden, esto puede darle una visión también del futuro, pero en igual medida del pasado y del presente. Lo que se abre ante él no es tal o cual tiempo particular, sino el propio vínculo entre el hombre y el mundo espiritual y divino, del cual depende su destino en mucho mayor grado que del mundo material, y que en su condición habitual no puede sentir en absoluto y por tanto no considera en sus conjeturas y cálculos. Tal es la esencia de la revelación y la contemplación, que a veces incluso se otorgan a un hombre no para ser comunicadas a otros, sino para él personalmente, como consecuencia de su elevada vida espiritual y como ayuda y fortalecimiento de esta en el porvenir. Pero nosotros, naturalmente, solo llegamos a conocer aquellas revelaciones que no se dan para el contemplativo en particular, sino para ser comunicadas a otros. También en este caso, sin embargo, la contemplación y la revelación dadas a los hombres tienen como propósito principal ofrecer una representación del vínculo misteriosamente estrecho entre nuestra vida aquí y todos sus acontecimientos con las acciones y propósitos de poderes de otro mundo —un mundo espiritual o divino. Esto necesita ser conocido únicamente por aquel que desea mantener conscientemente este vínculo, conformarse con él, luchar con algunos de los poderes que se le revelan, y entrar en unión con otros. En ese caso, la cuestión del futuro, sea cual fuere, pierde relevancia. Esta unión o esta lucha no es necesaria por causa del futuro, sino constantemente, como medio para una vida espiritual saludable. A veces, incluso, puede parecer más importante para el contemplativo conocer el pasado, respecto al cual, por ignorancia o mala voluntad, ha adoptado una posición equivocada en relación con el poder del mundo espiritual o divino, y que requiere corrección.”[18]

Desde esta perspectiva, puede hablarse de un último Anticristo a venir a futuro, pero también de múltiples anticristos del pasado. Entre estos últimos suelen incluirse figuras como Nerón, Juliano el Apóstata, Federico II Hohenstaufen, Napoleón, Hitler, así como diversos papas de Roma que reclamaron potestades regias, como Gregorio VII.

Vemos aquí como la idea de repetición a la que aludíamos al comienzo de nuestra exposición, no solo se da en el mundo físico, del cual se extraen las leyes, tanto de la naturaleza sino como de la historia, sino en el mundo metafísico: Siglos después de la muerte del propio Nerón, ya se perfilaba la idea de un Apocalipsis en proceso constante. Se puede hablar, por tanto, de una especie de realización cíclica del Apocalipsis. No es casual que san Dionisio el Areopagita y san Máximo el Confesor recurrieran a la distinción entre los tres tipos de movimiento: el circular, el lineal y el helicoidal, siendo este último una combinación de los dos anteriores —circular y lineal a la vez.

En ese sentido, el ciclo del Apocalipsis parece actualizarse constantemente, y cada vez que la historia se aproxima a su fin, lo hace con mayor precisión respecto a lo revelado en el libro del Apocalipsis.

Tomese en cuenta también que la Iglesia a la hora de dar razones de como es que los santos interceden ante Dios por los hombres apela muy a menudo al versículo 6:9-11 del Apocalipsis: «Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?”»

Es decir, la Iglesia contempla que los santos no solo rezarán por los hombres que moran en la tierra, sino que rezan en el presente y que rezaron por los mismos. De ahí que Gog & Magog se trata de un evento que ya ha ocurrido y que ocurrirá en el futuro, con mayor precisión acorde a lo expresado en la Revelación.

Por tanto, estos anticristos parciales también pueden considerarse como profetas o anticipaciones del Anticristo definitivo, que reunirá en sí los rasgos de todos sus predecesores. De ahí que el estudio de la historia – es decir, el estudio del pasado – resulte útil y complementario para una exégesis más afinada del Apocalipsis.

 



[1] Constantine Cavarnos se ciñe a este mismo método a la hora de analizar la obra de Dostovieski, véase su obra Dostoievsky’s philosophy of man, págs 30 y 31. Editado por The institute for byzantine and modern greek studies. Belmont, Massachussets, Estados Unidos, 1998.

[2] san Irineo de Lyon, Lo mejor de Irineo de Lyon; Contra las herejías. pág 64. Editorial Clie, Barcelona, España, 2006.

[3] San Juan Casiano, Colaciones. Vol. I. pag 66. Agape Libros, Buenos Aires, Argentina. 2012.

[4] Introducción a contra herejes de Luis Morales Reyes Alcántara, edición online de la obra publicada por la Conferencia del Episcopado Mexicano (México 2000)

[5] Citado por Constantine Cavarnos Dostoievsky’s philosophy of man, pág 29.

[6] No olvidemos que el revolucionario – concepto en apariencia bajo pero que nos encargaremos de escarificar en otro momento –, es un precursor del Anticristo. Donoso Cortes dirá en su momento: «El fin de la Revolución, es el Anticristo» y que san Serafín de Sarov se encargaría de advertir en sus Conversaciones con Motovilov que: «Lucifer fue el primer revolucionario».

[7] Vladimir Soloviev, Breve relato sobre el Anticristo, pág. 15, ediciones Fidelidad, Buenos Aires, Argentina. 1984.

[8] padre Serafín Rose Curso de Supervivencia Ortodoxa. Lección XII.

[9] Fiodor Dostovieski, Los hermanos Karamazov, editorial Penguin

[10] Esto es clarísimo, no solo porque el texto lo da a entender en la misma narrativa, sino vale notar las palabras de Juan poco antes de morir, cuando termina por develar la verdadera naturaleza del Anticristo para el asombro de todos los cristianos presentes, les dice: “Es el Anticristo, hijitos”. El diminutivo de hijo, como “hijitos” era dicho por san Juan el Apóstol y así figura en sus epístolas (1 Juan 2) y en sus hagiografías más tempranas (véase: https://fatheralexander.org/booklets/spanish/apostoles.htm#n7) . Sobre este último, hay una leyenda creída verdaderamente por muchos aun hoy en la actualidad, de que este verdaderamente no murió, como paso con el caso de Enoc y Elías, sino que en realidad anda vagando sobre la tierra, a la espera del final de los tiempos.

[11] No olvidemos el simbolismo del número 8; la plenitud de los tiempos.

[12] Consultado en: https://napravdestoy.livejournal.com/1504866.html

[13] Véase lo expuesto por Lorenzo Valla en Refutación a la Donación de Constantino, Ed. Akal, Madrid, España. 2011

[14] Vladimir Soloviev, Breve relato sobre el Anticristo, pág. 20.

[15] Ibid. pág 38 y 39.

[16] No olvidemos las fuerte creencia de los Viejos Creyentes en un Paraíso Terrenal, una suerte de utopía reaccionaria que justamente no deja de ser una Utopía con los ojos puestos en el pasado, análoga a la Utopía de los todos los profetas de la Nueva Era, desde Joaquin de Fiore hasta Bakunin, Marx y Lenin, sobre esto sir Isaiah Berlin nos dice en su obra Pensadores rusos: “Este gran sueño utópico, basado en una simple fe en la regenerada naturaleza humana, fue una misión que los populistas compartieron con Godwin y Bakunin, Marx y Lenin. (…) Sus raíces se hunden profundamente en la imaginación religiosa de la humanidad, y por ello no hay nada sorprendente en que esta versión secular tenga grandes afinidades con la fe de los Viejos Creyentes rusos —las sectas disidentes— para quienes, desde el gran cisma religioso del siglo XVII, el Estado ruso y sus gobernantes, en particular Pedro el Grande, representaban el imperio de Satanás sobre la tierra; este movimiento clandestino religioso siempre perseguido ofreció muchos aliados potenciales, a quienes los populistas trataron de movilizar.”

[17] Extraido de The future of Russia and the end of the world del p. Serafin Rose:  https://orthochristian.com/38941.html

[18] Vladimir Moss, Apocalypse - The book of the end, pág 14 16


jueves, 29 de mayo de 2025

APUNTES SOBRE EL APOCALIPSIS DE SOLOVIEV (PARTE I)


   Ignacio Pérez

«Cuando las predicciones se derrumban queda la profecía como única esperanza. De ello resulta que es la única que reina en nuestra historia» - Albert Camus; El hombre rebelde


Introducción

 

Vladimir Soloviev (1853 – 1900) fue uno de los últimos representantes del periodo pre-revolucionario que trato de realizar un sistema filosófico-religioso, esta característica esencial de su pensamiento no debe de pasar inadvertida a nosotros, mientras en Occidente se desarrollaba para su tiempo una rígida división entre filosofía y teología, los últimos pensadores que aparecieron en los albores de la Revolución postularon ciertas ideas y conceptos que pretendían unificar a estas dos disciplinas.

Lo que nos proponemos en nuestro estudio es justamente analizar ciertos aspectos del Anticristo de Soloviev –  que dicho sea de paso, es su último escrito – que abrevan de las Sagradas Escrituras y de la enseñanza de la Iglesia Ortodoxa, es decir, nuestro enfoque va dirigido a desentrañar las claves teológicas y no tanto filosóficas de su escrito.

Nuestro objetivo radica en demostrar que ciertos escritos desarrollados por filósofos y artistas en las últimas décadas del Imperio Ruso resultan de mucha utilidad para nosotros como individuos de este siglo. Toda elucubración que el hombre realice con miras de analizar su presente y el futuro del genero humano, tiene que tener en cuenta el pasado, de ahí que durante siglos la Iglesia haya considerado el estudio del Genesis así como del Apocalipsis en vistas de desentrañar las claves de nuestra época.

El Anticristo de Soloviev nos es útil en tanto y en cuanto es un texto que nos invita a adquirir una conciencia histórica, todo hombre que procure sobrevivir al presente siglo tiene que adquirir la misma, debe de estudiar la Historia, pero no en un sentido racional, sino que tiene que ser capaz de desentrañar lo que subyace en el relato de cualquier libro de historia, es decir, tiene que atreverse a ser capaz de ver a la historia desde un prisma metafísico o espiritual. Es así como la Historia llega a ser una gran maestra para nuestras vidas y muy útil a la hora de mantenernos vigilantes (para ayudarnos a adquirir la nepsis) frente a los problemas que se nos plantean en nuestros tiempos, ya san Máximo el Confesor[1] como el padre Serafín Rose[2] o Vladimir Moss entre muchos otros Santos Padres se abocaron a la tarea de tratar de interpretar la historia o ciertos eventos históricos de una manera espiritual.

Como filosofo y también como teólogo, es decir, como hijo de la Iglesia ortodoxa, la interpretación de Soloviev presenta a simple vista una serie de problemas, no es la misma interpretación de la Historia la que realiza un filosofo que la que realiza un profeta o alguien que se dedica a estudiar la exegesis o interpretaciones de los textos proféticos, por lo que también en el desarrollo subsiguiente nos detendremos a analizar esta aparente contradicción entre la fe y la razón.

 

Filosofía de la historia vrs Profecía

 

El asunto del futuro desde tiempos pretéritos siempre ha suscitado gran fascinación en la mente de los hombres, se nos viene a la mente la historia bíblica de san José el Hermoso, a la sazón interprete de los sueños del Faraón y primer ministro del mismo, que al predecir una futura sequia diseño un plan de construcción de silos, lo que les permitió sobrevivir a los egipcios de los años de carestía.

La voluntad de los hombres de consultar a los oráculos, a los interpretes de sueños, nigromantes, etc., parece ser una constante a lo largo y ancho de la historia, una constante que no ha sido quebrada ni por asomo en nuestros tiempos modernos, se sabe por ejemplo de Bismark ataca a Austria a raíz de un sueño, a si mismo la misma influencia de lo onírico sobre las acciones de grandes hombres de nuestra era puede notarse en la trayectoria del general Patton o de Abraham Lincoln.[3]

Sin embargo, paralelamente, se desarrolló entre los hombres otra forma de intentar predecir el futuro, más racional y, por tanto, menos misteriosa: la filosofía de la historia. Esta disciplina buscó siempre identificar ciertos patrones que, a juicio del filósofo, se repetían en el devenir histórico. El objetivo era establecer una ley que explicara por qué se producían dichos patrones y, a partir de esa comprensión, anticipar en qué circunstancias podrían repetirse en el futuro.

Lo que denominamos como “ley” de la historia, también puede pasar a denominarse como “motor de la historia”, la ley no solo determina una descripción de como y a donde se mueven las distintas sociedades a lo largo de la historia, sino también y muchas veces, va a lo esencial, intenta determinar la razón de la dinámica de la historia, es decir, se plantea la pregunta el porque de que las sociedades devengan y se muevan en los patrones que plateados por los diferentes sistemas de la filosofía de la historia que se han desarrollado a lo largo del tiempo.  

Así el sistema de la filosofía de la historia de Platón establece para su estudio del devenir completo de las sociedades 6 fases por la cual esta atraviesa, primero se funda – según Platón –  la sociedad bajo una monarquía, que degenera en tiranía, la tiranía a su vez deviene en aristocracia, que termina por degenerar en oligarquía, la oligarquía termina con el advenimiento de la democracia y la democracia a su vez termina por acabar con la sociedad al convertirse en oclocracia. ¿Cuál es el motor de la historia que plantea Platón? ¿Por qué se mueven las sociedades según él?

El filósofo ateniense plantea en el libro VIII de La República una suerte de Número natal (arithmós génnēs); “Hay un número que gobierna el crecimiento y la decadencia de todas las cosas...” (República, 546b-c), que manifiesta una cierta armonía cósmica, las sociedades al romper la armonía prestablecida entran al mundo del devenir, comienza a rodar la rueda de 6 fases, a funcionar el proceso de anaciclosis como Polibio se dignaría a bautizar poco después al fundamentar los presupuestos de Historia en el sistema histórico-filosófico de su maestro Platón.

Podemos situar a Platón dentro de los primeros filósofos de la historia, es decir, plantear un sistema racional de como funcionan las sociedades y también plantear las razones de porque funcionan las mismas dinámicas sociales, pero no fue el único, san Agustín siglos después plantearía otro motor de la historia, lejos de ser el Número natal de Platón, consideraría que el Amor, el amor a Dios en el que se funda la Ciudad celestial y el amor propio sobre el que se funda la Babel terrenal, como el motor de la historia, a la saga de él, su discípulo Orosio[4] fundamentado en ciertos historiadores romanos, establecería que las sociedades que caen bajo el devenir del amor propio, los pueblos bajo la lógica de la Babel terrenal, tienen un desarrollo cíclico[5], mientras que los que aquellos que se mueven bajo la lógica del amor de Dios se mantienen incólumes y ajenos a la mancha de lo pasajero.

Luego, en épocas modernas Marx viene a establecer como motor de la historia la lucha de clases (creado siguiendo los preceptos de la dialéctica hegeliana), que a nuestro entender es ver tan solo una esfera de lo que san Agustín comprende como amor terrenal – y por ende el sistema de san Agustín es superador y mas abarcativo que el de Marx – y desembarazándose de una cosmovisión cíclica sobre el desarrollo de las sociedades, postularía un desarrollo lineal.

Por último, consideramos menester mencionar lo desarrollado por Spengler, este último volvería a entender a las sociedades como organismos que se mueven bajo un ciclo (como Platón o Orosio), ¿El motor de la historia que propondría? Otra dialéctica, pero esta vez entre Naturaleza vs Historia, fundándose en lo que él había planteado, las primeras palabras que comienzan su magnum opus, la Decadencia de Occidente, rezan de la siguiente manera: “En este libro se acomete por vez primera el intento de predecir la historia.”[6]

Vemos claramente aquí que hay 2 maneras claramente diferenciables de interpretar el futuro, una se basa en la razón discursiva, en la dianoia, y otra se da por inspiración divina, mediante la noesis. Soloviev fue un buen interprete de su época, también como cualquier gran artista supo ver cosas que los demás no eran capaces de ver, sin embargo y pese a esto, no se puede decir que él fuese un autor Divinamente Inspirado.

En este sentido el filósofo de la historia se encuentra en un orden inferior que al del profeta, esto ya lo marco san Juan Crisóstomo en su época, al realizar su exegesis sobre Isaías nos dice:

“He aquí que el Señor, el Señor de los Ejércitos, aparta de Jerusalén y de Judá... al valiente y al soldado, al juez y al profeta, al adivino...» (Isaias 3; 2-3) Parece que aquí llama adivino a una persona capaz de conjeturar el porvenir mediante una inteligencia profunda y la experiencia de las cosas.

Adivinación y profecía son, en efecto, dos cosas distintas: el profeta, renunciando a sí mismo, habla bajo inspiración divina; el adivino, por su parte, parte de lo que ya ha sucedido, pone en obra su inteligencia y prevé muchos acontecimientos futuros, como hace normalmente una persona inteligente. Pero la diferencia entre ambos es grande: es la distancia que separa la inteligencia humana de la gracia divina”.[7]

Aquí aparecen claramente diferenciados dos mundos, el mundo de Dios y el mundo del hombre, el mundo del Ser y el mundo del Devenir, en permanente contacto, cuyas fronteras para nosotros están fuera de cualquier calculo humano, claramente nos son indefinidas, inextricables, parecen a veces rígidas y otras parecen a veces lábiles. En este sentido, profeta o adivino, Soloviev supo moverse bien entre los dos mundos.

Supo decir en su momento “No solamente creo en todo lo sobrenatural, sino que estrictamente hablando no creo en otra cosa”[8], no corresponde a nosotros decir si él conoció al mundo de Dios ni si pudo entender claramente los designios de la voluntad de Dios. Lo que si podemos notar, por mera inferencia de sus textos, es que Soloviev, desde el mundo de lo contingente, supo extraer manera indudable algunos de los conceptos claves de la apocalíptica cristiana y por ende de la enseñanza de la Iglesia ortodoxa, y junto con estos, como profundo conocedor del espíritu de su época, arrojarse al análisis de la dirección hacia la cual se encaminaba el mundo.

Es sobre el análisis de estos últimos conceptos claves de los que Soloviev hace uso que esta abocado este trabajo. También podemos decir lo siguiente; la condición de adivino no es excluyente de la de profeta, y viceversa. Si bien en la primera condición, la razón discursiva tiene primacía sobre la razón noética, esta última razón se manifiesta también en el hombre por la enseñanza de la Iglesia y por el grado y la apertura mental y espiritual que el en el hombre se da al preparase mediante múltiples ejercicios espirituales para hacerse receptivo a la Revelación.  

Como hijo de la Iglesia tenemos que decir que Soloviev no fracaso del todo, y por ende tenemos que contemplar esta faceta dual que atraviesa la vida de Soloviev, la de profeta y la de filosofo de la historia (adivino). Iremos de lo “exotérico” a lo “esotérico” si se prefieren estos términos.

 

Asia

 

¡Panmongolismo! Así arranca el breve relato sobre el anticristo, de Vladimir Soloviev, el teólogo ruso nos da cuenta al comienzo de su relato de todos los infructuosos intentos de la raza humana por erigir una nueva Torre de Babel que desafié los designios divinos, como a otrora la Primera Torre, construida por Nimrod y Semiramis (a esta última se le atributa culto actualmente en Nueva York, bajo la andrógina efigie de la Estatua de la Libertad).

Nos dice así: “Habiendo conocido a través de periódicos y manuales de historia la existencia en Occidente del pan-helenismo, pan-germanismo, pan-eslavismo, pan-islamismo, proclamaron la gran idea del pan-mongolismo —unificación de todos los pueblos del Asia oriental bajo su liderazgo, con el objetivo de llevar adelante una guerra decisiva contra los extranjeros, es decir, contra los europeos—.”[9]

Aquí plantea Soloviev una suerte de repetición que se ha dado a lo largo de la historia, se trata de un mismo patrón de expansión y contracción que se repte: La moderna teoría astrofísica del Big Crunch, que postula que el universo, en su origen, se expande de manera frenética para luego desacelerarse progresivamente debido a la fuerza gravitatoria de una masa cada vez más abundante, hasta llegar a un punto en que su impulso expansivo se reduce a cero, quedándole como única alternativa retrotraerse y contraerse, bien puede servir como metáfora del destino de tantos movimientos humanos de expansión y contracción.

Al referirse a esta sucesión de “Pan-”, (Pan = Todo en griego), el filósofo ruso plantea una suerte de Dinámica de la Historia: “El misterio del movimiento despierta el temor a la muerte”, en cambio el filósofo germano Spengler cuando el hombre alcanza una meta, procura otra, y otra, su voluntad se vuelve insaciable, de ahí que san Gregorio de Nisa pronunciase: “Con los ojos vendados caminamos en torno al molino de la vida, recorriendo siempre el mismo camino circular y volviendo a las mismas cosas. Permítanme detallar este camino circular: apetito, saciedad, sueño, despertar, vacío, plenitud. Pasamos constantemente del primero de cada par al segundo, y de nuevo al primero, y luego otra vez al segundo, sin cesar jamás de dar vueltas en círculo… Salomón describe bien esta vida como una vasija que gotea y una casa ajena (Eclesiastés 12:6) … ¿Ven cómo los hombres se procuran para sí mismos honores, poder, fama y cosas semejantes? Pero lo que se pone dentro se escapa por debajo y no permanece en el recipiente. Siempre estamos consumidos por una preocupación ansiosa por la fama, el poder y el honor, pero el cántaro del deseo permanece vacío.”[10]

El afán expansivo de Alejandro Magno, alimentado por movimiento cada vez más frenético del hombre se desenvuelve frente a la agobiante sombra de la muerte, luego de conquistar una y otra y otra ciudad, y de regalarnos la plétora de sus victorias,  – Granico, Gaugamela, Hidaspes –, se vio truncado por su prematura muerte a los 32 años de edad.

Su imperio, que en el cenit de la gloria amalgamaba a múltiples pueblos, y que llego a ocupar 5,2 millones de kilómetros cuadrados, al año de su muerte ya se había fragmentado en una multiplicidad de reinos controlados por los Diadocos.

El prematuro impulso del “pan-islamismo”, bajo la acción del califato Omeya, paso a ocupar aproximadamente 13,4 millones de kilómetros cuadrados de la tierra, hasta fragmentarse desgarrado por una multiplicidad guerras religiosas internas.

El “pan-eslavismo”, si nos aplicamos a lo expuesto por algunos académicos, de que Stalin en si era un intérprete de Nikolai Danilevsky (uno de los máximos exponentes de ese movimiento) alcanzo en su momento aproximadamente 22 millones de kilómetros cuadrados, hasta 1991, cuyo fin ya nos es conocido.

Se puede inferir movimiento de expansión y contracción es cada vez más fuerte, hasta llegar al pan-mongolismo, cuyo afán ya es el de ocupar el mundo entero.

En el relato de Soloviev, Japón se une a China, configurándose como un Imperio único liderado bajo el Bog-dijan (Divino guía en ruso), este rápidamente se desembaraza de los enclaves coloniales que habían quedado como remanentes de una época pasada.

Luego en un avance fulgurante ataca a Rusia y avanza sobre Europa Occidental, en Francia, el lumpeproletariado (oficiando como una suerte de Don Julián redivivo) se abalanza para recibir a sus conquistadores asiáticos como libertadores. Cumpliéndose otro de los fabulosos presagios de Spengler; la destrucción de la civilización occidental por la rebelión de los de abajo en contubernio con la rebelión de los pueblos de color.

Hasta que Europa – con el Bog-dijan ocupado en su avance hacia Australia y Estados Unidos – comienza a despertarse, surge una nueva primavera de las naciones; el despotismo asiático se vuelve insoportable.

Luego de liberarse, se configuran en una suerte de Unión Europea, en su repliegue, los asiáticos sin embargo dejan algo en la vieja Europa, nada desaparece sin dejar rastro, la historia enseña los profundos cambios que conmueven a las sociedades luego del fin de los grandes imperios.[11]  

Soloviev nos dice “esta época (la de Europa sometida bajo Asia) se caracteriza por la mezcla y el intercambio profundo de ideas europeas y orientales, repitiendo en grande el antiguo sincretismo alejandrino.”

Bajo el nuevo orden de libertad se prepara el terreno para el advenimiento del Anticristo, esta en el aire – este término que tanto le gustaba decir al p. Serafín Rose – la creencia en algo nuevo, que a su vez los europeos, en su contacto con Asia, confunden lo viejo. El big-bang, la idea jesuítica de un universo creado de la Nada, da paso al big-crunch, la idea de una perpetua expansión (srsti) y contracción (pralaya) del Universo que nunca tiene fin[12]:

“Aquellas ideas como ‘Dios ha creado el mundo de la Nada’, dejaron de ser enseñadas en las escuelas primarias. En su lugar, se elaboró un nivel superior común, una visión de estas ideas, ante las cuales no se concede ningún tipo de dogmatismo. Y aunque la mayor parte de las personas pensantes permanecían totalmente incrédulas, los pocos creyentes —por necesidad—, se convirtieron en hombres pensantes, cumpliendo el mandato del apóstol: Sean niños en el corazón, más no en la mente[13]



Gog y Magog


Hasta aquí hemos analizado la rudimentaria filosofía de la historia que plantea Soloviev en este escrito, vemos que como toda filosofía de la historia se tiene en cuenta el fenómeno de repetición; se repite el avance asiático sobre Occidente, es decir; el filósofo de la historia para fundar su sistema logra identificar a lo largo de la historia ciertos fenómenos que a su entender se dan de manera repetitiva, en la exegesis sobre los textos proféticos también se contempla este fenómeno de repetición el concepto de repetición en el Apocalipsis lo trataremos en la conclusión final de nuestra segunda entrega – pero de una manera muy distinta.

Pero el problema con toda filosofía de la historia estriba en lo siguiente; filosofo de la historia se encuentra sometido a las contingencias de la naturaleza caída, interpreta la historia también fundado en su raciocinio caído, de ahí que se hayan y se sigan manifestado múltiples sistemas en el transcurso de la historia, y por ende hayan llegado a conclusiones muy disimiles entre si al respecto del futuro desenvolvimiento de las sociedades y del mundo entero. El Ego del hombre caído lo lleva a la larga a ver lo que quiere ver.

Nuestra aproximación a los textos proféticos tiene que tener como prerrequisito el de apercibirnos de nuestras limitaciones, de acercarnos a lo sagrado con temor y temblor.

Procurando el espíritu de humildad a lo primero que debemos de ceñirnos es a la autoridad de los Santos Padres que fueron los principales interpretes de los textos proféticos, para analizar lo que Soloviev trata al respecto de la primera parte de su relato – la cual trata sobre la invasión de Asia – no encontramos mejor autoridad que la de san Metodio de Olimpia, aunque otros aspectos de su apocalíptica también deben de ser analizados – a nuestro entender – a la luz de otros aportes como los realizados por san Hipólito de Roma,[14] san Andrés de Creta[15] o las homilías de san Juan Crisóstomo al respecto de la segunda homilía a los tesalonicenses[16] y lo dicho por san Juan Damasceno al respecto del Anticristo en su Exposición sobre la fe ortodoxa[17].

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En la exegesis de los Santos Padres al respecto del Apocalipsis, Asia representa a Gog y Magog, dos pueblos que aparecen mencionados en el capítulo 20 del apocalipsis, versículo 8: “Cuando los mil años se cumplan Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla”

Los ejércitos de estos pueblos son innumerables, “Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones; yo oí su número.”[18] (Ap. 9: 13-19). Así da cuenta Soloviev en su relato, Asia triunfa sobre Europa por el peso de su número más no aun así por el logro de sus avances técnicos.[19]

San Andrés de Creta, el primer gran exegeta del Apocalipsis, nos dice “Gog y Magog, algunas personas que creen que hace alusión a los pueblos más remotos y norteños de los escitas, o, como también se les dice, de los hunos”[20].

Es decir, Gog y Magog encuentran su locus en Asia, ¿Y su tiempo?, algunos barajan la idea de que ya han sido desatados (Esta idea será desarrollada más adelante en el final de la segunda entrega lo desarrollaremos más adelante en la conclusión final de nuestra segunda entrega), para responder esta pregunta, tenemos que retrotraernos a las profecías de san Metodio de Olimpia (siglo III), en el Apocalipsis de san Metodio[21] se da punto de partida a las formulaciones sobre Gog y Magog que tanta resonancia tuvieron en el mundo islámico, en el eslavo e incluso en el judío.   

En este apocalipsis, san Metodio nos dice que Alejandro Magno, en su avance sobre Oriente se encontró con:

“los descendientes de los hijos de Jafet, cuya impureza, al verla, le produjo repugnancia. Pues todos ellos comían, como escarabajos, cosas abominables y degradadas: perros, ratones, gatos, serpientes, cadáveres, abortos, fetos no completamente formados o con signos parciales de formación, incluso de animales impuros. Y no enterraban a los muertos, sino que los comían. (…)

Alejandro miró todas estas cosas malditas y detestables surgidas por sí mismas, y temió que de algún modo llegaran a la Tierra Santa y la contaminaran con sus prácticas abominables. Por eso rogó fervientemente a Dios y, tras dar órdenes, reunió a todos ellos, con sus mujeres, hijos y campamentos.

Y expulsándolos de la Tierra del Amanecer, los persiguió de cerca hasta que fueron llevados a las tierras más allá del norte, donde no hay entrada ni salida de Oriente a Occidente por donde se pueda ir hacia ellos o venir desde ellos.

Tan pronto como Alejandro invocó a Dios, el Señor escuchó su oración y ordenó a dos montañas, llamadas los Pechos del Norte, que se aproximaran una a la otra hasta quedar separadas por apenas doce codos.

Entonces Alejandro preparó puertas de bronce y las cubrió con asincita, de modo que si intentaban abrirlas con hierro no podrían, ni tampoco disolverlas con fuego, pues el fuego, al tocarlas, se apagaba al instante. Porque la naturaleza del asincita es tal que no se somete a la destrucción del hierro ni a la disolución del fuego. Así frustró todos los pensamientos y artificios de los demonios.

Estas naciones malditas, falsas y repugnantes emplearon toda clase de intrigas mágicas, pero Alejandro inutilizó su brujería sucia, inhumana y, más aún, impía, de modo que no pudieron abrir las puertas por medio de fuego, hierro ni ningún otro artificio y escapar.

En los tiempos finales, según la profecía de Ezequiel, en el último día de la consumación del mundo, Gog y Magog, que son las naciones y reyes que Alejandro encerró en los extremos del norte, saldrán a la tierra de Israel.”[22]

Aquí Alejandro vendría a representar al poder regio, que establece fundándose como Katejon un orden milenario, un orden cristiano, al  expulsar a los pueblos de la “Tierra del Amanecer”, es decir, de Oriente, que  en la versión en latín de la misma profecía, a esta tierra se le nombra como Regius Solis[23], es decir, como “país del Sol”, “región del Sol” o “Lugar del Sol” como traduce san Néstor el Cronista, posiblemente para denotar que estos pueblos se encontraban en la zona intertropical, entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, cuando, al ser exactamente el mediodía, toda sombra desaparece, lo que eventualmente da paso a que los demonios, al no encontrar ningún tipo de refugio, puedan manifestarse con mayor facilidad. 

De ahí que Alejandro los expulse al Norte (lo que coincide con la observación antes citada de san Andrés de Creta, al identificar a estos pueblos con los escitas), y los encierre tras los Pechos del Norte. No podemos precisar con claridad que significa el término “asincita” (συγκίτη) que alude a la sustancia que utiliza Alejandro para revestir las puertas de bronce, tras las cuales encerraría a los Pueblos del Norte, la palabra parece querernos decir “sin mescla”, la “” es un prefijo negativo de “no” o “sin”, y “συγκίτη”: probablemente derivado de σύγκιτος o una forma relacionada con “mezcla”. Lo cual puede significar este termino que hace referencia a la gracia de Dios, que es sin mescla e increada.

Es la gracia de Dios, la que hace incapaces todos los intentos de magia y hechicería que estos pueblos realizasen en procura de liberarse.

Existe otro elemento que no es menor y a razones de nuestro estudio es una de bases fundamentales de nuestro análisis; la idea, compartida los principales trasmisores y exegetas de esta tradición a lo largo y ancho de la Edad Media, de que estos pueblos no representaban una mera realidad simbólica, sino que realimente existían y se situaban en algún lugar del orbe, que permanecía ignoto para el resto de los hombres.

Este hecho se desprende del mismo Apocalipsis de san Metodio que acabamos de citar, pero también se puede encontrar de igual manera esta manera de entender a Gog y Magog en el Corán, en la Crónica de los años pasados de san Néstor el Cronista, y en algunas formulaciones de la interpretación bíblica judía.  

Según el Corán (Sura 18, versículos 94-98), por ejemplo y la tradición islámica clásica, Gog y Magog son pueblos reales, encerrados por un gobernante histórico (Dhu’l-Qarnayn), y su aparición en el futuro será uno de los grandes signos del Fin de los Tiempos. Tengamos en cuenta que aquí Alejandro Magno, aparece con el nombre de Dhu’l-Qarnayn, y no como Alejandro, que en árabe se traduce como Iskander, tengamos en mente el nombre de Iskander que será clave para nuestro desarrollo ulterior.

San Néstor el Cronista también, relata en su Crónica que un sirviente de su amigo Gjurjata de Novgorod le contó a este que, en sus numerosos viajes, los ugros le comentaron que habían encontrado pueblos encerrados tras las montañas, cuya lengua era incomprensible. Cuando Gjurjata le transmitió esta historia a san Néstor, este le respondió: “Esas son las gentes que fueron encerradas por el emperador Alejandro el Macedonio, tal como lo cuenta Metodio de Patara.”[24]

En el judaísmo también repercutió esta versión de los hechos, el rabino David Kimchi (1160–1235) señala, en su comentario bíblico sobre Ezequiel 38:8 en referencia a las hordas de Gog que vendrán en el futuro a destruir a Israel que: “Se dice que, desde la época de Alejandro, rey de Grecia, el pueblo de Magog fue aprisionado en el extremo norte, ya que Alejandro los encerró entre las montañas y nunca volvieron a salir de esa región.”[25]

Hasta aquí hemos trazado una línea de tiempo que va desde la Revelación dada a san Metodio en el siglo III, hasta su recepción de esta misma por parte del islam (siglo VII), hasta la consideración de la misma por san Néstor el Cronista en su Crónica (siglo XII) y por el rabino Kimichi en el siglo XIII, pero debemos de notar que toda profecía verdadera es una realidad viva, y es torno a esta realidad interesante mencionar lo siguiente:

En el siglo XIX, Alexander Herzen, quien fuera uno de los intelectuales liberales más importantes del siglo, al quien F. Dostovieski con profundidad odiaba, ya que siempre ponía de manifiesto la manera hipócrita de desenvolverse frente a la vida – vivía como un noble mientras predicaba sobre la libertad  – en una carta a Moses Hess – este último, de origen judío, fue el mentor de Karl Marx, en la conclusión final de nuestra segunda entrega – también judío  – fechada el 3 de marzo de 1850, le escribe entre otras cosas:

Soy más indiferente frente al respecto del terrible cáncer que está devorando a Europa Occidental.  En Rusia, sufrimos solo desde la infancia, y por dolores materiales, ¡pero tenemos al futuro por delante!  El mundo eslavo aún no ha existido en el pleno florecimiento de su fuerza; actualmente se está preparando por instinto una inmensa arena: Rusia. Ante esto, nosotros ocupamos una posición muy distinta a la de los filósofos romanos: ellos no tenían más que su orgullosa y sombría filosofía (aunque, lo admito, siento debilidad por esos hombres; esa independencia, esa emancipación individual que termina por rechazar todo vínculo con los otros, hace que mi corazón se me estremezca).  Ellos previeron los tiempos de Justiniano, cuando cerraría sus escuelas, o el momento en que otro emperador haría quemar la Biblioteca de Bizancio, para acabar de una vez por todas con su saber.  A diferencia de ellos (los filósofos romanos), nosotros solo estamos esperando que llegue el Momento. (…)

No continuaré más por hoy.  Me sentiría verdaderamente honrado si escribieras tu carta completa y la publicaras en tu folleto.  Intentaré responderte —en lugar de mi nombre, usa mi seudónimo: Iscander.  Así firmé todo lo que publiqué en Rusia, y dado que Kapp también lo usó, utiliza Iscander.  Dime tu dirección. ¿A dónde vas?  ¿A Inglaterra? Tal vez yo vaya a Londres en veinte días.  No olvides darme tu dirección; puedes escribirme poniendo como destinatario al cuidado de los Hermanos Rothschild, en París.

¿Ha leído en Suiza el discurso de Donoso Cortés? He escrito una respuesta al mismo, y por ahora planeo redactar un breve artículo contra la confusión que predica Émile Girardin al respecto de mayoría y la minoría.

Por lo demás, todo va bastante mal: me hundo cada vez más en el pesimismo.

 Una vez más, gracias —mil gracias— por tu carta, me hizo mucho bien. Te saludo fraternalmente.

A.   Herzen[26]

Esta carta, que por momentos esta empapada de un lenguaje críptico, resulta muy sugerente. Iscander aquí representa una figura arquetípica en la que se identifican varias de las personas del conciliábulo de Herzen y compañía, conciliábulo que a su vez esta al cuidado de los “hermanos Rotschild”.

También esta la referencia a Justiniano cerrando escuelas alude al cierre, en el año 529 d.C., de la Academia neoplatónica de Atenas por parte del emperador romano de Oriente, debido a sus enseñanzas consideradas antirreligiosas, lo que nos da a entender que este conciliábulo se considera heredero o por lo menos tributario de una “cadena de trasmisión” de una Catena Aurea de ideas neoplatónicas y gnósticas que viene de tiempos pretéritos.

Si Alejandro Magno personifica la figura del rey cristiano, Iscander personifica su antítesis; que viene a establecer un Nuevo Orden de los Siglos, como lo fue el Orden Cristiano. Esto es lo que nos viene a decir Antelman: “Proyecto Iscander fue el nombre que los Illuminati le dieron a su plan para derrocar a Rusia.  (…) Alejandro, que consagró su vida al ideal de un gobierno mundial, sería desplazado por los Illuminati, quienes lograrían sus fines invocando el caos de Gog y Magog sobre el mundo.”[27]

Gog y Magog entonces ya fueron desatados, representan el invierno tártaro de la revolución bolchevique, que fue sofrenado por la “Cortina de Hierro” del Nuevo Orden de Churchill y compañía. Si nos retrotraemos al relato de san Metodio, se trata de seres humanos en permanente contacto con el demonio. No solo son los demonios los que se desatan, sino las personas de carne y hueso, posesas y endemoniadas por estas mismas entidades.

En este sentido, es menester recordar un relato que trae a la palestra el padre Serafín Rose en su obra Ortodoxia y la religión del futuro al citar un pasaje del místico Sergei Nilus: “En un lugar diferente, el Obispo Ignacio Brianchaninov registró con asombro y aprensión la visión de un simple herrero ruso en un pueblo cerca de Petersburgo en los albores de nuestra era actual de incredulidad y revolución (1917). A la mitad del día, de repente vio una multitud de demonios en forma humana, sentados en las ramas de los árboles del bosque, con ropas extrañas y gorros puntiagudos, y cantando, con el acompañamiento de instrumentos musicales increíblemente extraños, una canción espeluznante y espantosa: «¡Han llegado nuestros años, hágase nuestra voluntad!»[28].

 

 

 

 



[1] “Y permanece sólo en el alma el ídolo del pecado, del cual dice el Señor: Cuando veáis la abominación de la desolación estar en el lugar santo, el que lee que entienda. (Mateo 24, 15). Lugar santo y templo de Dios es el intelecto del hombre, en el cual los demonios, desolada el alma con los pensamientos pasionales, ponen el ídolo del pecado. Y que esto ha sucedido también históricamente, ninguno de los que han leído las obras de José, a mi parecer, puede dudarlo, aun cuando algunos dicen que estas cosas sucederán en el tiempo del Anticristo.” san Máximo el Confesor, Tratados espirituales; Centurias sobre la Caridad pág. 123. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, España. 1997. 

Al mencionar “las obras de José” se refiere san Máximo a la Guerra Judaica de Flavio Josefo y así nos invita al estudio de estas obras históricas.

[2] Véase por ejemplo sus impecables trece conferencias recopiladas en el libro Curso de supervivencia ortodoxa.

[3] Jacobo Siruela, El Mundo bajo los parpados. pág. 19 y siguientes, segunda edición, Atalanta, Girona, España. 2010

[4] san Agustín le encomendó a su discípulo gallego Orosio el que realizase una precuela a su Ciudad de Dios donde analizara con mayor detalle el devenir de las sociedades regidas bajo la ley de la Babel terrenal, dicha obra paso a conocerse como Historia contra los paganos.

[5] Paulo Orosio, Historias contra los paganos. Tomo I, pags 154 y 155, ed. Gredos. Madrid, España. 1982. Orosio analiza el auge y la caída de los diversos imperios antecesores al romano; Babilonia, Lidia, y realiza un comentario sobre el futuro destino del mismo Imperio Romano en el que él vivía: “la gran Babilonia y también la enorme Lidia; cayeron, pues, en una sola expedición guerrera los dos brazos más fuertes de Oriente juntamente con su cabeza. Y con su caída están apuntando hacia nosotros con acuciante angustia: sobre todo si es verdad que esta vacilante situación actual de aquel gran poderío antiguo del Estado romano se debe más a la debilidad de su propia vejez que al ataque de fuerzas externas” El editor a cargo de la colección de Gredos de clásicos latinos comenta de manera muy oportuna al respecto de este desarrollo de Orosio: “La aplicación de la teoría cíclica al Imperio romano arranca ya de época de Augusto. Precisamente uno de los historiadores que primero la aplica, apartándose de la idea del Imperio romano como algo eterno y como centro del mundo, es Pompeyo Trogo, a cuyo epitomador, Justino, sigue con frecuencia Orosio. Aquí, pues, se deja llevar Orosio por los temores de una posible caída del imperio, olvidándose de su teoría, según la cual el cristianismo ha rejuvenecido al imperio romano”, podemos concluir lo que mencionábamos anteriormente, Orosio maneja una perspectiva dual al respecto de la dinámica de la historia, los pueblos sin Dios – los de la Babel terrenal – están sujetos al ciclo histórico, mientras que los pueblos con Dios – los de la Ciudad de Dios – se mantienen incólumes.

[6] Oswald Spengler, Decadencia de Occidente. Volumen I., pág. 25, editorial Planeta-Agostini, España. 1993.

[7] metropolita Hierotheos Vlachos, Orthodox psychotherapy: the science of the fathers, pág 24, editado por Birth of the Theotokos Monastery, Atenas, Grecia, 2006.

[8] Vladimir Soloviev, Breve relato sobre el Anticristo, pág. 7, ediciones Fidelidad, Buenos Aires, Argentina. 1984.

[9] Versión online del breve relato sobre el Anticristo

[10] Vladimir Moss, The theology of eros. pág 83. editado por Lulu, 2021.

[11] Por ejemplo, los budistas comenzaron a realizar estatuas de Buda dada la influencia de la escultórica griega que heredaron de Alejandro Magno. Véase en tiempos mucho mas recientes la gran diferencia que existe entre la Alemania Occidental y la Alemania Oriental, antigua súbdita del imperio soviético.

[12] Para noticia del lector, le aviso que por más que avance (o crea avanzar, mejor dicho) la razón humana en su compresión de la naturaleza y del cosmos, nunca jamás podrá saber tan solo por la mera razón si el universo fue creado de la Nada o es cíclico, esta convicción se trata tan solo de un auto de fe como muchos otros autos de fe de las grandes mentalidades científicas de nuestra época.

[13] Versión online del Breve relato sobre el Anticristo.

[14] san Hipólito de Roma, El Anticristo. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, España. 2012.  También recomendamos otro escrito a nuestro entender indispensable para el correcta interpretación del Apocalipsis del mismo san Hipólito titulado Sobre Cristo y el Anticristo. (Disponible online en ingles bajo el titulo On Christ and Antichrist)

[15] Véase a propósito el libro del arzobispo Averki Taushev The Apocalypse: In the Teachings of Ancient Christianity. St Herman of Alaska Brotherhood, Platina, California, Estados Unidos, 1995. donde se citan extensivamente las exegesis de san Andrés de Creta.

[16] san Juan Crisóstomo, Homilías sobre las cartas a los Tesalonicenses. Ed. Ciudad Nueva. Madrid, España. 2023. 

[17] san Juan Damasceno, De fide ortodoxa. Exposición de la fe correcta. pág. 430 – 433. ed. Agape. Buenos Aires, Argentina. 2013.

[18] Es menester mencionar dos aspectos. Primero el de “doscientos millones”. El griego koiné de la época – el idioma en el que fue escrito el Apocalipsis - no contaba con el término “millones”, sino “miríadas”, la idea de “doscientos millones” es un artificio para hacerle notar al lector la cantidad inconmensurable de hombres empleados en los ejércitos invasores. El segundo aspecto, no menos importante, es el siguiente: El Apocalipsis no es un libro lineal, no presenta una sucesión de eventos de manera lineal de principio a fin, verlo de esta forma contraviene la enseñanza de la Iglesia y los métodos exegéticos que se han empleado en torno a este libro sagrado durante milenios.

[19] El coronel alemán von Kleist en 1941 diría en plena guerra relámpago: “Al atacar a Rusia, el ejército alemán puede compararse adecuadamente a un elefante que atacase a un ejército de hormigas. El elefante matará millares de hormigas, acaso millones; más, por último, la superioridad numérica le vencerá, y las hormigas le devorarán hasta no dejar de él más que los huesos.”

[20] Arz. Averki Taushev The Apocalypse: In the Teachings of Ancient Christianity, pág. 258

[21] Comúnmente la academia lo identifica como el Apocalipsis del “Pseudo” Metodio, al considerarlo como un texto apócrifo atribuido a san Metodio que apareció en el siglo VI, tres siglos antes de la vida de este santo, la misma suerte corre el escrito Sobre Cristo y el Anticristo de san Hipólito; esto no es tomado en cuenta por la Tradición.

[22] Pseudo-Methodius; Apocalypse. traductor y editor Benjamin Garstad. págs. 25 y 27. Harvard University Press, Cambridge Massachusetts, Estados Unidos, 2012.

[23] Ibid, pág. 96.

[24] san Néstor el Cronista, Relato de los años pasados. pág 337. Maraguano ediciones. Madrid, España. 2004.

[25] Marvin Antelman, To Eliminate the Opiate: Vol. 2, pág 42. The Zionist Book Club. Jerusalem, Israel, 2018.

[26] Ibid, pág.  41

[27] Ibid, pág. 40

[28] padre Serafín Rose, Ortodoxia y la religión del futuro. pág. 143. Amazon Direct Published, 2023.  

APUNTES SOBRE EL APOCALIPSIS DE SOLOVIEV (PARTE II)

       Ignacio Pérez En el relato de Soloviev, el Orden Cristiano se acaba cuando las fuerzas asiáticas al desatarse terminan por conquistar...