Ignacio Pérez
En el relato de Soloviev, el Orden Cristiano se acaba cuando las fuerzas asiáticas al desatarse terminan por conquistar Europa, esta última, al liberarse, se configura como una Unión Europea, bajo un emperador romano. Al final de nuestro análisis inferimos la siguiente conclusión. El Orden Cristiano, acabado en 1917, desata a las hordas bolcheviques (Gog & Magog), el periodo de las murallas de Alejandro se acaba.
Nace a partir de 1945 un
Nuevo Orden, lo que prepara el terreno para la eclosión de un nuevo emperador
romano, Iscander, o el Anticristo, Soloviev su relato lo identifica a
este último justamente como “emperador romano”.
Es evidente que el lector quedara por lo menos perplejo ante
nuestras inferencias, pensará; no se puede hablar del pasado ni del presente
haciendo uso del apocalipsis que a fin de cuentas es una revelación sobre los
eventos ulteriores que se desarrollaran en el Fin de los Tiempos, sobre estas
dificultades y otras nos detendremos en nuestras consideraciones finales.
Método analítico
Antes nos queda por sortear un penúltimo obstáculo, el análisis
del Anticristo presentado por Soloviev en su relato. Para analizarlo nos
basaremos en la antropología cristiano ortodoxa[1],
de acuerdo con la enseñanza ortodoxa, hay tres niveles que conforman al ser
humano. El nivel carnal (sarkikós), el nivel natural, (physikos) y el nivel
espiritual (pneumatikos). Esta tradición, trasmitida a lo largo de los siglos,
puede encontrarse de modo análogo, por ejemplo, en san Teófano el Recluso, al
considerar al hombre carnal como plotskie (en ruso), el hombre “de alma”
como dushevniy y al hombre espiritual, como dujovne.
Estas tres esferas se encuentran en cada humano pero lo que se
infiere de la enseñanza ortodoxa, en la obra de Dostovieski, y en la obra de
Soloviev también, es que este método analítico utilizado para analizar a un
humano en concreto puede extrapolarse para analizar a toda la humanidad, donde
existen ya determinados tipos de humano; unos donde la esfera de lo carnal
tiene un peso más gravitante que su voluntad racional (alma) y muchísimo mas
gravitante aún que su sentido espiritual, otros donde la esfera del alma es la
que predomina sobre el nivel ínfero de lo carnal y el nivel superior de
lo espiritual, y por último, el grupo de los espirituales, donde la percepción
espiritual quiebra a los condicionamientos de la carne y domeña la voluntad del
alma.
Esta enseñanza se extrae de la Biblia, no solo se considera que
estas tres esferas son constitutivas de todos los hombres. “Y el mismo Dios de
paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo,
sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tes.
5:23).
Sino que hay tres tipos de hombres distintos, donde cada uno de los elementos predomina sobre los demás: “Pero el hombre natural (dushevniy, physikos) no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual (pneumatikos; dujovne) juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales (pneumatikos; dujovnie), sino como a carnales (sarkikós; plotskie), como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1 Corintios 2: 14)
Antes de avanzar en nuestra exposición de la antropología
cristiano-ortodoxa, tenemos que realizar una seria advertencia al lector, san
Irineo de Lyon en su obra capital, Contra herejes, a la hora de exponer
una doctrina gnóstica nos dice:
«Son tres, pues, los tipos de
hombre: el primero es material (hylico), al que llaman “de izquierda”,
que por necesidad perece, el cual es incapaz de recibir ningún soplo de
incorrupción. El animado (psychico), también llamado “de derecha”, que
queda entre el material y el espiritual, que se inclinará hacia el lado que lo
arrastre su propensión.
Y el espiritual
(pneumático), que fue enviado al animado a fin de que, estando en éste, lo
educase. Este elemento espiritual, dicen ellos, es “la sal” y “la luz del mundo”
(Mt 5,13-14). En efecto, el hombre psíquico necesitaba una educación por los
sentidos. Con este objeto el mundo habría sido fabricado y el Salvador habría
venido al lado de este hombre animado (psíquico), porque es libre, para
salvarlo»[2]
Los gnósticos elaboraron una antropología análoga a fin de
establecer un despotismo de los pneumatikos sobre los hombres animados
y los hombres hylicos.
El lector no debe de confundir esta creencia gnóstica con la
enseñanza cristiana, san Juan Casiano nos advertía de que uno en su vida
espiritual debe de ser como el “hábil cambista”, como aquel que sabe distinguir:
“El oro puro no es igual que aquel que no ha sido purificado en el crisol”
saber distinguir la moneda verdadera de “incluso de aquellas que, aunque llevan
la impronta del rey legítimo, no son en realidad más que una burda
falsificación de la verdadera moneda.”[3]
Es decir, el demonio siempre toma una gran semejanza con lo divino
para confundir a los hombres, lo mismo ocurre con la doctrina gnóstica y la
cristiana, por lo que debemos de advertir que sería un gran error, propio de
aquellos gnósticos que se consideraban “espirituales” y por ende el ya ser “
perfectos” el de determinar “cual es cual”; sabemos por el mundo en el que
vivimos que hay hombres que viven como animales, pero no son animales, y además
debemos de denotar un aspecto central, si bien existen hombres que nacen con
una apertura espiritual mayor que los demás, esta termina encauzándose y
conformándose en cuanto el hombre se establezca como “receptáculo divino” es
decir, en tanto y en cuanto acepte la voluntad de Dios, ya que Él es la fuente
de lo espiritual, es el Espíritu Santo mismo, por lo que, no se puede hablar de
alguien “espiritual” sin ser parte de la Iglesia – el gran “hospital de las
almas” a decir de san Juan Crisóstomo, que sirve para la apertura del ojo del
alma – y vivir una vida espiritual bajo
los preceptos de la misma. Esta ultima esfera, la espiritual: “no es un
componente natural de la substancia humana, sino el don de Dios que la eleva y
perfecciona.”[4]
Así lo entendía Dostovieski al mencionar: “Un corazón ortodoxo
puede entender cosas que no son entendidas por aquellos que no tienen como
ancestros espirituales a los bizantinos”[5],
esta división se instituye con gran claridad en la epístola de Judas, cuando
establece que prácticamente no se puede hablar con los sarkikos, los plotki,
los carnales, ya que estos sólo “conocen por instinto natural, como animales
irracionales” (Judas 10), frente a estos y los hombres del alma, san Judas
establece una consideración: “Traten de convencer a los que tienen dudas, y
sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos,
pero cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo” (Judas 22
– 23)
Hecha esta aclaración. Tendremos que tomar en cuenta esta
caracterización de los hombres “naturales” o “del alma”, ya que esta última
será determinante a la hora de entender los “regalos” que les ofrece el
Anticristo a los representantes de las tres principales ramas del cristianismo
para ganarlos a su causa.
Anticristo
El Anticristo al comienzo del relato de Soloviev, se presenta como un cristiano, pero es un hombre de alma, un sarkikos, mas no de espíritu. Como todo hombre de alma, posee una “mentalidad euclidiana”, término este último empleado por Berdiaev para caracterizar la mentalidad que le es común a los revolucionarios[6] que presenta Dostovieski en sus novelas.
En este sentido, bien se puede decir que el sentir del Anticristo
de Soloviev es el mismo de los que hoy prefieren al Jesús antes que al Cristo.
Como cristiano, reconocía a Cristo pero lo veía tan solo como un hombre, de
ahí que redujera su misión en la tierra tan solo a la de un reformador social; imagen,
dicho sea de paso, muy habitual entre los hoy autoproclamados cristianos.
Su visión – dada su mentalidad euclidiana. Era la de un mundo que
aun no ha sido redimido, la de un mundo cuyas solidas estructuras
reposaban sobre la tierra de la naturaleza caída, sustentada a su vez por el
viento de las pasiones, el fuego del mal y el agua del mundo de lágrimas.
De ahí que no solo no fuera capaz de contemplar más solo que una
vacua imagen de “Jesús reformador social” sino que lo viera a este
ultimo como un predicador más del gnosticismo como tantos han habido; “Separo
a los hombres entre buenos y malos más yo los uniré”[7],
nos relata el Anticristo de Soloviev.
Dada esta mentalidad, para el Anticristo – aun como miembro de la
Iglesia – estaba obliterado cualquier entendimiento místico o espiritual, de
ahí que se proponga liderar un nuevo orden en el cual todos los hombres sean
aceptados como son, que “hará brillar el Sol sobre el bueno y el protervo, y
que envía la lluvia sobre el justo y el injusto”
Esto nos recuerda varios de los fenómenos tan extendidos en
nuestros tiempos, por ejemplo, en el área de la psicología la de la Terapia
de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en
inglés), que forma parte de la llamada tercera ola de las terapias
conductuales y cognitivas, esta, que abreva de conceptos del Budismo Zen, no
busca suprimir ni eliminar los pensamientos negativos o los “defectos”, sino
cambiar la relación que uno tiene con ellos, proponiendo a su vez aceptar el
malestar o las emociones negativas como parte inevitable de la experiencia
humana, y centrarse en vivir una vida coherente con los propios valores.
También si vamos a un fenómeno mas generalizado, parece ser esta
la creencia común del wokismo, la de aceptarse uno tal cual es y
sentirse orgulloso, la de una deconstrucción que yace sobre los sólidos
fundamentos del “no juzguéis”.
(…) El individuo es bueno y debe seguir su propia experiencia: “Estoy
bien tal como soy, por lo tanto, no necesito seguir ninguna estructura ni
valores impuestos desde fuera.” (…) El manual de Análisis Transaccional
aconseja: “Mírate en el espejo dos veces al día, y declara: ‘Estoy bien... tal
como soy. Soy perfecto.’”»[8]
En los dos primeros años del Anticristo como jefe de la Unión
Europea este se dedica a hacer Justicia Social, a establecer un sistema
socialista, cosa que recuerda al Gran Inquisidor de Dostovieski: “Pasarán
siglos y la Humanidad proclamará, por boca de sus sabios, que no hay crímenes
y, por consiguiente, no hay pecado; que solo hay hambrientos. “Dales pan si
quieres que sean virtuosos.”[9]
Haciendo de este Anticristo un paladín del conductismo.
Al tercer año
Las cosas comienzan a complicarse al tercer año de su reinado, de
manera repentina convoca a un concilio donde figuran las tres principales ramas
de la cristiandad. Pedro II, jefe de una Iglesia Católica de las catacumbas
cuya sede ya no es Roma, sino San Petersburgo. Juan, el jefe de los ortodoxos,
quien no es otro que el mismismo Apóstol Juan[10]
quién reaparece sobre los hombres 2100 años después, y Pauli, el jefe de los
protestantes.
Los convoca en un palacio que a su vez es un templo, a celebrar un
concilio ecuménico. La Iglesia ortodoxa considera tan solo 7 concilios
ecuménicos, si bien toma en cuenta un octavo (años 879-880) y un noveno
concilio (años 1341-1351), que sirvieron para escarificar aspectos al respecto
de la cuestión de la gracia increada, el rol del hescicasmo, y otros aspectos
referentes al Espíritu Santo, la consideración en torno a estos últimos siempre
fue menor frente a los primeros 7, donde fue el ultimo en que se concelebro con
la Iglesia de Roma y en el cual todas la Cristología quedo resuelta.
Siempre estuvo rondando la idea de un octavo concilio ecuménico,
como concilio del Anticristo, o por lo menos, como concilio en resistencia al
mismo, san Kuksha de Odessa dirá en su momento: «Se
acercan los últimos tiempos. Pronto habrá un Concilio ecuménico llamado “santo”.
Pero este será el mismo “octavo concilio”[11],
que será una reunión de los impíos. En él, todas las religiones se unirán en una
sola»[12],
es un intento del Anticristo de Soloviev de fundar una religión universal y
erigir a su falso profeta, el mago Apolonio como jefe de la misma.
Pero antes de su idea de colocar a Apolonio, le había propuesto al
líder del catolicismo, Pedro II, el restaurarle los privilegios que le habían
otorgado los emperadores romanos que le antecedieron, empezando por san
Constantino, aquí alude a la Donación de Constantino, un hoax de
la Edad Media del cual los latinos falsificaron un supuesto documento en el
cual le hicieron creer al pueblo que san Constantino tras convertirse al
cristianismo y ser curado milagrosamente por el papa san Silvestre, cedió al
papa y a sus sucesores autoridad sobre Roma, Italia y todo el Occidente del
Imperio Romano, y además lo reconoció como cabeza suprema de la Iglesia y del
mundo cristiano.[13]
Al protestante Pauli le promete la fundación de un instituto
mundial para el libre examen de las Escrituras, apela a su condición de antiguo
teólogo, cuando en sus años mozos había escrito un libro de gran resonancia El
camino abierto hacia la paz y el bienestar universal; donde manifestándose como si fuera una suerte de Anticristo perennialista “todo lo abarcaba y todo lo conciliaba:
combinaba una notable reverencia por los símbolos y tradiciones antiguas. (…) Y
todo ello orquestado con un arte tan consumado y con una maestría tal que cada
pensador o reformador parcializado en su idea podía ver y aceptar el todo desde
su propio punto de vista”[14],
un libro que al sentir de las multitudes; se suprimía cualquier extremismo
religioso que manosea y degrada todo lo sacro.
En cambio, a los ortodoxos les dice: “¡Queridos hermanos! Sé que
entre vosotros hay para quienes nada es más valioso en el cristianismo que su
santa tradición, los viejos símbolos, los antiguos cánticos y oraciones, los
íconos y los ritos del sagrado oficio. ¿Y qué puede haber, en efecto, más
valioso para un alma religiosa? Sabed, queridos míos, que hoy, por decreto, he
puesto inmensos recursos a disposición de un museo universal de arqueología
cristiana en nuestra buena ciudad imperial de Constantinopla, para reunir,
estudiar y conservar allí todos los monumentos de la antigüedad eclesiástica,
particularmente los concernientes al Oriente.”[15]
Claramente les habla a los ortodoxos physikos, al hombre
natural que habita entre ellos. El hombre del alma, no el espíritu, es el
hombre de la razón natural, pero también el hombre emocional, se siente atraído
por la religión en tanto que ve belleza en ella, los iconos, los cantos, sin tener
en cuenta la Verdad que subyace en ellos, la prefiere en cuanto al calor humano
que siente en ella. De ahí que Soloviev marcase como antecedente del encuentro
en el octavo concilio ecuménico, la afluencia en masa de los Viejos Creyentes,
personas cuya religiosidad solo se cifra en el apego a los iconos, a las voces
admirables que entonan cantos religiosos, voces intactas de profunda
antigüedad, a los ecos de un mundo antiguo, sin ser capaces de ver que estos no
son otra cosa que medios para la salvación, mas no fines.[16]
Así ocurre lo mismo con el Vaticano y su fasto ceremonial, su
supuesta antigüedad y tradición, los muros de bronce y mármol repercute en su
psiquis como una fuerza hipnótica que los mantiene bajo un perpetuo solipsismo.
Esto fue lo que llevo al profesor Andreyev a escribir There is
grace in the soviet church? (¿Existe la gracia en la iglesia soviética?) al
verse consternado como aquellos que hablaban de que en Rusia la gente seguía
rezando y acudiendo a las iglesias, mientras esta ultimas era parte fundamental
del implacable aparato de control soviético; a estos últimos physichkos
carentes de todo entendimiento espiritual de las cosas, y que hoy hablan de una
“supuesta resurrección espiritual de Rusia” tenemos que decirles lo que en su
momento menciono el padre Serafín Rose: “cuando el Anticristo este a punto de
abiertamente reinar en la tierra, los ortodoxos ya no deberíamos construir
hermosas iglesias o hermosos monasterios, ya que el Anticristo los tomará y
utilizará para sí, para ser adorado en ellos, en vez de Cristo Nuestro Dios”[17].
Consideraciones Finales
Durante el transcurso de nuestro desarrollo hemos desarrollado la
idea de repetición en este mundo terreno, idea de repetición que es la base
para fundamentar cualquier ley sea física o histórica, en la realidad que se sitúa
más allá de lo físico, realidad cuyo testimonio nos es por las revelaciones, — es decir
las profecías que nos han trasmitido los santos luego de habérseles revelado —, también
se manifiesta este concepto de repetición tan solo que esta se mantiene
oculta. En este sentido es menester recordar las palabras de Lev Tijomirov:
“El objetivo fundamental de la
contemplación y la revelación no consiste en comunicarnos información sobre el
futuro, sino sobre aquello que está oculto en general.
Este contenido oculto
comprende todo lo que es sobrenatural, todo aquello en lo que se revela nuestro
vínculo con el mundo espiritual y divino. Por supuesto, cuando el contemplativo
ve ante su mirada espiritual a sí mismo o a la humanidad en esta relación
material y tangible con esferas de otro orden, esto puede darle una visión
también del futuro, pero en igual medida del pasado y del presente. Lo que se
abre ante él no es tal o cual tiempo particular, sino el propio vínculo entre
el hombre y el mundo espiritual y divino, del cual depende su destino en mucho
mayor grado que del mundo material, y que en su condición habitual no puede
sentir en absoluto y por tanto no considera en sus conjeturas y cálculos. Tal
es la esencia de la revelación y la contemplación, que a veces incluso se
otorgan a un hombre no para ser comunicadas a otros, sino para él
personalmente, como consecuencia de su elevada vida espiritual y como ayuda y
fortalecimiento de esta en el porvenir. Pero nosotros, naturalmente, solo
llegamos a conocer aquellas revelaciones que no se dan para el contemplativo en
particular, sino para ser comunicadas a otros. También en este caso, sin
embargo, la contemplación y la revelación dadas a los hombres tienen como
propósito principal ofrecer una representación del vínculo misteriosamente
estrecho entre nuestra vida aquí y todos sus acontecimientos con las acciones y
propósitos de poderes de otro mundo —un mundo espiritual o divino. Esto
necesita ser conocido únicamente por aquel que desea mantener conscientemente
este vínculo, conformarse con él, luchar con algunos de los poderes que se le
revelan, y entrar en unión con otros. En ese caso, la cuestión del
futuro, sea cual fuere, pierde relevancia. Esta unión o esta lucha no
es necesaria por causa del futuro, sino constantemente, como medio para una
vida espiritual saludable. A veces, incluso, puede parecer más importante para
el contemplativo conocer el pasado, respecto al cual, por ignorancia o mala
voluntad, ha adoptado una posición equivocada en relación con el poder del
mundo espiritual o divino, y que requiere corrección.”[18]
Desde esta perspectiva, puede hablarse de un último Anticristo a
venir a futuro, pero también de múltiples anticristos del pasado.
Entre estos últimos suelen incluirse figuras como Nerón, Juliano el Apóstata,
Federico II Hohenstaufen, Napoleón, Hitler, así como diversos papas de Roma que
reclamaron potestades regias, como Gregorio VII.
Vemos aquí como la idea de repetición a la que aludíamos al comienzo
de nuestra exposición, no solo se da en el mundo físico, del cual se extraen
las leyes, tanto de la naturaleza sino como de la historia, sino en el mundo metafísico:
Siglos después de la muerte del propio Nerón, ya se perfilaba la idea de un
Apocalipsis en proceso constante. Se puede hablar, por tanto, de una especie de
realización cíclica del Apocalipsis. No es casual que san Dionisio el
Areopagita y san Máximo el Confesor recurrieran a la distinción entre los tres
tipos de movimiento: el circular, el lineal y el helicoidal, siendo este último
una combinación de los dos anteriores —circular y lineal a la vez.
En ese sentido, el ciclo del Apocalipsis parece actualizarse
constantemente, y cada vez que la historia se aproxima a su fin, lo hace con
mayor precisión respecto a lo revelado en el libro del Apocalipsis.
Tomese en cuenta también que la Iglesia a la hora
de dar razones de como es que los santos interceden ante Dios por los hombres
apela muy a menudo al versículo 6:9-11 del Apocalipsis: «Cuando abrió el quinto
sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de
la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz,
diciendo: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra
sangre en los que moran en la tierra?”»
Es decir, la Iglesia contempla que los santos no
solo rezarán por los hombres que moran en la tierra, sino que rezan
en el presente y que rezaron por los mismos. De ahí que Gog & Magog se
trata de un evento que ya ha ocurrido y que ocurrirá en el futuro, con mayor precisión
acorde a lo expresado en la Revelación.
Por tanto, estos anticristos parciales también pueden considerarse
como profetas o anticipaciones del Anticristo definitivo, que reunirá en sí los
rasgos de todos sus predecesores. De ahí que el estudio de la historia – es decir,
el estudio del pasado – resulte útil y complementario para una exégesis más
afinada del Apocalipsis.
[1] Constantine
Cavarnos se ciñe a este mismo método a la hora de analizar la obra de
Dostovieski, véase su obra Dostoievsky’s philosophy of man, págs 30 y
31. Editado por The institute
for byzantine and modern greek studies. Belmont, Massachussets, Estados
Unidos, 1998.
[2] san
Irineo de Lyon, Lo mejor de Irineo de Lyon; Contra las herejías. pág 64.
Editorial Clie, Barcelona, España, 2006.
[3] San
Juan Casiano, Colaciones. Vol. I. pag 66. Agape Libros, Buenos
Aires, Argentina. 2012.
[4] Introducción
a contra herejes de Luis Morales Reyes Alcántara, edición online de la obra
publicada por la Conferencia del Episcopado Mexicano (México 2000)
[5] Citado por Constantine
Cavarnos Dostoievsky’s philosophy of man, pág 29.
[6] No olvidemos que el revolucionario – concepto
en apariencia bajo pero que nos encargaremos de escarificar en otro momento –,
es un precursor del Anticristo. Donoso Cortes dirá en su momento: «El fin de la
Revolución, es el Anticristo» y que san Serafín de Sarov se encargaría de
advertir en sus Conversaciones con Motovilov que: «Lucifer fue el primer
revolucionario».
[7] Vladimir
Soloviev, Breve relato sobre el Anticristo, pág. 15, ediciones Fidelidad,
Buenos Aires, Argentina. 1984.
[8] padre
Serafín Rose Curso de Supervivencia Ortodoxa. Lección XII.
[9] Fiodor
Dostovieski, Los hermanos Karamazov, editorial Penguin
[10]
Esto es clarísimo, no solo porque el texto lo da a entender en la misma
narrativa, sino vale notar las palabras de Juan poco antes de morir, cuando termina
por develar la verdadera naturaleza del Anticristo para el asombro de todos los
cristianos presentes, les dice: “Es el Anticristo, hijitos”. El diminutivo de
hijo, como “hijitos” era dicho por san Juan el Apóstol y así figura en sus epístolas
(1 Juan 2) y en sus hagiografías más tempranas (véase: https://fatheralexander.org/booklets/spanish/apostoles.htm#n7)
. Sobre este último, hay una leyenda creída verdaderamente por muchos aun hoy
en la actualidad, de que este verdaderamente no murió, como paso con el caso de
Enoc y Elías, sino que en realidad anda vagando sobre la tierra, a la espera
del final de los tiempos.
[11]
No olvidemos el simbolismo del número 8; la plenitud de los tiempos.
[12] Consultado
en: https://napravdestoy.livejournal.com/1504866.html
[13] Véase
lo expuesto por Lorenzo Valla en Refutación a la Donación de Constantino,
Ed. Akal, Madrid, España. 2011
[14] Vladimir
Soloviev, Breve relato sobre el Anticristo, pág. 20.
[15] Ibid.
pág 38 y 39.
[16] No
olvidemos las fuerte creencia de los Viejos Creyentes en un Paraíso Terrenal,
una suerte de utopía reaccionaria que justamente no deja de ser una Utopía con
los ojos puestos en el pasado, análoga a la Utopía de los todos los profetas de
la Nueva Era, desde Joaquin de Fiore hasta Bakunin, Marx y Lenin, sobre esto sir
Isaiah Berlin nos dice en su obra Pensadores rusos: “Este gran sueño
utópico, basado en una simple fe en la regenerada naturaleza humana, fue una
misión que los populistas compartieron con Godwin y Bakunin, Marx y Lenin. (…) Sus
raíces se hunden profundamente en la imaginación religiosa de la humanidad, y
por ello no hay nada sorprendente en que esta versión secular tenga grandes
afinidades con la fe de los Viejos Creyentes rusos —las sectas disidentes— para
quienes, desde el gran cisma religioso del siglo XVII, el Estado ruso y sus
gobernantes, en particular Pedro el Grande, representaban el imperio de Satanás
sobre la tierra; este movimiento clandestino religioso siempre perseguido
ofreció muchos aliados potenciales, a quienes los populistas trataron de
movilizar.”
[17] Extraido de The future of Russia
and the end of the world del p. Serafin Rose: https://orthochristian.com/38941.html
[18] Vladimir Moss, Apocalypse -
The book of the end, pág 14 – 16